Ellas

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CAPÍTULO 18

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CAPÍTULO 18

MARTHA

 

 

Santa Ana – Este del Salvador

No esperé nunca ser parte de una historia de amor, nunca imaginé que ese sentimiento que escuché mencionar de algunas personas cercanas, reflejando en palabras una acción única y esencial, pudiera llegar a mi vida. Lo deseaba, es completamente cierto. Pero era un deseo que no pensé nunca se haría real.

Por eso fue tan sorpresivo el momento aquel en que sentí que ese deseo cumplido por ella estaba, llegando a mi vida, una mujer, sanando mis heridas, las más profundas, y con tan solo su voz. Yo, sanando las suyas, esas que causaban dolor en su vida, una vida que ya ni recuerda, pues del pasado quedó siendo parte, reemplazada por sentimientos de regocijo, cariño y de inmenso amor.

Técnica obtenida por los suspiros de su aliento sobre mi cuerpo, lo increíblemente valioso de sus palabras, esas que usa con total suavidad, con sutileza, con amor.

Pulida, como el diamante más brillante de todos, de luz, como el sol de nuestro cielo o la luna sobre el mar de la noche; importante, como la vida misma, esencial, como el agua, necesaria, como el aire, ese que respiro, ese que está en todo el mundo.

Gemas preciosas, valiosas, las que posee ella, en sus ojos, extrañas formas usadas para seducirme, para amarme como ahora lo hace. Aleaciones de minerales dados a la explotación por su cuerpo, desenterrando los fragmentos de mayor connotación en virtud de ella, con un proceso minucioso de alta calidad, de su piel, de lo que siente cuando está cerca de la mía, abriendo los cofres que guardan los secretos de su corazón, para resguardarlos dentro del mío, para mí, para que los cuide, y para que los proteja.

Así mismo, como un día, nacieron las respuestas a mi deseo de protegerla. Siendo activista, la mayor parte de su vida, vivió luchando y defendiendo los derechos de cada ser vivo, de las personas, de los animales, de la naturaleza, pero ¿quién la protegía a ella? Los resultados de su compromiso eran aclamados por muchos y odiados por quienes querían dañar la comunidad, así como dañar su integridad física, moral, quebrantándola, y destruyendo todo a su paso.

Así fue que la conocí, estando del lado que no era el correcto, yo la vi por vez primera, un lado que aunque no era el correcto, ni en el que debería de estar, estuve por poco tiempo, pues abrí mis ojos a la realidad, a una que no que no quería ver, pero gracias a su luz, a la de ella, en mi vida, pude hacerlo.

Un día en una congregación de personas, presentes, alzadas en voz, exigían un mejor trato a las mujeres, a sus derechos y a la igualdad, yo, pasaba por el lugar, y no pensaba en detenerme. Aunque oía lo que decían muchas de ellas en su manifestación pacífica, quise seguir caminando sin detenerme, pero fue su voz, hablando con una determinación característica. Fuerte, pero manteniendo su complejidad.

Decidí tomarme solo unos minutos para escuchar. «Tenía razón». No solo era verla de lejos o escucharla, era la manera en la que sus palabras, añadidas a su voz, iban causando ese eco que no paraba de repetirse en mí. En mi interior, en mi mente.

Estudiadas y aplicadas operacionalmente por su voz, desenterrando esos sentimientos que, llenos de polvo, un día pensé nunca encontrar en ella. Jamás. Pero que ahí estaban, debajo de esas rocas minerales que los cubrían. Fosilizado, por el tiempo que estuvo ella sin usarlos. Frágiles, sumadas a las abolladuras de su corazón, causadas por quienes habían prometido no lastimarlo, pero que nunca les importó en lo más mínimo lastimarla.

Como gema, Evaluada principalmente por su belleza y perfección; rompiendo esquemas, añadiendo deseos, evaluando proximidades, por su color, el de sus ojos, esos verdes como la naturaleza que tanto trabajaba por cuidar, un cristal, frágil y hermoso como siempre lo fue.

De la nada vi cómo oficiales del gobierno antidisturbios empezaron a dispersar lo que había empezado como una manifestación pacífica. A partir de allí dejó de serlo. No solo mujeres habían allí; sino hombres, niños, y jóvenes que buscaban  este tipo de escenarios de inconformismo contra el gobierno para efectuar sus acciones vandálicas, agrediendo a los grupos de seguridad gobierno que intentaban dispersar a la gente.

Traté de alejarme lo más que pudiera, pero sin dejar de observar. Aquella mujer, no quería dejar el lugar donde estaba, y con un altavoz seguía gritando lo que pedían, sin importar la batalla campal que estaba empezando a efectuarse cerca de ella.

Los efectivos del gobierno ya sabían quién sería la cabeza de ese conglomerado gremio de activistas, una mujer, e iban por ella, lo supe, porque vi cómo dichos agentes la señalaron, y fueron por su captura, no sé qué paso de mí, pero no quería que nada le sucediera. Estaba de acuerdo con lo que decía, con lo que hablaba, es más, con ella. De verdad, me había tocado.

Mis acciones rápidamente fueron correr. Corrí hacia donde estaba ella, de donde no se quería mover, cuando estuve a sus espaldas otra persona frente de ella se había tropezado por culpa de la multitud corriendo, evitando los oficiales, evitando los gases, evitando ser heridos, dicha persona con su mano la habría empujado, haciendo que su cuerpo se fuera hacia atrás, cayendo.

Reacción rápida. Mis reflejos ante su ayuda estuvieron, en protección, y deseando que nada malo fuera a pasarle, pude atraparla antes de que cayera contra el suelo, sobre mis manos, me miró, la miré segundos contados con los dedos de la mano que la sostenía, pocos, pero profundos, como profunda fue su mirada, profundos deseos de su interior, de sus adentros, de los confines de su amor. «Te tengo» «Acompáñame no es seguro aquí» le dije.

Luego de esos segundos la levanté y la tomé fuertemente de la mano. Me quité una de las dos camisas que usaba, y la puse cubriendo su nariz y su boca para que el gas no la fuera a afectar, y con su mano tomando la mía, la llevé a un lugar más seguro, antes de que de la guardia diera con ella, y posteriormente con su aprehensión.

Pedidos a medida, de transporte, almacenamiento de sentimientos transfundidos en gotas de miel hacia su boca, de lo dulce, néctar en su lengua, abrazando la mía, de sus ojos dulces por cómo no para de verme; secuencias temporales, profundas, definidas, diversidad de espacios provenientes de variaciones complementarias, complementando su presente, dejando nacer a mi lado, a su lado, un futuro. Ya en un lugar más seguro le dije que me disculpara por la manera en la que había hecho lo que hice, pero no podía ver que le sucediera algo malo.

Me miró y... «Wow, su mirada». Realmente no podría describir esos sentimientos que me inundaron como mar el alma.

Luego de eso, me presenté, pregunté su nombre y al decirlo supe que, con esa voz, esa voz clara, tierna, y expresa, habría causado un eco nuevo, pero este eco entregado por su voz no estaría por unas horas, o quizás por unos días; no estuvo por unas semanas sino que marcó un espacio en tiempo que se extendió solamente por el resto de mi vida.

Diversificando los pensamientos de amor, guiándolos hasta sus ojos, hasta su voz, reconstruyendo los pilares sentimentales que habían caído con dolor, rasgos definidos en sus ojos que terminaron dando luz a los míos, luchas que ya no había dejado nunca más las hiciera sola, pues ahora estaría a su lado, cuidando cada día sus intereses, sus razones, y cuidando finalmente, su amor.

Dulce caramelo de sus labios, a su pregunta, ahora saben lo que sentí por vez primera, un sentimiento que solo con ella pude sentir, que solo a su lado vi nacer.

Abriendo mis ojos y dejándome ver realmente las cosas importantes, como su amor o su lucha. Una lucha que entregué a su lado como compañero de vida, y un amor que resguardé en protección siempre, por ella.

Historia de connotaciones táctiles pienso fue la de aquel hombre, pues pudo tocarme con ellas, pudo dejarme conocer más acerca de lo que realmente pensaba y creía. Estaba más que complacido, y también, inmensamente agradecido.

Luego de que terminamos de hablar, ese hombre me expresó que debía regresar a la marcha pues la demás gente debía de verlo activo en ella. Así que se fue, y regresó al lugar donde yo había ido por él, justo a unos pocos metros, en donde estaría la mayor concentración de personas involucradas en la protesta.

Yo caminé algunas calles hasta donde había un gran árbol, con una gran sombra en sus bajos, bajo ese árbol, me recosté para poder descansar del fuerte sol que había, mientras pensaba ¿qué hacer? mi tesis en intereses de conocimiento y percepciones de los hombres por su significado de amor, alcanzaban un punto bastante alto en ese momento, pero aun así, no podía detenerme en este lugar. Aún faltaba un par de ciudades más que debía visitar y así estuviera cansado, tenía que poder lograrlo. Debía llegar hasta el final.

Pensaba que si me detenía habría sido un viaje de casi dos años incompleto por no lograr llegar a completarlo, así que bajo ese árbol grande, saqué el mapa con el que había empezado a viajar, y viendo cuál sería mi siguiente destino, me preguntaba si sería pertinente viajar esa misma noche o esperar a que fuera de madrugada.

Con el pensamiento de querer conocer más de esa ciudad, de su cultura como de su gente, opté por quedarme esa noche en ella. Busqué un hostal cercano y económico donde pudiera dormir y guardar mis cosas. Encontré uno no muy costoso a unas calles de donde había estado, dejé las cosas en mi habitación y me tomé un tiempo para conocer los alrededores antes de que cayera la noche.

Tomé algunas fotografías, lo más relevante para mí de esa ciudad. No fue tampoco mucho tiempo el que habría tenido yo para conocer, pero lo disfruté bastante.

Aproveché además para saber las opciones de viaje que tenía que hacer para llegar hasta la siguiente ciudad. Tiempo estimado, entre otras cosas más que pregunté a algunos trabajadores en la parada de autobús central.

Las horas pasaron rápido. La noche se había ido, y la nueva mañana llego de nuevo anunciando más que un hermoso día, me decía que debía de viajar, así que tomé mis cosas, me dirigí hasta la parada de autobús y listo para partir estuve.

Pagué por mi boleto de viaje y traté de relajarme las siguientes diez horas aproximadas que me separaban de esa próxima ciudad, una ciudad que vendría acompañada por el cristal de mi ventana, de un pensamiento sobre una nueva historia, una buena, así que sin más, viajando en un autobús exprés, empecé el viaje.

Once aburridas horas más tarde por fin había llegado. No entendía cómo estando acostumbrado a viajar por tantas horas en carretera me había parecido este viaje tan agotador y poco rápido. Aunque fue bastante rápido a decir verdad, pero no importaba, ya estaba ahí, ciudad. Que bella, que incomparable era. Su arquitectura no podía dejar que se quedara solo en mi mente, debía de tomar algunas fotos, y eso hice. Caminé queriendo conocer más y más.

Asombro. Tenía toda la tarde para visitar sus partes más bellas, fue casual, pero en una de ellas, en uno de los lugares que visité de esa ciudad, fue diferente, hubo otro desenlace, uno sumado a un hombre, que observé mientras, al igual que yo, tomaba fotografías de ese lugar.

No estaba solo. Acompañado por una mujer estaría. Riendo juntos, mientras la miraba y no paraba de besarla.

¿Su edad? –Diría que tendría unos veinticinco años. Estaba joven, pero parecía saber realmente lo que tenía frente a él. No solo eso, parecía tener muy claro ese sentimiento de adicción que sentía, pues de besarla a ella no paraba, luego de unos minutos, pude darme cuenta que no solo estaban ellos dos, había además una pareja de esposos más adultos que ellos. Quizás los padres de él, o de ella, no lo supe.

Aproveché un momento en el que ese hombre, se acercó a mí esperando tener un enfoque mejor para tomar una fotografía, aproveché, pues la mujer que lo acompañaba se quedó al lado de la otra pareja de adultos, y al acercarse aquel hombre a mí, no pude evitar mencionar lo buena pareja que hacia él y esa mujer. Con risa me dijo algunas cosas que sentía, y se presentó, yo también lo hice, y entre la charla de ese momento, le dije por qué había tomado el atrevimiento de mencionar lo que veía en los dos. Queriendo saber más, me hizo algunas preguntas, cuando le expliqué un poco más a fondo de lo que hacía, me expresó que en algún momento de su vida tuvo miedo a perderla, o de no volver a verla más, pero al final todo terminó saliendo muy bien.

Con intriga, quise saber un poco más de su significado, por tanto no tuve otra opción más que hacer una pregunta más. A ese joven, ese que se veía estar completamente enamorado de la mujer que lo acompañaba, ese que con ganas de saber más, le hice la pregunta.

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