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I Culturas y civilizaciones del pasado » ¿Cómo fueron los viajes de Rata y Maui?

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¿Cómo fueron los viajes de Rata y Maui?

A comienzos del siglo XVII la navegación oceánica de altura era ya un hecho. Los grandes navegantes portugueses y españoles habían circunnavegado el globo, descubierto continentes y surcado todos los mares de la Tierra. Sin embargo, seguía existiendo un gran problema: aunque era relativamente sencillo calcular la latitud, no se podía decir lo mismo de la longitud, problema que no pudo ser solventado hasta muy avanzado el siglo XVIII, pero para asombro de arqueólogos, geógrafos, cartógrafos y marinos, una curiosa investigación iniciada hace tan sólo unas décadas está a punto de demostrar algo increíble, la posibilidad de que los navegantes de la Antigüedad Clásica contasen con instrumentos capaces de medir la longitud.

En torno al año 232 a. C. el capitán Rata y el navegante Maui fueron enviados por el rey Ptolomeo III de Egipto hacia el este con la misión de comprobar la veracidad de lo que aseguraba el más grande de todos los sabios de su tiempo, el jefe de los bibliotecarios de la biblioteca de Alejandría, Eratóstenes de Cirene, quien no sólo afirmaba con rotundidad que la Tierra era redonda, algo en lo que estaban de acuerdo la mayoría de los sabios, sino que además tenía un diámetro de cuarenta mil kilómetros —lo que es cierto—. Para realizar el viaje se eligió la ruta oriental por dos razones, la primera porque hacía unos años, en el 280 a. C., un comerciante llamado Hyparco había descubierto una forma de navegar hacia la India desde el mar Rojo aprovechando los vientos monzónicos —aunque no sabía la causa—, lo que permitía un desplazamiento rápido y seguro entre la costa de Egipto y los puestos comerciales griegos en la India. La segunda razón era evitar la peligrosa y poco conocida ruta occidental, en manos de los cartagineses, acérrimos enemigos de los griegos y dueños de las puertas de entrada al Atlántico.

Para iniciar la travesía por mares y tierras ignotas, la expedición fue dotada del material técnico más avanzado que se conocía, que incluía las mejores y más rápidas naves de vela y remo —probablemente trirremes— y algunos instrumentos de navegación entre los que destacaba el tanawa, llamado por los portugueses en el siglo XV torquetum. Pero la duda persiste: ¿qué era el tanawa y para qué servía en realidad? ¿Hasta dónde llegó la expedición greco-egipcia?

La respuesta a estas dos cuestiones ha suscitado un intenso debate intelectual en los diez últimos años. Tras años de investigaciones varios estudiosos del legendario viaje del siglo III a. C. que intentó la circunnavegación de la Tierra han ido uniendo las pistas que se han ido encontrando desde hace más de cien años y que parecen sugerir que la expedición de Maui alcanzó, al menos, la costa occidental de América del Sur, en concreto Chile y, muy probablemente, la isla de Pascua. Investigadores como Marjorie Mazel, Sentiel Rommel, Lindon H. La Rouche o Richard Sanders se han ocupado de reunir todos los pedazos dispersos de información que existían acerca del viaje de Maui, coincidiendo la mayoría en trazar una ruta que tras recorrer la costa de Asia desembocó en el Pacífico desde el norte de Nueva Guinea, gracias a la interpretación realizada en 1970 por el gran epigrafista Barry Fell, que logró traducir una inscripción encontrada en la roca en Sosorra, en la costa de Irian Jaya (Nueva Guinea oriental).

La inscripción traducida por Fell decía:

La Tierra está inclinada. Por lo tanto los signos de la mitad de la eclíptica atienden al sur, la otra mitad crece en el horizonte. Esta es la calculadora de Maui.

Sin embargo, la inscripción no estaba sola. Hacía referencia a un extraño dibujo que aparecía junto a ella y que Fell publicó en 1976 en la obra America B.C., editada por Simón & Shuster, Nueva York.

Durante los años noventa creció la polémica acerca de qué era en realidad el extraño objeto dibujado en las rocas de Nueva Guinea. La idea más aceptada es que se trataba de un tanawa, el extraño instrumento de navegación empleado por Maui para intentar demostrar la teoría de Eratóstenes. Casi todos los investigadores habían convenido en que la expedición llevaba casi con toda seguridad tablas elaboradas por los especialistas de la biblioteca de Alejandría con las que podrían saber si la circunferencia de la esfera era idéntica en todas las direcciones, ya que aparentemente Maui estaba realizando un experimento cuando realizó la inscripción. Pero la solución definitiva al enigma la aportó Sanders cuando decidió construir la máquina representada en la roca e intentar solucionar el enigma de su funcionamiento. Las pruebas realizadas con un modelo de torquetum realizado en madera demostraron que con la máquina era posible medir el cambio angular en la distancia entre la Luna y la estrella Altair en la constelación del Águila. Este éxito probó que usando este sistema era factible, con las tablas de las que disponía Maui, obtener una razonable estimación de la longitud. El valor del torquetum debe de haber sido inmenso porque, una vez que un planeta o la Luna no están sobre el meridiano, todas «las líneas rectas» se hacen curvas, lo que complica los cálculos incluso con una moderna calculadora. Sin embargo, los 23,5 grados de inclinación del torquetum permitían leer directamente la longitud y la latitud de un planeta o de la Luna, en relación con el plano de la eclíptica, sin ningún cálculo necesario nuevo.

El trabajo experimental liderado por Sanders abrió el camino a muchos investigadores que trabajaban en el enigma del viaje de Rata y Maui y que han esbozado fascinantes teorías sobre hasta dónde pudieron haber llegado. Ciertamente, alcanzaran o no las costas de América, la expedición demuestra que la navegación oceánica en la Antigüedad no sólo era posible, sino que los antiguos navegantes contaban con instrumentos enormemente sofisticados y que tal vez conocían la Tierra mucho mejor de lo que hoy en día sospechamos. Tal vez pronto un trabajo similar al realizado con la piedra de Maui nos permita resolver enigmas parecidos, como el de la máquina de Antikitera.

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