Ella

Ella


Cuatro

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—Jamás reemplazará a lo natural, si eso es lo que quieres decir. Como habrás comprobado, para correrme volví a mi casa. Pero siempre había deseado probarlo.

Sonrió entonces, sin abandonar el movimiento de la mano.

—No lo conviertas en una costumbre, eso es todo. Me gusta mucho más de la otra forma.

Antes de dejarla marchar volvimos a follar de manera convencional. Fui amable, suave y considerado con ella y me sentí orgulloso de serlo. Fui tierno y le proporcioné tres orgasmos antes de eyacular con ella en el cuarto. Fue un polvo totalmente distinto al del comienzo de la tarde, como si hubiéramos atravesado una fase necesaria para alcanzar algo muy tierno y especial.

Mientras se vestía dijo:

—Si vamos a continuar con esto será mejor que consigas una cama de dos plazas. Esta es tan estrecha que a ratos se hace incómoda.

Palmeé suavemente sus caderas, reí y dije:

—No empieces a reformar el mobiliario, por Dios.

Ella también rió. Así empezamos.

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