Ellas

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10. Ellas y la psicología

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A lo largo de este trabajo hemos señalado diferencias que van desde aspectos anatómicos cerebrales hasta aquellas relacionadas con la vulnerabilidad cardíaca. Asimismo, diferencias desde lo hormonal hasta aquellos aspectos históricos y culturales. En consecuencia, no podrían no existir diferencias psicológicas. Estas parten de diferentes aptitudes cognitivas. Es así que hemos citado la facilidad de Ellas para el desarrollo de la capacidad lingüística ya desde la infancia. En general, Ellas aprenden a hablar antes que nosotros, con mayor capacidad expresiva y riqueza de vocabulario. También se constata en Ellas una mayor fluencia verbal, en términos de manifestar un lenguaje espontáneo que se suma a una mayor memoria verbal en relación a nombres, relatos y recuerdo de historias y sus detalles. Nosotros, en cambio, acorde con nuestro pasado ancestral, tenemos mayor facilidad en las habilidades especiales en cuanto a ubicación y orientación en el espacio. Ellas evidencian mayor capacidad para reparar en detalles, en cuanto a situaciones, ambientes, objetos, vestuarios, mobiliarios y contextos de interrelación social. Esas capacidades se encuentran facilitadas por una percepción visual que les permite reparar en el entorno con un mayor campo visual y una sensibilidad para percibir variabilidad tonal de los colores, mayor que en nosotros, y una mayor velocidad perceptiva de los objetos, al tiempo que también es mayor la amplitud tonal auditiva que les permite percibir tonos de sonidos más agudos. Como contrapartida, la medición espacial de las distancias y la percepción de movimientos rápidos se encuentran facilitadas en nosotros.

Otra área en la que las diferencias son sensibles es la relativa a la comunicación no verbal, una de las variables responsables de la conocida intuición femenina. Otra diferencia es la capacidad de agresión. Nosotros somos en términos generales más agresivos que Ellas tanto en lo gestual, lo verbal como en la expresión física de la agresión. La expresión emocional de la ira también es en general más intensa en nosotros que en Ellas. La capacidad de motricidad fina, es decir la delicadeza en los movimientos físicos, en cambio, es más evidente en Ellas.

Nuestra relación con las condiciones estresantes también es diferente y eso marca diferencias psicológicas. Nosotros nos sentimos amenazados prioritariamente por aquellas circunstancias que desafían nuestra autoridad y nuestro territorio. Ellas, en cambio, son más sensibles a diferencias y conflictos sociales que alteran la red social de pertenencia y los lazos vinculares. Asimismo, ante una situación estresante nos expresamos psicológicamente hablando de modo diferente. Nosotros tenemos tendencia a la acción directa, al enfrentamiento rápido e impulsivo en función de alcanzar una solución rápida y directa para el problema en cuestión. Ellas optan por mecanismos psicológicos más elaborados, centrados en el manejo y el abordaje emocional del conflicto amenazante.

En otro orden de cosas, en nosotros predominan las conductas competitivas, mientras que en Ellas prevalecen las de cuidado y cooperación en relación al mundo social. En términos generales, en nosotros prevalecen las conductas dominantes, de alerta y vigilancia, y en Ellas se destacan la sensibilidad y la cordialidad.

Sin duda, desde la genética, la biología y la psicología, Ellas y nosotros somos diferentes. Ni mejores ni peores, diferentes. Diferentes y complementarios.

El desafío desde lo cultural es alcanzar la igualdad en los derechos entre Ellas y nosotros.

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