Enigma

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Joaquim

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Nuestra primera reunión tenía un aire eminentemente clandestino que me recordaba mis años de militancia. No celebramos la reunión en la terraza, sino en la planta de arriba para mayor discreción. Me encantó el entusiasmo de Gustavo, el impresor. Me preguntaron cuál iba a ser nuestro primer falso libro. No dudé y elegí

Estrella distante, de Bolaño. Wieder tendría por fin para algunos lectores privilegiados el final que merecía, es decir, la vida.

Decidimos no sustituir más que un libro de cada diez, al principio. Entregué a Gustavo un ejemplar del original. Lo examinó minuciosamente, examinó el papel, la tapa, la encuadernación. Incluso olfateó el libro, lo cual nos pareció sorprendente.

—¿Por qué lo hueles? —preguntó Naoki.

—Para conocer la acidez del papel y la marca de la cola de la cubierta. Es un reto para un impresor, todo ha de quedar perfecto hasta en los menores detalles. Que el código de barras pase sin problemas en las cajas, que el peso del libro sea idéntico con un margen de un gramo, que nadie pueda advertir la diferencia, hasta el punto de que si se descubre nuestro tejemaneje, las sospechas recaigan sobre el editor original del libro. ¿En quién otro si no?

—Es cierto —dijo Ricardo—. ¡Muy bien visto! Pero un día, para darnos el gustazo, habría que dejar que estallase el escándalo.

—No hasta dentro de unos años, tengo muchos finales en mis cajones, ¡quiero despacharlos todos!

—Bueno, me llevo el libro, tengo que trabajar a conciencia.

—¿Puede enterarse algún empleado de la imprenta del asunto?

—Trabajaré de noche, con mi padre, se aburre un poco desde que se jubiló, y precisamente le tiene un poco de manía a este editor porque, cuando empezó, le pidió un presupuesto. Mi padre ha soñado siempre con imprimir libros, pero, por desgracia, nunca lo contrataron. Para él, el placer será doble. Un reto como impresor y una venganza.

—Genial —dijo Naoki—. En principio, todo ha de funcionar de maravilla.

—¿Cómo elegiremos a los nuevos miembros? —preguntó Zoe.

—Disponiendo ya de la cadena de distribución, no necesitamos a nadie más. Es la garantía de nuestro anonimato. Es la base de toda buena organización. Os presentaré a la gerente del stock, Cassandra, en la próxima reunión.

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