Emily

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CAPÍTULO IX

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CAPÍTULO IX

Abrimos los ojos y estábamos en el salón principal de Palacio. Todos estaban sorprendidos ante nuestra aparición.

Nuestros padres intentaron ponerse de pie y sonreírnos, pero no podían, unas fuertes cadenas los tenían atados en los asientos alrededor de la mesa.

Unos sonidos de risa estridente, nos pilló desprevenidos y cuando quisimos reaccionar, nos habían arrojado una red muy grande, atrapándonos e inmovilizándonos.

Apareció Dark Warlock con sus oscuros ojos sin alma, sonriendo irónicamente.

-Amigos míos, por fin os he conseguido. Osasteis darme muchos quebraderos de cabeza y me habéis puesto a prueba.

Ya no escaparéis y moriréis con la más horrible de las torturas.

Empezó a reírse como un loco, parecía un cadáver andante, ya no le quedaba casi ni piel encima de los huesos y mucho menos carne. Se movía con gran esfuerzo, debido a todo el desgaste que con sus hechizos su cuerpo había pagado.

Era tanta su ambición de poder y maldad que no se daba cuenta de lo próximo que estaba para irse con la muerte.

Eduard apretó mi mano y me tranquilizó mentalmente:

-(Cielo no conseguirá sus propósitos, solo le quedan huesos y pellejo. Dejaremos que nos encierre en las mazmorras y allí le haremos frente. No quisiera dar un espectáculo delante de todos nuestros hermanos, padres e incluso niños pequeños. Debemos proteger a nuestra raza los brujos blancos y que el malvado se centre en nosotros dos).

-(Temo por el horror al que ha sometido todo este tiempo a nuestros amados hechiceros. Ojalá pronto deje de existir y podamos vivir en paz).

Fuimos arrastrados por las escasas fuerzas que le quedaban, hasta los calabozos, donde el malvado Dark Warlock tenía un sin fin de aparatos de  tortura: látigos, cadenas y un potro para desmembrarnos.

Reía sin parar como si fuera lo más divertido que nunca iba a presenciar. Su crueldad no tenía límites, hasta su vida daba por seguir causando el mal.

En un último esfuerzo, nos ató con cadenas contra la fría piedra de la pared y cogió un látigo para comenzar a maltratarnos.

-(Amada, confía en mí, te prometo que no te hará daño. Te amo).

-(Yo también te amo, cerraré los ojos, no deseo ver nada de su destrucción).

-Vaya, vaya, será un placer para mí domesticar a tu adorada bruja. Eres un hechicero con suerte, pero se te ha acabado, ya no disfrutarás de esta bella criatura.

Quizás juegue con ella delante de ti, para mortificarte y hacerte sufrir.

Escuché el sonido del látigo y cuando pensé que me arrancaría parte de mis carnes, un grito espeluznante de terror salió de la garganta del brujo oscuro.

Cuando abrí mis párpados, ya no había rastro de él.

Suspiré de alivio, al mismo tiempo que mis cadenas caían de la pared y mi amado me besaba y abrazaba con todo su amor.

-¿Cómo has logrado que Dark Warlock, ya no exista más y nos aflija con su maldad?

-Emily, he usado todo mi poder mental y aunque haya perdido algo de peso, estaba preparado para el encuentro.

Le he lanzado un rayo desde mis dedos y lo he fulminado hasta que sus cenizas las he elevado al universo para que desaparezcan al atravesar la atmósfera terrenal.

-Cielo, y los demás brujos oscuros de la aldea, ¿qué ocurrirá con ellos?

 

-Regresaremos y les haremos abandonar la población para siempre. Serán castigados y expulsados de nuestras tierras; los confinaremos en un desierto donde no puedan volver a salir y se alimentarán con sus propios medios.

-Eduard. ¿Poseemos suficiente poder para arrojarlos fuera de la humanidad?

-Mi amada Emily, ahora somos mayoría los brujos blancos y los más poderosos gracias a nuestra unión. No habrá nadie que nos vuelva a castigar por su egoísmo y maldad.

Muy contentos y abrazados, subimos hasta el salón y todos se abalanzaron sobre nosotros para besarnos y darnos las gracias por su salvación.

Nuestros padres lloraban emocionados y quisieron aunar fuerzas y preparar una gran fiesta para celebrar el triunfo del bien sobre el mal.

Comimos, bebimos y danzamos sin parar, agradeciendo a la bondad divina su ayuda celestial.

 

 

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