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V Linajes, órdenes y caballeros » Los viajes secretos de los templarios

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Los viajes secretos de los templarios

Como el lector estará comprobando a lo largo de este libro, en muchos museos se esconden piezas que han sido denostadas, pero que permanecen expuestas y a la vista de todos los visitantes que deseen contemplarlas. Su sola presencia es una demostración de que nos quedan muchas preguntas que responder, por mucho que algunos inquisidores opinen que lo sabemos absolutamente todo sobre nuestra historia. Para demostrar cuan equivocados están estos seudoescépticos, no estaría de más que alguno se pasara por el Museo Nacional de Arqueología de La Paz (Bolivia). Si lo hace, descubrirá que existe una pequeña estatua pétrea que representa a un personaje cubierto por una túnica en cuyo pecho presenta en alto relieve una cruz griega… ¡la cruz templaría! Y lo llamativo es que la pieza fue tallada por indígenas antes de la llegada de Colón a aquellas tierras, cuando aquel símbolo —y menos aún en la acepción del Temple— ni siquiera era conocido por aquellos hombres, al menos, en apariencia.

Para piezas como ésta no existe otra explicación más que abrir la mente a la posibilidad de que, de algún modo, los templarios pudieran haber alcanzado las tierras americanas antes de la llegada de Colón. Ciertamente, muy pocos creen ya aquella lección de historia en la que nos contaban como el descubridor salió al mar esperando encontrar las Indias por el otro lado. Ahora sabemos que Colón conocía perfectamente lo que hacía y adonde se dirigía. Y lo sabemos gracias a investigadores como José Antonio Hurtado, un ingeniero aeronáutico que, rebuscando en documentos antiguos, halló indicios suficientes como para demostrar que, en el siglo XIV, marineros mallorquines pudieron haber encontrado una ruta que les encaminaba a América. Dicha información acabó en manos del propio Colón y, según el estudioso, el origen de esos datos quizá había que buscarlo en fuentes próximas a la orden del Temple.

Los templarios poseyeron dominios en multitud de lugares, reflejo fiel de que su poder e influencia fueron enormes. La codicia que generó tanta riqueza fue, quizá, una de las causas que explica el trágico final de la orden. Lógicamente, se adentraron en nuevas sendas comerciales y pudieron desarrollar un pequeño imperio privado que les pudo llevar más allá de lo que se cree. Se sospecha, por ejemplo, que las grandes cantidades de plata que inundaron Europa en el siglo XIII tuvieron que ver mucho con ellos. ¿De dónde llegó esa plata? Muchos estudiosos sospechan que de América…

Algunas de las informaciones más secretas de los templarios fueron preservadas tras su desaparición por la orden de Cristo, radicada en Portugal, y que, en cierto modo, fue heredera del Temple. Quizá esa transmisión documental puede explicar por qué del entorno de esta orden surgieron marinos como Vasco de Gama. Además, existe un mapa de origen luso y templario que mostraba una tierra más allá de Cabo Verde, que era una suerte del fin del mundo para los hombres de aquella época. Por si fuera poco, las carabelas de las expediciones portuguesas llevaban velas con la cruz templaría a modo de estandarte. ¿Acaso los navegantes portugueses lograron convertirse en los dueños de los mares gracias a la información que obtuvieron los templarios en sus años dorados? Si se ordenan las piezas siguiendo dictados racionales, la historia de los viajes secretos de los templarios presenta una lógica aplastante.

¿Acaso es casualidad que La Rochelle fuera, gracias a su orientación y a las corrientes marinas que lo afectan, el mejor puerto posible para aventurarse mar adentro en pleno Atlántico?

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