Europa

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V » Huelga

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HUELGA

—En la fábrica de relojes han traído trabajadores de otros pueblos —dice alguien—. Hoy han despedido a dos de los nuestros.

Dice otro:

—En la de plásticos están hablando de abandonar.

Se hace el silencio. Los ojos se miran derrotados en señal de entendimiento. De camaradería. De solidaridad. Knopf entra por la puerta sacudiéndose las mangas del gabán. Trae el pelo humedecido, pegado al cráneo. Desde el incidente en la farmacia, no lo había vuelto a ver. En la mesa, todos levantan la mano y lo saludan, sin embargo, nadie lo mira a la cara. Nadie le pregunta cómo está. Ha traído un periódico donde se habla de las movilizaciones llevadas a cabo en otras partes del país. Pero nada sobre las fábricas de allí. Se lo muestra a los demás.

—De lo único que hablan es del asunto de Vanÿek —dice—. Bah. Quieren desviar nuestra atención. Que la gente piense y hable de otra cosa. Pero eso no nos tiene que confundir. Hay que seguir con los paros.

Un murmullo general recorre la mesa.

—Tú no tienes ninguna boca que alimentar —dice Jean. Su mujer acaba de dar a luz—. Nos cuesta mucho dinero parar.

—Es cierto —dice otro.

—Si ellos paran, nosotros debemos hacerlo también —dice Knopf—. A nosotros solos no nos escucharán. Pero si paramos con ellos, nos beneficiaremos de lo que consigan para sí.

—Pararemos, y luego se olvidarán de nosotros —anuncia Piotr desde la barra.

—Nos sustituirán por esos trabajadores que han traído. Nos tratan como a animales.

—Pretenden hacer creer a todo el mundo que uno de nosotros mató a Vanÿek —dice Pamuk—. Uno de los nuestros. En la fábrica, sólo se interroga a los de nuestro país.

—¡No somos más que escoria para ellos! —grita Knopf.

Tobbías suelta la mano de Heda por debajo de la mesa, y se pone de pie.

—No es cierto —dice—. Además, si están investigando es porque quieren averiguar quién lo mató.

Knopf da un puñetazo en la mesa.

—Lo único que quieren es desviar la atención de la gente para que nos olvidemos de la huelga. Schultz o cualquiera de los otros podría haberlo hecho —dice mirando a Heda.

Heda se levanta. Todos la miran. Parecen advertir en ella algo inusual. Sale a la calle y respira el aire helado con dificultad. Tobbías sale un instante después.

—¿Te sientes mal? ¿Qué te pasa?

Desde allí se oye a los hombres discutir aún sobre la huelga, sobre las movilizaciones. Alguien vuelve a gritar el nombre de Schultz.

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