🌎📜EVANGELIO📜🌎

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*Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan (Jn 14, 15-21)*.


Durante la Última Cena, Jesús dijo a sus discípulos: “Si ustedes me aman, cumplirán mis mandamientos. Y yo rogaré al Padre, y él les dará otro Paráclito para que esté siempre con ustedes: el Espíritu de la Verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque no lo ve ni lo conoce. Ustedes, en cambio, lo conocen, porque él permanece con ustedes y estará en ustedes. No los dejaré huérfanos, volveré a ustedes. Dentro de poco, el mundo ya no me verá, pero ustedes sí me verán, porque yo vivo y también ustedes vivirán. Aquel día comprenderán que yo estoy en mi Padre, y que ustedes están en mí y yo en ustedes. El que recibe mis mandamientos y los cumple, ese es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo lo amaré y me manifestaré a él”.


*Palabra del Señor*.


*Comentario*

El amor de Jesús no solo lleva a una presencia íntima que vivifica al creyente, sino también a un conocimiento hondo y pleno. Jesús se revela, y revela sus misterios en un clima de amor y amistad.


*Oración introductoria* 

Señor, la gracia del Espíritu Santo no es algo que pueda merecer o conquistar, sólo puedo recibirla como puro don. Haz que el Espíritu Santo penetre en la dura costra de mi indiferencia y de mi ciego conformismo. Espíritu Santo, hazme sentir tu voz para permanecer en tu amor y ser testigo tuyo. 


*Petición* 

Espíritu Santo, abre mi entendimiento y mi voluntad para que pueda recibir el mensaje de tu Evangelio con un corazón nuevo. 


*Meditación* 

Hoy, Jesús —como lo hizo entonces con sus discípulos— se despide, pues vuelve al Padre para ser glorificado. Parece ser que esto entristece a los discípulos que, aún le miran con la sola mirada física, humana, que cree, acepta y se aferra a lo que únicamente ve y toca. Esta sensación de los seguidores, que también se da hoy en muchos cristianos, le hace asegurar al Señor que «nos os dejaré huérfanos» (Jn 14,18), pues Él pedirá al Padre que nos envíe «otro Paráclito» (Auxiliador, Intercesor: Jn 14,16), «el Espíritu de la verdad» (Jn 14,17); además, aunque el mundo no le vaya a “ver”, «vosotros sí me veréis, porque yo vivo y también vosotros viviréis» (Jn 14,19). Así, la confianza y la comprensión en estas palabras de Jesús suscitarán en el verdadero discípulo el amor, que se mostrará claramente en el “tener sus mandamientos” y “guardarlos” (cf. v. 21). Y más todavía: quien eso vive, será amado de igual forma por el Padre, y Él —el Hijo— a su discípulo fiel le amará y se le manifestará (cf. v. 21).


Las experiencias de la amistad con el Espíritu Santo son inefables; los resultados espléndidos. Eso sí, es una amistad que nos se puede lograr sólo con desearla o quererla teóricamente. 


Es una amistad que exige una constante atención, un saber escuchar y un actuar fielmente, cueste lo que cueste, según le agrade al dulce "huésped del alma". En los coloquios y diálogos que de día y de noche se sostienen con Él, es donde se va aprendiendo el verdadero sentido del tiempo y la eternidad, de la fidelidad en el amor, de la vanidad de todas las cosas que no sean de Dios y de la relatividad de cuanto nos ocurre en el trato con las creaturas. Él no enseña a amar, nos enseña a perdonar, nos enseña a olvidar las injurias, a buscar y a hacer el bien sin esperar recompensa; a confiar en Dios y a amarle sobre todas las cosas. 


El Espíritu Santo también nos sitúa en una perspectiva capaz de contemplar todo el devenir del mundo, con la relatividad que encierra el tiempo frente a la eternidad y con la serenidad de quien se sabe un pobre peregrino en el tiempo hacia la posesión eterna de Dios. Los himnos de la Iglesia sobre el Espíritu Santo son muy elocuentes y aleccionadores; nos dan un torrente de luz sobre lo que Él es de verdad para el alma que le busca y le ama. En Él se encontrará toda la fortaleza necesaria para perseverar en el bien y transformarse en otro Cristo viviente. 


¡Cuántas palabras de aliento, confianza y promesa llegan a nosotros este Domingo! En medio de las preocupaciones cotidianas —donde nuestro corazón es abrumado por las sombras de la duda, de la desesperación y del cansancio por las cosas que parecen no tener solución o haber entrado en un camino sin salida— Jesús nos invita a sentirle siempre presente, a saber descubrir que está vivo y nos ama, y a la vez, al que da el paso firme de vivir sus mandamientos, le garantiza manifestársele en la plenitud de la vida nueva y resucitada. 


Hoy, se nos manifiesta vivo y presente, en las enseñanzas de las Escrituras que escuchamos, y en la Eucaristía que recibiremos. —Que tu respuesta sea la de una vida nueva que se entrega en la vivencia de sus mandamientos, en particular el del amor.


*Propósito* 

Invocando la gracia del Espíritu Santo, hoy voy a poner más esfuerzo en hacer las cosas ordinarias del día, de una manera extraordinaria, por amor a Jesús. 


Pbro. Cristian Hernan Andrade

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