Equilibrium

Equilibrium


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-Tenemos que seguir por aquí – explicó ella, moviendo uno de los brazos hacia el túnel de la izquierda. -Un poco más adelante encontraremos una bifurcación, desde ahí seguiremos por el camino de la izquierda y luego estaremos muy cerca del ayuntamiento.

Apenas terminó de explicar la ruta, saltó y cayó perfectamente erguida entre el espacio que separaba las vías. Luca no podía dejar de impresionarse con la destreza - y belleza – corporal que Ji-Yun demostraba en cualquier situación.

-¿Qué estás esperando? - preguntó ella, dirigiéndose a Luca.

Luego de oír la pregunta, el joven también saltó, y no tan dotado de habilidades físicas, se tambaleó hacia adelante cuando sus zapatos cafés tocaron el suelo. Ji-Yun extendió los brazos y lo sostuvo, impidiendo que cayese al suelo como un bebé que intenta correr torpemente.

-Disculpa, soy un poco torpe – dijo él, sin ánimos, levantándose y arreglando su ropa.

Ji-Yun le sonrió mostrándole compasión, pero de inmediato le dio nuevamente la espalda y continuó su camino por las vías. Luca hizo lo mismo, oyendo atentamente el sonido de sus zapatos pisando las pequeñas piedras que se encontraban por todo el camino que desaparecía al frente como una gigantesca alfombra. De acuerdo a los cálculos de la joven, andarían cerca de media hora por las vías hasta llegar al lugar donde un objetivo en común los esperaba.

El túnel del metro, en el mundo de los muertos, no parecía tan peligroso como en el mundo de los vivos, pero había algo en él que lo volvía sofocante y altamente claustrofóbico. Las paredes parecían estrecharse a cada paso, y poco a poco, conforme la plataforma de embarque quedaba atrás, la oscuridad crecía incesantemente.  Luca no era un gran fanático de la oscuridad – su compañera de sueño era una lámpara de mesa en formato de piña que le habían regalado para su cumpleaños algunos años atrás -, y aquel viaje al Reflejo le estaba sirviendo como una gran prueba contra sus más grandes miedos. Llegando al punto donde ya no se podía aguantar más la oscuridad, Luca preparó la linterna amarilla, por lo que se escuchó un "clic". El rayo de luz alcanzó la espalda de Ji-Yun, sirviéndole de recordatorio de que él también llevaba una linterna. La joven también encendió la suya, expulsando buena parte de la nube de tinieblas alrededor de ambos. Consecuentemente, el aura de luz que los envolvía proyectó sus sombras en las paredes, grandes y deformes, moviéndose como fantasmas listos para agarrarlos de los tobillos.

-Luca, cuando me preguntaste sobre los otros Sólidos- dijo la joven, prácticamente susurrando, - no quise ser ruda, discúlpame.

-No te preocupes. Yo sé que hago demasiadas preguntas. Nací en una ciudad pequeña, creo que heredé algunos genes de señoritas chismosas – respondió Luca, una vez más intentando sacarle una sonrisa.

-Es un asunto delicado para mí, pero ya que estamos juntos en esta búsqueda, creo que tienes derecho a saber.

Ji-Yun rectificó esta frase con una breve pausa, y por el tono de su voz, Luca notó que algo íntimo y muy personal sería revelado. 

-Eran más o menos las tres de la mañana cuando yo y mi compañero Serj, del departamento de detectives de la policía de la ciudad, esperábamos en una emboscada que le realizaríamos a un grupo de traficantes que veníamos investigando hace meses. El plan era acorralarlos cuando dejasen un local nocturno, junto a un grupo de refuerzos al que él dijo ya haberles avisado. Permanecimos por más de dos horas en un callejón que apestaba a caca de perro, aguardando a los criminales, hasta que por fin salieron y siguieron a pie hasta un pequeño estacionamiento que había a algunos metros de distancia. Serj y yo los seguimos cuidadosamente y paramos frente a otro callejón que había en la esquina de ese estacionamiento, y entonces pasó. Serj estaba de parte de ellos, traficando drogas mientras trabajaba como detective, a mi lado, recibiendo toda mi confianza.

Aunque no pudo ver el rostro pequeño de su compañera, Luca sintió en sus palabras una fuerte ira contenida y transmitida entre dientes semicerrados.  La traición era una de las cosas que más despreciaba, y su sentido de justicia en aquel momento cavó profundamente en sus emociones al intentar colocarse en el lugar de ella.

-Ellos me agarraron, me tiraron como a un animal muerto en la maleta del carro y me llevaron a algún lugar. Me sacaron de ahí y se prepararon para el sacrificio, pero gracias a la falta de preparación de uno de los idiotas, conseguí derribar a dos de ellos, a pesar de que estaba de manos atadas y corrí. Corrí como si nunca más fuese a correr de nuevo, y oí la voz de Serj diciendo que me alcanzaría. Hui por más de diez minutos, y él no dejó de seguirme ni siquiera por un momento. Intentó disparar una o dos veces, pero para mi suerte, no acertó. Yo tenía mi arma escondida en el tobillo, pero no logré usarla. Después de un cierto tiempo, mi aliento comenzó a desaparecer, y a cada segundo creía que tendría un paro cardiaco y caería muerta en el asfalto. Mi velocidad disminuyó, hasta que Serj pudo alcanzarme Estábamos en un callejón, nuevamente cerca del local nocturno donde esperábamos. Él se acercó y... con aquella voz asquerosa me dijo cosas horribles. Escupí en sus pies y él me pateó justo en la boca del estómago. Infeliz. Intenté levantarme, pero ya no tenía fuerzas, hasta que él avanzó una vez más para darme otra patada. Y entonces oímos aquel ruido, un sonido extraño como nunca había oído antes Como un ruido magnético. De repente, una especia de portal se abrió a nuestro alrededor, y nos tragó en menos de un segundo. Y fue entonces que aparecimos aquí, en el Reflejo. Serj sufrió una crisis, pareció desorientado y asustado como un bebé llorón. Yo solo esperé que él terminase lo suyo, sin saber lo que había ocurrido o dónde estábamos, pero súbitamente un cuerpo negro surgió de una esquina e intentó agarrarlo. Él huyó hecho un loco. Posteriormente, descubrí que el cuerpo era un mero Oscuro. No lo he visto desde aquel entonces.

-Imagino cómo te debes haber sentido en relación a todo eso. Muchas cosas sucediendo a la vez.

-Fue solo un poco más de una noche. Desde entonces intento no hablar ni pensar en él, pero hoy fue necesario porque tengo la leve sospecha de que Serj está detrás de la desaparición del muchacho – explicó Ji-Yun, mientras repentinamente se daba vuelta, pero sin dejar de caminar, con la intención de observar algo detrás de ambos.

-¿Hablas en serio? ¿Y qué crees que pretende hacer con el muchacho? - preguntó Luca, sin darse cuenta del brusco movimiento de la joven.

-No mentí cuando dije que no tengo idea. Tal vez, él me haya visto entrar en esa casa donde el muchacho se quedaba y me haya espiado hasta descubrir que crie un lazo, aunque estrecho, con este mundo tan complicado. Sospecho que acabó secuestrándolo estando seguro de que iría tras él.

-No conozco a ese tal Serj, pero ya no me gusta ni un poco.

-Solo espero que mis sospechas no sean ciertas y… espera, ¿escuchaste eso?

Ji-Yun una vez más se dio vuelta, esta vez dejando de caminar y dirigiendo su linterna hacia adelante. El rayo de luz cortó la oscuridad de parte del camino ya recorrido por ellos, pero no iluminó nada más que vías, piedras y paredes.

-¿Qué pasó? ¿Oíste algún ruido? - preguntó Luca, sintiendo un leve escalofrío.

-Silencio, deja que…

La voz de la joven disminuyó hasta volverse un susurro y dejar la frase incompleta. Lado a lado, ambos se callaron y dirigieron sus linternas para todas las direcciones; los rayos de luz se cruzaban, y segundo a segundo nada aparecía frente a ellos. Ji-Yun agudizaba sus oídos, cerciorándose aún de si realmente había oído un ruido, y Luca solo deseaba con todas sus fuerzas que estuviese equivocada.

Pero no lo estaba.

Del fondo del túnel, mezclado con las profundas tinieblas, viniendo en la dirección que ya habían recorrido, el sonido de una voz grave y fantasmagórica se acercaba.

-¿Ji-Yun? ¿Q-qué es eso? ¿Es un Oscuro? - preguntó él, con un nudo en la garganta.

-Me gustaría mucho que fuese un Oscuro, Luca – respondió Ji-Yun, sin demora, retrocediendo lentamente.

La terrible e indescriptible voz resonaba en todo el largo túnel y llegaba clara como el día a los oídos de las dos personas que estaban en él. Luca estaba seguro de que nunca, ni siquiera en sus más locas y horrendas pesadillas, había oído un sonido tan macabro y perturbador.

 

 

Capítulo 10

Inversor

 

-¡Ji-Yun! ¿Qué es eso? - Luca una vez más preguntó, demostrando señales de pánico en su voz.

-Mejor dejar las explicaciones para después – respondió ella, retrocediendo aún más, pero esforzándose por mantener la voz tranquila. -Mi sugerencia ahora es que corras como nunca necesitaste hacerlo en toda tu vida, y no mires para atrás por ningún motivo.

Ji-Yun volteó su delgado cuerpo en la dirección en la que caminaban y, aplicando su propia sugerencia, tomó un fuerte impulso con ambos pies. Comenzó a correr disparada en medio de las vías, sosteniendo firmemente su linterna y dejando a Luca completamente desorientado y sorprendido. El grito horrendo se repitió, ahora más cercano, haciendo que la temperatura del estómago del joven se desplomase mucho más abajo de cero. Imitando la acción de Ji-Yun, por fin comenzó también a correr y siguió detrás de ella.

Gracias a los pasos rápidos que sus piernas lograron producir con destreza, Ji-Yun ya se había alejado algunos metros, lo más veloz posible, sintiendo cómo su mochila se agitaba de arriba a abajo causándole leves dolores en la columna. Luca también se esforzó en correr lo más rápido que pudo, gastando todo su aliento para poder alcanzarla.

-¿Podrías al menos decirme de qué estamos huyendo? - preguntó sin lograr verle el rostro.

-¡De tu peor pesadilla!

Verdadera o falsa, la seriedad de la información lanzada por Ji-Yun estaba arraigada al sonido de su voz, y así Luca notó que perder el ritmo y quedarse atrás en aquel maldito túnel estaba completamente fuera de la lista de opciones.

Meneándose hacia a delante y hacia atrás a favor de los bruscos movimientos de la fuga, los brazos de los jóvenes sacudían las linternas, las que dirigieron sus rayos amarillos en todas direcciones, desde el suelo, las paredes y hasta el techo. En uno de estos casi desesperados movimientos, la linterna de Luca, que parecía brillar más fuerte que la de Ji-Yun, iluminó brevemente un trecho de la pared a su lado. Lo que surgió en el foco de luz fue una imagen que duró menos de un segundo, lo suficiente para enmarcar las características de aquello que Ji-Yun había descrito como su peor pesadilla: una especie de criatura grotesca, aferrada a la pared y moviéndose velozmente. Su cuerpo era negro, mitad sólido y mitad gaseoso, de brazos largos formados solo de huesos desprovistos de carne o piel. En las extremidades de los brazos no había manos, solo tres largos dedos que terminaban en uñas asustadoramente afiladas. El tiempo de contacto con la luz no fue lo suficientemente largo, sin embargo, Luca pudo definir cómo era o qué había encima del cuello de aquella criatura.

-¿PERO QUÉ RAYOS ES ESA COSA? – gritó Luca, aterrado por la apariencia del monstruo, dejando transparentar todo el miedo a través de una respiración fuertemente descoordinada.

-¡Esa cosa es un Inversor!  - disparó Ji-Yun, mientras movía su linterna para todos lados intentando ver al perseguidor, al mismo tiempo que intentaba no tropezar con las vías. -Es atraído por el sonido, de seguro estaba escondido en la estación y nos escuchó cuando llegamos. Él es el responsable de mandar Sólidos de vuelta al mundo de los vivos a través de un portal instantáneo que consigue crear.

-¿Y por qué estás huyendo de él? – preguntó Luca, perplejo, instantáneamente confuso, pero aun así sin disminuir la velocidad.

-No dije en qué circunstancias lo hace.

La respuesta de Ji-Yun, aunque vaga, sonó realmente convincente. Huir todavía era la única opción.

Ambos siguieron disparados exactamente por el medio de las vías, perdiendo una que otra vez el equilibrio al intentar apuntar al Inversor con la luz de la linterna. Sus gritos se repetían a ritmo constante y servían para amedrentar aún más a ambos jóvenes, en especial por un tenebroso detalle: cada vez que se repetía venía de un lado diferente del túnel. La criatura estaba moviéndose de un lado a otro, justo encima de las cabezas de Luca y Ji-Yun.

-¡Creí que había acabado con este infeliz la última vez! - exclamó la joven, sin esconder su enojo.

Antes que hubiese tiempo para que Luca pensase qué decir, ambos oyeron el sonido de algo cayendo justo al frente provocando un fuerte estruendo. Inmediatamente frenaron y al mismo tiempo levantaron sus linternas en dirección al ruido. Ambos rayos iluminaron al Inversor, que se había desplomado del techo para quedar cara a cara con aquellos que deseaba eliminar. Fue en aquel instante que Luca finalmente logró ver al ser por completo e identificar su cabeza: era el cráneo de una especie de animal de hocico largo, sin cuernos y de hendiduras oculares estrechas. Por los orificios de aquel cráneo emanaba una especie de humo negro, denso, que desaparecía en el aire luego de ser expelido. El Inversor estaba apoyado en el suelo del túnel con sus garras. No tenía piernas, en lugar de ellas, exactamente donde terminaba su tronco, había solo una nube de humo idéntica a la que escapaba por la cabeza y formaba un manto de la más pura oscuridad.

Parado frente a Luca y Ji-Yun, el Inversor sonorizó una vez más el ambiente con su rugido y se preparó para atacar. Curvó sus brazos huesudos y los impulsó, saltando en dirección al médium con un movimiento previsible. Ji-Yun dio un paso al costado con violencia, dejando el camino libre para que el monstruo fallase en el ataque y cayese de forma torpe un poco más al frente.

-Lo que nos da una pequeña ventaja es que él es muy tonto y torpe – dijo ella, ayudando a Luca a recomponerse del brusco tirón que casi le dislocó el brazo.

El monstruo sin piernas se usó de sus horrendas garras, aferrándolas al metal que formaban las vías, enderezó su cuerpo negro y se preparó para un nuevo ataque. Ji-Yun y Luca volvieron a correr, esta vez en zigzag, con la intención de confundir al Inversor. Recibir una nueva embestida de aquellas garras sería ciertamente doloroso, o instantáneamente mortal.

-¡Usa tu arma! - exclamó el joven, apuntando a la cintura de Ji-Yun.

-Hice eso la última vez que me encontré con él y ciertamente no funcionó. Ese infeliz me ha estado persiguiendo desde que llegué a este mundo. ¡Prefiero no desperdiciar mis tres últimas balas con algo que aparentemente no puede morir!

“Algo que aparentemente no puede morir”. Estas palabras dieron directo en los ánimos de Luca, como un golpe certero justo en el rostro. Una criatura dispuesta a matar, pero que no podían matar.

-¡Va a acabar con nosotros de una sola vez!

-¡Entonces, sugiero que no pare de correr!

La criatura retomó su caza, realizando un recorrido diferente esta vez. Aceleró el vaivén de los largos brazos hasta acercarse a las dos personas que perseguía, estudiando sus movimientos que, aunque seguían una ruta planeada, podrían ser previstos. En el momento exacto en que Luca y Ji-Yun se cruzaron con el Inversor, se lanzó justo en medio de ambos. Los tres cuerpos se encontraron, el monstruo pasó de largo, pero Luca y Ji-Yun cayeron una a cada lado como los pinos de boliche caen al ser derribados de forma certera por la sólida y pesada bola. Estaban completamente vulnerables a un próximo ataque, conscientes de que no lidiaban con un enemigo tan estúpido como hace unos momentos Ji-Yun había afirmado.

El Inversor, sin embargo, necesitaría escoger apenas a uno de ellos. Ambos jóvenes, suponiendo silenciosamente que la elección del monstruo sería contra aquel que osase a moverse primero, se mantuvieron inmóviles como dos estatuas de cera en un museo. Su cabeza blanca se movió de un lado a otro mientras tomaba una decisión; se mantenía con las garras aferradas al suelo, mostrándose capaces de despellejar la piel de cualquier tipo de ser vivo con solo tocarlo. Ji-Yun giró la cabeza algunos grados, casi imperceptibles, y vio a Luca, tirado en el suelo frente a ella, temblando y de ojos totalmente acobardados. Sintió en aquel momento que el pobre joven estaba completamente indefenso, y a diferencia de ella, ya había demostrado no disponer de ninguna habilidad física para una lucha corporal. Decidida a protegerlo y correr el riesgo, la joven de ojos rasgados repentinamente levantó su linterna y la dirigió a los ojos vacíos del Inversor.

-¡HEY, AQUÍ!

-¡JI-YUN! ¿QUÉ ESTÁS HACIENDO?

-¡AQUÍ, IDIOTA!

La luz fuerte de la linterna no lo lastimaba como lo hacía con los Oscuros, pero fue lo suficiente para atraer la atención del Inversor en su dirección. Junto a un nuevo y aún más ruidoso grito, tomó su decisión: saltó con todas sus fuerzas sobre Ji-Yun. No sabía, sin embargo, que ella ya estaba preparada para enfrentarlo sin miedo: cuando menos de un metro de distancia los separaba, la joven irguió el cuerpo lo más rápido posible, girando el tronco apoyado sobre solo uno de sus pies. El otro pie cortó el aire con un hábil golpe, y protegido por el grueso cuero de una bota militar, acertó en el pecho del Inversor. El impacto lo lanzó en la dirección opuesta, y el monstruo rodó entre las piedras que componían el suelo del túnel de aquel metro.

-Luca, ¡Levántate y huye ahora!

-¡No voy a dejarte atrás!

-Ya enfrenté a ese monstruo otras veces y sobreviví a todas ellas. ¡Vete!

Desde lados opuestos, se levantaron al mismo tiempo. El Inversor también ya esbozaba la recuperación de su postura, y en respuesta a eso, absurdamente enojada, Ji-Yun no tuvo otra elección más que tomar su pistola, la que aguardaba presa en la capa protectora de cuero en su cintura. Luca no quería seguir sin su compañera, pero sabía que ella estaba en lo correcto. Como una buena agente, en dos ocasiones ya había demostrado impecables técnicas de defensa y de acuerdo con sus propias palabras ya había despistado antes a aquel terrible cazador de Sólidos. Reticente, Luca finalmente se dio vuelta y continuó el camino túnel adentro.

No obstante, para arruinar los planes de defensa de Ji-Yun, el Inversor decidió cambiar su objetivo: se posó una vez más sobre ambas manos huesudas y siguió decididamente en dirección al joven. “Hijo de tu madre” fue todo lo que Ji-Yun pudo pensar.

-¡LUCA, VA DETRÁS DE TI! - gritó ella, aun consiguiendo ver su silueta metros más adelante gracias a los movimientos de la linterna.

Ferozmente, decidido a acabar de una vez por todas con los invasores de su mundo, el Inversor pareció reunir fuerzas y libró un poder que todavía no había demostrado: sin ningún impulso sacó las garras del suelo y comenzó a levitar sin ayuda alguna de su cuerpo.

-¡NO ME AVISASTE QUE SABÍA VOLAR! - Luca gritó, una vez que se dio vuelta y vio las garras del monstruo justo en frente de su rostro.

El vuelo fue rápido y certero. El cuerpo del Inversor y el de Luca se encontraron en un fuerte choque, cayendo juntos entre las vías. Luca gritó al sentir cómo las piedras puntudas lastimaron su espalda; solo por suerte, la caída ocurrió en posición casi lateral, lo que evitó que su nuca recibiese de lleno todo el impacto del peso de su cuerpo. La linterna amarilla se escapó de sus dedos y cayó dos metros adelante, partiéndose en dos.

Las garras del Inversor, dotadas del doble de la fuerza que tenía el joven, agarraron los brazos de Luca contra el suelo, abiertos, formando una cruz. Estaban frente a frente – una horrenda criatura con un cráneo por cabeza y un joven aterrado con aquella visión. Ji-Yun se estaba acercando, pero se detuvo al visualizar la escena que se desarrollaba frente a ella.

-¡Maldición! – susurró, sintiendo un escalofrío que casi la inmovilizó.

Aquel era el momento, el terrible momento donde el Inversor abría un portal instantáneo y mandaba a su víctima de regreso al mundo de los vivos. Sin embargo, lo que se suponía que sonase como algo agradable, no lo era, ya que el Inversor no enviaba a sus víctimas vivas: con un solo golpe de sus garras afiladas, les cortaba la garganta y sin demora lanzaba el cuerpo degollado y bañado en sangre por la abertura entre ambos mundos. Ji-Yun lo había visto hacer aquello una vez, con una pobre señora que, así como ella, había sido absorbida por un Destello. Aquella era la escena más brutal que había presenciado en su vida, y había decidido jamás volver a verla, impidiéndolo o simplemente huyendo lejos de ella. En aquel caso, la primera opción era urgentemente necesaria.

Inmovilizado y petrificado por el miedo, Luca observó con pavor cuando el fino rayo de luz negra escapó por cada uno de los ojos vacíos del Inversor. Como si fuesen proyectados en alguna pared invisible, los rayos se detuvieron frente al rostro del joven, e inexplicablemente comenzaron a cortar el aire cuando el ser que los producía movió lentamente la cabeza en dirección horizontal. En un abrir y cerrar de ojos, una línea negra se había creado en el aire. Los rayos fueron absorbidos de vuelta por las hendiduras en el cráneo del Inversor, y exactamente en el mismo instante algo pasó. La línea que se dibujó en el aire comenzó a abrirse en forma de fisura, cortando un pedazo del túnel como una lámina corta un pañuelo por la mitad. Delante de los ojos incrédulos de Luca, surgió un portal entre mundos, una ruptura en el tiempo y espacio por donde logró ver perfectamente el mundo de los vivos mezclado con el de los muertos. Vio más que solo eso: su cuerpo inmovilizado estaba mitad en su propio mundo y mitad en el Reflejo.

Luca miró a ambos lados y vio el túnel iluminado, completamente diferente de su contraparte, donde él se encontraba de la cintura para abajo. La mitad que se encontraba en el mundo de los vivos estaba inmovilizada, justo en medio de las vías del tren. Intentó forzar los brazos, pero el Inversor los sostenía contra el suelo con una enorme brutalidad a punto de afectar completamente su circulación. El exterminador no hacía nada más que mirar al joven, sin realizar ningún movimiento. Las hendiduras negras en su cráneo aún emanaban hilos de humo negro, como si de aquello dependiese su visión. Si en aquellos agujeros oscuros existían ojos sumergidos en oscuridad, definitivamente estaban mirando fijamente el rostro de Luca. El Inversor parecía estar esperando algo. Y el joven no tardó en descubrir lo que era.

Paulatinamente, los oídos de Luca notaron la llegada de un sonido conocido. Venía veloz y aumentando su intensidad, sin retraso. Era el sonido causado por el pesado roce entre metales. El sonido que anunciaba la llegada del tren.

-No. ¡NO! - gritó Luca, al ser alcanzado por la sofocante visión de una muerte inminente y absurdamente violenta. -¡SUÉLTAME, MALDITO!

El Inversor no reaccionaba, y finalmente Luca logró ver lo que realmente había debajo de aquel cráneo: el mal, en su forma más pura, dispuesto a ver con placer cómo el tren le arrancaba la cabeza a aquel que había invadido su lugar de vigilia. Movió el cuello hacia el lado y para su total desesperación, pudo ver el enorme tren acercándose a la velocidad de una bala. Entonces simplemente cerró sus ojos y esperó hasta sentir su cabeza siendo arrancada del resto de su cuerpo.

En contra de sus terribles expectativas, por suerte, oyó la voz de Ji-Yun viniendo del otro lado del portal. Finalmente, había logrado llegar a él.

-¡INVERSOR, AQUÍ!

El monstruo movió ligeramente el cráneo en la dirección desde donde vino el grito de la joven, y solo una milésima de segundo pasó entre ese momento y el siguiente, cuando se oyó un disparo. La bala de la pistola de Ji-Yun, una agente que podría alardear con orgullo de su maravillosa puntería, acertó de lleno en el cráneo del Inversor. El resultado del impacto fue una fragmentación de huesos que cayeron desparramados al suelo del túnel.  Los brazos finos del ser finalmente liberaron los de Luca, mientras que el Inversor se retorcía y rugía, dominado por una perturbadora agonía. Al mismo tiempo, en un parpadeo, Luca se zafó de las crueles manos de la muerte: Ji-Yun saltó donde él y lo tiró de las piernas lo más fuerte que pudo. El tren cortó el aire del otro lado del portal, llegando a acariciar el cabello del joven.

Con la ayuda de Ji-Yun, se levantó, y juntos observaron al Inversor agonizando sin el cráneo que protegía su cabeza, que en aquel momento se dieron cuenta de que era una esfera oscura deforme y gaseosa, como si fuese una pelota de fútbol. Se retorcía descontroladamente mientras levitaba, sacudiendo sus brazos como si todavía intentase hacer pedazos a los invasores, pero parecía que ahora estaba ciego sin su cráneo protector. El portal lentamente se fue cerrando, y la línea negra que lo había abierto desapareció en el aire como se fuese zurcida con una aguja invisible.

-Vamos a salir pronto de aquí – dijo Ji-Yun, volviendo a colocar la pistola en su cintura. - Pronto va a recuperarse.

Sin tiempo para agradecer, Luca fue forzado a ignorar los fuertes dolores que sentía en la espalda y también el ardor al lado izquierdo de su rostro, causado por un pequeño corte que no sabe cuándo se produjo, y al lado de Ji-Yun se preparó para continuar su travesía. Esquivaron al Inversor y rápidamente lo dejaron atrás, mientras todavía no era capaz de contraatacar.

No hablaron nada no solo hasta perderlo de vista, sino que también hasta dejar de oírlo, pero la misma idea se transportó entre sus mentes como por telepatía: les gustaría mucho dejar aquel túnel lo más rápido que sus piernas se los permitiesen.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Capítulo 11

Confesión

 

De pie al lado de Luca, velando por su cuerpo adormecido como se vela a un cadáver en un ataúd, Nancy notó cuando un fino corte surgió en su mejilla izquierda, rosada y de piel levemente reseca. Sus pequeños ojos inmediatamente expresaron preocupación y atención. Conocía muy bien a Luca para saber que no era un joven torpe al punto de cortarse por accidente; si una herida apareció en su rostro, significaba que las cosas en el Reflejo no andaban tan tranquilas como August desde un principio le había dado a entender.

El espíritu de la niña estaba solo en la sala hace más de diez minutos, junto a su amigo, en un sueño profundo, mientras el viejo Barwell se demoraba en la otra sala. Le había pedido permiso a Nancy, alegando no sentirse muy bien y dirigiéndose con dificultad en su silla de ruedas por el estrecho corredor. Desde la sala del punto de simetría, Nancy podía oír con claridad los brotes de tos del pobre viejo subiendo por su garganta y saliendo con un sonido seco y desagradable. Sonaba muy parecido a un cachorro ahogado. Repentinamente, la tos cesó y la casa quedó totalmente silenciosa.

Minutos después, el viejo reapareció en el punto de simetría, pero esta vez llegó guiado por uno de sus hombres. Ya no tenía fuerzas ni para mover la silla de ruedas por sí solo. El hombre lo dejó al lado del sillón donde Luca dormía, saliendo inmediatamente sin pronunciar ni una sola palabra. Exhibía un rostro aún más fantasmagórico que minutos antes de salir.

-Disculpa la demora, pequeña Nancy.

-¿Se encuentra bien? - preguntó ella, con su voz delicada.

-No te diré que estoy bien, porque te estaría mintiendo. Necesitaba tomar un poco de aire fresco allá afuera. Quedarme encerrado aquí todo el tiempo no ayuda mucho. Hay muchas cosas viejas que me provocan alergias.

La pequeña examinó a August por breves momentos y se dio cuenta de que ella en realidad no estaba en posición de definirse con la palabra “bien”. Su cuerpo delgado y arrugado temblaba innecesariamente y sus brazos finos parecían prontos a desplomarse de su tronco. Hasta su voz sonaba desprovista de fuerza vital.

Nancy no había vivido mucho tiempo con su cuerpo, sus cortos nueve años pasaron y terminaron como el despertar de una breve primavera; al ser un espíritu errante por más de treinta años no recordaba exactamente cómo era ser un cuerpo sólido, con sangre corriendo por sus venas. No tenía recuerdos de cómo era sentir dolor, de cómo era la sensación de tos, o de un golpe en el dedo gordo del pie en una maldita piedra de la acera. Al mirar a aquel pobre viejo, sin embargo, era casi capaz de sentir su angustia, su lucha por vivir solo un día más. No obstante, no había que saber mucho para estar seguro de que la vida de August ya había comprado el pasaje y que esperaba solo la llegada del tren que la llevaría en un viaje solo de ida.

-Apareció una herida en el rostro de Luca – susurró ella, lento, nuevamente recostándose al lado del joven y apuntando al corte que se destacaba vivo y rojo en la piel blanca.

-No parece nada serio.

-Él no debería lastimarse.

-Estoy seguro de que a Luca le está yendo muy bien, pequeña Nancy. Él es un joven muy competente, y sé que podrá resolver nuestro pequeño problema.

La niña continuaba mirando fijamente la herida, un fino corte sin sangre, sintiéndose ligeramente desconcertada con toda aquella situación.

-Está muy tranquilo aquí. ¿No tienes ganas de conversar, pequeña Nancy?

-¿Sobre qué quiere conversar, señor? - preguntó ella, girándose para mirarlo.

-No sé – respondió August, con una expresión serena y bondadosa. Háblame sobre ti. Cuéntame sobre tu vida antes de transformarte en una errante.

August finalizó su pregunta sin ningún pudor, sin ningún miedo de estar atacando directamente un punto débil de los recuerdos de vida de la pequeña Nancy. En el fondo, esperaba que ella ni siquiera lo recordase. Como Equilibrium, y dotado de un fuerte acercamiento con el mundo de los muertos, sabía que, con el pasar de los años, los espíritus errantes que jamás pudieron realizar el viaje perdían poco a poco sus historias, sus recuerdos y la esencia del ser humano que fueron en vida. Nancy, sin embargo, era diferente. Aunque solo fuese el espíritu de una niña, ella mantenía un aura fuerte, una fuerza mucho más intensa que las de la mayoría de los espíritus que August estaba acostumbrado a conocer. Aunque estaba muerta, la niña parecía llena de ganas de vivir.

-Vivía con mi madre y mi padrastro, en un barrio no muy lejos de aquí – inició con palabras dichas suavemente. - Mi padre nos había dejado, se fue con otra mujer y dejó todo atrás. Mi madre y él ya no se amaban, yo lo sabía. Vivían juntos, pero la vida en nuestra casa era un infierno. Peleaban todo el tiempo, lanzaban platos y vasos a las paredes.  Yo me encerraba en mi cuarto y encendía la vitrola, pero no podía evitar todo aquel griterío.  Las peleas ocurrían diariamente, y muchas veces fue la policía la que hizo que se callasen. Poco tiempo después, él se fue y nos quedamos solas. Por uno o dos meses todo parecía estar bien, hasta que ella encontró un novio. Un hombre horrible, enorme, con aquel cabello sucio que le llegaba al hombro. Tenía el brazo derecho cubierto de tatuajes con imágenes de demonios y cruces quemándose. No me gustaba. No me gustó desde el primer momento en que pisó nuestra casa. Pero mi madre parecía estar feliz, o al menos satisfecha con él, por lo que no me quejé. Después de eso, todo comenzó.

“Ella salía a trabajar y él solo se quedaba en la casa bebiendo cerveza, eructando como un puerco, viendo futbol en la televisión. Yo siempre llegaba de la escuela y arreglaba su desorden, solo para ayudar a mi madre. Fue una de esas tardes que él intentó tocarme. Estaba ebrio y apestaba mucho, como su hubiese vomitado en su propia ropa. Llegué de la escuela y fui a recoger las latas de cerveza desparramadas por la sala, cuando me agarró, intentó pasar sus manos por debajo de mi uniforme escolar. Yo grité, pero él cubrió todo mi rostro con sus dedos enormes. Continuó intentando tocarme hasta que lo mordí, lo mordí con toda la fuerza que tenía hasta arrancarle un pedazo de carne de su mano. Él me soltó por un momento, intenté escapar por la puerta de enfrente, pero él fue más rápido. Me jaló por el cabello, me amordazó, amarró mis brazos y piernas y me llevó al baño. Por algunos minutos no entendí lo que estaba pasando, y me pregunté qué había hecho para me quisiese lastimar. Luego noté que él no solo quería lastimarme. Él estaba listo para matarme”.

“Abrió la llave de la bañera y esperó hasta que estuviese completamente llena. Entonces me empujó y me colocó dentro. Afirmó mi cabeza mientras me retorcía. Desde adentro de la bañera pude ver su rostro antes de comenzar a perder el aire y tragar agua. Estaba mirándome, con aquellos… aquellos ojos enormes y monstruosos… mirándome fijamente mientras moría. Luego, perdí la consciencia y también la vida. No obstante, en un abrir y cerrar de ojos ya estaba de pie al lado de la bañera, sin entender lo que realmente había sucedido. Miré hacia el lado y lo vi ahí, afirmando mi cabeza, cerciorándose de que ya estaba muerta. Grité, intenté que alguien me escuchase, intenté golpearle la espalda, pero no sirvió de nada. Fue entonces cuando me di cuenta que me había convertido en un espíritu. Y todo lo que pude hacer fue ver cómo colocaba mi cuerpo en una maleta, la cargaba hasta un puesto de gasolina abandonado, en la parte baja de la ciudad, donde nadie va, y lanzarlo a un hoyo.  Vi cómo la maleta desapareció completamente debajo de la tierra.”

“Luego, él volvió a la casa, y todo lo que hizo fue acostarse en el sofá y beber más cerveza. Mi madre llegó un poco después, y cuando no me encontró en la casa comenzó a hacerle preguntas. Intenté hablar con ella, grité para que me escuchase, pero no funcionó. Ella notó la herida en su mano, reconoció una mordida, y sin demora alguna partió a la comisaría.  A él pareció no importarle, por lo que continuó ahí, tirado en el sofá. Mi madre denunció mi desaparición, me buscaron en la escuela, en la casa de todas mis compañeras, pero no me encontraron. No me encontraron porque mi cuerpo estaba en lo más profundo de un hoyo, dentro de una maleta."

Nancy, luego de pronunciar la última frase, decidió callar por algunos instantes. Pareció abatida, como si aquellas palabras hubiesen servido para resucitar sus miedos, exactamente de la misma forma como los sentía cuando todavía habitaba un cuerpo revestido de carne y hueso. August no sabía, pero era la primera vez en sus treinta años de muerta, que aquella pequeña errante hacía su más profunda confesión.

-¿Qué pasó con tu padrastro después de eso, pequeña Nancy?

-Cuando mi madre volvió, él ya había huido. Salió sin llevarse nada, ni siquiera una muda de ropa. Desde entonces, nunca más oímos hablar de él.

-Recuerdo vagamente haber oído sobre tu caso en la radio. Fue realmente hace mucho tiempo. ¿Y tu madre? ¿Qué pasó con ella?

-Mi madre se casó de nuevo algunos meses después. Se fue a vivir a otro país con un gordo vendedor de habanos. No sé cómo vive hoy en día, ni siquiera sé si está viva.

-Y el caso jamás fue concluido, ¿estoy en lo cierto?

-Nunca encontraron mi cuerpo. Desistieron de buscarme poco tiempo después. Una niña de los suburbios nunca ha sido tan importante, ¿cierto?  La maleta todavía debe estar ahí, debajo de lo que queda del puesto de gasolina. 

Aunque su propia historia, la pérdida de su familia y todo lo relacionado con su vida solitaria lo dejase triste, los relatos de la niña llegaron aún más a los sentimientos de aquel pobre viejo en silla de ruedas. Nancy no pudo vivir, no pudo crecer. Se volvió uno más de esos infinitos espíritus errantes de aquella ciudad, incapaz de partir, incapaz de, finalmente, descansar. En sus pensamientos más profundos, August una vez más estuvo seguro de que la muerte, así como la vida, a veces escogía no ser muy justa.

-Veo que tienes un gran aprecio por nuestro joven amigo – dijo él, finalmente intentando cambiar de asunto.

-Él es mi único amigo. No quiero que le pase nada.

-En pocas horas él va a volver. Ya vas a ver. Yo sé que confías en él, ¿cierto?

Nancy solo asintió levemente con la cabeza y no dijo nada más. Consciente de haber sacado lo máximo de la niña con solo una breve conversación, August decidió mantenerse callado. Prefirió permitir que ella solo se preocupase de su amigo, y, además de eso, se sentía completamente desmotivado por su difícil y apretada respiración. Hablar mucho no ayudaría.

El viejo verificó la hora en su reloj de pulsera dorado, registrando mentalmente la información de que ya habían pasado casi dos horas. Al oír un susurro indefinido viniendo desde donde se encontraba August, Nancy se dio vuelta para ver si decía algo, pero él solo demostraba una mirada serena, con una leve sonrisa. Incapaz de descifrar esta frase, la niña retomó su vigilia.

“Confío en ti, Luca" fue lo que dijo el viejo Barwell.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Capítulo 12

Escalofrío

 

Los últimos metros del trayecto escogidos por Ji-Yun, finalmente aparecieron más al frente, cuando ambos caminantes lograron avistar la plataforma donde deseaban llegar. Ya llevaban más de media hora caminando, recorriendo la oscuridad del túnel y siguiendo por las vías, todavía perturbados por la intensa lucha contra el Inversor que casi había hecho que Luca, literalmente, perdiese la cabeza.

-Siento mucho que hayas desperdiciado una de tus últimas balas - dijo Luca, apuntando a la pistola que estaba en la cintura de la joven.

-Está bien. Salvé tu vida y todavía quedan dos. Por favor, no te metas en más problemas – respondió ella, dándole un leve golpe en el hombro.

Finalmente llegaron a la plataforma y sin demora dejaron las vías; Ji-Yun subió primero, agarró a Luca del brazo y en un instante ambos se vieron caminando por la estación. Era amplia, más grande y más moderna que la anterior. Necesitaron pasar por dos torniquetes hasta llegar a los tan esperados peldaños, por donde subieron con ansiedad. Segundos más tarde se encontraban una vez más a cielo abierto, dos humanos vivos bajo las nubes inmóviles del mundo de los muertos. Luca curvó el tronco y se apoyó en sus propias rodillas, atacado por una enorme dosis de alivio al verse finalmente lejos de las paredes y de la oscuridad del túnel.

-¿Cansado?

-Nunca había corrido tanto en toda mi vida. Daría todo por una botella de agua helada ahora.

-¿Tienes sed? - preguntó Ji-Yun, mirando al joven de reojo, con el ceño fruncido.

-Bueno, realmente no – respondió Luca, levantándose y mojándose los labios. Todavía estaba jadeando, pero notó que su boca y garganta no estaban secas.

-Este es el Reflejo. Aquí no sentimos ni hambre ni sed. Es como si el tiempo no pasase para los que estamos aquí.

Luca se encogió de hombros y agregó aquella nueva información al cuaderno imaginario de notas sobre aquel mundo tan parecido, pero también tan diferente del de él. Con la postura nuevamente recta, miró alrededor e intentó invertir mentalmente lo que venía para poder localizarse. Reconoció un edificio muy alto y ancho que ocupaba el otro lado de la calle, así como las fachadas de algunos otros más pequeños que en aquella área eran comúnmente utilizados como departamentos públicos.  Estaban en el área más importante de la ciudad, donde quedaba el tribunal, el foro electoral y la parte más ansiada por ellos: el ayuntamiento.

-Estamos a pocas cuadras del ayuntamiento – susurró Ji-Yun, con el rostro mirando hacia adelante en la dirección donde la calle se transformaba en bifurcación. - Pero desde aquí tenemos que continuar con cautela. Esta es la parte más peligrosa de todo el Reflejo.

-¿Peligrosa?

¿Qué podría ser más peligroso que aquella cosa a la que se enfrentaron en el subterráneo?

Ji-Yun se alejó del pequeño muro que protegía la entrada de la estación, donde se había recostado para recuperar la respiración perdida y llegó cerca de Luca, tan cerca como nunca habían estado. Miró en lo profundo de sus ojos, uno azul y uno castaño, y con la mano reposada sobre el hombro derecho, le dijo:

-Los vivos, Luca. Los Sólidos son la mayor amenaza, mucho más que cualquier otra criatura natural que habita el Reflejo.

Sin decir nada más, nuevamente se alejó y retomó el camino por la calzada. Luca necesitó algunos segundos para recobrar la confianza, y con sus nervios aun inquietos, se dio vuelta y siguió también por el camino de piedras. Apresuró el paso hasta alcanzar a Ji-Yun, lanzándole una rápida mirada, pero que fue suficiente para revelar que parecía preocupada. Las pupilas de la joven se mostraban atentas como las de un depredador y su presa al ser puestos frente a frente - y en aquel caso, ella y Luca calzaban mucho más en la segunda categoría.

Lo que Ji-Yun sabía era que los Sólidos que llegaban a aquel lugar, en su gran mayoría, se volvían agresivos y dispuestos a matar a cualquiera que se cruzase en su camino. Se juntaban en bandos de confianza, y sin ningún motivo o razón aparente, se volvían violentos bárbaros capaces de arrancar las tripas de un ser humano con sus propias manos. Ella, a veces, intentó interpretarlos, estudiar sus comportamientos, qué los transformaba en humanos sin humanidad, y todo lo que conseguía sacar a la luz siempre denunciaba una especie de disgusto, una rabia extrema contra ellos por estar ahí, en un mundo habitado por almas y por monstruos. Sin otra opción y sin oportunidad de volver, a veces presenció de lejos, desde arriba de un edificio o la ventana de alguna casa, las masacres que se desarrollaban cuando dos grupos de Sólidos se encontraban por casualidad en las calles. La sangre corría, gargantas se abrían y cuerpos eran dejados atrás. Lo que pasaba con los espíritus de aquellos Sólidos muertos jamás lo llegaría a descubrir.

Se había mantenido lejos de ellos desde su llegada, andando y escondiéndose disimuladamente por la ciudad. Nunca había cometido el error de permitir encontrarse con ningún otro humano, y esto gracias a sus grandes habilidades de fuga. Acostumbraba parar para descansar siempre en un lugar diferente, lo que disminuía a gran escala la oportunidad de ser vista o espiada entrando y saliendo siempre del mismo lugar de abrigo. Hasta entonces, se las había arreglado bien.

-Vamos a andar siempre juntos y procurar no hacer mucho ruido. Esta área es patrullada y la última cosa que quiero es que nos vean.

-¿Conoces a los Sólidos que dominan esta parte de la ciudad?

-Tengo mis sospechas.

Ji-Yun estaba compenetrada y con los oídos agudizados como los de un perro rastreador. Guiaba a Luca por la orilla de la acera, lanzando miradas y evitando avanzar rápidamente delante de esquinas e intersecciones. Podrían en cualquier momento encontrarse con un Sólido solitario caminando por las calles, lo que no sería un gran problema gracias al alto nivel de entrenamiento de la agente. El peligro estaba en encontrarse con un grupo. Estarían perdidos.

Recorrieron con cautela las cuadras siguientes y no encontraron a nadie. Todo estaba vacío y silencioso, como siempre, y las únicas presencias que se hicieron notar fueron las de tres o cuatro pares de Oscuros perdidos por aquí y por allá. Fue solo cuando atravesaban la calle que llevaba a la última cuadra antes del ayuntamiento que oyeron ruidos provenientes de la esquina de enfrente. Una mezcla de sonidos secos que anunciaban voces y pasos.

-¡Esa no! ¡Ven conmigo! - Ji-Yun susurró, mientras corrió en la dirección contraria, retomando por donde ya habían pasado y jalando a Luca por la manga del terno.

Buscaron con urgencia un escondite, pero todo lo que el tiempo que tuvieron antes de ser visto por los Sólidos les permitió encontrar fue un gran basurero de fierro, lleno de escombros, que estaba ubicado a cerca de tres metros de la esquina. Se agacharon frente a él y rezaron a todos los dioses posibles para que quienes estuviesen pasando no viniesen en su dirección y solo pasasen de largo por la misma calle por la que andaban. Sus pedidos, sin embargo, fueron en vano. Oyeron cuando los pasos doblaron en la esquina y siguieron exactamente en dirección al basurero.

-¡No hagas ruido! - susurró una vez más la joven, pero esta vez al oído de Luca.

Pegados a las paredes frías y oxidadas del basurero, solo esperaban mientras el grupo llegaba cada vez más cerca. La acústica de la calle, por suerte, los favorecía y sería perfectamente posible saber cuando se acercasen lo suficiente para que ambos se moviesen de rodillas hacia el lado y escapasen sin ser vistos. Conforme disminuía la distancia entre ellos, identificaron tres voces: dos masculinas y una femenina. Agudizando su audición, Ji-Yun intentó entender lo que decían.

-Se va a enfurecer - dijo la primera voz, aparentemente de un adolecente.

-¿Qué crees que podríamos haber hecho? - sonó la segunda, de una mujer ya adulta. - Buscamos por todos lados.

-La joven sabe esconderse muy bien – finalmente dijo la tercera, grave y ronca. La voz de un hombre de mediana edad.

Los tres andaban lento, sin prisa alguna, arrastrando los pies en la calzada y sonorizando su paso. De acuerdo a lo que conversaron parecían estar en una ronda para buscar a una joven. Ji-Yun sintió un ligero escalofrío al imaginar que ella podría ser aquella joven citada.

-Vamos a buscarla un poco más – dijo nuevamente la voz del joven.

En aquel instante, notaron que el grupo pasaba frente al basurero. Fue cuando se pusieron a gatear hacia uno de los lados del gigantesco tarro de escombros, siguiendo por él hasta llegar al otro extremo y librándose de los Sólidos.

-Vámonos – dijo en voz alta el hombre mayor. - Si Serj quiere a esa mujer, que venga él mismo por ella.

El cuerpo de Ji-Yun se estremeció por completo al sabor de un inevitable escalofrío en aquel instante. Los cabellos en su nuca se erizaron y casi perdió el aire. No pudo creer lo que acababa de oír. Luca también pareció chocado, y sin otra cosa que hacer simplemente encaró a su compañera, buscando algo que decir. Prefirió permanecer en silencio. Mantuvieron sus posiciones inertes hasta que el grupo se alejó, y al mismo tiempo, se levantaron apoyando sus manos en el suelo.

-Bueno, el hijo de su madre me está buscando – dijo ella, limpiando el polvo de sus ropas.

-¿Crees que tiene algo que ver con la desaparición del Equilibrium?

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