Equilibrium

Equilibrium


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En los oídos de Luca persistía un zumbido y en sus sienes se iniciaron unas irritantes palpitaciones. Estaba totalmente seguro de que jamás había oído estruendos tan fuertes, los que sacudieron su cabeza en una agonía que probablemente demoraría un par de segundos en calmarse. Las seis campanadas resonaban en sus sentidos como una irritante melodía compuesta solo de golpes de campana gigantescos, dejándolo tonto, con náuseas y de piernas temblorosas. Y mientras se tambaleaba como un borracho por el centro de la plaza, le fue imposible dejar de percibir que algo ocurría a su alrededor.

Todas las puertas de todos los edificios, casas y tiendas alrededor de la plaza se abrieron a un ritmo casi ensayado. Del interior de cada construcción, siluetas oscuras e indefinidas salieron en hileras desorganizadas. Siluetas en forma de sombras humanas caminando lentamente hacia la calle. Centenas de ellas.

Pronto a perder el aliento, lo que probablemente también le haría perder momentáneamente la consciencia, el joven controló su cuerpo con un fuerte impulso y se sostuvo en uno de los bancos de la plaza, el mismo donde se había sentado con Nancy en el mundo de los vivos. Inspiró, exhaló, absorbió todo el oxígeno que pudo y en un instante se sintió mejor. Sin embargo, tan pronto como se puso de pie, finalmente se dio cuenta de que no ya no estaba solo. Mientras se recuperaba, incontables sombras ya habían repletado todo el lugar y caminaban exactamente en su dirección.

-¿Qui-quiénes son ustedes?- dijo Luca, esforzándose para mantenerse en pie.

Lo que Luca oyó en respuesta fueron murmullos, terribles y espeluznantes murmullos que se reproducían por todos lados. Centenas de voces fantasmagóricas hablando en coro.

-¡Váyanse! ¡Váyanse!

Parado como un conejo acorralado por un perro, giró sobre su propio eje y se vio completamente rodeado de sombras. Fue en ese momento que sintió un nudo en la garganta, cuando finalmente entendió la orden de August Barwell de no dejar el punto de simetría, y con el horror estampado en sus ojos se arrepintió profundamente de no haberlo obedecido. Aquellas sombras eran espíritus, él sabía, pero no sabía qué tipo de espíritus eran. En toda su vida de médium, después de todo lo que estudió y de todo lo que vio, jamás había visto almas tan oscuras, por más negras que fuesen sus auras. Sin embargo, aunque no las conociese, estaba seguro de que nada que fuese tan negro y produjese sonidos tan espeluznantes estaría ahí para algo bueno. Necesitaba escapar, y necesitaba escapar antes de que la primera de ellas lo alcanzase.

Con ambos pies firmes en el centro de la plaza, movió el cuello en todas las direcciones que pudo hacerlo, lanzando miradas apresuradas en búsqueda de un espacio por donde pudiese pasar sin tocar ninguno de los espíritus negros. Si ya sentía hormigueos que casi inmovilizaban sus dedos al entrar en contacto con un buen espíritu como la pequeña Nancy, intentó no imaginar la sensación de tocar no solo a uno, sino que a decenas de seres oscuros como aquellos que avanzaban en su dirección. En un cierto punto de la multitud de sombras, dos o tres metros al frente, avistó un pequeño espacio entre ellas, por donde conseguiría escapar, siempre y cuando reaccionase de forma rápida.

-Vamos por ahí Luca, tú puedes – dijo en voz alta.

Sin pensar ni por un segundo más, dejó el lugar donde se encontraba y saltó a las garras del enemigo. En cuatro largos pasos ya había llegado a la ola de espíritus, y con movimientos de evasión imprecisos, esquivó los primeros. Los gemidos y murmullos se transformaron completamente en la banda sonora de aquel agonizante momento. Luca se movía con dificultad por la barrera de oscuridad, hasta que se volvió imposible continuar más allá sin tocar a alguno – o algunos – de los espíritus sombríos. Ya iba a mitad del camino y no podría ni debería desistir.

Con los brazos hacia el frente, sintió cómo su piel penetraba en el cuerpo intangible de dos o tres espíritus de una sola vez. La reacción inmediata ante tal contacto fue de un dolor indescriptible causado por un frío descomunal. Luca sintió cómo sus brazos se congelaban, cómo se paralizaban, como si fuesen sumergidos en fondo de un lago en pleno invierno. Intentó gritar, pero así como sus brazos, su voz no reaccionó. Los espíritus negros avanzaban y a cada segundo el joven médium se veía más y más incapaz de escapar de ellos. Sin poder sostenerse más, cayó de rodillas al suelo y sintió todo el cuerpo siendo terriblemente petrificado. “Mierda”, fue la última palabra que pasó por su mente antes de caer de cara al suelo y quedar completamente a merced de las sombras congelantes.

Con el rostro en el concreto del suelo de la plaza, completamente incapaz de mover ni siquiera un músculo, una ráfaga de luz surgió repentinamente de entre la multitud de espíritus y llegó hasta los ojos de Luca. Una luz amarilla y aparentemente poderosa, que con un único rayo atravesó decenas de almas que repletaban la plaza. La respuesta a esto fue un coro de aun más murmullos, esta vez mezclados con gritos de desesperación agudos e indudablemente macabros. La luz brillante estaba de alguna forma lastimando a aquellos espíritus.

Los brazos de Luca fueron lentamente recuperando los movimientos gracias a que muchos de los espíritus se alejaron, pero aún no estaban lo suficientemente fuertes como para sacarlo de ahí. Todo lo que pudo hacer fue mirar a su alrededor y buscar de donde venía aquel foco de luz, pero no logró ver nada más que un frenesí de almas batallando y escapando en todas direcciones. En medio de los gritos de dolor de los fantasmas, de repente oyó una especie de pasos acercándose. En seguida, sintió manos tocando sus brazos, jalándolos, intentando levantarlo. Con la conciencia afectada, pero no completamente inútil, Luca forzó sus piernas y consiguió impulsarse y despegarse del suelo. Las manos que lo recogieron lo agarraron de la cintura e hicieron de todo para sostenerlo.

-¡SALGAN DE AQUÍ, SALGAN! – sonó una voz femenina, dulce, pero totalmente cargada de odio.

Luca no pudo reunir fuerzas para levantar la cabeza y visualizar el rostro de su salvadora, pero logró notar que ella llevaba una linterna en una de las manos y que era de ella de donde surgía el rayo de luz que había expulsado a buena parte de los espíritus. Ella sacudía uno de los brazos, el que aseguraba la linterna, y con el otro hacía un esfuerzo sobrehumano para no dejar que el joven tambaleante cayese una vez más al suelo. A cada nuevo movimiento y a cada ráfaga de luz recibida por las sombras, ellas se alejaban, retrocediendo y abriendo el espacio preciso que necesitaban para escapar. Luca miró sus propios pies y al lado de ellos vio otro par más pequeño, que usaban una especie de calzado femenino. Ellos se movían rápido, y el joven se esforzó al máximo para seguirlos hasta que por fin dejaron el círculo de espíritus negros. Corrieron con dificultad – ella debido al peso de Luca y él por la falta de fuerzas – y se detuvieron frente a una pequeña tienda de juguetes. La salvadora abrió la puerta de par en par con una violenta patada, con Luca apoyado en sus hombros, e inmediatamente pasó por la abertura. Estaban, finalmente, seguros y lejos de la multitud de espíritus oscuros.

 

 

 

 

 

 

 

 

Capítulo 7

Amiga

 

Una vez que la puerta de la tienda de juguetes se cerró, la joven que cargaba a Luca logró, con un último esfuerzo, dejarlo en un pequeño sofá color rosa que parecía estar ahí esperando por él. El joven se entregó a un pequeño tiempo de recuperación, jadeante, tembloroso y aun levemente perdido. Tenía la mente confundida y la visión desenfocada, pero sabía que había sido salvado por alguien que todavía no conseguía ver. Levantó la cabeza y la movió rápidamente, distinguiendo objetos coloridos, decenas de ellos, repartidos por toda la sala. Mezclado con estos, vio una sombra, una silueta humana, pero no negra como las de antes. Estaba de pie justo en frente, recostada en una especie de mesón de vidrio, probablemente esperando que recuperase completamente la compostura.

Segundo a segundo, las imágenes duplicadas se disolvieron y Luca finalmente pudo ver con claridad. Sus ojos casi no podían creer con lo que se depararon: una bella joven de mediana estatura, delgada y de cuerpo delicado. No aparentaba pesar más que cincuenta kilos, y vestía una camiseta negra debajo de una chaqueta oscura y que combinaba perfectamente con el pantalón bastante apretado que llevaba puesto. Sus ojos eran pequeños y rasgados y sus cabellos muy negros y lisos.

-¿Te encuentras bien? – preguntó ella, de brazos cruzados, encarándolo con una expresión curiosa.

-Eh… ¿Yo?

-¿Qué pasó? ¿Te comieron la lengua los ratones?

-Discúlpame, todavía estoy un poco mareado.

-Está bien. Sé lo que se siente tocar una de esas cosas.

-Que… ¿Qué son exactamente esas cosas?

-Les dicen Oscuros. No son más que espíritus de personas que fueron malas en vida y que prefirieron continuar siendo malas después de la muerte. Deambulan por las calles después de la transición.

-¿Transición?

-Es lo mismo que el anochecer o el amanecer en el mundo de los vivos, solo que sin cambio de sol y luna. La transición ocurre a las seis de la noche, y después a las seis de la mañana. Tú presenciaste la transición de la noche, por eso fuiste atacado por los Oscuros. Los Claros, que son los espíritus buenos, solo andan por las calles durante el día y no causan ningún mal.

-Creí que este lugar servía para recibir a los espíritus que no son ni completamente buenos ni completamente malos. Almas neutras.

-Y sirve para eso, pero cuando ellos llegan aquí tienen la oportunidad de escoger finalmente un lado. Es cuando el espíritu condensa el camino que quiere seguir, convirtiéndose en un Claro o en un Oscuro.

-Es, por decirlo así, curioso.

La joven de ojos rasgados observó mientras Luca colocó sus brazos en el pequeño sillón e hizo un esfuerzo para levantarse. Ya se sentía mucho mejor, y los últimos resquicios de hormigueos desaparecían segundo a segundo.

-¿Cómo te llamas y cómo viniste a parar aquí? – preguntó la joven, sin rodeos.

-Me llamo Luca, y cómo vine a parar aquí… es una historia un poco larga.

-No tengo mucha prisa ¿y tú?

-A decir verdad, sí. Fui enviado para resolver un problema en el Reflejo y tengo pocas horas para hacerlo.

-¿Dijiste Reflejo? – preguntó ella. –Entonces, ¿sabes dónde estás?

-Sé dónde estoy – respondió Luca, decidido. - ¿Parezco estar perdido?

-Parecías bien perdido cuando te encontré en la plaza. Eres el primero que aparece aquí consciente de donde está. Eso no es nada común. ¿Podrías explicarme qué es lo que viniste a resolver?

-Creo que no entenderías.

-Sé más de este lugar de lo que imaginas, Luca. Por lo visto, mucho más que tú, ya que deambulabas por las calles completamente desprevenido.

-Me mandaron a buscar a alguien, y todavía no lo encuentro. Y tú todavía no me dices tu nombre.

La joven sonrió y separó los brazos, relajando la expresión curiosa y apoyándose en el mesón con ambas manos. Se impulsó hacia arriba y dio un salto con el fin de sentarse sobre el mueble de madera, justo al lado de la caja de la tienda de artefactos infantiles. Era bonita e irradiaba jovialidad, imagen creada principalmente por las ropas modernas que vestía.

-Me llamo Ji-Yun, y antes de que preguntes, soy coreana y no japonesa – dijo en un tono divertido.

-Un gusto, Ji-Yun, y en caso de que esto sea de tu interés, sé diferenciar coreanos de japoneses – respondió Luca, como si lo hubiesen desafiado.

La afirmación surtió efecto y Ji-Yun sonrió de manera notoria, mostrando dientes pequeños y ligeramente desalineados. Un pequeño momento de silencio se impuso después de eso, y Luca aprovechó para explorar con sus ojos el lugar donde su salvadora lo había arrastrado luego de ser casi completamente congelado por los Oscuros. Vio una tienda pequeña, de espacios estrechos pero muy bien aprovechados. Tenía tres o cuatro estantes no muy altos, llenos de muñecas de trapo y peluches. Las paredes estaban forradas con un papel rosado y con detalles de pequeñas flores blancas. Aunque llevaba poco tiempo en aquel mundo, Luca ya estaba extrañando los colores como siempre había estado acostumbrado a ver, y agradeció por haber sido arrastrado a aquel pequeño y agradable lugar.

Devolviendo su atención a la joven del mesón, el médium fue repentinamente atacado por una duda que todavía no había tenido tiempo de notar. Tenía frente a él a un ser humano completamente tangible y de apariencia viva y saludable, y si mal no recordaba, el Reflejo era un lugar reservado para las almas errantes que atravesaban desde el mundo de los vivos, con sus auras gaseosas y semitransparentes. Si no fuese un humano más rompiendo las reglas del Reflejo, Ji-Yun era, con toda seguridad, de carne y hueso.

-Bueno, Ji-Yun, tú no te pareces mucho a un espíritu – disparó Luca.

-Estoy feliz de que te hayas dado cuenta de eso – respondió ella, irónicamente.

-¿Cómo viniste a parar aquí?

-Fui transportada por una especie de falla ya existente entre las puertas de ambos mundos.

-¿Cómo es que sabes tanto sobre este lugar? Pareces estar muy bien habituada a todo lo que pasa en este loco mundo.

-Otra persona que también vive en este mundo me enseñó todo lo que sé.

-¿Otra persona? ¿Hay muchas personas vivas en el Reflejo?

-Por lo que veo, eres tú el que no sabe mucho sobre el lugar donde está ¿cierto? Dijiste que viniste a buscar a alguien aquí, pero ¿cómo hiciste eso sin entender lo mínimo sobre lo que enfrentarías?

-Recibí órdenes de no dejar el lugar donde llegué. Quien me mandó aquí no sabía que yo cometería el craso error de querer descubrir lo que había más allá de las paredes. Si me hubiesen advertido, puedes estar segura de que jamás habría puesto un pie fuera de aquella maldita casa.

-Tuviste suerte de estar de paso cerca de la plaza cuando la hora de la transición llegó. Aunque estoy acostumbrada a lidiar con esos repugnantes Oscuros, prefiero esconderme en algún lugar hasta que llegue la hora de que se vayan.

-¿Qué es lo que hacen además de dejar a sus víctimas paralizadas?

-Normalmente, absorben almas frescas, las recién llegadas. No entiendo el propósito de aquello, pero creo que solo por maldad. A los Sólidos, personas como yo que están atrapadas en este mundo, no sé exactamente lo que nos pasa. La verdad, prefiero continuar sin saberlo.

Mientras conversaba con aquella extraña, Luca esbozaba innumerables notas mentales para recordar cada palabra que dijo la joven. Fallas en las puertas entre los mundos, transiciones de horario, Claros, Oscuros, Sólidos. Todo sonaba como una magnífica clase particular. Los tres tipos de seres que podrían ser encontrados en aquel mundo invertido, sin embargo, fueron las lecciones que más le sorprendieron en un primer momento. De manera general, no esperaba encontrar nada además de errantes, a montones, del mismo tipo de los que encontraba a cada segundo en el mundo de los vivos. Para su decepción, en menos de diez segundos ya había descubierto la existencia de dos tipos de espíritus – los buenos y los malos. Se lamentó por no haber llevado con él un cuaderno y un lápiz: podría haber vuelto a casa con buenas y enriquecedoras anotaciones.

-La persona que te enseñó todo eso parece ser muy sabia, ¿dónde está?

-No lo sé. Acostumbraba a visitarlo en la casa donde siempre estaba, pero otro grupo de Sólidos lo sacó de ahí. Solía conversar con él ocasionalmente, pero era un muchacho muy extraño. Decía que era alguna especie de líder aquí en este lugar.

-¿Una especie de líder? preguntó Luca, inmediatamente al sentir un leve chasquido mental al oír la última palabra de la frase de Ji-Yun.

-Él decía ser el responsable de abrir y cerrar puertas del Reflejo.

El corazón de Luca pareció salirse de su pecho.

-Espera un poco. Describe a ese muchacho, ¡por favor!

Ji-Yun puso una cara de asombro, ligeramente asustada por el interés repentino de Luca por el extraño individuo.

-Es un poco más bajo que yo, tiene el pelo corto y negro y, hmm.

-¿Alguna característica especial en su rostro? ¿Algo que lo diferencie de la apariencia de una persona común?

-Tiene los ojos de colores diferentes.

“Uno castaño y otro azul”, dijeron ambos con sus voces perfectamente combinadas. En aquel momento, como si alguna fuerza desconocida se apoderase de sus movimientos, Luca caminó tres pasos hacia adelante y se detuvo justo frente a la joven. Levantó el mentón cubierto de una barba escasa hasta que ambos rostros quedaron alineados y fijó sus ojos en los de ella. Ji-Yun lo encaró espantada y atrapada en los ojos coloridos del joven, y en un abrir y cerrar de ojos entendió perfectamente lo que Luca, silenciosamente, quería decirle.

-Tú también… - susurró, saltando del mesón. – ¡Tú vienes por él! ¡Vienes a salvarlo!

-Todo lo que te dijo ese muchacho que conociste es verdad, Ji-Yun. Él es el Equilibrium del Reflejo. Él es el responsable, junto al Equilibrium del mundo de los vivos, de abrir las puertas por donde pasan los espíritus errantes.

-Y ahora que desapareció, no está haciendo lo que tiene que hacer.

-Bingo. Y ese desequilibrio está causando la acumulación de errantes en el mundo de los vivos. El Equilibrium debe quedarse en el punto de simetría. Me mandaron a buscarlo, gracias al poder que personas de ojos iguales a los nuestros poseen, pero no lo encontré en ese lugar.

-Eso explica el cambio en la atmósfera de este lugar. Los espíritus están actuando de manera extraña desde que este muchacho desapareció. Yo debería haberle creído. ¡Tal vez pudiese haber hecho algo para protegerlo!

-¿Sabes dónde lo llevaron aquellos Sólidos?

-No estoy segura, pero sospecho que lo deben haber llevado al ayuntamiento. Es ahí donde la mayoría de los Sólidos se reúne. Prefieren permanecer juntos. Es solo a mí que me gusta estar sola.

-¿Por qué motivo estos sólidos tendrían interés en sacar al muchacho del punto de simetría?

-Si te dijera que no tengo la más mínima idea de por qué hicieron eso, te estaría mintiendo.

Luca, repentinamente, se llevó una de sus manos al mentón, como siempre hacía cuando necesitaba tomar cualquier tipo de decisión, y comenzó a caminar por la tienda en un indeciso vaivén. Ji-Yun observaba en silencio y solo intentaba interpretar lo que las caras de preocupación del joven querían decir.

-Necesito encontrarlo – dijo Luca, finalmente.

-¿En el ayuntamiento? ¿Estás loco? ¡Es peligroso andar por las calles después de la transición!

Escúchame, Ji-yun. Me enviaron a este lugar para resolver un problema y, tal vez, tenga una única oportunidad de hacerlo. Muchos espíritus dependen de eso, el mundo de los vivos está hecho un caos, y tal vez nunca más pueda volver en caso de que no tenga éxito esta vez. Yo necesito salir a buscar a este muchacho.

La bella joven de ojos rasgados le dio la espalda y también comenzó a recorrer el establecimiento. Eran ahora dos personas andando en círculos, dominados por sus propios pensamientos. Luca parecía obstinado y ella sabía que nada que dijese podría convencerlo de lo contrario. Lo que más le preocupaba, de hecho, eran algunos pequeños detalles que ella todavía no había compartido con el joven de ojos coloridos sobre los Sólidos que sacaron al Equilibrium del punto de simetría. No había mentido cuando afirmó que no conocía los motivos, pero omitió la información de que conocía a algunos de los secuestradores del Equilibrium, y los conocía muy bien para saber que no fueron para nada bien intencionados.

-Si realmente quieres ir, no puedo detenerte. Pero – dijo la joven, dando énfasis en esta última palabra. – Salvé tu vida y tengo el derecho a cobrarme.

-¿Qué quieres a cambio?- respondió Luca, espantado por el chantaje disfrazado de afirmación.

-Quiero ir contigo. Conozco bien este lugar y puedo guiarte. Además, el muchacho es de cierta forma mi amigo y quiero ayudar a rescatarlo ¿Hecho?

Luca pensó un poco antes de responder, pero sabía bien que no estaba en posición de rechazar la oferta. Ji-Yun poseía grandes conocimientos acerca de todo lo más extraño que sucedía en el Reflejo, era rápida y perspicaz.  Sumado a esto, el hecho de tener alguien para conversar y distraerse de la oscuridad de aquel mundo agregaba una buena fracción de energía positiva.

-¿Tienes algún plan?- preguntó Luca, automáticamente diciendo que aceptaba el precio cobrado por la joven.

-Todo lo que tenemos que hacer es atravesar la ciudad, entrar al ayuntamiento y rescatar al muchacho.

-Todo eso en menos de tres horas. Es el tiempo que tengo antes de ser devuelto al otro mundo. Y necesito estar perfectamente cronometrado, ya que tendré que volver al lugar exacto donde desperté, o supuestamente mi espíritu quedará perdido en algún lugar.

-Entonces necesitamos correr. Espera un momento.

Ji-Yun movió su cuerpo esbelto con rapidez detrás de un mesón de la tienda, se agachó y desapareció por algunos segundos. Volvió con una mochila morada en las manos, pequeña y de una especie de cuero con las pertenencias de su dueña. Combinaba perfectamente con la apariencia del joven del siglo veintiuno. Ella abrió el cierre y llevó la mano derecha al interior de la mochila, buscó algo y rápidamente lo encontró. Sacó con cuidado una nueva linterna, amarilla y exactamente igual a la que llevaba, y extendió el brazo en dirección a Luca.

-Toma, vas a necesitarla si quieres pasar por aquellos malditos que están ahí afuera.

-¿A ellos no les gusta la luz?

-La luz los lastima de alguna forma. Es la única manera que conozco de evitar que avancen hacia ti.

Luca no lo dudó y tomó la linterna con la mano derecha. Ji-Yun volvió a revisar la mochila y el joven solo esperó hasta que estuviese lista, y para su enorme sorpresa, ella dio a conocer una pequeña pistola plateada.

-¿De dónde sacaste eso?

-Siempre fue mía. Soy una agente federal. O por lo menos eso era en nuestro mundo.

-¡Eres como una caja de sorpresas!

Ji-Yun le lanzó una mirada de reprobación y en seguida movió los hombros para pasar los tirantes de la mochila encima de ellos. Se la colocó en la espalda, tomó su propia linterna, que había dejado sobre el mesón y colocó la pistola en su cintura. Un rápido juego de miradas alrededor de la tienda fue suficiente para estar segura de que no estaba olvidando nada. Estaba lista para partir.

-Necesitamos echar un vistazo a los movimientos en las calles antes de salir a ciegas. Podemos encontrarnos con alguna aglomeración de Oscuros en cualquier esquina, y eso no sería nada bueno. Una vez que dejemos la tienda, sugiero que corramos alrededor de la plaza hasta llegar a la iglesia. Desde la torre del reloj tendremos una visión panorámica de las calles.

-Entendido.

La voz de Luca sonó firme, pero por dentro sentía un torbellino de miedos que se esforzaba al máximo por no dejar transparentar. La compañía de Ji-Yun sería de hecho satisfactoria, pero al recordar rápidamente el terrible momento ocurrido en la plaza, se estremeció y deseó jamás volver a sentir algo parecido, y en una pequeña distracción se imaginó corriendo disparado de vuelta al punto de simetría para simplemente esperar a que la hora de volver a su propio mundo llegase. Sus pensamientos fueron, sin embargo, interrumpidos cuando vio que la joven ya había abierto un poco la puerta de la tienda y, con la mitad de la cabeza afuera, esperaba el mejor momento para salir.

-Cuando lo ordene, mantén tu linterna lista detrás de mí y no pares por ningún motivo ¿Entendiste?

-S-Sí.

Un parpadeo transitó entre ambos y, sin más demora, Ji-Yun abrió la puerta de par en par y salió sin mirar atrás. “AHORA”, gritó en un tono decidido y absurdamente valeroso. Luca respiró profundamente y sintió un intenso frenesí bien al fondo de sus entrañas, y sin perder siquiera un segundo, salió disparado por la puerta y pisó una vez más las calles del Reflejo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Capítulo 8

Caminos

 

La incontrolable población de Oscuros continuaba deambulando por toda la plaza cuando ambos jóvenes rápidamente dejaron la tienda de juguetes. Se aglomeraban casi en su totalidad en el centro del lugar, y solo algunos apartados caminaban aleatoriamente en otras direcciones.

-Mantente lo más cerca que puedas de las paredes – dijo Ji-Yun, con un tono apresurado y algunos pasos al frente de Luca.

Corrían a una velocidad media, ambos con las linternas preparadas ante cualquier tentativa de ataque, y conforme rodeaban el espacio de la plaza, el volumen de Oscuros disminuía gradualmente. La iglesia quedaba en la siguiente cuadra, y desde donde estaban conseguían ver perfectamente la torre del reloj, apreciándose encima de todas las otras construcciones que llenaban aquella parte de la ciudad. Sus pasos apresurados sonorizaban el camino y de vez en cuando se mezclaban con los murmullos de los espíritus negros.

Atravesaron la calle por el paso peatonal, y Ji-Yun aprovechó de examinar los alrededores de cada trecho, con la intención de iniciar el cálculo del mejor camino para tomar. De lado a lado de la calle habían Oscuros, algunos inertes, otros girando de manera macabra y lenta, pero todos separados los unos de los otros.

Cuando pasaban frente a una tienda de sombreros y pocos metros los separaban a ambos jóvenes de la entrada de la iglesia, una puerta repentinamente se abrió frente a Ji-Yun. La joven fue dominada por un susto que la hizo moverse fuera de la acera, y sobre ella saltó un Oscuro, al salir inesperadamente de la tienda con los brazos negros y humeantes extendidos para agarrarla.

-¡CUIDADO! – gritó Luca, aún más asustado que ella.

Antes de que el Oscuro pudiese alcanzar el cuerpo de Ji-Yun con las puntas indefinidas de sus dedos, Luca vio la luz de la linterna apuntando justo en medio de su pecho. El rayo de luz, vivo y cálido, atravesó a la forma translúcida y traspasó el pecho vacío de la criatura. Ella reaccionó con un horrendo gemido que sonaba como dolor y desesperación. Se retorció de manera torpe, sintiendo la luz amarilla penetrando en sus raíces negras, y con un extraño movimiento desistió del ataque mientras se alejaba y volvía al lugar de donde había venido. Ji-Yun retomó el control de su propio cuerpo y se lanzó a la puerta, cerrándola con un “BLAM” que retumbó en cada rincón de la calle.

-Te debo esa- dijo Ji-Yun, luego de dar tres palmadas en el hombro de Luca. Él lo retribuyó con una sonrisa de labios apretados y volvió a seguirla tan pronto retomó el camino.

Segundos después, ya estaban delante de la escalinata de seis peldaños que daban acceso a la puerta de la iglesia. Subieron coordinadamente, y sin emitir ninguna palabra, Ji-Yun empujó uno de los lados de la gran puerta y desapareció por la abertura. Luca, por su parte, dudó. Espió el interior de la iglesia, apuntando el rayo de luz de su linterna hacia adentro, y seguro de que nada saltaría de algún rincón oscuro, finalmente entró.

Se vio en un templo con tonos modernos y simplistas, con ventanales simples, paredes limpias y un altar que sostenía nada más que un crucifijo de acero sobre una base cuadrada y, aparentemente, muy pesada. La atmósfera desteñida del Reflejo parecía, en aquel lugar sagrado, crear un efecto aún más aterrador. Cerrando la puerta con la mano libre, miró hacia atrás y vio que Ji-Yun se encontraba cerca del altar, yendo en dirección a una pequeña y estrecha puerta que había en uno de los rincones de la iglesia. En seguida la siguió rápidamente por entre los bancos barnizados, pasó por la puerta y se encontró con innumerables peldaños que componían una larga escalera en forma de espiral pintada de azul marino.

El sonido de los peldaños metálicos al ser pisados resonaban en el silencio de la iglesia; el joven subió con cautela, sintiendo escalofríos cada vez que la escalera temblaba debido a los movimientos de dos personas que la recorrían al mismo tiempo. Casi al final de la escalera, Luca notó que había llegado a un lugar amplio, desprovisto de paredes o de cualquier decoración, y en el que se podía ver el cielo por todos lados: el campanario de la iglesia. Ji-Yun siempre siguió adelante, como si recorriese un camino pre-programado y sin tiempo para interrupciones. Caminó hasta llegar al límite del campanario, rodeado nada más que por rejas de medio metro de altura, y paró frente a la torre del reloj, que se extendía verticalmente al lado derecho. Luca llegó al mismo lugar y, apoyando los brazos en la reja protectora, comenzó a observar la ciudad desde un ángulo que nunca antes había conseguido hacerlo.

Como se lo había informado su compañera, la torre de la iglesia proporcionaba una espléndida visión panorámica de buena parte de aquella área de la ciudad. Estaban a casi diez metros de altura. Maravillado, Luca recorría con su mirada grandes espacios de lo que había frente y debajo de él: tejados, postes, azoteas de edificios de pocos pisos y, principalmente, calles. Logró ver la plaza y las calles que llegaban a ella, así como las que se intersectaban con otras y desaparecían del alcance de su visión. Todo como una gigantesca y perfecta maqueta pintada con mil tonos grisáceos.

-¿Viste cómo se aglomeran en lugares abiertos? - preguntó Ji-Yun, súbitamente y sacando a Luca de sus pensamientos paisajistas.

Él miró en la dirección que el índice de la joven apuntaba y se deparó con la plaza. Los Oscuros que lo atacaron todavía estaban ahí, reunidos en lo que parecía una gran masa negra en movimiento. Alrededor de la plaza, pocos espíritus caminaban separadamente, así como en las calles y aceras.

-Ellos saben que tienen más fuerza cuando están juntos, por lo que acaban aglomerándose en lugares como plazas, parques o áreas más amplias. No sé si solo esperan a que algunos Sólidos perdidos pasen cerca de ellos u otra cosa. Pero es así.

-Si seguimos con cuidado por las calles más estrechas, podremos llegar tranquilamente al ayuntamiento. No está muy lejos de aquí – afirmó Luca.

-Las calles estrechas son, en cierto modo, las más seguras, pero no estoy seguro si caminar más de cuatro kilómetros después de la transición sea una muy buena idea. Podemos encontrarnos con una nueva multitud de Oscuros en alguna esquina.

-¿Tienes alguna sugerencia?

Ji-Yun, de labios crispados y apretando aún más sus pequeños ojos negros, mantuvo el ángulo de su rostro en un determinado punto de la ciudad y pareció examinarlo mentalmente por breves momentos. Finalmente, una vez más apuntó a un punto específico, y Luca inmediatamente la siguió.

-¿Sabes lo que hay ahí, cierto? - indagó ella.

-Hmm, déjame ver – respondió el joven, forzando la vista para distinguir lo que había adelante y juntar las informaciones de la ciudad que ya conocía para poder entender la versión inversa en la que se encontraba. - ¿Ahí está la estación del metro, cierto?

-Exactamente. Y esa sería nuestra mejor opción para evitar las calles. Si seguimos por las vías, además de evitar a los Oscuros, nos ahorraremos más de la mitad del camino y saldremos en la próxima estación, que queda a menos de un kilómetro del ayuntamiento.

-¿Ya has pasado por ahí alguna vez después de la transición? ¿Estás segura de que no encontraremos Oscuros en las partes subterráneas? Eso no sería nada de bueno.

-No acostumbro recorrer ninguna parte de la ciudad luego de la transición. Siempre que el reloj suena, me escondo en el lugar más cercano y espero a que suene de nuevo. Lo que sé es que a los Oscuros realmente no les gusta quedarse en lugares cerrados cuando llega la hora de salir.

-Entiendo.

-Y de cualquier forma, tú mismo dijiste que no tienes mucho tiempo. Necesitamos reaccionar lo antes posible.

Luca concordó con un suspiro y, una vez más, devolvió su atención a la bella visión de la ciudad en su versión paralela. La sugerencia de Ji-Yun tenía mucho sentido, ya que los encuentros con aquellas criaturas negras y frías era el punto máximo de la lista de cosas que debían evitar durante la caminata hasta el lugar donde el Equilibrium, probablemente, se encontraba en calidad de prisionero.

-¿Qué dices? - preguntó la joven, mirando a los ojos al preocupado Luca.

-Vamos.

Al oír la respuesta positiva que esperaba, la joven entrelazó sus dedos y los tronó como en una especie de ritual de preparación. Se quitó de la reja del campanario y sin decir ninguna palabra, comenzó a andar de regreso, rumbo a la escalera en forma de espiral que llevaba al primer piso. Luca dedicó una última mirada a aquella panorámica aérea de la ciudad y pronto siguió, como siempre, a la lista y decidida Ji-Yun. Bajaron las docenas de peldaños y juntos, una vez más, recorrieron el camino de piedra pulida que llevaba a la salida. La puerta no demoró en abrirse, y luego de un intercambio de miradas de una confianza total, salieron exactamente al mismo tiempo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Capítulo 9

Traición

 

Una vez más, Luca se vio en las calles de la ciudad, pero en una versión completamente distinta de aquella que tanto le agradaba: no había carros, no había luces nocturnas y ningún sonido de vida humana se hacía oír en ninguna parte. Por un segundo, el joven llegó a extrañar el humo, las multitudes atravesando las calles y hasta los gigantescos embotellamientos. Llevaba poco tiempo en aquel extraño mundo, pero ya podía estar seguro de algo: jamás existiría algo peor que el vacío y la soledad, ya sea en el mundo de los vivos o de los muertos.

Momentáneamente, aferrado al amplio significado de la palabra “soledad”, Luca comenzó a imaginar, mientras caminaba, cómo era para alguien de carne y hueso como Ji-Yun o los otros Sólidos la estadía en aquel lugar muerto y silencioso.

Para él, que siempre había preferido la comunicación, de hecho, de una manera peculiar la había escogido como profesión, estar atrapado por toda la eternidad en un mundo vacío, sin amigos o alguien para conversar, sería una pesadilla más aterradora que la propia muerte.

-¿Cómo es la sensación de estar aquí? - disparó el joven, sin preocuparse si recibiría un comentario estúpido como respuesta.

-Tú también estás aquí, si no me equivoco - respondió Ji-Yun de inmediato, sin mirarlo.

-Lo que quiero decir es… estar atrapado aquí. No hay muchas cosas además de calles y espíritus.

Ji-Yun caminaba un poco más adelante de Luca, y todavía sin intención de mirar hacia atrás ni responderle, cruzó la calle. Pateó una pequeña piedra que encontró en el camino y continuó mirando sus propios pies, como siempre hacía cuando necesitaba pensar cuidadosamente antes de responder a una pregunta difícil.

-No sé bien cómo responder a esa pregunta. Siempre fui una persona solitaria por opción, por lo que todo este vacío que hay aquí no me causa mucha extrañeza – respondió la joven, con convicción.

-¿No hay alguien a quien extrañes? ¿Un pariente, un novio?

-Extraño a mi gato. Pobrecito, ni sé lo que pasó con él después de todo este tiempo.

-¿Hace cuánto tiempo estás en el Reflejo?

-Perdí la cuenta. En un principio intenté contar los días, pero acabé perdiéndome y dejé de hacerlo. No tiene sentido contar los días en un lugar cuando sabes que nunca más vas a salir de él.

-¿Cómo puedes estar segura de que nunca más saldrás de aquí? Es decir, entraste por accidente, tal vez puedas salir de la misma forma.

-Este accidente sucede gracias a una falla en aquello que tú y el Equilibrium llaman las puertas del Reflejo. Es un fenómeno llamado Destello. Sucede de manera aleatoria e imprevisible cuando está teniendo lugar uno de los viajes de espíritus. De acuerdo con el muchacho que buscas, el poder emanado por esos ojos azules que portan es tan fuerte que ocasionalmente provocan filtraciones, y esas filtraciones abren portales que duran menos de un segundo, tanto en el mundo de los vivos como aquí en el Reflejo. Lo que esté en el lugar exacto de la aparición del Destello será absorbido por él.

-Puedes considerarte una joven con suerte, entonces – dijo Luca, intentando bromear con la situación.

-De una forma muy irónica, sí.

-¿Nunca has pensado en buscar un Destello para intentar volver?

-Eso es técnicamente imposible. Ellos pueden aparecer en cualquier lugar durante el ritual de viaje a este mundo.

-¿Y los otros Sólidos que andan por ahí? ¿Ninguno de ellos es tu amigo?

Ji-Yun, súbitamente, se detuvo y miró a Luca. Él hizo lo mismo y la miró curiosamente sin saber cuál era el motivo de haberse detenido.

-Haces muchas preguntas, ¿sabías eso? - dijo ella con la voz firme, pero sin parecer irritada.

Luca se calló y esperó hasta que la joven retomase su camino. Sí, él sabía que hacía muchas preguntas y que muchas veces las personas no tenían paciencia para responderlas. Había sido así desde niño – uno de esos que aprende “por qué” antes de “mamá” – y arrastró esa característica hasta adulto. No lo podía evitar. Usaba la comunicación como profesión, y hacer preguntas era casi siempre el foco de sus consultas espirituales. Ji-Yun volvió a caminar y Luca se colocó a su lado en silencio, pero aún con su cabeza siendo atacada por las inmensas ganas de conversar.

El silencio perduró por casi todo el camino, siendo quebrado solamente por los murmullos que denunciaban la presencia ocasional de un Oscuro en alguna parte de la calle. Cruzaron a varios de ellos, suficientemente distantes los unos de los otros, y así Luca notó que solos no eran capaces de causar ningún problema. No obstante, aunque estaba seguro de esto, prefirió mantener la linterna preparada como si fuese un ama cargada y lista para disparar. Ji-Yun hacía exactamente lo contrario: caminaba despreocupada y sin prestar mucha atención a los callejones oscuros o a las esquinas desde donde cualquier amenaza pudiese saltar sobre ellos.

Lanzando frecuentemente miradas a los balcones y ventanas de las casas y edificios de ambos lados de la calle desde que dejaron la tienda de juguetes, el joven no se había librado ni por un instante de la sensación de estar siendo vigilado. Era como un sexto sentido, solo que inexplicablemente agudizado y alerta. Sin embargo, como eran tantas las miradas que realizaba, no lograba ver detrás de los vidrios.

-Ji-Yun, no logro dejar de sentirme como si estuviese siendo vigilado. ¿Eso es normal aquí en el Reflejo?

-Más de lo que piensas, Luca – ella respondió, sonriendo. -Estamos rodeados de espíritus, y no hablo de los Oscuros. Esas casas son donde los Claros se esconden, y puedes estar seguro de que muchos de ellos nos están mirando ahora.

-¿Y qué es lo que hacen? ¿Cómo son?

-¿Quieres ver? - preguntó ella, dejando de caminar.

Luego de analizarlo por algunos segundos, el joven asintió con la cabeza y aceptó la sugerencia de Ji-Yun. Sin perder tiempo, ella cambió de dirección, volviendo algunos metros por donde ya habían pasado; se alejó de la acera y, desde la calle, comenzó a observar cada una de las ventanas de los edificios que había en frente.  Poco después divisó un suave brillo, casi imperceptible, viniendo de una de las ventanas que se veía en el primer piso de un bufete de abogados

-Ven conmigo – dijo ella, tomando la mano de Luca y jalándolo con rapidez.

Abrió la puerta y continuó guiando al joven del brazo, llegando a la recepción del edificio y rápidamente subiendo las escaleras que llevaban al segundo piso. Ahí se encontraron con otras puertas, y Ji-Yun se dirigió directamente a la que correspondía a la de la ventana que había visto del lado de afuera segundos atrás. Entraron en ella, y tan pronto puso los pies dentro de la habitación, sintió algo que nunca había sentido en toda su vida.

La atmósfera de la estrecha sala estaba tibia, suave y sabrosa como la primera brisa de primavera después de un riguroso invierno. En cada rincón de la sala había bultos con formas humanas, así como los Oscuros, pero completamente diferentes a ellos. Eran blancos, translúcidos, e irradiaban un aura brillante como la luz reflejada en un diamante. Eran los Claros, los espíritus buenos que se escondían después de la transición nocturna del Reflejo.

-Esto es… ¡Increíble! - exclamó el joven, susurrando.

Los bultos parecían no sentir incomodidad alguna con la presencia de los intrusos; continuaron exactamente donde estaban, algunos recostados en la pared, otros espiando por la ventana. Luca avanzó algunos pasos y se acercó a uno de ellos. Lo miró de pies a cabeza, y sus miradas fueron retribuidas por el espíritu de luz. Sin ninguna duda, como si fuese llamado a hacerlo, el joven extendió una de sus manos y tocó el brazo del Claro. Sus dedos se sumergieron en el cuerpo intangible del ser brillante, y una sensación de completa paz y comodidad se apoderó de su mente. Un total contraste con la terrible sensación de tocar un Oscuro. Aquella alma era la condensación del bien, del más puro bien que podría existir.

-¿Es maravilloso, cierto? - susurró ella, con una sonrisa.

Ji-Yun, que antes solo observaba, decidió acercarse y también tocó al Claro con una de sus manos. Juntos sintieron la suavidad de aquel momento y desearon que nunca acabase. No obstante, no había tiempo para eso.

-Vámonos, tenemos mucho camino que recorrer.

Y tan rápido como entró a la sala, salió, dejando a Luca atrás. Él disfrutó de aquel momento único por un breve momento más, y con cierta reticencia, finalmente retiró la mano que había extendido, mientras el espíritu aún lo observaba. Bajó las escaleras y encontró a la joven en la puerta, de brazos cruzados, esperando por él para continuar la caminata a la estación.

* * *

Al doblar en una esquina se encontraron con una larga avenida, ancha y de doble sentido. Aquella era la parte divertida de la ciudad. Cada lado de la avenida estaba compuesto por los locales nocturnos más concurridos. Los bares temáticos que iban desde country a música disco, las discotecas para todo tipo de estilos y los pequeños locales donde los artistas acostumbraban a presentarse con sus primeras composiciones. Aquella hora era exactamente cuando las luces de las fachadas de cada uno de aquellos lugares ganaban vida, con sus letreros de neón que soltaban chispas llamativas que invitaban a las personas que pasaban y que buscaban algo de diversión después de un día de trabajo. Fue aterrador para Luca estar en aquel lugar y no ver nada de lo que siempre estuvo acostumbrado a ver. Las aceras y entradas se encontraban abandonadas, excepto por los Oscuros errantes que surgían de las sombras, y la avenida reposaba en toda su extensión como un lugar condenado y maldito por una nube de tinieblas.

-Estamos llegando. La entrada de la estación está justo ahí – la voz de Ji-Yun sonó inesperadamente y provocó que Luca retomase la velocidad de su paso, disminuida momentos antes debido a la distracción producida al observar la avenida.

-Ah, sí. No me había dado cuenta.

-¿Es extraño ver la ciudad así, invertida, cierto? Demoré mucho tiempo para poder colocar definitivamente en mi cabeza que todo estaba al revés.

Luca concordó, hizo un gesto con su cabeza y mantuvo la boca cerrada por los siguientes dos minutos. Siguiendo el rumbo de la casi inexistente brisa que pasaba por ambos, se encontraron con una enorme placa de acero, pintada de azul con letras amarillas y brillantes que informaban que finalmente habían llegado a la entrada de la estación de metro. El camino desaparecía en el espacio por donde se bajaba al subterráneo, guiado por un buen número de peldaños de cerámica lisa y muy bien conservada; lado a lado, ambos jóvenes bajaron por ellos, pero una vez más cargando el ambiente con el ruido de sus pasos, llenos de prisa. Simultáneamente llegaron al punto más bajo de la escalera, ya en el interior de la estación, y entonces se detuvieron.

Se encontraron con unas largas vías que desaparecían a cada lado al interior de los túneles. Todo estaba muy mal iluminado, las lámparas que se encontraban en el techo casi no brillaban, cumpliendo poco con su tarea de alumbrar las plataformas subterráneas. Hasta donde lograban distinguir, no había ningún Oscuro, confirmando así la afirmación de Ji-Yun al decir que no permanecían en lugares cerrados después de la transición. Ahí abajo, el silencio era aún más intenso: no había ni la más mínima brisa o murmullo lejanos de los seres negros.

-A esta hora, en nuestro mundo, dudo que este lugar esté tan vacío como aquí – dijo Luca.

-Me dije exactamente lo mismo la primera vez que pasé por aquí – respondió Ji-Yun, alejándose de Luca y yendo en dirección al límite de la plataforma.

La joven coreana parecía compenetrada y dispuesta a no perder siquiera un segundo ni a desperdiciar su aliento con conversaciones innecesarias. De un momento a otro, sin previo aviso, pareció haber perdido todo interés en comunicarse con el joven que había decidido ayudar, lo que provocó que automáticamente se pusiese innecesariamente a imaginar, o a intentar recordar, algo desagradable que pudiese haberle hecho o dicho.

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