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I Culturas y civilizaciones del pasado » ¿Llegaron los vikingos a América antes que Colón?

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¿Llegaron los vikingos a América antes que Colón?

Aunque pueda parecer una broma, Colón fue el último en llegar a América. Efectivamente, su descubrimiento marcó un antes y un después en la Historia. De hecho, supuso el comienzo de la conquista comercial y política de aquellas tierras. Sin embargo, conviene no olvidar que, en los relatos de los primeros visitantes, se hace referencia a indígenas altos y rubios, «de tez más blanca que los propios españoles». Sin lugar a dudas, aquellos personajes no parecían compartir los mismos genes que el resto de habitantes del Nuevo Continente.

A menudo se ha sugerido que pudieran ser descendientes de vikingos. Incluso algunos restos arqueológicos así lo han hecho suponer a los historiadores, que muestran su sorpresa ante edificios como la torre que está localizada en la playa de Newport en Terranova, que ya se encontraba allí antes de la llegada oficial de los europeos. Dicha torre presenta características normandas indiscutibles. Además, existen relatos que notifican ya la existencia de vínculos entre América y las culturas del norte de Europa. Por ejemplo, los textos del alemán Adam von Bremen revelan que los vikingos establecieron rutas comerciales entre sus dominios, Groenlandia y una tierra que se encontraba aún más allá y a la que llamaban «vinlandia». Cuando escribió aquello corría el año 1070 d. C., es decir, que faltaban más de cuatrocientos años para que Colón iniciara su aventura en busca de nuevas tierras.

La historia nos dice que, hacia el final del primer milenio, el vikingo Erik el Rojo fue desterrado a la gélida Groenlandia, adonde llegó tras abandonar Islandia junto a su familia. A tenor de lo inerte de aquella tierra y de que la sangre que corría por sus venas era la de un explorador impenitente, armó sus barcos en busca de nuevos mundos que le ofrecieran perspectivas de futuro. Y aunque él no pudo hacerlo, sí fue capaz de conseguirlo su hijo Leik Erikson, quien llegó a algún punto de América del Norte al que denominó «tierra de la vid», es decir, «vinlandia». Por las descripciones y por los relatos que nos han llegado, aquellos parajes sólo podían encontrarse en algún punto de las costas orientales de América del Norte.

Los veloces drakkars vikingos llegaron a las costas de Norteamérica sobre el año 1000 d. C.

Recientemente, una exposición del respetado Instituto Smithsonian de Washington mostraba las rutas de los primeros viajes de los vikingos a América y diferentes objetos que éstos pudieron haber dejado allí. Sin embargo, no hay pocos estudiosos que apuntan incluso más lejos al suponer que los vikingos se quedaron y ocuparon gran parte del continente, alcanzando incluso el Cono Sur. Ya no sólo se trata de la presencia de hombres blancos y rubios entre los indígenas, sino de infinidad de enclaves de América del Sur en donde se han descubierto símbolos de origen rúnico muy anteriores a Colón.

Un estudioso llamado Jacques de Mahieu publicó en 1979 un libro titulado El rey vikingo del Paraguay, en el cual se analiza al pueblo indígena de los guayaki, unos indios blancos cuya escritura utilizaba las runas, que han sido identificadas en 157 puntos diferentes de esta región latinoamericana. Posteriores expediciones a las tierras que fueron de su dominio han dado con más conexiones. Vicente Pistilli, profesor de la Universidad Nacional de Uruguay, efectuó varios viajes al lugar, en donde encontró numerosos indicios de la presencia vikinga en esas tierras. Sin ir más lejos, topó con herramientas de guerra diferentes a las utilizadas por la mayor parte de los indígenas del entorno amazónico, pero inquietantemente similares a las empleadas por los vikingos en sus legendarias batallas.

Además, en el Museo Antropológico de Asunción, Paraguay, se encuentra la talla de un indio guayaki de aspecto europeo. Esos hombres blancos se hacían llamar a sí mismos ashé, expresión que nada tiene que ver con las propias de aquellos indígenas, sino con el término vikingo ashé, que significa «fresno», algo que recuerda mucho a los aschomani, es decir, a los hombres del fresno, que es como se conocía a los vikingos en las tierras mediterráneas.

Salvo algún nacionalista irracional, nadie admite ya que Colón fue el primero en llegar a América. A fin de cuentas, el aventurero Thor Heyerdahl ya fue capaz de navegar por las aguas del Pacífico a lo largo de siete mil kilómetros empleando una balsa. Con ello vino a demostrar, contrariamente a lo que se creía, que pueblos del pasado pudieron establecer contactos marítimos entre diferentes continentes. Y los vikingos —y otros pueblos como los fenicios, estupendos navegantes de quienes también se sospecha que pudieron llegar a América— contaron con algo más que con simples balsas de madera…

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