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VII Las grandes tumbas perdidas » La tumba secreta de Moisés

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La tumba secreta de Moisés

Sin la figura de Moisés no podría comprenderse la historia de las civilizaciones. Fue decisivo para el judaísmo y el posterior cristianismo. Pero respecto a él todo está rodeado de misterio. A propósito de su nacimiento sólo sabemos que apareció siendo un bebé en una balsilla sobre el Nilo. Se sospecha que podría haber sido hijo de alguien importante, si bien algunos estudiosos van más allá y aseguran que su figura no es otra más que la del faraón hereje Amenofis IV más conocido como Akhenaton. Éste proclamó que existía un único Dios en unos tiempos en los que el politeísmo no era discutido por nadie. Para investigadores como Amed Osman, Akhenaton y Moisés fueron la misma persona…

Pero al margen de quién fuera en realidad, su vida está coronada de sucesos mágicos de todo calibre. En los relatos bíblicos se le describe como el libertador de los judíos en el Éxodo, al tiempo que se relatan sus espectaculares encuentros con Yahvé. De hecho, se convierte en la única persona capaz de verlo, en la cumbre del Sinaí, sobre la cual se situaba esa «nube» en la que se desplazaba el iracundo Dios de los judíos.

Su sospechosa forma de morir ha despertado todo tipo de incógnitas. Según relata el Deuteronomio, al concluir el Éxodo, Moisés se encaminó en solitario a la cumbre del monte Nebo, que alcanza una altura de 835 metros. Desde allí contempló la tierra prometida, la tierra con la que habían soñado Abraham e Isaac. Allí mismo murió, pero aunque la Biblia indica que fue enterrado en las inmediaciones, nadie vio su cuerpo ni sabe exactamente dónde se encuentra su tumba. La ubicación de la misma ha sido siempre un gigantesco misterio…

Moisés siempre permanecerá como leyenda. Los milenios que nos separan y la convulsa historia del pueblo judío nos dejan muy pocas pistas sobre su vida y el lugar en que yace.

El problema del que partimos es, en parte, la localización del citado monte Nebo. Casi nadie ha dudado nunca identificarlo con el pico Abarim, que se encuentra en Oriente Próximo. Sin embargo, el Nebo es sólo una de las cumbres del Abarim. Además, en los mismos relatos bíblicos se citan otras ubicaciones próximas que son difíciles de identificar en la región en la que se encuentra dicha montaña. ¿Acaso estaba el Nebo en otro lugar? Así podría ser…

Sin embargo, en la violenta región de Cachemira, en la frontera entre Pakistán y la India, lugar en el cual convergen varios cultos religiosos, existe un monte que tiene por nombre… ¡Nebo! Pero no acaba aquí la cosa, porque determinados libros que narran la historia de esta región sitúan allí la tumba de Moisés. Y no se trata de libros de reciente manufactura, sino de obras cuyo autor no conocía lo que se relata en la Biblia. Por ejemplo, en el Hashmat-i-Kashmir podemos leer lo siguiente: «Moisés llegó a Cachemira y la gente lo escuchó. Unos continuaron creyendo en él; otros no. Murió y fue enterrado aquí. La gente de Cachemira llama a su tumba el santuario del Profeta del Libro».

A finales de los años setenta, el investigador Andreas Faber-Kaiser viajó a Cachemira con objeto de comprobar una serie de informaciones sorprendentes. Una de ellas situaba a Jesús de Nazaret en aquella tierra durante los años perdidos (entre los doce y los treinta años, periodo de su vida sobre el cual no informan los Evangelios) e incluso la tradición —relatada en libros igual de antiguos— hace alusión a que sobrevivió a la crucifixión, tras lo cual regresó a esta región, en la que habría fallecido a una avanzada edad.

Faber-Kaiser descubrió allí una tumba que es venerada con pasión como la auténtica sepultura de Jesús de Nazaret, ya que según la tradición también divulgó su mensaje cuando estuvo en este lugar. Curiosamente, muy cerca de la ubicación de la tumba de Jesús se encuentra otra que es atribuida a Moisés. Está en lo alto del monte Nebo, a más de tres mil metros de altura, y es adorada sin ningún tipo de conflicto junto a otras tumbas de personajes importantes para el islam. Para la tradición católica es difícil aceptar que Moisés esté sepultado en una tierra infiel, pero ciertamente no existe otro lugar en donde se ubique una tumba atribuida a él.

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