Eva

Eva


9. Necesidades operativas

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El pulso se le disparó un instante, así que permaneció inmóvil, respirando despacio hasta que lo sintió latir de nuevo con regularidad. Entonces, sin hacer ruido, abrió la puerta vidriera del balcón para dejar libre una ruta de escape, cogió la Browning de encima de la cómoda y le quitó el seguro. Después, pisando sobre los talones aunque la alfombra apagaba sus pasos, se acercó a la puerta. Allí, con el arma en la mano derecha, la alzó hasta casi la altura del rostro, puso el índice en el gatillo y abrió con la mano izquierda.

Ante él, recortada en el contraluz del pasillo, la frente a un palmo del cañón de la pistola, estaba Eva Neretva.

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