Eve
Capítulo 15
Página 19 de 46
C
a
p
í
t
u
l
o
1
5
Anne colgó el teléfono y sonrió imaginándose a Victoria en Nueva York, atenta a todo, con carita de sorpresa y encandilando a la familia de su madre con su media lengua y sus abrazos. Era una niña deliciosa, y la echaba tanto de menos que esperaba que Eve y Robert decidieran volver enseguida a Edimburgo y no se entretuvieran mucho en Londres después del viaje de vuelta, que estaba previsto para pocos días después, aunque tal vez podría ir a buscarlos al aeropuerto. Llegaban en fin de semana y una escapadita a Londres tampoco estaría mal, le gustaba curiosear por la capital de vez en cuando y así podría verla antes que nadie. Sacó la agenda y se puso las gafas para mirar sus turnos.
—¿Doctora McGregor, tiene un momento para mí?
—¿Eh? —levantó la vista y se arrancó las gafas de un tirón al comprobar que era Andy el que la miraba desde la puerta con una sonrisa—. ¿Andrew?
—¿Qué tal?
—Bien, pasa, vaya sorpresa.
—¿Estás ocupada?
—Estaba hablando por teléfono con Eve. Acabo de colgar, pero ya me iba.
—¿Y qué tal están? —se sentó en una silla junto al escritorio y dejó el sombrero sobre su máquina de escribir.
—Bien, muy bien, Robert llegó a tiempo para la boda y aunque las cosas entre ellos no han mejorado de forma instantánea, ella dice que al menos ha ido hasta allí, así que…
—Ya, a Rab le vendrá bien un escarmiento, pero uno de verdad.
—Me encanta cómo ella lo posiciona siempre, es justo lo que él necesita y me alegro.
—Y fue así desde el minuto uno, lo sé —sonrió y la miró a los ojos—. Es una suerte encontrar a tu alma gemela, ¿no crees? Ella es perfecta para él y él es perfecto para ella, se quieren, vaya fortuna, y es que tu hermano siempre ha sido un cabrón con mucha suerte.
—¿Y qué te trae por aquí? ¿Estás enfermo?
—He pillado a mi encantadora esposa con su último amante.
—Oh, Dios…
—Y como mi mejor amigo está al otro lado del mundo, he pensado en ti… —se inclinó hacia delante, se tapó la cara con las dos manos y se echó a llorar. Anne se levantó de un salto y se acercó para acariciarle la espalda—. Se llama Percival Worthington. ¿Se puede tener un nombre más estúpido?
—Vale, Andy, escucha…
—Llevo años ignorando sus aventuras, fingiendo que no sé que sigue soñando con Rab, defendiéndola delante de todo el mundo, haciéndome el idiota… pero hoy, hoy no pude disimular porque me los encontré en mi propia cama, ¿sabes? En mi maldito dormitorio y no pude dar la espalda y fingir que no los vi, porque los vi y ahora debo hacer lo que corresponde, que no es matarla, como quisiera, sino mandarla a la mierda de una puta vez y divorciarme.
—¿Y qué te ha dicho?
—Nada, me ha dicho que haga lo que quiera pero que no me dará el divorcio, que su padre jamás lo permitirá y no sé que más porque me largué a la calle. ¿Qué hago? ¿Vuelvo allí y le meto un tiro a ese cabrón inglés? ¿Los mato a los dos? ¿Qué coño hago, Anne?
—Nada, por ahora, nada.
—Llevamos cinco años casados, me pidió matrimonio por teléfono, ¿recuerdas? Al mismo tiempo que Rab y Eve se casaban en Londres, ella me pidió matrimonio y yo me casé confiando en hacerla feliz, en conseguir que me quisiera, pero no ha sido así, se ha acostado con todo el maldito país y ha tenido la desvergüenza, muchas veces, de animarme a hacer lo mismo. Un puto matrimonio abierto, me dijo que se llamaba, la muy zorra… nunca debí casarme con ella, nunca, porque lo hizo por despecho, porque no pudo conseguir a Rab, eso lo sabemos todos, no sé como he podido engañarme tanto tiempo.
—Tómate esto —sirvió una taza de té y se la puso entre las manos—. ¿Dónde piensas quedarte ahora?
—En el Scotsman Hotel, he reservado una habitación.
—Muy bien —lo ayudó a ponerse de pie y cuando estuvieron uno frente al otro él estiró la mano y la abrazó. Anne contuvo la respiración y devolvió el abrazo con los ojos cerrados.
—Me da mucha vergüenza toda esta situación, Anne.
—No tienes de qué avergonzarte, eso jamás. Tú no has hecho nada malo.
—Gracias.
—De nada y vamos, te llevaré al hotel y trataremos de aclarar un poco las ideas.