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III Enigmas del cristianismo » ¿Dónde se encuentra el Arca de la Alianza?

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¿Dónde se encuentra el Arca de la Alianza?

Las películas de Indiana Jones han puesto de moda la búsqueda de la legendaria y perdida Arca de la Alianza. Cuenta el Antiguo Testamento que, bajo la guía de Moisés, el Arca viajó con los hebreos desde el desierto del Sinaí a Horma. Muerto Moisés, bajo la dirección de Josué, casó el Jordán y entró en Palestina. En tiempos de Samuel fue capturada por los filisteos y llevada a Ashod, a Gath y después a Ekron. Asustados por los poderes del Arca, que provoca muertes y enfermedades, se la devolvieron a los israelitas, que la guardaron en Kirjath-Jearim. David la hizo llevar finalmente a Jerusalén, donde Salomón la guardó en el templo. Después de esto, ninguna mención en los libros históricos, sólo silencio. Nabucodonosor, al tomar Jerusalén en el año 587 a. C., mandó incendiar el templo, pero no se hace mención alguna del Arca. ¿En qué lugar podría encontrarse hoy en día?

Ya que hemos comenzado por citar a Indiana Jones, el arqueólogo Vendyl Jones, un tipo pintoresco de quien se dice que inspiró a Spielberg para su personaje cinematográfico, cuenta que descifró una parte del rollo de cobre hallado en 1952 en Qumram, que resultó ser una lista de objetos del sanctasanctórum del templo, indicándose hasta sesenta y dos lugares donde se ocultaron objetos litúrgicos tras la destrucción del segundo templo. Vendyl Jones dice que el Arca de la Alianza está en la relación y se halla en la ciudad de Gilgal.

Otro arqueólogo, Ron Wyatt, sostiene que se encuentra enterrada bajo el monte Moriah, en el Grotto o caverna en la que Jeremías escondió el Tabernáculo, el Arca de la Alianza y el Altar del Incienso y cuya entrada cerró después. El lugar indicado por Wyatt para iniciar la búsqueda, la cual emprendió en compañía de sus dos hijos, Danny y Ronny, era un lugar que algunos denominan la pared del Calvario, cuyo relieve dibuja —con mucha imaginación— la forma de una calavera alusiva al Gólgota donde Jesús fue crucificado. Wyatt decidió excavar perpendicular a la roca y tras dos años de trabajo descubrió una cueva bajo el monte Moriah. El 6 de enero de 1982, después de una búsqueda en todos los pasadizos y cavidades, halló lo que buscaba, una caja de piedra con la tapa partida en dos y justamente encima, en el techo de la cueva, distinguió una grieta ennegrecida por algún sedimento. Al llegar a la caja comprobó que la hendidura de la tapa estaba manchada de la misma sustancia del techo. Decidió volver días después con unos instrumentos ópticos especiales, de cuya lectura dedujo que el contenido de la caja no era otro que el Arca de la Alianza. Asegura que informó a las autoridades israelíes, pero éstas le recomendaron mantener el secreto. Para él puede seguir allí.

Anthony F. Futterer la ha buscado en el monte Nebó. Al parecer la encontró y, antes de morir, dejó pistas de su emplazamiento a un tal reverendo Clinton Locy. Tom Crotser, arqueólogo estadounidense que visitó al reverendo, dice que consiguió una copia de la inscripción que Futterer había visto en la boca del túnel bajo el Nebó. Según Crotser, la traducción de esa inscripción era «aquí yace el Arca de la Alianza». En el monte Pisagh —en la cordillera del monte Nebó— encontraron una cavidad que al parecer era la entrada de la gruta. Quitaron la plancha de hojalata que cubría la entrada y se introdujeron en el pasadizo el 31 de octubre de 1981. Allí aseguran que había una caja de oro que no tocaron por temor a recibir una descarga, pero hicieron varias fotografías y la midieron. Más tarde en Ammán intentaron inútilmente convencer a las autoridades jordanas de su descubrimiento.

Una información, que Maimónides atribuye a un judío llamado Arabaita, pudo haber inspirado una expedición que en 1908 buscó Arca bajo el antiguo templo de Salomón. Era la expedición Parker, que comenzó su búsqueda en el palacio-museo de Topkapi, en Etambul. Durante esta expedición el sueco Walter H. Juvelius, estudioso de la Biblia, había encontrado un código sagrado en un manuscrito del Libro de Ezequiel en el que descubrió el emplazamiento exacto del Arca bajo el templo. Juvelius se asoció al capitán Montague Parker bajo el mecenazgo de la duquesa de Marlborough, para recuperar el Arca de su presunto escondite. Gracias a una serie de sobornos a las autoridades turcas, entre 1909 y 1911 el grupo descubrió varios túneles secretos. Mas su búsqueda acabó el 17 de abril de 1911, cuando Parker y sus hombres intentaron entrar en una gruta natural, justo debajo de la roca sagrada sobre la que estuvo colorada el Arca en la época del primer templo. Parker y su equipo descendieron a la gruta y empezaron a retirar las piedras que cubrían la entrada a una galería antiquísima. Uno de los vigilantes que estaba rasando la noche en el templo oyó los ruidos de los trabajos de cava y al descubrir extranjeros bajo el sanctasanctórum, fue a la ciudad para avisar a todo el mundo sobre la profanación que estaba sucediendo. Una muchedumbre enfurecida llegó frente a los muros del templo dispuesta a hacer pagar con sangre la ofensa. Parker y el resto de la expedición consiguieron escapar a Jerusalén y de allí al puerto de Haifa, donde embarcaron sanos y salvos.

Pero la pista más apreciada hoy en día es la defendida por el investigador británico Graham Hancock y plasmada en su obra Símbolo y Señal Hancock dice que oyó hablar por primera vez de la conexión del Arca con Etiopía mientras escribía un libro sobre este país africano, donde había sido corresponsal. En una visita a la ciudad de Axum conoció a quien afirmaba ser guardián del Arca o Tabot, que le contó la leyenda del hijo de Salomón y Belkis, la mítica reina de Saba, y su relación con el objeto sagrado. La hipótesis de Hancock demuestra que el Arca salió de Palestina, recaló un tiempo en Elefantina (Egipto) y después de que los judíos de Elefantina huyesen al Sudán y a las tierras altas de Etiopía, llegó finalmente al lago Tana. Visitando esta zona conoció la existencia de unos textos antiguos —el Kabra Negast— que relataban como el Arca de la Alianza había sido colocada en una especie de tabernáculo en la isla lacustre de Tana Kirkos, donde permaneció ochocientos años hasta que el rey Ezana de Etiopía la llevó hasta su emplazamiento actual en Axum. Desde luego en Etiopía había judíos, los falashas, aunque la historia del Arca se vinculó a las tradiciones cristianas, pues los etíopes se convirtieron en torno al siglo IV. Graham Hancock sostiene firmemente que el Arca de Menelik I se depositó en la iglesia de Santa María de Sión, en Axum, y ahí sigue…

Finalmente, hay todo tipo de leyendas más o menos documentadas que la sitúan en otras partes, como la capilla de Rosslyn, en Escocia, donde supuestamente la llevaron los caballeros templarios, que la habrían encontrado bien en Jerusalén, bien en el Vaticano, gracias a que el gobierno de Mussolini se la donó, tras haberla encontrado en Etiopía, o bien, y más extraño todavía, en algún lugar no identificado de Alemania, donde la habría llevado desde una gruta cercana a Tarascón un comando especial de las SS al mando de Otto Skorzeny, que seguía las pistas dejadas por Otto Rahn antes de su suicidio ritual. Pero, si no les parece suficiente, hay hasta quien sostiene que desde Alemania fue embarcada en un submarino en 1945, antes del final de la guerra, con rumbo a algún lugar secreto de América del Sur o, ya puestos a imaginar, de la Antártida. Como pueden ver, hay variantes para todos los gustos.

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