📡🌎EVANGELIO

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*Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo (Mt 7, 1-5)*. 


Jesús dijo a sus discípulos: “No juzguen, para no ser juzgados. Porque con el criterio con que ustedes juzguen se los juzgará, y la medida con que midan se usará para ustedes. ¿Por qué te fijas en la paja que está en el ojo de tu hermano y no adviertes la viga que está en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: ‘Deja que te saque la paja de tu ojo’, si hay una viga en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano”. 


*Palabra del Señor*. 


*Comentario* 

No juzgar al hermano parece ser algo esperable de cualquier persona, pero es una exigencia aun mayor para quien sigue a Jesús. Cuando juzgamos, podemos caer en discriminaciones, condenas, rupturas y diversos modos de marginaciones. Muy por el contrario, el creyente debe convocar y unir con la meta de mejorar la vida comunitaria. 


*Oración introductoria* 

Señor, dame las fuerzas necesarias para dar un mayor ejemplo y testimonio de vida, tal como Tú quieres que sea. Dame humildad para reconocer mis faltas y disculpar las de mis hermanos, pero también concédeme ayudarlos a corregirse con un corazón puro que busca sólo su bien. 


*Petición* 

Dios mío, concédeme ser humilde, porque sin humildad puedo creerme mayor que los demás, olvidándome por completo de que yo también tengo mis faltas. 


*Meditación* 

Hoy, el Evangelio me ha recordado que cómo hagamos una cosa cambiará mucho el resultado en muchos aspectos de nuestra vida, sobre todo, la espiritual. 


Jesús dice: «No juzguéis, para que no seáis juzgados» (Mt 7,1). Pero Jesús también había dicho que hemos de corregir al hermano que está en pecado, y para eso es necesario haber hecho antes algún tipo de juicio. San Pablo mismo en sus escritos juzga a la comunidad de Corinto y san Pedro condena a Ananías y a su esposa por falsedad. A raíz de esto, san Juan Crisóstomo justifica: «Jesús no dice que no hemos de evitar que un pecador deje de pecar, hemos de corregirlo sí, pero no como un enemigo que busca la venganza, sino como el médico que aplica un remedio». El juicio, pues, parece que debiera hacerse sobre todo con ánimo de corregir, nunca con ánimo de venganza. 


Pero todavía más interesante es lo que dice san Agustín: «El Señor nos previene de juzgar rápida e injustamente (...). Pensemos, primero, si nosotros no hemos tenido algún pecado semejante; pensemos que somos hombres frágiles, y [juzguemos] siempre con la intención de servir a Dios y no a nosotros». Si cuando vemos los pecados de los hermanos pensamos en los nuestros, no nos pasará, como dice el Evangelio, que con una viga en el ojo queramos sacar la brizna del ojo de nuestro hermano (cf. Mt 7,3). 


Si estamos bien formados, veremos las cosas buenas y las malas de los otros, casi de una manera inconsciente: de ello haremos un juicio. Pero el hecho de mirar las faltas de los otros desde los puntos de vista citados nos ayudará en el cómo juzguemos: ayudará a no juzgar por juzgar, o por decir alguna cosa, o para cubrir nuestras deficiencias o, sencillamente, porque todo el mundo lo hace. Y, para acabar, sobre todo tengamos en cuenta las palabras de Jesús: «Con la medida con que midáis se os medirá» (Mt 7,2). 


Para estar de acuerdo con lo que el Evangelio nos quiere transmitir, tenemos que revisar nuestro interior y ver qué es lo que no nos ayuda y sacarlo de nosotros. Dios nos permite que corrijamos a nuestros hermanos y que les dejemos algo bueno de lo que Dios nos dice por medio de su palabra. 


Jesús no nos prohíbe corregir, siempre y cuando actuemos con un corazón amante y sencillo que busca ayudar a los demás. Corregir se convierte en una obra de misericordia, cuando el otro entiende por nuestros gestos y palabras, que le hacemos la observación por su propio bien, y no por demostrarle nuestra superioridad. 


*Propósito* 

Antes de corregir a alguien, reflexionaré para ver con qué intención lo estoy haciendo.

*Diálogo con Cristo*

Señor, dame las fuerzas necesarias para poder dar lo mejor de mí. Que todos mis actos sean para tu gloria. Concédeme ser coherente con mi misión y que con mi buen ejemplo pueda irradiarte a los a demás. Así sea. 


Pbro. Cristian Hernan Andrade

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