Eternity

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Capítulo 17

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Carrie sabía que lo más difícil que tendría que hacer en toda su vida sería mentirle a su hermano. Ring lo había preparado todo para que la boda tuviera lugar a las cinco de ese día y cuando él hacía planes esperaba que se cumplieran. Tan sólo su esposa era capaz de tomarse a la ligera sus programas y no salir mal parada. Por lo que respectaba a Carrie, si su hermano le hubiera dicho que se celebraría una reunión a las seis de la mañana, habría acudido a ella y a la hora en punto.

Y se veía en la tesitura de tener que mentirle. Debía decirle que no podía volver a casarse hasta la mañana siguiente, a las diez. Y lo peor de esa mentira era que no sabía lo que iba a ocurrir en ese espacio de tiempo. Desconocía lo que Josh pensaba hacer respecto a Nora y aquel documento sin firmar. Carrie se imaginó a Josh luchando con Nora por la posesión del documento, y sobre todo estaba segura de que Ring descubriría que Josh se encontraba casado con otra mujer. Y entonces ¿haría algo tan primitivo como apuntar con un arma a Josh? Sus hermanos se habían peleado varias veces con tipos que se mostraban demasiado atrevidos con su preciosa hermana pequeña. ¿Qué haría Ring si descubriera que un hombre había dejado embarazada a su hermana sin estar casado con ella? ¡Cuánto deseaba que su perfecto hermano mayor se hubiera enfrentado con problemas y obstáculos en su propio matrimonio!

Temblando, salió de la casa para decirle a Ring que la boda tendría que aplazarse.

Su asombro fue mayúsculo cuando él se limitó a sonreír y dijo que volvería al pueblo con Nora y con Eric. Se mostraba desagradablemente complacido con Nora y le rogó que fuera tan amable de representar para él algunas escenas de Romeo y Julieta durante el corto viaje de regreso.

Nora se hinchó como un pavo y, a juicio de Carrie, se comportó como una idiota delante de los tres hombres. Sabía que era cosa de su imaginación, pero estaba convencida de que todos miraban a Nora deslumbrados. Le dio un puntapié en la espinilla a Josh y sonrió al escuchar su ahogado grito de dolor.

Una vez hubo desaparecido el carruaje, con Ring cabalgando en su caballo junto a él, Josh se volvió hacia ella.

—¿Podrías preparamos algo de comida? Los chicos y yo tenemos pendiente un trabajo.

—¿Preparar...? —empezó a decir Carrie—. ¿Comida? ¿Me vais a enviar a la cocina? ¿Qué tenéis pensado hacer vosotros tres juntos? Quiero tomar parte.

Josh la besó en la mejilla, con aire ausente.

— Lo que he preparado es para actores, para embusteros profesionales, podríamos decir, y tú, querida mía, no serías capaz ni de engañar a un ciego.

—¡Pues acabo de mentirle a mi hermano! —Las palabras de Josh le habían sonado a insulto.

—Sí, lo has hecho, y él no se creyó una palabra de lo que le dijiste.

—Claro que se lo creyó. De no ser así no se hubiera ido. Habría...

—Creo que subestimas a tu hermano. No me parece que sea el rígido moralista que tú dices que es. De hecho, creo que está disfrutando con todo esto y apuesto cualquier cosa a que esta noche halagará a Nora lo bastante para sonsacarle la mayor parte de la historia. Nora es muy sensible a los halagos.

—Hablas con conocimiento de causa.—dijo Carrie entre dientes.

Josh simuló no haberlo oído. También tenía sus desventajas vivir con alguien que le conociera a uno tan a fondo, que conociera tu verdadera personalidad, no a la persona que uno quiere que el mundo crea que es.

—Y ahora prepáranos algo de comer mientras yo hablo con los niños.

—¿Va a hacer huevos Carrie? —preguntó Dallas. Parecía como si fuese a echarse a llorar.

Josh hizo salir a los niños.

 

—Tú sígueme la corriente y no digas una palabra, ¿entendido? —le dijo Josh a Carrie.

Los dos se encontraban con los niños en el hotel, ante la puerta de la habitación de Nora. Eran alrededor de las seis, una hora después de la hora en que debían haberse casado.

—Da-da-da —dijo Carrie, en imitación de un idiota—. Sí, creo que puedo hacerlo.

Todavía se sentía molesta por el hecho de que Josh hubiera creído conveniente contarles a los niños lo que había planeado, dejándola a ella fuera del juego.

Él le guiñó un ojo y llamó con los nudillos a la puerta.

Nora, vestida con un traje de seda roja y todavía más escotado, si es que eso era posible, que el vestido que había llevado durante el día, abrió la puerta.

Carrie seguía mirando boquiabierta el traje de Nora cuando Josh la empujó al interior de la habitación, con los niños a la zaga, y cerró la puerta tras ellos.

—Tú ganas, Nora.

Ella sonrió.

—De manera que tienes los cincuenta mil.

—No, no los tengo. Al menos no tengo tanto dinero para darte. Estoy dispuesto a conservar para mí hasta el último centavo.

Por un instante, Nora se quedó mirándole desconcertada, aunque se recuperó pronto.

—Pero, querido, ya sabes que sin dinero no hay documento. Jamás obtendrías tu divorcio si no recibo el dinero, y nunca podrás casarte con tu pequeña heredera.

Tal como hablaba daba la impresión de que el dinero era el único motivo de que él quisiera casarse con Carrie.

Josh rodeó con el brazo los hombros de Carrie. —Verás, Nora. Llevo un año entero en la granja de mi hermano y puedo asegurarte que ha sido un infierno. Tengo que levantarme con el alba y pasarme el día arrancando cizaña o quemando rastrojos o haciendo cualquier otra cosa igual de desagradable. Odio cada minuto de esos trabajos.

—Claro que sí, querido. Yo sabía que sería así. ¿No recuerdas cuánto me reí al escuchar la sentencia del juez?

—Bien, pues tenías razón. Por lo tanto, he decidido dejar de labrar la tierra.

Nora enarcó una ceja.

—Pero el juez dijo que te quitarían a tos niños sino permanecías durante cuatro años en la granja de Hiram.

—Claro, y ése es otro asunto. Venid aquí mocosos.

Carrie le miró incrédulo, mientras él agarraba a cada niño por un brazo y los empujaba hacia delante. La incredulidad de Carrie aumentó al mirar a los niños. Minutos antes, en el pasillo, ambos estaban limpios y presentables; pero en aquel momento tenían el pelo alborotado, el vestido de Dallas mostraba una gran mancha y a los dos les caían lágrimas por las mejillas.

—Cuando le dije al juez que quería su custodia no tenía ni idea de lo que hacía. Supongo que pensaba que sería fácil criados. Pero son unos auténticos trastos. Ocupan todo mi tiempo, no hacen otra cosa que gemir y quejarse y son unas criaturas sucias. Así que, Nora, querida, son tuyos.

Los empujó hacia Nora. Por fortuna, Carrie se había quedado tan sobrecogida que no podía decir nada.

—¡Papá! —chilló Dallas—. ¡No, no! ¡Queremos quedamos contigo! ¡Seremos buenos, lo prometemos!

—Josh, no querrás decir... —empezó a balbucear Nora.

—Claro que quiero, y puedo. El juez dijo que si yo no cumplía la sentencia los niños quedarían bajo tu custodia, y estoy dispuesto a no cumplirla. Volveré a los escenarios, adonde pertenezco.

—Pe-pero ¿y qué pasa con ella? —preguntó Nora mirando a Carrie—. ¿Qué me dices del pequeño amor de tu vida?

Antes de que Josh pudiera abrir la boca, Carrie tomó la palabra. No estaba dispuesta a que no la dejaran participar.

— Vamos a vivir en pecado —contestó en tono alegre—. Hemos decidido que el pecado resulta mucho más excitante que el aburrido y viejo matrimonio.—Le dedicó a Josh una mirada de adoración—. Tan pronto como nos veamos libres de los niños nos iremos... ¿Adónde, cariño?

—A Venecia —respondió Josh, y en sus ojos se reflejaba la admiración.

—Sí, eso es, a Venecia. Utilizaremos los miles que recibo de la naviera para irnos a Venecia. ¿O tal vez prefieres que vayamos primero a París? Necesito algunos vestidos nuevos.

—Iremos donde tú quieras, mi amor. —Josh le besó la mano y se volvió de nuevo hacia Nora—. Como ves, querida, poco importa que tú y yo estemos o no casados. Tengo a Carrie, tengo su dinero y ya me he librado de la carga de estos dos mocosos. Au revoir.

Dicho lo cual, enlazó el brazo de Carrie con el suyo y se encaminaron hacia la puerta.

Dallas gritó a sus espaldas:

—¡No nos dejes, papá! Por favor, por favor, no nos dejes. Haremos todo lo que sea  si nos dejas quedarnos contigo. ¡Todo lo que sea!

Josh hubo de sujetar con firmeza el brazo de Carrie para evitar que se volviera. Una vez que estuvieron fuera de la habitación, Carrie le miró y susurró:

—¿Está bien Dallas?

—No. Es un claro ejemplo de sobreactuación y pienso llamarle la atención al respecto. Ningún hijo mío va a actuar así. —Sonrió—. Tú, en cambio, estuviste excelente. Tal vez aún podamos hacer de ti una estupenda embustera.

— Los niños estaban fingiendo, ¿verdad, Josh? Y tú también, ¿no es así? No pensarás ni por un segundo dejarlos con ella, espero.

Se la quedó mirando.

—¿Tú qué crees?

—Creo que te mataría antes de que renunciaras a ellos.

Josh le besó la mano, sonriendo. —Vayamos a comer algo. Me quedé sin el almuerzo.

Le brillaban maliciosos los ojos, porque había sido Carrie quien preparara aquel almuerzo incomible.

Pese a todo lo que aseguraba Josh, Carrie seguía nerviosa. Se limitó a picotear de los platos y más tarde, cuando fueron a la tienda de modas, no mostró el más mínimo interés.

Las empleadas tenían pendientes un centenar de preguntas, pero Carrie se sentía incapaz de pensar en las respuestas. Lo que hizo fue volverse hacia Josh.

—¿Y qué pasará si ella quiere quedárselos?

—No conoces a Nora.

—No tan bien como tú —replicó ella de inmediato—. Y recuerda que hubo un tiempo en que pensaste que era una buena madre.

—Pero yo era más joven y, sobre todo, más tonto.

Pretendía conseguir que sonriera, o que se enfadara; cualquier cosa menos sentirla tan asustada como estaba. Ni siquiera cuando le aseguró que no iba a permitir que le pusiera ella el nombre a su hijo, dada su tendencia a los Chuchú y los «París en el desierto», pudo lograr que reaccionara.

Era ya anochecido cuando regresaron a la granja y Josh le dijo que iba a dormir con ella. A decir verdad, lo que ansiaba era tenerla en sus brazos; esa noche, necesitaba estar muy cerca de la mujer a la que amaba.

—¿Esperas que duerma contigo cuando acabas de deshacerte de tus hijos?

Josh le besó la mano, intentando, y lográndolo mostrarse festivo.

— Por fin consigo que elogies una de mis actuaciones.

Carrie le miró desafiante.

—No me toques hasta que los hayas hecho volver.

Cuando le cerró de golpe la puerta en las narices, le oyó emitir un sonido que era en parte un lloriqueo y en parte una risa presumida. Pero había también algo más que casi hizo que abriera de nuevo la puerta. Pero se resistió. Por primera vez en su vida, Carrie no durmió en toda la noche.

Cuando da claridad del día se deslizó por el horizonte, abandonó molida la cama y con Chuchú debajo del brazo salió a la sala. Josh se encontraba ya sentado a la mesa, vestido con la misma ropa del día anterior. .

—No te has acostado, ¿verdad? —dijo Carrie, sentándose enfrente.

Cuando la miró no había el menor engaño en sus ojos:

—No podía evitar el recuerdo de lo bien que miente Nora ni hasta qué punto es rencorosa. Quizá decida quedarse con los niños sólo por vengarse. Puede...

Se interrumpió, con la vista fija en su taza de café vacía. Carrie le tomó una mano entre las suyas a través de la mesa y Josh se puso en pie, se arrodilló delante de ella y dejó caer la cabeza sobre su falda. Carrie le acarició el pelo.

—Tengo miedo. No puedo perderlos. Cuando se me ocurrió el plan me sentí muy seguro, pero ahora no sé. Si Nora declara ante un tribunal que le he devuelto a los niños y también todo lo que le dije, creo que el juez..., cualquier juez, me los quitaría. ¿Y qué haría sin ellos? Tú y los niños sois lo único que me importa en la vida.

Carrie le besó en la cabeza   quería tranquilizarle, pero se sentía tan aterrada como él.

—Dime lo que tenías planeado.

Levantó la cabeza y volvió la cara para que Carrie no pudiera verle limpiarse las lágrimas.

—Tienen que acudir a la iglesia a las diez de la mañana. Como para entonces habrían convertido la vida de Nora en un infierno, estaría deseando darme el documento para librarse de ellos.

— Entonces, habremos de confiar en que tus hijos sean tan buenos actores como tú. A fin de cuentas, son los hijos del Gran Templeton.

Josh logró sonreír.

—Veamos qué podemos encontrar de comer y luego nos marcharemos. Tenemos que confiar en los niños.

Carrie asintió, intentando ocultar cómo le temblaban las manos.

Pensó que en la iglesia hacía frío, aunque no tanto como el que ella sentía. Tenía las manos heladas y, sin embargo, sudaba. Eran las diez y cinco y no había rastro de los niños. Ring, sentado en el primer banco de la iglesia, por otra parte desierta, consultó por tercera vez su reloj de bolsillo. El pastor ya había avisado que una hora más tarde tenía otra boda.

Pero Josh y Carrie habían asegurado que no podían casarse sin la presencia de los niños, y se mantenían firmes. Josh tomó la mano de Carrie y la suya estaba tan helada como la de ella. Incluso Chuchú, escondido debajo del anticuado vestido de Carrie, permanecía inmóvil.

Tras mirar una vez a Carrie y haber visto el temor en su rostro bajo el velo, no pudo volver a mirarla a los ojos. En su cabeza se agitaban demasiadas ideas. ¿Sería posible que Nora hubiera descubierto todo el tejemaneje y se hubiera llevado a los niños con ella? ¿Se propondría mantener la farsa hasta que lograra hacerse con el dinero de la naviera? Dallas tenía sólo cinco años y, sin embargo, Josh le había pedido que se mostrara arisca y mala con su madre; ¿sería capaz de hacerlo, la pobre? Más aún, ¿debía hacerlo?

La cabeza de Josh era un torbellino de pensamientos. ¿Quizá se había pasado de listo y perdería a sus hijos? Debido a su reputación con las mujeres, el juez se había mostrado reacio a concederle la custodia de los niños, de manera que, si Nora se presentaba ante un juez y declaraba lo que Josh le había dicho la noche anterior, en cuanto a que sus hijos eran unos trastos y que no los quería, ningún tribunal del mundo se los entregaría a él.

Apretó con más fuerza la mano de Carrie. Ring se puso en pie y se acercó por detrás. —Han pasado ya veinte minutos —le dijo a su hermana—. ¿Hay algo que quieras contarme?

—No —contestó ella, pero se le quebró la voz—. Quiero decir...

—Estoy seguro de que Nora traerá pronto a los niños —intervino Josh—. Es una vieja amiga suya y...

Se interrumpió ante el alboroto que tenía lugar al fondo de la iglesia.

Entró Nora y, por primera vez desde que Josh la conocía, tenía un aspecto desastroso. Llevaba sucio el vestido, le colgaba el pelo sobre los hombros, tenía unas grandes ojeras oscuras, debido a la falta de sueño, y lo que aún era peor: revelaba despiadadamente su edad.

Arrastrando tras sí a Tem y a Dallas, agarrados por las muñecas, avanzó por el pasillo central de la iglesia y los arrojó prácticamente sobre el primer banco. Acto seguido, le alargó un papel y una pluma a Josh. Su cara era una máscara de furia al mirarle.

Josh humedeció con la lengua la punta de la pluma y, a continuación, sostuvo el papel en la mano y firmó. Después, se lo guardó en el bolsillo de la chaqueta y miró a la mujer que acababa de dejar de ser su esposa.

Nora abrió la boca, pero no pudo decir palabra. Se dio media vuelta y salió de la iglesia como un huracán.

Carrie y Josh se volvieron con toda calma hacia el pastor.

—Puede empezar —dijo Josh.

—Amados míos, estamos hoy reunidos aquí para...

Carrie miró a Josh, ella miró a su vez y, de improviso, ambos empezaron a reírse como locos. Se volvieron al unísono hacia los dos niños, que sucios y desaliñados se encontraban sentados en el banco de atrás, balanceando las piernas. Por su expresión parecían en extremo complacidos consigo mismos. Carrie y Josh se inclinaron y les abrieron los brazos.

Mientras el pastor y Ring observaban, los cuatro se abrazaron y se besaron unos a otros, riéndose a carcajadas de algún chiste que sólo ellos conocían.

Josh fue el primero en dominarse. Tomó de la mano a Tem y a Carrie y ella tomó a su vez la de Dallas.

—Puede volver a empezar —habló Josh—. Cásenos a los cuatro.

—¡Hurra! —gritó Dallas.

Y los niños dijeron con los adultos los «sí, quiero» y los «prometo» y, al término de la ceremonia, todos se besaron unos a otros con profusión.

 

 

 

                                Fin

 

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