Eve

Eve


Capítulo 27

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Glenn Miller sonaba alto y claro en la radio y todo el mundo bailaba en el salón a la espera de la medianoche del año nuevo, 1947, otro año más en tiempo de paz, un motivo más que suficiente para celebrarlo a lo grande. Eve se acercó a una de las mesas y colocó la bandeja llena de delicias que su suegra le que acababa de entregar, mirando de reojo a Robert que bailaba con Victoria en el centro de la pista. Él no era muy bailarín, pero llevaba a la niña en brazos y la hacía girar, mientras ella se reía a carcajadas. Estaba preciosa, feliz, y decidió ir corriendo a buscar la cámara para hacerles unas cuantas fotografías. Se alisó la falda de seda color chocolate de su vestido y se giró para ir al estudio, pero entonces se topó con Andy que la sujetó por la cintura para bailar.

—¿No bailas? Es tu fiesta.

—Sí, ahora, voy a buscar mi cámara.

—No, llevas toda la noche sin parar y no te lo pasas bien, así que venga, baila conmigo.

—Dame un minuto, ahora vuelvo.

—No me mientas.

—No te miento —se echó a reír y miró a la señora Murray que entraba de ese momento con energía en el salón para hablar con Robert.

—Es mi primer año nuevo sin mi mujer y necesito divertirme —murmuró él.

—Lo sé y bailaré el resto de la noche contigo, pero ahora dame medio minuto…

—Quédate con mamá… —Rab pasó por su lado y le entregó a Victoria—, me llaman por teléfono.

—Bien.

—Vale, déjame a mi niña y vete a hacer lo que tengas que hacer. Eve, te esperaremos aquí.

La pequeña enseguida estiró los bracitos hacia su tío Andy y él se la llevó a bailar otra vez a la pista. Eve sonrió y repasó el estado de sus treinta invitados, familia y amigos de los McGregor que habían accedido a celebrar la Nochevieja en su casa. Era la primera vez y esperaba que se convirtiera en tradición, así que quería que todo estuviera perfecto, porque le encantaba ver la casa llena, los niños correteando, la gente bailando y charlando, bebiendo tan a gusto, y a su hija disfrutando de todo aquello con sus ojitos azules muy abiertos. Era estupendo y se alegró de haber tenido la maravillosa idea de organizar la fiesta, aunque Robert siguiera enfurruñado por lo de París. Desde Nochebuena apenas le hablaba, andaba serio y no quería charlar sobre nada, especialmente nada relacionado con el trabajo, y eso la mataba pero lo estaba encajando con paciencia. Él no era rencoroso y lo superarían, porque aunque se lo estuviera poniendo tan dificil, no lo culpaba, estaba en su derecho y esperaría con calma a que se le pasara, la perdonara y se olvidaran del asunto para siempre.

—Ha aparecido Tamara Petrova —Rab le acarició la cintura y le habló pegado a su oreja.

—¿Dónde?

—En ninguna parte.

—¿Qué? —se giró y buscó sus ojos.

—Ha aparecido el cadaver de Gordon Rochester en París y con él una carta de Petrova para mí. Se lo cargó y se largó a Berlín oriental para encontrar a Micha. Al parecer Rochester le confirmó su paradero, o eso dice la carta.

—¿Están seguros de que la carta es suya?

—Sí, usó su protocolo de confidencialidad —subió los ojos color turquesa y sonrió a sus invitados que empezaban a prepararse para recibir al año nuevo—. Van a ser las doce.

—¿Y qué hacía con Rochester? ¿Cómo pudo matarlo? ¿En qué parte de París apareció?

—Según parece él la protegía, le prometió entregarle a Micha, pero acabó apuñalándolo en el piso franco de San Luis. Luego llamó a su contacto en Francia y alertó del asunto.

—¿Y por qué lo habrá matado? —la BBC paró la música de baile y empezaron a sonar las campanadas del Big Ben. Rab la agarró de la mano y la llevó al centro de la pista para buscar a Victoria y abrazarlas a las dos—. ¿Y será verdad lo del paradero de Micha?

—Shhh —la hizo callar al tiempo que estallaban los aplausos y sonaba en la radio el

Auld Lang Syne[8] a todo volumen, entonces besó a su hija en la frente y luego le dio un beso en la boca—. Feliz año nuevo.

—Feliz año nuevo, mi amor, te quiero ¿lo sabes?

—Lo sé… —contestó antes de separarse de ella para abrazar a la familia y dejar que se comieran a besos a Victoria.

—Creo que tu hija es una juerguísta nata —a las dos de la mañana Eve entró en el despacho de Rab después de haber acostado a Victoria y ayudado a recoger los restos de la animada fiesta. Estaba agotada y se sentó en una butaca mientras se quitaba los tacones.

—Tiene a quien salir —contestó Andrew desde un rincón.

—Desde luego que sí y se lo ha pasado genial. ¿Qué? —miró a su marido—. ¿Tus chicos siguen trabajando a pesar de ser Año nuevo?

—Zafarrancho de combate —bromeó observando que Andy se ponía tenso—. No te preocupes, ella ya sabe que colaboras con nosotros.

—Perfecto —susurró echándose a reír—. ¿Y desde cuándo?

—Me lo contó en Nueva York y no te preocupes, no se lo diré a nadie.

—Vale… qué remedio.

—En fin, ¿qué tenemos en claro?

—Rochester muerto, Tamara camino de Berlín Oriental y me imagino que a Chelechenko muy enfadado cuando se entere, si es que no lo sabe ya. Lo que refuerza la idea de que tenemos un equipo bastante lamentable.

—Desde mi punto de vista eso es lo de menos. Chelechenko ya nos dio todo lo que nos podía dar.

—A cambio de ayudar a los Petrov, Andrew, y le di mi palabra, y ahora ella es una asesina fugitiva camino de la nada. Nosotros nos teníamos que ocupar de Micha, nosotros debíamos traerlo, reunirlo con su mujer y mandarlos derechito a Nueva York. Ese era el trato y Chelechenko ya había cumplido su parte, así que estamos en una posición ridícula.

—¿Y qué piensa hacer el Servicio Secreto?

—Mañana sale un equipo hacia Berlín, hay que detenerla antes de que la maten, a ella y a Micha, ese era el trato y no voy a permitir que le den la espalda, eso ni en broma. Hay que dar con ella y evitar que se empeoren aún más las cosas.

—¿Te vas a Alemania?

—No, lo harán ellos y… —se levantó y se estiró—. Ya está bien por hoy, subamos a dormir. Mañana será otro día.

—¿Ellos? ¿Quiénes?

—El equipo de Cornell.

—No la han encontrado en París durante dos meses. ¿Qué te hace pensar que darán con ella en Berlín?

—Allí tenemos tanta gente infiltrada que será más fácil encontrarla.

—Gente infiltrada que no ha dado con Micha Petrov.

—Eve —ella levantó los ojos y lo miró con cara de inocencia—, ni siquiera sabemos si él está allí. Rochester puede haber mentido, no era precisamente alguien de fiar.

—¡Eh! —de pronto Anne abrió la puerta y miró a Andrew con los brazos en jarras—. ¿Dónde te metes, Williamson?

—¿No te habías ido? —preguntó Robert y ella lo miró moviendo la cabeza.

—No, teníamos una timba de póquer organizada con Andy. ¿Se te ha olvidado?

—¿Ahora?

—Sí, es Nochevieja y ya que no nos vamos de parranda, juguemos a las cartas. La cocina está caliente y vacía y nos esperan Billy, Debbie, Kate y Chris. Será interesante desplumaros a todos.

—No juego al póquer con mujeres —broméo Rab y miró a Eve que seguía enfrascada en sus pensamientos—. Siempre me acabáis ganando.

—Han nacido para el póquer —opinó Andrew muy serio y Robert asintió—. Ya sabes, mienten mejor que nadie.

—¡Serás capullo! —protestó Anne y le dio un empujón. Andy se revolvió muerto de la risa y la abrazó por la cintura haciendo que ella se echara a reír a carcajadas. El gesto sacó a Eve de su ensimismamiento—. Déjame en paz y vamos a jugar, te demostraré lo que hacíamos en los días de permiso durante la guerra…

—No quiero ni imaginar lo que hacías durante la guerra, Annie, no me atormentes con eso, por favor, —salieron sin despedirse y los oyeron seguir a empujones y risitas por el pasillo camino de la cocina.

—¿Qué ha sido eso? —susurró Robert y Eve lo miró con los ojos muy abiertos—. ¿No lo sabes?

—¿El qué?

—No te hagas la inocente conmigo, tú lo sabes todo.

—No sé de qué me estás hablando —se puso de pie bastante sorprendida del comportamiento de su siempre comedida cuñada, pero no quiso especular y levantar las alarmas de Rab, así que decidió ignorar el asunto y sonreír—. ¿Vas a la timba?

—¿Y tú?

—Si vas tú, te acompaño, pero en realidad…

—¿Qué?

—Tamara… no puedo ni imaginar por lo que estará pasando, rodeada de buitres y de gente que la traiciona. Asesinar a Rochester en París, no sé…

—Supervivencia.

—Supervivencia y amor, porque todo lo hace por Micha, por salvarlo a él.

—Tú y yo haríamos lo mismo.

—Ya lo hemos hecho, ¿no?

—Sí y al menos tiene un motivo por el que seguir luchando —sonrió—. Eso la manendrá viva hasta que podamos ayudarla.

—¿Sigues pensando en ayudarla? ¿Aunque haya asesinado a Gordon Rochester?

—Rochester era un agente doble que el Reino Unido estará encantado de quitarse de en medio, Eve. Tamara nos ha hecho un favor y, por otra parte, di mi palabra de honor y no descansaré hasta ponerla sana y salva en manos de Chelechenko.

—A ella y a Micha.

—Haré todo lo humanamente posible.

—Lo sé.

—Pero no quiero seguir con esto, vamos.

—¿Ya no estás enfadado conmigo?

—No le des más vueltas y vamos a la cocina.

—Te amo, Robert, más que a mi vida, ¿lo sabes? —lo detuvo en la puerta y lo obligó a mirarla a la cara.

—Lo sé.

—Y aunque es muy duro verte enfadado, esta vez tenías razón, así que por mi parte, reitero mis disculpas, no quiero empezar el año enfadados.

—Lo mismo digo.

—Gracias.

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