Enigma

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Naoki

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Durante los dos meses posteriores a la velada en el Ónix, publicamos no menos de quince novelas amputadas de su última página. La locura se propagó por toda la ciudad. Los amantes de la literatura, los críticos, se sumaban a los escritores y rondaban por las librerías con una suerte de agitación de colmena. Dos autores se inmolaron abrasados en la pira de sus propios libros sin finales, a las tres de la mañana, en la Plaza Real. Una multitud de detectives privados rastreaban pistas ilusorias, pues ninguno de ellos entendía de literatura. Enrique contribuía a inflamar a las masas con sus crónicas en

El País. Poco a poco, una locura se extendió por toda España. Su eco resonó allende las fronteras. Franceses e italianos se apasionaron por el misterio, temerosos de que el fenómeno irradiara a sus propias bibliotecas y librerías.

Una noche de noviembre, reunidos en la primera planta de la librería Bartleby & Co., decidimos poner término a nuestra actividad clandestina, pues Joaquim tenía cada vez más pesadillas. Incluso tenía visiones, y Enrique nos aseguró que perturbábamos demasiado a los dioses del lenguaje y que debíamos esperarnos a sufrir las iras del Infinito.

Siguieron unas semanas sombrías durante las que cada cual se retiró un poco a su mundo. Nos veíamos con menos frecuencia para hacer el amor, ya fuera en pareja, trío o cuarteto.

Todo se transformó en pesadilla cuándo supimos por la prensa que una muchacha pelirroja había aparecido muerta, envuelta en una bolsa de plástico en el cuarto piso de los cubos de Rebecca Horn. Nos quedamos totalmente desquiciados, como si se hubieran quedado tronchadas nuestras trayectorias. Nos invadió la amargura, y al poco empezaron a abrasarnos las llamas. El Ónix desapareció totalmente, lo cual nos confirmó que se trataba del Ángel que había despejado nuestras vidas.

Unos días después, publicamos los tres primeros libros de poemas, que tuvieron una excelente acogida, y eso nos devolvió un poco de empuje, sin por ello arrancarnos de nuestra tristeza.

Joaquim se negó a desvelarnos sus visiones. Minimizaba su importancia, pero Zoe me dijo que en varias ocasiones lo había visto sumido en inexplicables trances.

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