Equilibrium

Equilibrium


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-Pero no tenemos idea de donde está el muchacho. Ni siquiera sabemos si está aquí.

-Después de descubrir que Serj me está buscando, estoy casi segura de que el muchacho está aquí.

Prosiguieron por el lado derecho de la plaza, sintiendo la adrenalina aflorando a cada paso recorrido. Atravesaron por atrás de uno de los canteros, aprovechando los gruesos troncos de los árboles para disminuir aún más su visibilidad, llegando hasta uno de los lados del edificio. Quedaba en un callejón razonablemente estrecho, ocupado parcialmente por algunos basureros de plástico vacíos. Había una única puerta, localizada justo al final de la pared que componía toda el área donde se encontraban - era la puerta de servicio, por donde los funcionarios retiraban la basura del ayuntamiento.

Ji-Yun pujó la manilla hacia abajo y con un leve crujido la puerta se abrió. Entraron uno detrás del otro y notaron que estaban en una especie de depósito lleno de polvo, con muchas cajas apiladas y varios estantes llenos de cajas más pequeñas y de varios colores. En un extremo de la sala había otra puerta. Luca tomó la delantera y la abrió lentamente, abriendo una pequeña ranura por donde espió para ver qué había del otro lado. Era un corredor repleto de puertas, con placas en cada una de ellas, identificando a qué departamento pertenecían. Al final del corredor había un elevador, exhibiendo su puerta abierta y aparentemente fuera de funcionamiento.

-Hay muchas puertas, y este es solo uno de los corredores del edificio. El muchacho puede estar en cualquier lugar.

-¿Viste a alguien?

-No. Todo está muy tranquilo.

-Tenemos que arriesgarnos. Examinaremos puerta por puerta.

-¡No, Ji-Yun! ¡Es muy peligroso!

-¿Tienes una idea mejor?

Luca movió su cuello guiando los ojos hacia todos los lados de la sala. Puso sus pensamientos en orden e intentó montar alguna estrategia, ya que tanto él como Ji-Yun sabían que abrir puerta por puerta era extremadamente arriesgado. No tendrían tiempo ni espacio para despistar a un grupo de Sólidos, en caso de que encontrasen a alguno, y ser capturados estaba completamente fuera de los planes por innumerables motivos, pero el más importante de ellos: el tiempo de Luca se estaba agotando. Cuando ninguna otra idea surgió delante de sus ojos, el joven notó un detalle que podría serles de gran ayuda. En uno de los rincones de la pared, casi completamente oculta por uno de los estantes de fierro, había una rejilla que protegía una pequeña abertura.

-Ven aquí, ayúdame a empujar este estante – dijo ella, moviéndose en dirección al mueble

-¿Qué estás haciendo? - preguntó Ji-Yun, pero atendiendo de todas formas el pedido.

Uniendo fuerzas empujaron el estante hacia la derecha, procurando no arrastrarlo por el suelo y manteniendo intacto el silencio en el ayuntamiento. No obstante, fue quebrado cuando una enorme caja que guardaba decenas de cuadernos de anotaciones en blanco se deslizaron y cayeron al suelo del depósito. Los cuadernos se desparramaron, causando un fuerte ruido, muchos de ellos y muchos de ellos se abrieron, forrando el suelo con hojas de papel. Ji-Yun y Luca intercambiaron gestos de pánico y se mantuvieron inmóviles, esperando oír mil pasos por el corredor rumbo al depósito para atraparlos in fraganti.  De todas formas, el silencio imperó, y afortunadamente nadie apareció. Un suspiro de alivio y ambos volvieron a trabajar.

Colocaron una vez más el estante en el suelo, a algunos centímetros de distancia de su lugar original, dejando libre la abertura que Luca hace unos momentos había visualizado.  Ji-Yun miró y solo así notó cuales eran las intenciones del joven.

-¿El ducto de la ventilación? - preguntó, incrédula.

-Exacto – respondió él, satisfecho. -Por él podemos recorrer todo el edificio sin hacer ruido y también espiar cada sala sin la necesidad de abrir ninguna puerta.

-Punto para ti – respondió la joven, encogiéndose de hombros.

Luca recorrió la pequeña sala buscando algo para usar como apoyo y encontró detrás de algunas cajas una pequeña pila de sillas. Empujó una de ella, la colocó justo debajo de la abertura, subió y sin mucha experiencia desencajó la rejilla que protegía la entrada del ducto. Con cuidado para no causar más ruidos que pudiesen denunciarlos, dejó la rejilla en otro estante que había al lado, y sin demora apoyó sus brazos en la abertura y retiró sus pies de la silla. Necesitó la ayuda de Ji-Yun, quien estiró sus piernas hasta que Luca logró estar completamente dentro de la estrecha abertura, con espacio suficiente para arrastrarse solo hacia atrás y hacia adelante. Con más destreza - y un cuerpo más delgado y flexible que el de Luca – la joven también se subió a la silla y logró entrar sola en el ducto.

Adelante, Luca inició la búsqueda y a deslizarse por el ducto de acero, empujando su cuerpo con los codos. El espacio era limitado, las paredes eran estrechas y los hombros del joven necesitaban ser contraídos junto con el tronco o jamás saldría del lugar. Ji-Yun, por su parte, conseguía recorrer el camino metálico con más facilidad, y ni siquiera su mochila roja perjudicaba sus movimientos. Siguieron lentamente, y segundos después llegaron a la rejilla lateral que daba vista a la primera de las salas de aquel piso del ayuntamiento. Luca acercó su rostro a ella y puso la punta de su nariz en una de las aberturas; logró ver una oficina simple, con un pequeño escritorio, tres sillas y un bebedero sin bidón. No había nadie en esa sala. Continuaron arrastrándose y pronto llegaron a la segunda sala. Luca repitió el proceso de investigación, esta vez encontrando una sala con varias ventanillas separadas por paredes de plástico. Así como en la sala anterior, esta estaba desprovista de toda presencia humana.

Algunos metros más adelante, mientras seguían en la búsqueda, se encontraron con una bifurcación. La abertura al medio del camino llevaba a otro lado del ducto, que correspondía a las salas del otro lado del corredor.

-Ji-Yun, vamos a separarnos aquí, tú verificas el otro lado y yo continúo por este. Si encuentras algo, golpea tres veces con el puño en el ducto que voy donde estés. Yo haré lo mismo.

-Está bien. Ve con cuidado.

Ji-Yun curvó su cuerpo y accedió a la parte central del estrecho pasaje.  Luca continuó lentamente, y mientras la joven se alejaba, llegó a la tercera abertura cubierta de rejillas. Una vez más espió por entre las finas barras, y esta vez notó que estaba encima de una sala repleta de estantes, cada uno de ellos lleno de libros. Una biblioteca. Examinó el lado derecho y vio varias mesas y sillas que llenaban el espacio; miró hacia el otro lado y comenzó a investigar el lado izquierdo del lugar. Deslizó la mirada por algunos muebles desordenados y libros tirados en el suelo. Fue cuando vio en un punto cercano a ese desorden que su corazón se disparó.

Había un niño, de aparentemente unos doce o trece años, amarrado a una silla en uno de los rincones de la biblioteca.

-¡Ji-Yun! ¡Ji-Yun! - dijo Luca, con prisa, pero cuidando no dejar que su voz sonase muy fuerte.

La joven, que se arrastraba hacia el otro ducto rumbo al lado opuesto, oyó los llamados y paró de moverse.

-¿Encontraste algo?

-¡Encontré al muchacho, está aquí abajo!

-¿Qué? ¡¿Estás seguro?!

Dominada por una excitación indescriptible, Ji-Yun recorrió el camino de regreso, arrastrándose hacia atrás por el lugar por donde ya había pasado. Con mucha prisa se acercó a Luca, quien se abrió espacio para que ella pasase y viese con sus propios ojos lo que acababa de descubrir. Ji-Yun se arrinconó contra las rejillas y colocó su rostro en ellas, intentando avistar al muchacho entre las innumerables cosas que había en la biblioteca. Luego, en el rincón izquierdo, encontró al muchacho: un pequeño prisionero silencioso.

-¡Es él! ¡Es él!

Como si una fuerza sobrenatural la guiase, Ji-Yun de inmediato contorsionó su cuerpo todo lo que el limitado espacio le permitió, llevando las dos manos a la rejilla que protegía el ducto. Sin dificultad, desencajó la rejilla y necesitó hacer una maniobra arriesgada para traerla hacia adentro.  El muchacho pareció estar completamente ajeno a los ruidos que venían del ducto, permaneciendo con su cabeza agacha, en dirección a sus propios pies. Luego de quitar la rejilla, usándose de su gran flexibilidad, pasó el cuerpo por la abertura y saltó. Sus botas absorbieron el impacto de la caída de poco más de dos metros y la ayudaron a ponerse de pie rápidamente. Luca no dominaba tanta destreza y necesitó de la ayuda de su compañera para no quebrarse las piernas al saltar de manera torpe. Ella esperó que parte del tronco del joven se deslizase por fuera y lo afirmó de los tobillos, aplicando una dosis de fuerza que ni ella misma sabía que poseía. Fuera del ducto, finalmente, se vieron detrás de algunos estantes en la pequeña biblioteca del ayuntamiento. Todos ellos tenían la misma altura, pasando poco más arriba de las cabezas de los invasores, y casi completamente llenas de libros había pocos espacios por donde pudiesen examinar mejor el ambiente. Solo había una puerta en el lugar, la que llevaba al corredor avistado por ambos. Todo estaba absurdamente tranquilo.

-Luca, abre un poco la puerta y vigila el corredor. Voy a soltar al muchacho y luego saldremos de aquí.

Lanzando una mirada en dirección del joven amarrado, Luca obedeció de inmediato y se acercó a la puerta de la biblioteca. Con cautela, giró la manilla y empujó la puerta un poco hacia atrás, y por el espacio logró ver parte del corredor.  Silencioso y sin ninguna señal de movimiento, Ji-Yun fue donde estaba el muchacho, que aún no había notado la presencia de aquellos que estaban ahí para rescatarlo, y se inclinó delante de él y de su cabeza gacha.

Estaba vestido exactamente como Ji-Yun lo había visto por última vez: la camisa manga larga, totalmente blanca, pantalón de lino color crema y, en los pies, una sandalia de cuero parcialmente gastada. Sus pequeños ojos estaban cerrados, y su respiración leve y serena denunció que dormía profundamente.

-¡Muchacho, muchacho! - susurró la joven, agitando levemente los hombros del prisionero.

Atacado por un leve susto y sin saber en un primer momento lo que pasaba, el muchacho abrió los ojos y levantó la cabeza. Giró el cuerpo hacia atrás, con la mirada levemente borrosa, y demoró algunos segundos en reconocer a su amiga que por fin había aparecido para salvarlo.

-¡Ji-Yun! - dijo él, en voz alta, poseído por una repentina alegría.

-¡Shh! No hagas ruido – respondió ella, desaprobando al muchacho.

-¡Creí que nunca vendrías!

-Perdón por la demora.

Poniéndose una vez más de pie, Ji-Yun desató las cuerdas que amarraban al pequeño a la silla. Marcas profundas de aprisionamiento quedaron dibujadas en su piel morena. Una vez que sus manos fueron desatadas, él las separó y movió ambas muñecas de arriba abajo, intentando recuperar la circulación de sus dedos durmientes. Mientras la amiga liberaba también sus piernas, amarradas por una cuerda que unía sus tobillos, el muchacho espió por encima de la cabeza de ella y vio a Luca parado delante de la puerta con la mitad de la cabeza detrás de ella.

-¿Quién es él? - preguntó, curioso.

-Una persona muy especial - Ji-Yun le explicó rápidamente, finalizando su trabajo. -Listo, ya estás libre.

El muchacho irguió el cuerpo de un salto, pero debido a la falta de movimiento por horas y horas seguidas, no pudo mantenerse en pie. Los pies flaquearon, pero Ji-Yun lo afirmó antes de que se cayese nuevamente y volviese a la silla donde había pasado tantos días y horas. Él agradeció con una sonrisa y, sostenido por la agente, siguió a su lado hasta la puerta. Luca los vio llegando y, momentáneamente, bajó la guardia cuando se dedicó a examinar el acercamiento de aquel que había sido el gran motivo de su presencia en el mundo paralelo de los espíritus errantes.

Cuando menos de un metro de distancia los separaba, como un primer y obligatorio contacto, ambos pares de ojos se encontraron. Y fue un encuentro como Luca nunca antes había presenciado. Los ojos del muchacho, uno azul y uno castaño, así como sus propios ojos, ganaron la atención del médium como si leyesen cada línea de expresión, cada pelo de la barba que crecía en su mentón. Era como un imán, una atracción de auras que tenían mucho en común. El azul de ambos iris se reflejó el uno en el otro. No lo percibían y no lo entendían, pero una fuerte conexión entre dos blumergards estaba ocurriendo ahí, en aquel preciso momento.

-Este es Luca, y él pasó por muchas aventuras para ayudarme a encontrarte.

Al sonido de la explicación de Ji-Yun el momento místico fue quebrado, y luego ambos se saludaron con simples gestos de cabeza. No había tiempo para ceremonias: tenían que salir rápidamente de aquel lugar.

-Ven, Luca ¡Ayúdame a colocarlo en el ducto!

-Ji-Yun, estoy seguro de que lograremos salir tranquilamente de aquí por la puerta delantera de la prefectura. No hay absolutamente nadie aquí.

-Es muy arriesgado. Entramos tranquilamente por los ductos y podemos salir de la misma forma.

-Él tiene razón – dijo el muchacho, justo después de que Ji-Yun terminó de hablar. -Ellos con suerte vienen aquí. Pasan el tiempo entero afuera.

-¿Viste? Ya habría oído si hubiese alguien.

Descontenta, Ji-Yun miró la entrada del ducto de ventilación por donde habían salido, y aunque existiese la posibilidad de que el ayuntamiento estuviese totalmente vacío, aún pensaba que la primera opción era mucho más segura. No obstante, procurando confiar en la intuición de Luca y en la afirmación del prisionero rescatado, dejó caer la guardia y aceptó la fuga por la puerta principal.

-Está bien. Pero si nos atrapan, ¡los mato!

Gritando dentro de su propia mente un “todo va a salir bien” Luca retomó su posición de alerta por la abertura de la puerta. Dando una última espiada a cada lado del corredor, abrió completamente la puerta y la atravesó, moviendo lentamente los pies a pasos ensayados. Ji-Yun y el muchacho lo siguieron justo detrás, de la mano, procurando acompañar el ritmo de quien los guiaba. Al final del corredor, frente a la puerta abierta del ascensor apagado, encontraron otra puerta, una sin ninguna identificación. Luca la abrió sin demora, seguro de que aquella puerta llevaría a la parte principal del ayuntamiento; confirmó sus sospechas cuando pasó por ella.  Llegaron a un camino largo, forrado por un tapete café y muy suave, y al continuar por él se vieron en el gran hall de la entrada del ayuntamiento. Desde donde estaban conseguían visualizar la puerta de la entrada, con sus enormes láminas de vidrios polarizados y algunos adhesivos pegados en ellas que decían "NO FUMAR" con letras separadas. Al centro del hall había dos pilares que subían hasta el techo con una ventanilla de informaciones – sin trabajador en aquel mundo – ubicado justo entre ellas.

No necesitaron espiar mucho para una vez más estar seguros de que no había nadie en aquel lugar. Faltaban pocos metros, que luego de recorridos significarían la libertad para el muchacho, y consecuentemente el éxito de la misión de Luca en el Reflejo.

-A la cuenta de tres, corremos todos de una sola vez, ¿entendido? - dijo el joven, alternando las miradas de Ji-Yun y el muchacho.

Ambos afirmaron llenos de confianza, y Luca extendió el brazo frente a ellos como si crease una línea que no debía ser cruzada antes de la señal acordada. Un largo suspiro repletó sus pulmones con el aire frío del Reflejo. Sentía miedo, sentía mucho miedo de que todo saliera mal, pero al mismo tiempo estaba listo.

-Uno… dos… tres… ¡Ahora!

Como animales acarreados y desesperados por una fuga exitosa, los tres salieron disparados como rayos humanos por el hall. Los tres pares de pies produjeron sonidos muy altos, que resonaron y acabaron con el silencio del edificio y su sueño casi mortal. Pasaron por las sillas de la recepción, por la caseta de un guardia inexistente, por el mesón de informaciones y por los pilares. El hall, que no se extendía por más de seis metros de lado a lado, pareció un camino kilométrico a la percepción de aquellas tres personas. Con el aliento siendo atropellado por la adrenalina, llegaron a las puertas de vidrio, ya abiertas. Exactamente al mismo tiempo, como en una disputada maratón, atravesaron la línea de la entrada y llegaron a la calzada.

-Vamos, no disminuyan el paso, necesitamos alejarnos de esta área lo antes posible – disparó Luca, mientras paraba de correr, pero manteniendo un ritmo bastante acelerado.

Bajaron los peldaños frente al edificio y llegaron a la plaza decorada por canteros, una vez más sin tiempo de observarlos. Ahí estaban, aún más expuestos que en el hall del ayuntamiento. Uno detrás del otro, recorrieron la mitad de la plaza, poco a poco sintiendo cómo el miedo se desvanecía y casi seguros de ser merecedores del sello de "misión cumplida".

-¿No les dije que todo iba a salir bien? – preguntó Luca, sonriente.

Antes de recibir su esperada respuesta, sin embargo, extrañó el hecho de que Ji-Yun y el muchacho hubiesen dejado repentinamente de caminar. Se dio vuelta, también deteniéndose, y esperó que algo saliese de sus bocas. Todo lo que vio fue ojos desorbitados y llenos de miedo.

-No salió tan bien—dijo Ji-Yun, finalmente.

Girando en su propio eje y reponiendo el cuerpo hacia adelante, Luca finalmente vio lo que los había detenido. Sólidos. Muchos de ellos, surgiendo de innumerables direcciones y de todas las calles que rodeaban la plaza del ayuntamiento. Habían caído en una maldita emboscada.

Estáticos, Luca, Ji-Yun y el muchacho juntaron sus cuerpos y solo esperaron mientras los treinta, cuarenta o cincuenta Sólidos los cercaban por completo. Aparecían de todos lados y tenían las más variadas características: algunos adultos, algunos adolescentes y otros más viejos. Sus ropas eran, en su ¨gran mayoría, contemporáneas – pantalones, camiseta y zapatillas - , pero entre el grupo también había algunos con características de décadas pasadas y que denunciaban sin palabra alguna la gran cantidad de años gastados como prisioneros del Reflejo. Avanzaban hasta el trío lentamente, a pasos furtivos, sonorizando el tapete de asfalto debajo de ellos.

El muchacho de ojos coloridos buscó la mano de Ji-Yun, aferrándose a ella con mucha fuerza. Aunque tenía un papel importante en el funcionamiento de aquel mundo, era solo un niño y necesitaba protección.

-Todo va a salir bien - dijo Luca, una vez más, transformando aquellas palabras en un preciado mantra.

Un largo minuto recorrió la plaza, y finalmente se formó un círculo que acorraló a los invasores del ayuntamiento. Todos los Sólidos, sin excepción, los encaraban con sus ojos repletos de maldad, compartiendo una onda de poderes negativos y amenazadores. Solo un inmenso y poderoso milagro ayudaría al trío a escapar.

-¿Qué quieren? - dijo Ji-Yun, fuerte y claro.

Ninguno de ellos movió ni siquiera un músculo de la cara con la intención de responderle. Las miradas congeladas continuaron, apuntándolos como puntudas flechas destinadas a matarlos.

-¿No me escucharon? - intentó una vez más, esta vez levantando aún más la voz. -¿Qué quieren? ¡No le hicimos nada a ninguno de ustedes!

-¡Y ellos saben muy bien eso, Kwon!

Las palabras de aquella frase le llegaron a Ji-Yun como un tiro certero, justo en medio de su cabeza. La voz que las había pronunciado, grave y masculina, salió de algún lugar en medio de los Sólidos que formaba la barrera humana. Kwon. Aquel era el apellido de Ji-Yun, y solo una persona en todo el mundo la llamaba así.

 

 

 

 

 

 

 

 

Capítulo 14

Emboscada

 

Súbitamente, los Sólidos de un cierto punto de la barrera comenzaron a alejarse, abriendo un camino estrecho por donde un hombre alto, de ropas oscuras y pesadas atravesó lentamente. Traía puestas unas grandes botas negras y sus manos, igualmente grandes, estaban cubiertas por guantes que terminaban en los nudillos. Un hombre robusto y aparentemente capaz de partir a otro ser humano a la mitad sin mucho esfuerzo.

Luego de dar la vuelta alrededor de los tres acorralados, sin ninguna preocupación por apurar el paso, el hombre recién llegado se paró frente a ellos.

-Hola, Kwon - dijo con un acento peligroso, levantando su cabeza y exhibiendo un largo mentón, pómulos definidos y ojos feroces como los de un águila.-Que gran sorpresa. ¡Es un placer encontrarnos de nuevo después de tanto tiempo!

-Hola, Serj. Estoy sorprendida de verte también, aunque no comparto el mismo placer.

Serj parecía divertirse con la presencia de su antigua compañera, y continuaba caminando en círculos alrededor del trío como si fuesen alguna especie de atracción a merced de su voluntad. Los demás Sólidos permanecieron callados, demostrando completa sumisión ante él.

-Dime Kwon ¿Dónde andabas? ¿Dónde te estabas escondiendo?

-Aquí y allá.

-Te busqué por mucho tiempo, ¿sabes? Para que pudiésemos finalizar nuestro último asunto.

-El asunto donde me traicionaste como un hijo de…

-Ah, ah, ah, cuidado con esa lengua, pequeña. Hay un niño presente.

-El niño que secuestraste y mantuviste como prisionero en una silla. ¿Crees que él tampoco piensa que eres un maldito desgraciado?

Serj se detuvo y giró su cuerpo hacia atrás poniéndose frente al muchacho que aún se aferraba a la mano de Ji-Yun como si de eso dependiese su vida. Se agachó delante de él y lo encaró con sus ojos oscuros y penetrantes.

-El muchacho de ojos coloridos. Son muy bonitos, ¿cierto, Kwon? - preguntó el hombre una vez más, dirigiéndose a Ji-Yun, que por su parte solo mostró una expresión de disgusto e impaciencia. -Buen niño. Te portaste muy bien y no me causaste ningún problema.

Nuevamente levantándose, el ex compañero de la joven se dirigió a Luca, que solo lo miraba de reojo, completamente dominado por una furia interior que le permitiría arrancarle la cabeza con sus propias manos.

-Y tú. A este no lo conozco. ¿De dónde lo sacaste, Kwon?

En medio de las provocaciones que le estaban dejando los nervios de punta a Ji-Yun, Serj deslizó su mirada por el rostro de Luca y se percató de un detalle importante en el contenido de su fisionomía. Estiró el cuello hasta casi chocar su nariz afilada en la del médium, librando una sonrisa maléfica.

-¿Tu noviecito también tiene los ojos coloridos? ¡Eso es muy curioso!

-Serj ¿Qué es lo que realmente quieres, además de intentar hacerte el gracioso? – dijo Ji-Yun, a regañadientes.

-¿Qué quiero? Sabes mejor que nadie lo que quiero, Kwon. Y nuestro amiguito de ojos coloridos, el más pequeño claro, definitivamente sabe cómo hacerlo.

-¿De qué hablas, Serj?

-¿Realmente crees que mis intenciones con el muchacho eran solo atraerte a una emboscada? ¿Crees que vales tanto para mí?

-No conozco ningún otro motivo por el cual te hayas dado tanto trabajo.

-Tu presencia aquí es simplemente un bonus – dijo Serj, esta vez acercándose a Ji-Yun y tocando su mentón con la punta de los dedos.

-No me toques, maldito. - Ji-Yun susurró, moviendo la cabeza bruscamente hacia el lado, mientras se controlaba como si fuese de acero para no reaccionar.

-¿Crees que a mí o a cualquiera de nosotros nos gusta estar aquí, Kwon? ¿Atrapados en este mundo idiota?

-Con el tiempo te acostumbras. Pensé que eso ya te había pasado.

-No me gusta la idea de pasar toda mi vida aquí. Y es por eso que necesito a tu amiguito. ¿Crees que no sé que él es… diferente de nosotros?

-No sé de qué hablas.

-No seas cínica, Kwon. Algunos de mis espías te siguieron y vieron que tenías cierta confidencialidad con el muchacho y hasta escucharon algunas de sus conversaciones sin que se diesen cuenta. Todos nosotros sabemos que ese niño es capaz de abrir puertas de regreso a nuestro mundo, y fue por eso que lo trajimos aquí.

-Y veo que tus planes no salieron como esperabas. Todavía estás aquí.

-Digamos que el muchacho no colaboró. Fue por eso que empecé a buscarte, para que tal vez tú pudieses hacerlo hablar.

Rápidamente y para completa sorpresa de Luca y Ji-Yun, Serj se movió con destreza, agarró al muchacho y atravesó el brazo fuertemente alrededor de su frágil cuerpo. Con un movimiento casi imperceptible, sacó una afilada cuchilla de su cintura y la acercó al cuello de piel fina del niño.  Tan rápido como Serj, y una vez más poniendo a prueba sus habilidades de agente, Ji-Yun sacó su pistola y, en menos de un segundo, se puso en posición de disparo.

-Si intentas hacer alguna estupidez le abro la garganta – exclamó Serj.

-Si le abres la garganta, la tuya será atravesada por una bala. Tú eliges.

Los antiguos compañeros se enfrentaron, y entre sus rostros surgió una línea invisible de tensión reprimida.  Expresiones feroces y prontas a explotar. El muchacho no reaccionaba, no movía ni siquiera un dedo con la intención de escapar. Presentaba una expresión tranquila, contrastando completamente con la de Luca, que parecía dominada por el horror. Después de viajar al mundo de los muertos, de sobrevivir al ataque de los espíritus negros y a un cazador de sólidos que casi se llevó su cabeza como premio, no podía creer que estaba metido en un problema con humanos vivos. Los verdaderos monstruos, finalmente, siempre acababan mostrando sus caras.

-Nadie tiene que salir lastimado, Kwon. Todo lo que quiero es que el muchacho me haga salir de aquí. No solo a mí, sino que a todos estos inocentes que fueron absorbidos a este mundo.

-Todos ustedes dejaron de ser inocentes cuando ensuciaron sus manos en el secuestro de un niño indefenso – dijo Luca, en respuesta a Serj.

-¿Pero qué es esto? ¿La liga de la justicia? - respondió el agente, con severidad. - No le hicimos nada malo al muchacho… todavía. Espero que él decida hablar.

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