Enigma

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VII. Texto claro » Capítulo 2

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La noche era inesperadamente clara —había muchas estrellas— y por un momento pensó que Jericho debía de haberle oído salir, pues el joven se había detenido junto al césped y parecía atento a los ruidos. Pero entonces advirtió que en realidad estaba mirando el cielo. Por el modo en que Kite lo explicó después, Jericho debió estar en aquella posición al menos cinco minutos, volviendo la cabeza primero hacia la iglesia, luego hacia el prado, y finalmente hacia el paraninfo, hasta que por último echó a andar resueltamente en dirección a su escalera para perderse de vista.

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