Enigma

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Ricardo

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Ricardo

Imposible dormir. Son las cuatro de la mañana, me visto y vuelvo a la calle. ¿Qué puedo hacer a estas horas? ¿Vegetar en un bar? Entrar en un club. Me gustaría ir hasta la playa a visitar a Zoe, pero mientras llego allí se habrá marchado ya.

Camino al azar, me cruzo con jóvenes borrachos que cantan canciones de las que han olvidado la mitad de la letra. Algunas mujeres caminan más rápidamente para evitar cualquier intento de acercamiento. Los cubos de basura alimentan a grandes ratas de ojos impertinentes que aguardan hasta el último segundo para desaparecer por una tubería. Nunca me han repelido las ratas, les profeso cierta admiración. Compartimos la ciudad. Nos pertenece de día, los roedores se posesionan de ella las primeras horas de la noche. No hay lucha por el territorio. Les proporcionamos cuanto necesitan y, pese a los equipos de exterminadores, sobreviven, esquivando todos nuestros planes. Desde que leí con delicia la novela de Sam Savage, sé que las ratas son también seres eminentemente sensibles y cultas. Y Barcelona está repleta de viejos libros. Cobertizos enteros a la espera de los hijos de Firmin. Pero ¿copula Firmin con todas las bellas ratitas?

Me cruzo con un joven indio de ojos risueños. Huele a hachís. Sostiene un magnífico ramo de rosas rojas que sin duda no ha podido vender durante la noche. Lo enarbola ante mi rostro.

—¡El amanecer es el mejor momento para regalar rosas a una mujer! ¡Una leyenda de Rajasthan cuenta que si se regalan treinta y seis rosas a la mujer deseada, durante el amanecer de una noche de luna llena, no podrá resistirse!

Me lo dice casi gritando y rompe a reír como si fuera la cosa más cómica del mundo.

—¿Las compras? Te hago un precio buenísimo.

—Cincuenta euros.

Saqué un billete del bolsillo. Las rosas cambiaron de mano.

—Eres un hombre inteligente —dijo a modo de conclusión.

Eran las cuatro y media de la mañana, estaba solo en la calle y pensé en aquella comarca lejana donde suceden. tantas cosas extrañas. Entonces, confiado, dejé que me guiara mi corazón.

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