📡🌎EVANGELIO

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*Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos (Mc 4, 26-34)*.


Jesús decía a sus discípulos: “El Reino de Dios es como un hombre que echa la semilla en la tierra: Sea que duerma o se levante, de noche y de día, la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra por sí misma produce primero un tallo, luego una espiga, y al fin grano abundante en la espiga. Cuando el fruto está a punto, él aplica en seguida la hoz, porque ha llegado el tiempo de la cosecha”. También decía: “¿Con qué podríamos comparar el Reino de Dios? ¿Qué parábola nos servirá para representarlo? Se parece a un grano de mostaza. Cuando se la siembra, es la más pequeña de todas las semillas de la tierra, pero, una vez sembrada, crece y llega a ser la más grande de todas las hortalizas, y extiende tanto sus ramas que los pájaros del cielo se cobijan a su sombra”. Y con muchas parábolas como éstas les anunciaba la Palabra, en la medida en que ellos podían comprender. No les hablaba sino en parábolas, pero a sus propios discípulos, en privado, les explicaba todo.


*Palabra del Señor*.


*Comentario*

No hay caso: Es Dios quien hace crecer las cosas. Por lo tanto, no nos elogiemos a nosotros mismos cuando veamos frutos del trabajo de Dios en nosotros. Sin dudas, nosotros ponemos nuestra semilla, pero debemos convencernos de que es Dios quien hace crecer lo que sembramos.


*Oración introductoria*

Ven, Espíritu Santo, guía esta oración para que se convierta en esa semilla que fructifique en obras buenas. Creo, espero y te amo, haz que mi fe crezca, mi esperanza se fortalezca y mi caridad se multiplique. 


*Petición*

Señor multiplica, para bien de la Iglesia y el triunfo de tu Reino, los frutos de mi apostolado. 


*Meditación* 


1- Un canto a la esperanza. Ezequiel anuncia en la primera lectura el restablecimiento de la dinastía de David. Yahvé mismo trasplantará un retoño y éste crecerá en el más alto monte de Israel, en Sion, hasta convertirse en un cedro frondoso en el que anidarán toda clase de aves. Se trata, pues, de una profecía mesiánica, alusión a un señorío universal a cuyo amparo acudirán todos los pueblos. Esta imagen la encontramos de nuevo en la parábola evangélica del grano de mostaza del evangelio de hoy. El soberbio árbol del imperio de Babilonia será humillado por Yahvé, que ensalzará al humilde árbol de la casa de David. De un renuevo suyo nacerá el liberador de Israel.


2.- El auténtico camino. La segunda lectura nos recuerda que nuestra patria definitiva es el cielo. La tierra es un lugar de paso. Dios quiere que seamos felices también aquí, pero solo son felices aquellos que ponen su mirada en el Señor. Santa Teresa, cuyo 5º Centenario celebramos, nos da un consejo: “No os pido más que le miréis. El no quita nada y os da todo”. Quien pone sus ojos en este mundo fácilmente se deja llevar por las cosas mundanas. Dios quiere que gocemos de las cosas de este mundo, por algo las ha creado para nosotros. Pero si nos dejamos llevar por el egoísmo y solo dirigimos nuestros ojos a lo material, nos olvidamos de Dios y de los demás y nos encaminamos a la perdición. Este camino no puede llevarnos a la felicidad. Nos lo recuerda San Agustín en su comentario a esta lectura de la segunda carta a los corintios: “Estamos en camino: corramos con el amor y la caridad, olvidando las cosas temporales. Este camino requiere gente fuerte; no quiere perezosos. Abundan los asaltos de las tentaciones; el diablo acecha en todas las gargantas del mismo, por doquier intenta entrar y hacerse dueño. Y a aquel de quien se adueña, o bien le aparta del camino, o bien le retarda; le vuelve atrás y hace que no avance, o le saca del camino mismo para sujetarle con los lazos del error y de las herejías o cismas y llevarle a otros tipos de supersticiones. Permaneced, pues, fuertes en la fe; que nadie os induzca al engaño mediante ningún tipo de promesa; que nadie os fuerce a engañar mediante ninguna amenaza.

Cualquier cosa que sea la que te ha prometido el mundo, mayor es el reino de los cielos; cualquiera que sea la amenaza del mundo, mayor es la amenaza del infierno”.


3.- Construir el Reino con paciencia. Dos parábolas, dos mensajes sobre el Reino de Dios. Jesús habla a la gente de una experiencia muy cercana a sus vidas. En la primera parábola un hombre echa el grano en la tierra; el grano brota y crece. La tierra da el fruto por sí misma; primero hierba, luego espiga, después trigo abundante en la espiga. Con estas palabras se refiere al Reino de Dios, que consiste en la santidad y la gracia, la verdad y la vida, la justicia, el amor y la paz. La semilla de la que habla el evangelio tiene una fuerza que no depende del sembrador. Hoy el Señor nos invita a sembrar con la humildad de quien sabe que la semilla, que es la Palabra, hará su obra por la fuerza divina que posee, y no por la eficacia humana que nosotros queramos darle. Por eso el evangelizador debe ser consciente de que es un colaborador de Dios y no el dueño que pueda manipular a su arbitrio la salvación. Aprendamos a trabajar por el Evangelio sin querer violentar los caminos de Dios. Aprendamos a escuchar al Señor y a llevar su mensaje de salvación orando para que el Señor haga que su Palabra rinda abundantes frutos de salvación en aquellos que son evangelizados. En la segunda parábola del grano de mostaza lo importante es la desproporción entre la pequeñez del principio (grano de mostaza) y la magnitud del final (el arbusto). Así ocurre con el Reino de Dios: escondido ahora e insignificante, ha de llegar un día (el "día del Señor"), cuando vuelva con "poder y majestad", en que se manifieste según toda su dimensión.


*Propósito*

Como rama viva de la Iglesia, buscaré sostener a otros con mi oración y testimonio de vida cristiana coherente.


*Diálogo con Cristo¨*

Jesús, ayúdame a cumplir mi misión de vivir un cristianismo activo al servicio de tu Iglesia. Ayúdame a ser el instrumento para que otras personas encuentren a Dios.


Pbro. Christian Hernán Andrade

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