Emma

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6. La Barbie y otras muñecas

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La Barbie y otras muñecas

Eran cerca de las 6 de la mañana cuando la música pulsante como latido del corazón comenzó a menguar en el Dady’O, un club nocturno cuya fachada simula una caverna y destaca en el bulevar Kukulcán, arteria principal de la zona hotelera del salvaje Cancún. Era el anuncio de que la fiesta había terminado.

El actor Sergio Mayer Bretón y su bella esposa Erika Ellice Sotres Starr, mejor conocida en el mundo del espectáculo como Issabela Camil, eran de los últimos en salir acompañados por un peculiar grupo que presidía un hombre alto, fornido, de cabello rubio, ojos claros, bien vestido y armado, junto con su jovencísima esposa: eran el narcotraficante Edgar Valdez Villarreal, la Barbie, y Priscilla Montemayor, Pris.

Como parte de la larga amistad que la Barbie y Sergio Mayer tenían desde hacía años, aquel 2007 era la segunda vez que las dos parejas se reunían en Cancún; antes ya se habían encontrado para festejar el cumpleaños de Priscilla. Aquella vez la Barbie iba acompañado por sus colaboradores más cercanos, todos armados, como siempre. Uno de ellos contó los detalles de aquella mañana de resaca.

—¡Hey, güey! Llévate al Sergio y a su vieja para Playa del Carmen, a su hotel —ordenó la Barbie a uno de los suyos.

La pareja viajaba en una camioneta Toyota tipo familiar.

—¡Vámonos, yo los voy a llevar! —dijo el encargado.

Sergio Mayer e Issabela Camil se acomodaron en los asientos traseros. Cuando ya estaban tomando camino, se detuvieron en una estación de gasolina en el bulevar Kukulcán, ubicada en el kilómetro 14.9, casi en frente del hotel Gran Meliá, que ahora tiene el nombre de Paradisus Cancún.

—No, güey, si quieres quédate aquí, para que no vayas hasta allá, para que no tengas que regresarte en taxi… —dijo Mayer en tono amigable.

La camioneta se la iba a quedar el actor, era de Victoria, la hija mayor de la Barbie, pero el capo se la había prestado con la confianza de la estrecha amistad.

—Yo me voy con mi vieja, güey.

—¿Neta?

—Sí, no hay pedo.

—Pero es que aquel bato me pidió que te llevara con tu esposa —dijo precavido el responsable de cumplir la orden.

—No, no hay pedo, si me pregunta, yo le digo que sí me llevaste.

—¡Ah, bueno! —dijo el colaborador de la Barbie, ya con la confianza que tenía de tanto tiempo de conocer a Mayer.

Se despidieron de abrazo y el actor se fue en el vehículo.

Sergio Mayer Bretón —mejor conocido como Sergio Mayer en el mundo artístico— fue uno de los amigos de la Barbie durante su vida de narcotraficante. El actor es siete años mayor que Edgar, pero la diferencia de edad no fue problema para entenderse, tenían muchas cosas en común, sobre todo en el tema de mujeres, fiesta y dinero.

Mayer comenzó su carrera artística en el grupo Chévere Internacional, pero en realidad conoció el éxito en la década de los ochenta como uno de los cantantes fundadores del grupo Garibaldi de música pop en español, creado en 1986. Posteriormente participó en películas como Dónde quedó la bolita (1993), protagonizada por los integrantes del grupo, e hizo varias telenovelas como Confidente de secundaria (1993), Como en el cine (2001), La madrastra (2005), La fea más bella (2006), Fuego en la sangre (2008) y Hasta que el dinero nos separe (2009-2010).

En su currículum oficial afirma haber sido actor, bailarín, modelo, director artístico, productor de Televisión Azteca y conductor de programas de espectáculos. Se le vinculó sentimentalmente con la actriz Bárbara Mori, con quien tuvo una relación cuando ella apenas tenía 17 años y él 29. Aunque tuvieron un hijo, la relación duró poco; ella ha declarado en público que Mayer no era una persona positiva, que «vivía bajo sus órdenes» e incluso controlaba el dinero que ganaba como actriz. Luego a Mayer se le vinculó con la actriz conocida como Martha Julia, y más tarde con Issabela Camil, hijastra del polémico empresario Jaime Camil, modelo, actriz y una figura recurrente en las portadas de moda y socialité.

Otro amigo de la farándula de la Barbie era Carlos Eduardo López Ortega, conocido como Charly, también fundador del grupo Garibaldi y a su vez muy amigo de Mayer. «La primera vez que los vi fue en México, en el Bar Bar y El Congo, así se llamaba el antro que tenía el Charly, bueno, era de su mamá, no era de él», dijo uno de los testigos al recordar cómo conoció a los dos artistas.

Desde finales de los ochenta hasta 2010, el Bar Bar, ubicado en Insurgentes Sur, en la Ciudad de México, era uno de los hot spots de la vida nocturna de la élite. «Fueron pocos los famosos que no estuvieron ahí», describió la revista de sociales Quién: David Copperfield, Bon Jovi, Diego Armando Maradona, Madonna, entre algunas estrellas internacionales, y lo más selecto de la socialité y los artistas mexicanos.

Según las reseñas de las guías de vida nocturna de aquella época, se decía que «si algo caracteriza al Bar Bar es lo difícil que resulta entrar para cualquier persona común y corriente». Para ingresar era necesario pasar al menos dos controles: «Al entrar por la A del gran letrero de BAR, te toparás a un cadenero que verá cómo (y más importante) con quién vienes», describía la revista Chilango. Desde luego, para los integrantes y socios del Cártel de los Beltrán Leyva, como la Barbie y el Charro, las puertas estaban abiertas de par en par. Para la Barbie, estar ahí en medio de todos, con Mayer y sus amigos, era un sueño y una legitimación pública. Cualquier cosa resultaba posible gracias a sus contactos, incluso estar ahí en la discoteca.

En 2010, el Bar Bar se volvió tristemente célebre cuando el futbolista Salvador Cabañas fue agredido con un disparo en la cabeza por José Jorge Balderas Garza, a quien en las noticias se identificó como el JJ, lugarteniente de la Barbie, aunque dentro de la organización criminal todos le decían Batman por su altura y aspecto.

El Congo era un lugar menos exclusivo, pero como estaba relacionado con Charly, ahí también llegaban para estar más a sus anchas. En mayo de 2009, el antro acabaría clausurado y asegurado. «Autoridades de la PGJDF señalaron que el inmueble permanecería así mientras se integran las averiguaciones previas por los presuntos delitos de despojo y rompimiento de sellos de clausura. Además, la policía judicial investiga algunos señalamientos de testigos que afirman que en esta discoteca presuntamente se reunían de manera regular personas originarias de Tepito, entre ellas, Eduardo Trejo Ponce, el Lalito»[1], un sicario que operaba en el llamado Barrio Bravo, una zona controlada por la Barbie en aquella época.

El New York Club era otro antro que administraba Charly y donde la Barbie llegó a invertir, según le dijo a sus más cercanos. Era un centro nocturno por la zona de San Ángel, en la Ciudad de México. En su momento, la revista Chilango describió así el club que la Barbie se atribuía: «El New York, nuevo lugar que promete convertirse en la onda sureña, parece buscar un antreo que no duerma. Desde que entras, a través de un túnel con red carpet y espejos, te sientes en otro mundo. La decoración en tonos chocolate y blanco, y el piso de madera con arena, crean una atmósfera estilo beach club. La iluminación es circular y muy tenue de piso a techo, con música lounge a cargo de una chica DJ. Adentro hay una gran variedad de ambientes: 10 palcos con entradas independientes, cada uno con pantalla y barandales. Las salas de pista invitan a dar de brincos con el audio que rebota en todo el cuerpo». Actualmente el establecimiento está cerrado. «A mí me tocó ir ahí cuando actuó el Platanito [comediante] en el festejo del cumpleaños de Carlos Montemayor», en enero de 2009, narró quien estuvo en el sitio al lado del Charro[2]. En algunas de esas parrandas, «el Güero y el Compadre le daban de zapes al Charly, lo dejaban como un pendejo», recordó otro de los más allegados a la Barbie.

Durante varios años, la Barbie y Sergio Mayer se frecuentaron periódicamente, al menos dos veces al mes. Entre los dos había absoluta confianza, «de superamigos, de ¡órale, güey!, cuando andaba pedo aquel [La Barbie], se empezaban a agarrar curva». Era tal la intimidad y confianza entre ellos, que cuando se saludaban, «el Güero le daba un “piquete de culo”», recordó explícitamente otro testigo.

Issabela Camil y Priscilla también se entendían muy bien. Aunque la Barbie quería que Priscilla hiciera amistad con las esposas de otros socios del narcotráfico, ella no quería, se aburría. Apenas tenía 19 o 20 años. «Decía que no tenían nada que ver con ellas, que ‘qué hueva’; las señoras la invitaban, querían que estuviera con ellas, pero Priscilla hacía cara de fuchi[3]» En cambio, con Isabella, «cada vez que se topaban se ponían muy pedas, se volvieron amigas, de borrachera y de beso», recordaron quienes estuvieron ahí. Issabela no se escandalizaba de que los amigos de Mayer fueran narcos, «se portaba muy bien, muy buen rollo»[4]..

La esposa de Mayer disfrutó también departir con Priscilla un cumpleaños en el restaurante Chocolate, propiedad de la cantante Ana Bárbara, en el Dady’O, y en muchas reuniones que se organizaban en un rancho cercano a Cuernavaca[5]. «Issabela Camil salía en las revistas de sociales y de moda, y al mismo tiempo estaba ahí», comentó una de las esposas de uno de los asistentes a las fiestas. La relación con el narcotraficante no era un secreto.

Muchas veces la gente de la Barbie estuvo presente en sus encuentros con Sergio Mayer: «En Acapulco, en Cancún, en México, en Cuernavaca; se miraban en algún buen restaurante, en los antros, en el rancho de Cuernavaca o en los hoteles donde se hospedaba el Güero». Sobre si Mayer vio alguna vez a la Barbie y sus escoltas armados los testigos ríen: «¡A todos! Traíamos pistolas y largas», dijo uno refiriéndose a los rifles de asalto.

Sergio Mayer sabía bien quién era la Barbie, nunca se espantó, «siempre hubo mucha confianza». «A propuesta de Mayer, llegaron a ir juntos a los shows de los Mascabrothers», el dúo de comediantes integrado por Freddy y Germán Ortega. «[La Barbie] se llevaba con los Mascabrothers, pero por el Mayer, él los presentó y la chingada», dijo un entrevistado recordando un show en Insurgentes, al sur de la Ciudad de México, donde también estuvo el Charro.

Pero la Barbie no quería la amistad de Sergio Mayer solo por su linda cara o su «talento». «El Güero sí le insistió varias veces en que invirtieran, pero no se concretaba nada, como para lavar dinero», recordó uno de los que presenció sus conversaciones. Mayer decía que «sí, pero que tenían que ser muy cautelosos, o checar, le daba un poquito de largas al principio, se culeaba, le daba miedo».

Al final acordaron que Mayer produciría una película para contar la historia y las «hazañas» del narcotraficante. Más de un testigo afirma que la Barbie le entregó al artista dinero para el filme. «Él [Mayer] y el Charly eran muy encajosos con el Güero», recordó otro de los testigos.

Aunque también la Barbie se llevaba pesado con Mayer, aun delante de Issabela Camil. «Le pegaba, le daba sus manotazos, e incluso le daba nalgadas». «¡Ponte verga! ¿Qué pasó con la película?», le preguntó un día, después de haberle dado el dinero. «Ahí va», respondió Mayer evasivo. «¡Pues apúrate!», le dijo la Barbie dándole otra repasada al amigo. Cuando la Barbie insistía en que le hicieran su película, la madre de Priscilla se preocupaba por las consecuencias que podría haber para todos si el proyecto se ponía en marcha.

En realidad, eran «amigos amigos», dijo el testigo entrevistado sin titubear sobre la relación de Sergio Mayer con la Barbie. Y es que «el artista se mete donde el narco no puede», explicaría otro testigo presencial del vínculo de la Barbie y otros miembros del Cártel de los Beltrán Leyva con la farándula. La frase expresaba con elocuencia cómo los artistas son un vehículo para acceder a lugares y obtener cosas a las cuales los narcotraficantes no podrían acceder ni a punta de pistola.

La primera información pública sobre la relación entre Sergio Mayer y la Barbie se ventiló en la averiguación previa PGR/SIEDO/UEITA/168/2009, en la cual estaban acusados varios integrantes del Cártel de los Beltrán Leyva y artistas que ofrecían espectáculos privados para la organización, como Los Cadetes de Linares. El testigo afirmó que Mayer había recibido dinero de la Barbie para hacer una película sobre su vida[6].

«Decidí dar la cara porque no tengo nada de qué avergonzarme. Las autoridades no me han llamado a testificar sobre el asunto, jamás he recibido ninguna notificación, no hay nada que esconder; tengo una familia preciosa a la que amo y no me involucraría jamás en ningún negocio sucio», dijo Mayer en 2010, cuando se hizo público el testimonio[7]. En un programa de radio conducido por Javier Poza, añadió: «La Barbie es conocido por todos los mexicanos por lo que hace, pero yo no tengo nada que ocultar, todo mundo sabe dónde vivo, a qué me dedico, conocen a mi familia, y si yo quisiera producir una película de la vida de esa persona, hubiera convocado a una rueda de prensa»[8].

No obstante, los testimonios de diversos miembros del Cártel de los Beltrán Leyva y personas afines que convivieron con Mayer y la Barbie van en sentido contrario. Incluso hay testigos que afirman que Mayer y su esposa no solo tenían relación con la Barbie, sino que incluso asistieron a eventos donde estuvieron presentes capos como Arturo Beltrán Leyva, Gerardo Álvarez Vázquez, el Indio, Ever Villafañe y otros.

En 2018, el amigo de la Barbie fue postulado por Morena como candidato a diputado por el Distrito 6 de la alcaldía Magdalena Contreras, en la Ciudad de México. El efecto aplastante del triunfo de López Obrador fue el que terminaría llevando a Mayer a una curul en la LXIV Legislatura en la Cámara de Diputados. No importaron los señalamientos públicos ni las declaraciones de testigos ante la PGR que hablaban sobre sus relaciones con la Barbie y otros narcotraficantes, sino que además, como premio, fue nombrado presidente de la Comisión de Cultura y Cinematografía. Antes de terminar la legislatura, Mayer habló de que soñaba con ser jefe de Gobierno de la Ciudad de México.

Como diputado, Sergio Mayer siguió negando una y otra vez los nexos con la Barbie, como si eso pudiera borrar todos los testimonios de los años de aquella estrecha amistad.

La Barbie, el Indio, los Beltrán Leyva, el Mayo, el Chapo y los demás socios de La Federación manejaban sus asuntos con diferentes niveles de seguridad. Las reuniones de trabajo donde se hablaba de cargamentos, acuerdos de paz o guerra, encuentros con funcionarios públicos y pagos de sobornos, eran reservadas, no cualquiera podía estar, solo gente de seguridad de cada capo. Pero habitualmente después de cada reunión venía una «gran fiesta».

«Las fiestas eran divertidas y extrovertidas, con mujeres, droga y alcohol, por lo regular las organizaban los jefes de plaza y la gente de confianza del anfitrión. La mayoría era en casas o ranchos, haciendas o salones de fiesta de lujo, en Acapulco, Cuernavaca, Cancún, Ciudad de México, Querétaro y Estado de México», señaló uno de los testigos presenciales.

Pero incluso en el mundo femenino que habitaba bajo las reglas machistas de esos narcotraficantes había códigos que debían respetarse. Las esposas, los hijos y la familia tenían su espacio único. Ahí no había amantes, ni prostitutas, ni excesos de sexo. «Con las esposas era algo serio, formal y muy respetuoso. Con las amantes era algo más privado, casi no permitían que los miraran. El Güero tenía a su amante en privado, el Charro en privado, don Arturo en privado. A veces ni ellos mismos sabían qué amantes tenían los otros».

Muchas de esas amantes pertenecían a la farándula, eran conductoras, actrices, cantantes y modelos. Fueron varios los testigos directos de la forma en que la Barbie y demás miembros de la organización de los Beltrán Leyva conseguían la compañía de esas mujeres, dependiendo del nivel de la relación. Había encuentros únicos y también llegaban a establecerse vínculos más duraderos. Les regalaban «coches, departamentos, joyas, ropa y bolsas de marca. A las actrices o a las cantantes les pagaban de 20 mil a 30 mil dólares por noche»[9].

Sobre qué mujeres reciben los mejores tratos y regalos por parte de los señores del narco, quienes han vivido en ese mundo no tienen duda: los narcotraficantes son generosos con sus esposas, pero son absolutamente espléndidos con sus amantes y más si son famosas. «Me tocó llevarlo [a la Barbie] a comprarles joyas y a veces yo mismo era quien las entregaba. Muchas de las joyas las compraba en la avenida Presidente Masaryk en las joyerías de alto nivel», cuenta un testigo[10]. Siempre se pagaba en efectivo, tanto los regalos como las «visitas».

Había dos formas de transportar a las amantes, las acompañantes ocasionales o las de una sola sesión a los lugares donde se llevarían a cabo las fiestas o los encuentros individuales. «Yo traía la bolsa, coordinaba la llegada de la persona en tal lugar, iba por ella, cabeza al piso o tapada con una capucha, y no miraba para dónde iba, lo mismo de salida», narró una fuente. El propósito era evitar que las mujeres dieran información de los lugares donde estaban los miembros del cártel. También existía una modalidad más refinada. La Barbie terminó adecuando una camioneta con todos los vidrios oscuros que impedía la vista hacia afuera, la parte del asiento trasero estaba aislada de la vista de los asientos delanteros con una tabla de madera acojinada. Así, las invitadas iban como en una especie de ataúd rodante a las citas[11].

En el caso de la modelo Silvia Irabien, la Chiva, la conocieron como pareja del JJ. Se les veía juntos en los bares y discotecas que frecuentaba la Barbie. La misma señora Irabien ha declarado públicamente haber conocido al narcotraficante y haber procreado una hija con él. Afirma que lo conoció en el Bar Bar, donde acudía la Barbie con sus acompañantes. Era evidente quiénes eran y que iban armados.

«Indiscutiblemente la gente que tenemos que ver con el medio artístico corremos el riesgo de tratar con gente que se dedica a esto y sin saberlo, como me pasó a mí. Y no me da miedo, porque no he hecho nada. Además, todo mundo puede estar relacionada con esta gente, porque van a restaurantes, antros, tienen hijos que van a la escuela, van al cine, hacen una vida normal y nadie sabe quiénes son», justificó Irabien en 2012, quien reconoció que salió con el JJ al menos durante seis meses en 2008[12].

«Cuando eran fiestas de placer con socios y amigos, sí había mujeres, prostitutas de nivel VIP, modelos y edecanes de la televisión y de programas. Las conductoras y actrices eran ya más en privado», describió un testigo. Sobre lo que pensaba cuando veía a actrices o conductoras reconocidas haciendo compañía a los jefes del narcotráfico no dudó en responder: «¿Cómo siendo famosas, se podían vender por dinero?».

Los colaboradores del cártel de menor nivel no tenían el mismo acceso a las mismas mujeres que sus jefes: «Yo y algunos otros que éramos de mayor confianza en ocasiones sí, pero con artistas y famosas no, solo con algunas de las VIP». Las modelos y prostitutas VIP «eran diferentes a las amantes, esas eran para la fiesta, una en el momento y punto, se acabó la noche y vámonos a la chingada». Una de las agencias de donde enviaban algunas de las modelos VIP a las fiestas de la Barbie era Mandala Modelos & Edecanes, y el enlace era un hombre llamado Isaac Terrones[13].

Priscilla se daba cuenta de la vida de excesos de la Barbie. Pero lo que generaría el fin de su cuento de hadas sería la relación que el sanguinario capo estableció con la actriz Arleth Rocío Terán Sotelo, conocida en el mundo artístico como Arleth Terán. En 2007, cuando las sospechas de Priscilla eran mayores, en Cancún, luego de una larga borrachera con su prima Anahí, quiso sobornar a uno de los escoltas para que le confirmara si su esposo tenía o no una relación con la actriz.

Las personas cercanas a la Barbie confirmaron dicha relación y la describieron como constante y estable. Aseguran que el narcotraficante estaba muy enamorado de Terán. Iban a restaurantes, cines, bares y discotecas de manera muy abierta, en los años de total impunidad de la Barbie. Incluso él la presentó con una de sus hermanas. «Era muy preciosa, superbuena onda, otro rollo», comentó uno de los testigos que estuvo presente en algunos de los encuentros. Señaló que la Barbie tuvo que terminar con ella cuando los Zetas identificaron que era su novia y la iban a matar.

La actriz ha participado en al menos 23 telenovelas, entre ellas, Confidente de secundaria (1996), donde compartió créditos con Sergio Mayer, y Tú y yo (1996), protagonizada por el cantante Joan Sebastian y Maribel Guardia, en la que Arleth Terán era parte de un triángulo amoroso. El drama habría traspasado la pantalla y en la vida real Terán llegó a establecer una relación sentimental con el cantante. Integrantes del Cártel de los Beltrán Leyva les adjudican actividades de narcotráfico al propio Joan Sebastian y a su hermano Federico Figueroa, quienes habrían participado en reuniones de la organización criminal.

Otras producciones de Terán fueron La esposa virgen (2005), Yo amo a Juan Querendón (2007), Mañana es para siempre (2008), donde actuó en el papel de una mujer llamada Priscilla, y Zacatillo, un lugar en tu corazón (2010). En ese tiempo es cuando habría tenido durante más de un año una relación sentimental con la Barbie.

Un día, Priscilla descubrió una llamada entre la Barbie y la actriz. Cuando ella le quiso reclamar, él la confrontó y admitió su relación con la famosa: «Yo tengo dinero para eso y más», le soltó y presumió la belleza de la actriz. Socios y también escoltas de la Barbie lo acompañaron en los paseos que daba con Arleth Terán en plazas comerciales de la Ciudad de México, como si nada. «¡Sí!», respondió uno de los colaboradores más cercanos de la Barbie sobre si este llegaba a salir abiertamente con la actriz. «Sí, así andábamos con el Güero cuando traía a la Arleth Terán, o cuando traía a la colombiana, no siempre, pero sí alguna que otra vez se explayaban».

«La Arleth lo tenía muy obsesionado, se paseaba mucho con ella por antros, restaurantes, le daba joyas y dinero», cuenta el testigo. La Barbie era tan amable con ella que hasta se ocupaba de enviar a verificación el auto que usaba, que en esa época era un BMW. Otra persona cercana a los hechos afirmó que la relación de la actriz con el capo duró al menos cuatro años.

En 2010, luego del ataque contra el futbolista Cabañas en el Bar Bar, aparecieron diversas narcomantas colgadas en la Ciudad de México. «Chiva, tú sabes cuánto quiero al JJ, te dije que te quedaras callada y no lo hiciste, por eso te voy a cortar la cabeza. Tú sabes que lo que le pasó a este pendejo fue por meterse con Arleth Terán y ella es mi vieja.

Atte. la Barbie[14]».

Luego del intento de homicidio, Silvia Irabien habló públicamente de su relación con el JJ, pero Arleth Terán negó la suya con la Barbie. «Todo eso fue una cortina de humo, yo no conozco a esa persona», dijo la actriz en tono airado en una entrevista con el programa televisivo de espectáculos Al extremo[15]. Afirmó que la noticia la perjudicó y «ustedes [medios de comunicación] no lo miden de esa manera porque no tienen conciencia, y ahora que ya pasó el tiempo y que nada de esto fue cierto, ¿ustedes qué me dicen a mí?». En otro momento Terán dijo que era madrina de bautizo de la hija que Irabien tuvo con el JJ.

A la par de Terán, la Barbie tenía otra relación estable con una mujer colombiana de nombre Jennifer, a quien le decía la Chicles. Esta mujer es la que habría hecho que el narcotraficante se convirtiera a la religión cristiana. A ella le rentaba un departamento en Santa Fe y la llevaba constantemente a sus viajes al mismo tiempo que Priscilla. La alojaba en un lugar cercano a su esposa e hijos para tener acceso a ella cuando quisiera. Su relación habría durado dos o tres años.

La personalidad de la Barbie era dual. A la par de su vida criminal y de excesos, se decía muy religioso. Era devoto de la Virgen de Guadalupe, en todas sus casas había una imagen de ella y se persignaba todas las mañanas. También era fiel a San Judas Tadeo. Una vez llegó a hacer una manda y prometió ir todos los días a misa durante tres meses. No faltó una sola vez.

En aquellos años hubo un terrible desastre natural en Chiapas, inundaciones y cientos de damnificados. «¿Ya miraste la tele, güey?», dijo a su colaborador. En el noticiario estaban dando la noticia de los damnificados en Chiapas. Por las fechas del relato, podría haberse referido a los efectos destructores del huracán Stan en 2005. «Pobre gente, güey. Toma, agarra dinero de la maleta, habla a la bodega y dile que te manden un tráiler a la Central de Abastos[16]». En aquel tiempo la Barbie tenía una bodega en Cuautitlán Izcalli de donde salían tráileres con compartimentos secretos que transportaban droga. En la Central de Abastos de Iztapalapa se compraron 400 mil pesos en víveres y utensilios no perecederos y los llevaron por tráiler a Chiapas como un donativo anónimo.

La Barbie también podía llegar a ser solidario en otros ámbitos, como cuando se hizo mecenas de un grupo musical. Tan solo en 2008 les regaló a los integrantes de Intocable relojes con un valor de más de 30 mil dólares a cambio de que impulsaran al grupo Torrente[17].

En 2021, José Carlos Salinas, líder de Torrente, habló en un video sobre su relación con el narcotraficante. Salinas dijo que lo conoció en Monterrey, Nuevo León, en una discoteca llamada Bar-Rio, que era entonces la más famosa de la ciudad, donde se daban cita hijos de empresarios, políticos, artistas de renombre y jugadores de futbol. Uno de los clientes asiduos era la Barbie, quien siempre estaba rodeado de amigos y amigas. Se lo presentó directamente el propietario del establecimiento. Lo que más le gustaba a la Barbie era que le tocaran la canción «Baraja de oro». Y en algún momento le propuso a Salinas contratar al grupo para tocar en una fiesta privada. Un buen día la Barbie dejó de ir.

Tiempo después, Bar-Rio comenzó a vender franquicias que abrieron en la Ciudad de México, Reynosa, Tamaulipas, Acapulco, Veracruz y San Antonio, Texas. Fue entonces cuando Salinas se reencontró con la Barbie, en la sucursal de la Ciudad de México. Una noche el grupo terminó de tocar y el dueño de la franquicia le dijo que una persona quería saludarlos y que le tocara «Baraja de oro». Y supo que era el Güero.

Cuando vio a la Barbie en su mesa, Salinas cuenta «que ya estaba en un nivel muy cabrón, con artistas y la chingada, ya tenía ahí a artistas de Televisa, tenía a dos o tres actores con él, ahí cotorreando, y bastante gente». Después del saludo se fue con sus compañeros al camerino y ahí llegó un mesero a advertirle que esa persona era Edgar Valdez Villareal.

En 2009, la suerte cambió. En una narcoposada que se celebró en Morelos, en la que tocó Ramón Ayala para Arturo Beltrán Leyva, la Barbie y otros socios también invitaron a Torrente. El festejo terminó con un operativo del Ejército. A diferencia de muchas mujeres y hombres del espectáculo que tuvieron relación con la Barbie, dos integrantes de Torrente fueron detenidos y encarcelados durante casi cuatro años. Uno de ellos fue el propio José Carlos Salinas. Su caso quedó asentado en la ya citada averiguación previa PGR/SIEDO/UEITA/168/2009.

«El delito más grande que yo pude haber cometido es haber sido compositor, y componerles canciones, a mí me pedían que les compusiera una canción para su esposa, y yo la componía, o para su novia, o un corrido; y debo admitir que siempre se portó con madre con nosotros, nunca nos trató mal, siempre fue un caballero», dijo sobre la Barbie.

En su declaración ministerial, registrada en el expediente abierto en 2009 en la PGR, José Carlos Salinas declaró que también conoció al actor Sergio Mayer, quien «ya se subía a cantar con nosotros y también nos ayudó en Televisa, también sé que Sergio es amigo de Edgar Valdez Villarreal, la Barbie o el Güero»[18].

José Carlos estuvo cuatro años en prisión; a Sergio Mayer el partido Morena lo hizo diputado.

A inicios de 2008 estalló una guerra entre cárteles que cambiaría para siempre la vida de Priscilla. La Federación se deshizo. Ismael Zambada y Joaquín Guzmán rompieron su alianza con los Beltrán Leyva y con Vicente Carrillo Fuentes, del Cártel de Juárez, y se desató una masacre a escala nacional. La Secretaría de Seguridad Pública que comandaba Genaro García Luna y que había protegido a todos prácticamente por igual, se le volteó a la Barbie, y se quedaron del lado del Cártel de Sinaloa. Por órdenes del Mayo, debían detener o asesinar a toda la gente de los Beltrán Leyva, incluyendo al Güero.

El mundo feliz de Priscilla terminó de desmoronarse ante sus ojos. Se sentía deprimida y lloraba. La Barbie comenzó a ser violento con ella. «Me tocó ver que maltrataba a la señora, una vez la tenía de los cabellos. Ella estaba sentada en un banco de la isla de la cocina llorando, a él le valió madre y siguió hasta donde quiso. Ella estaba llore y llore por el dolor y la pena porque fue delante de mí y del chef», narró uno de los testigos. «Más tarde, ella se disculpó conmigo y me dijo que tenía mucha pena y volvió a llorar. Me dijo que se había enojado porque le reclamó de la Chicles».

Además, empezó a restringirle más las salidas y la tenía vigilada todo el tiempo. Sería por la tensión que le causaban las dificultades en sus sangrientos negocios o por la desconfianza de que Priscilla, por celos, pudiera delatarlo.

Para no aburrirse, ella se escapaba e iba de compras a Santa Fe, adquiría ropa, bolsos, maquillaje, joyas. Puro Gucci, Luis Vuitton, Chanel, que terminaba usando solo entre las cuatro paredes de su casa. La Barbie incluso comenzó a restringirle el dinero, Priscilla tenía que pedírselo a un encargado del capo y él ya había puesto el límite de 250 mil pesos a la semana.

A veces ella se quedaba encerrada en su recámara llorando y prefería que su esposo ya mejor ni regresara. «Era una vida fea, triste», comentó una persona que estuvo muy cerca de Priscilla en aquel tiempo. «Solo era feliz cuando veía a su mamá y a sus primas», pero la Barbie no las soportaba y «no las bajaba de putas».

Priscilla llegó a asumir una actitud de indolencia. Sus empleados ya ni siquiera le parecían humanos. Una vez, la Barbie mandó llamar a uno de sus hombres de confianza para encargarle un mandado. Cuando entró en la habitación, Priscilla estaba prácticamente desnuda, la bata apenas le cubría algo del cuerpo. El empleado no podía ser indiferente ante la belleza de la señora, y volteó hacia otro lado. «Pero voltea, güey», le dijo el jefe retándolo.

Cuando la Barbie salía, ya sin dinero para ir de compras infinitas, Priscilla se iba corriendo a la casa de su madre, que vivía en el exclusivo fraccionamiento Condado de Sayavedra, en Atizapán, Estado de México. Y decía que ya no quería regresar a su casa. Ya había nacido su segundo vástago, una niña a la que pusieron el nombre de Sofía. Su hijo mayor apenas de cinco años ya imitaba a su padre. Le gustaba jugar con las pistolas de plástico que la Barbie le compraba y aun con su escasa fuerza les pegaba a los escoltas con el bat. A su corta edad, tenía su propia tablet, donde se entretenía mientras los adultos a su alrededor lo ignoraban.

La Barbie era una moneda de dos caras. No solo como marido de Priscilla, sino también como narcotraficante. En 2008 dio la orden a su gente de mayor confianza de cambiar secretamente de bando: «Ahora somos chapos»[19], pero hacía creer a Arturo Beltrán Leyva que aún estaba de su lado. Lo que nadie sabía en su grupo es que Edgar Valdez había entrado en comunicación con la DEA y el FBI; no lo sabían ni sus jefes, ni sus socios, ni las autoridades a las que seguía pagando sobornos[20].

En 2004, la Barbie contactó al Departamento de Justicia de Texas para que desecharan varios cargos en su contra. A cambio, el gobierno estadounidense le pidió ayuda en la captura de Joaquín Guzmán y Arturo Beltrán Leyva, pero la Barbie no lo hizo, prefirió comandar ejércitos de sicarios, la fiesta, los artistas y los excesos.

Sin embargo, en 2008 cambió de opinión, cuando ocurrió la ruptura de La Federación. Quizás calculando que en esa guerra todos perderían, volvió a contactar al gobierno estadounidense[21].

De 2008 a 2010 fue informante de la oficina de la DEA en San Antonio, y del FBI, en su base de McAllen y en la embajada de Estados Unidos en México. Todo lo hizo por medio de una tercera persona, quien era parte de su familia, y cuya identidad el Departamento de Justicia mantiene bajo reserva[22].

En su cooperación con el gobierno estadounidense, la Barbie reveló cómo oficiales corruptos del gobierno de Felipe Calderón entregaron al Cártel de Sinaloa y los Beltrán Leyva la identidad, fotografía y ubicación de agentes de la DEA que trabajaban encubiertos en diversas partes del territorio mexicano. Entre los oficiales mexicanos corruptos estaban García Luna y su equipo comandado por Luis Cárdenas Palomino, Ramón Pequeño, Armando Espinoza de Benito, Facundo Rosas Rosas, Iván Reyes Arzate, entre otros. Estos policías a su vez obtenían información gracias a que la propia DEA la compartía con ellos, sin saber que serían traicionados.

Evidentemente la corrupción de los funcionarios mexicanos del gobierno de Felipe Calderón puso en peligro la vida de decenas de funcionarios americanos. Al menos uno de ellos fue asesinado. La Fiscalía de Estados Unidos confirmó que la información proporcionada por la Barbie era real y había ayudado a salvar la vida de otros agentes[23].

Una de las colaboraciones que la propia Barbie se adjudicó fue haber revelado datos que derivaron en el operativo que llevó a cabo la Marina en diciembre de 2009, en el cual fue abatido Arturo Beltrán Leyva, con quien la Barbie trabajó durante años y según testigos se estimaban como «padre e hijo».

Vicente Zambada Niebla, el hijo del Mayo, también se adjudicó haber colaborado con el gobierno de Estados Unidos para asesinar al Barbas, en medio de la guerra desatada. Formalmente, el Departamento de Justicia de Estados Unidos dio crédito por esa ayuda a los dos, así que es probable que de una u otra manera Vicentillo y la Barbie, acérrimos enemigos en el pasado, hubieran estado en coordinación aquella terrible noche de diciembre de 2009.

El 16 de diciembre de 2009, Arturo Beltrán Leyva se encontraba en un departamento de lujo en la torre Altitude, ubicada en una de las avenidas más transitadas de Cuernavaca. Al igual que la Barbie, estaba habituado a pasar algunas temporadas en la llamada ciudad de la eterna primavera.

Beltrán Leyva ya había tenido ciertas diferencias con la Barbie, pero aún existía una buena relación, tanto que ese día Arturo le había pedido prestada a su masajista y a su cocinero. Cuando sus escoltas notaron que algo extraño ocurría en el edificio, Arturo ordenó que le pidieran refuerzos a la Barbie. Un grupo de élite de la Secretaría de Marina que contaba con información de la DEA estaba a punto de entrar en el complejo, pero aún no sabían exactamente cuál era el departamento.

En medio del operativo, la masajista, quien no conocía los planes de la Barbie, le llamó con insistencia para comunicarle la petición de auxilio del jefe. Al no localizarlo, telefoneó a uno de sus lugartenientes, quien le informó personalmente que el Barbas necesitaba refuerzos. «Vete y tira ese teléfono», ordenó la Barbie, aludiendo al aparato en que había recibido la llamada de la masajista. «No me has visto». Arturo Beltrán Leyva murió semidesnudo, acribillado, estaba casi sin ropa precisamente porque ese día el capo pensaba consentirse con un masaje. La Marina detuvo a la masajista y al cocinero, y al poco tiempo los liberaron.

Por su parte, la Barbie se fue a Puebla, donde estuvo alrededor de un mes; se llevó a Priscilla y sus hijos. Su objetivo era organizar el asesinato de Héctor Beltrán Leyva, quien se encontraba en esa ciudad. No lo logró.

Un mes después, como si las cosas no estuvieran ya demasiado calientes, el JJ, uno de sus principales lugartenientes, disparó contra Salvador Cabañas en el Bar Bar. La Barbie se molestó, le gritó, lo golpeó, pero al final le dio protección y lo alojó en un departamento en Bosques de las Lomas. Cayó antes la Barbie que el JJ[24].

Meses más tarde, todo empeoró para Priscilla y sus hijos. En julio de 2010 hubo un operativo en una lujosa residencia que habían rentado en una zona exclusiva de Brisas Marqués, en la calle Carabela. La Policía Federal irrumpió violentamente en el domicilio donde se encontraba la familia del narcotraficante y en una habitación amagaron a Priscilla, a sus hijos, su madre y sus hermanos. La Barbie se había ido desde temprano a jugar pádel con su suegro y no había regresado.

Los escoltas y las personas de servicio estaban en la planta baja de la casa y los arrodillaron. Al no ver al narcotraficante, pensaron que se habían equivocado de casa. Ya habían entrado a dos casas continuas y habían amagado, golpeado y robado a los habitantes. Una de las policías observó a su alrededor cuidadosamente y vio la tablet de Arturito. No tenía ninguna contraseña, así que enseguida descubrió los retratos de la Barbie y sus hijos.

A continuación les quitaron a todos el teléfono y cualquier otro medio de comunicación. Rompieron paredes en busca de dinero y joyas, pero no encontraron nada porque la casa era rentada. No obstante, se robaron todo lo que había a su alcance. Golpearon durante toda la noche a los escoltas y empleados. Cuando a las 3 de la mañana sonó un teléfono de los que habían confiscado, contestó un policía: era la Barbie. «¿Qué hacen en mi casa? Ya sé que están ahí, ahora se dan por mal servidos, después de todo el dinero que les di. Si no sueltan a mi gente y a mi familia voy a ir matando uno por uno a los federales de Acapulco».

El policía salió de la casa para negociar y al final habrían llegado a un acuerdo para dejar ir a la familia. A las 7 de la mañana se llevaron a cinco de los empleados que estaban en la casa y liberaron a Priscilla y a toda la familia en la glorieta de Puerto Marqués. Cuando hicieron el parte policiaco, inventaron que las detenciones de los trabajadores habían ocurrido en otro momento. Y les sembraron armas para justificar el arresto. No podían decir dónde los habían detenido porque habían saqueado el lugar.

A fines de agosto de 2010, poco después de su cumpleaños 37, la Barbie fue detenido por la PF. La misma corporación comandada por los jefes policiacos que habían estado a su servicio lo detuvieron con la intención de asesinarlo. Fue la presencia de agentes de la DEA lo que le salvó la vida. Horas antes, ya la policía corrupta de García Luna y Luis Cárdenas Palomino había acribillado a Aarón Arturo Ginés Becerril cerca de Perisur, al sur de la Ciudad de México, mientras circulaba en un Mazda plateado propiedad de la Barbie. Lo mataron porque era uno de los responsables de pagar sobornos a funcionarios públicos. Si lo detenían, iba a testificar cosas muy incómodas.

Una de las cosas a las que más temía la Barbie era justo que lo arrestaran. Y ese día llegó. Priscilla acababa de cumplir 24 años y estaba embarazada de su tercer hijo, Jesús. Ella se quedó bajo el cobijo de su madre y se fue a Estados Unidos, de donde tiene nacionalidad.

Las autoridades presentaron a la Barbie ante los medios de comunicación. En su rosto se dibujaba una sonrisa que durante años fue un misterio. Un testigo cercano a los acontecimientos señaló que el narcotraficante sonreía porque sabía que sus hijos podían llegar a verlo y no quería que se preocuparan.

Y así ocurrió. Un día Arturito lo vio en la televisión y se asustó porque su papá estaba rodeado de policías. «¡Es mi papá!», dijo el niño. «Mira, se está riendo», le dijo un familiar para tranquilizarlo. Cuando comenzó a preguntar por su papá le decían que estaba en una escuela. «¿Y sus pistolas?», preguntaba el menor.

A Edgar Valdez lo encarcelaron en el penal de máxima seguridad del Altiplano. Por medio de sus abogados pidió que su esposa le hiciera una visita conyugal. Priscilla no quería, pero al final se presentó para no generar un problema con él. Para su sorpresa, en el penal le dijeron que su acta de matrimonio era falsa. «Solo eso me faltaba, que hasta el matrimonio hubiera sido falso». Se sintió ofendida e indignada, pero al final verificaron que el acta era real. No pudo evadir hacer la visita conyugal.

Priscilla viajaba cada tanto de Estados Unidos a ver a la Barbie. Entraba en la prisión vestida muy sencilla, con una playera tipo polo, zapatos sin tacón y jeans. Salía devastada, asqueada, y a veces con señales de violencia en el cuerpo. «¿Qué tienes? Estás muy fría», le reclamaba la Barbie. «Es que me da pena», decía ella argumentando que había cámaras de video. Él comenzó a celarla. La mandaba seguir. Quería saber todo lo que hacía. Le advirtió a través de sus abogados que no podía estar de fiesta mientras él estaba «comiendo», refiriéndose a que no podía serle infiel. «¿Con qué derecho me reclama?», decía Priscilla, quien conocía bien la vida de excesos con otras mujeres que había vivido su esposo. «Él piensa que me compró, que soy de su propiedad».

Poco después, en noviembre de 2010, detuvieron al padre de Priscilla: Carlos Montemayor. Le imputaron diversos delitos de narcotráfico y delincuencia organizada, así como el multihomicidio ocurrido en octubre en Acapulco, donde 20 personas provenientes de Michoacán fueron confundidas con miembros de un cartel contrario.

Tras su caída, la Barbie intentó recuperar la mayor cantidad posible de dinero y bienes. Uno de los primeros puntos a donde envió a su gente fue a la lujosa joyería Berger Joyeros, ubicada en Masaryk 438, en la Ciudad de México. En la sucursal, entre los escaparates llenos de las joyas y los relojes más costosos, al fondo a la izquierda había un salón oculto decorado con maderas finas, donde resaltaba una discreta barra con bebidas exclusivas para los clientes VIP. Ahí había una bóveda con cajas de seguridad para los compradores exclusivos.

La Barbie era cliente frecuente. Ahí llegaba acompañado de su gente de mayor confianza para adquirir todo tipo de joyas. En esa joyería mandaba a hacer las cachas de oro y gemas para sus armas. «Lo acompañé muchas veces, entré con él», narró uno de esos acompañantes. «Lo recibían como el señor Rogelio, lo atendía el gerente, un señor entre 40 y 45 años. De traje, obviamente, bien educado, bien rasurado. Había dos empleadas más que le traían las joyas y el joyero para decirle de qué calidad eran las joyas».

La Barbie compraba ahí regalos para su familia, para Arleth Terán y la Chicles. El testigo explicó que no sabía la razón por la que iba a esa joyería y no a otras, pero claramente era «la principal y más famosa de Masaryk, la de más caché, donde van políticos y mucha gente poderosa».

Fue ahí donde Priscilla compró un exclusivo reloj Cartier de oro rosa con diamantes que le regaló en su cumpleaños al Güero; «le costó 200 mil dólares», dijo el testigo. También en esa joyería la Barbie compró los rosarios de oro que les iba a regalar a los invitados a su boda, pero como se frustró no se sabe qué ocurrió con las alhajas. Igualmente, ahí adquirió los relojes que les regaló a los integrantes del grupo Intocable para que promocionaran a Torrente.

«Gastaba hasta 50 mil dólares en una sola compra, pagaba de contado y todo estaba bien», reveló uno de los testigos de dichas compras. «Si él quería, podía dejar guardadas las joyas y relojes ahí, pensaba que estaban más seguros que en sus casas por si llegaba a haber algún operativo». En la caja de seguridad, la Barbie conservaba celosamente una colección de al menos 30 relojes finos, centenarios, joyas y una pistola con cacha de oro y diamantes. Y precisamente eso era lo que la Barbie quería recuperar.

Al enviado lo atendió una persona mayor, de más de 70 años, quien dijo ser el responsable. Le explicó que ya habían pasado por el contenido de la caja, un amigo del señor, su empleado José Jorge Balderas Garza, el JJ. El mismo personaje que fue detenido en enero de 2011. Tal vez por eso en una diligencia judicial la Barbie y él terminaron a golpes.

Por suerte, en Interlomas tenía otra caja de seguridad con al menos 13 relojes y joyas, que habría recuperado uno de sus hermanos. Otros de sus familiares viajaron a Suiza para pedir la entrega de los 3 millones 100 mil dólares que debían estar ahí por la venta de aquella lujosa residencia en el Club de Golf Interlomas al brasileño, ocurrida en 2009. La cuenta estaba testada a prestanombres, en el banco les dijeron que solo quedaban 50 mil dólares. El resto la Barbie lo había perdido jugando al lobo de Wall Street.

Igual perdió un equipo de futbol de la primera división de Panamá llamado Club Atlético Veragüense, fundado en 1996. Lo había comprado en 2010 por 300 mil dólares antes de ser detenido. Pero luego de caer en prisión, ya no tuvo dinero para mantener los sueldos de los jugadores ni del director técnico.

En 2012, días antes de que terminara el gobierno de Felipe Calderón, la Barbie decidió revelar las redes de corrupción que conectaban a la administración saliente con diferentes organizaciones criminales, incluyendo el Cártel de los Beltrán Leyva[25].

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