Elizabeth

Elizabeth


LA CALMA DESPUES DE LA TEMPESTAD

Página 21 de 22

¡Esto era el colmo! Dominique entro en la estancia de las celdas. Se encontró a Gerard tumbado en la cama viendo una película cómodamente. Lo miro de soslayo con desprecio, no mediaron palabra, ninguno de los dos se gustaban y no lo disimulaban. Dejo el plato humeante de lentejas con un par de mendrugos de pan y la botella de vino sobre la mesa. Se dio la vuelta y cerro la puerta asegurándose de que el candado estaba en buen estado. Pudo ver como Gerard se levanto y recogió una copa de la estantería para el vino, sentándose a la mesa.

Dominique salio de la celda con una muesca de satisfacción dirigiéndose a su habitación.

Buenas noches Gerard Brown. Buenas noches para siempre.

Cuando llego al piso de arriba Elizabeth lo estaba esperando en la entrada. Tenía cara de pocos amigos —Dime Dominique ¿Que es lo que has hecho?.

—No entiendo ¿A que te refieres?. —Dominique se quedo perplejo de que Elizabeth pudiera sospechar siquiera algo.

—Sabes de sobra a lo que me refiero. —Los ojos de Elizabeth lo examinaban. Dominique no le pudo aguantar la mirada.

No. No tengo ni idea.

Mentiroso.

Brigitte saco una pistola y apunto a Dominique —Así que no sabes a lo que me refiero. Vamos los dos abajo ahora mismo—. El francés se quedo blanco, mudo

¿Como era posible que lo supiese que incluso sospechase algo?. La chica no estaba de broma, nunca la había visto así con el. Bajo al piso de abajo bajo la atenta mirada de Elizabeth que le clavaba el cañón de la pistola en su espalda. Bajo las escaleras consternado con su querida ama detrás sintiendo como empuñaba contra él el frío del cañón de la amenazante pistola.

Dominique adoraba a Elizabeth y también a Brigitte, lo eran todo para el. Les había entregado su vida, las protegía a las dos. Así era como le correspondían, poniéndole una pistola a la espalda con clara intención de apretar el gatillo. Desagradecidas. Llegaron a la celda de Gerard. Entraron ambos.

—Gerard sal de la habitación ahora mismo. —Ordeno Elizabeth en tono imperativo, alterada. El político que se había vuelto a tumbar en la cama sin probar la cena obedeciendo sus ordenes, salio de la habitación extrañado. Dominique estaba como blanco y Elizabeth tenía un revolver apuntándole. ¿Que estaba sucediendo?

—Siéntate a la mesa Dominique —El francés muy a su pesar obedeció—. Come. —Le ordeno con desprecio.

—Ya he cenado Elizabeth. No puedo comer más. —Dominique estaba hundido, su mundo se desmoronaba delante de el. Las lentejas envenenadas humeaban en el plato.

—No dejes ni una lenteja o te vuelo la cabeza ahora mismo. —Los ojos de la chica estaban inyectados en sangre.

—Elizabeth por favor. ¿Porque me haces esto?. —Dominique no alcanzaba a comprender como se podía haber enterado de sus planes.

—Sabes de sobra a que me refiero. ¡Cometelas!. —Su cara estaba fuera de si. Dominique lo estaba poniendo todo en peligro con su actitud. Lo estaba desobedeciendo una y otra vez, actuando a sus espaldas.

—No puedo. —Gerard de pie en el pasil o observaba la escena, no sabia que es lo que estaba pasando pero empezaba a intuirlo. La situación era mas que tensa.

Dominique tu elijes. No quiero apretar el gatillo pero lo haré si no te las comes. Espero que no hayas tratado de engañarme. Demuéstramelo. —La única forma de hacerlo, comerse las lentejas.

—Porque iba a engañarte Brigitte. Nunca lo he echo. Sabes que solo quiero lo mejor para los dos. —Que no me engañaba decía pensaba Elizabeth cada vez más encendida.

—Trae otra sil a Gerard. —Gerard recoge la silla de la otra celda y Elizabeth le pone las esposas en la espalda al propio Dominique. Elizabeth se sienta y le pone la pistola en la cabeza a Dominique que comienza a llorar—. Come ahora.

—Esto no esta bien Brigitte. Es Gerard no yo quien debe ocupar esta silla y llevar las esposas. Te esta engañando. ¿Es que no lo ves? ¿Que es lo que te esta pasando? No hablas conmigo y ellos se están apoderando de todo con tu consentimiento. Cuéntame lo que pasa.

—¡Cállate y come!. —Elizabeth coge la cuchara y se la pone en la boca a Dominique que la cierra—. No quieres comer veo. ¿Que es lo que has hecho? Dime ¿Que has hecho?.

—No he hecho nada Protegernos.

—¡Cómetelas! Lo vas a hacer aunque sea lo último que hagas. ¿Te crees que soy estúpida? ¿Que vas a engañar a tu ama? ¡Jamás!”. —Elizabeth le trata de abrir la boca al francés que se resiste. Finalmente consigue meterle la primera cucharada. El Francés llora, pero poco a poco se va comiendo el plato.

—Ahora sabremos si me has engañado o no. —Saco al francés de la celda de Gerard y lo metió en donde había estado Amanda. Quedando Dominique sentado en la sil a preguntándose cual efectivo sería el veneno y como es que habían llegado a esa situación.

Elizabeth estaba vigilando aparte de a Gerard y Brigitte a Dominique. No le estaba sacando ojo de encima y había descubierto sus planes. Le controlaba todo desde siempre, las cuentas, los movimientos de las tarjetas de crédito, las llamadas de teléfono, los correos, cualquier cosa que hacía Dominique, Elizabeth lo sabia. Lo conocía hacía seis años y sabía de sobra que le estaba ocultando algo. Se entero de las compras realizadas por medio de los extractos de su tarjeta de crédito y que le había mentido sobre su supuesto viaje a Francia. Nunca había ido a Francia. Pudo verlo entrando en la casa de Oxford a través de las cámaras conectadas a su portátil. Se imagino los planes que tenía el francés para Gerard.

Cuando Dominique volvió de su presunto viaje mintiendo como un bel aco sobre todo lo que había echo en Francia. Brigitte sabía que lo que había estado haciendo era un plan contra Gerard y no se lo iba a permitir.

300 libras gastadas en farmacias así lo indicaban.

¿Que es lo que pasa?. —Le pregunto Gerard a Elizabeth.

Creo que ha tratado de envenenarte. —Contesta la chica.

A Gerard la respuesta no le sorprendió. Lo que si le sorprendió fue que Elizabeth lo protegiese de esa manera. ¿Es que realmente las cosas mejoraban entre ellos? ¿O lo hacía para protegerse a si misma de Brigitte? Con seguridad esto último, inevitablemente tenía implicaciones que las cosas mejoraban entre ellos. Lo estaba protegiendo, señal de que cumplía el pacto.

Dominique quedo confinado en la celda de Amanda, sentenciado o no. Se metió los dedos para provocarse un vomito y echo todo lo que pudo que no era poco por el váter. ¿Sería suficiente? La dosis que había puesto era muy alta. Sus ojos enrojecidos por el esfuerzo Gerard se quedo con la chica en su habitación. De nuevo era Brigitte, Gerard le contó lo que había pasado quedándose ella muy sorprendida por los acontecimientos. Estaban nerviosos, se tumbaron en la cama viendo la televisión. Gerard no podía comer nada, pensando en las lentejas supuestamente envenenadas su estomago se redujo a la mínima expresión. Vieron las noticias la última hora sobre la crisis Griega ocupaba gran parte del noticiero. Gerard se quedo dormido al acabar el noticiario.

Al rato Brigitte despertó a Gerard. Estaba llorando —¿Que pasa? le pregunto—. La cara de Brigitte estaba desencajada. —Ha muerto Gerard. Dominique ha muerto. Quería matarte. Ella tenia razón— Elizabeth en su interior estaba herida por la traición del francés. Deseaba fervientemente haberse equivocado. Se había quedado sola con los dos —Dios mio—. Dijo Gerard levantándose y corriendo hacia la otra celda. Allí estaba el francés tirado en el suelo.

Sus ojos abiertos como platos, sin vida. Entraron, no respiraba, no pudieron encontrarle el pulso. Gerard le hizo los primeros auxilios. Trato de hacerle el boca a boca, pudo sentir el sabor de los vómitos que había echado Dominique No le había valido de nada. Estaba muerto. Gerard dirigió su mirada a Brigitte como que no había nada que hacer. Podía haber sido perfectamente el. Elizabeth le había salvado la vida.

Era Elizabeth ahora quien estaba, no dijo una sola palabra. Había matado a el que había sido su secuaz durante años. Gerard sabía de sobra porque Dominique había intentado matarlo. El representaba un peligro. Abrazo a Brigitte que era Elizabeth en esos momentos pero ni cuenta se había dado tratando de consolarla.

—Vamos chica, vamos. No estas sola. Me tienes a mi. No estas sola.

Elizabeth se dio la vuelta y se retiro dejando a Gerard con el cadáver de Dominique. Necesitaba estar a solas. Gerard salio al rato y se la encontró sentada en el porche tomándose un Manhattan. Se dio cuenta era Elizabeth.

Gracias. Elizabeth.

No tienes porque. Protegerte a ti es protegerme a mi. No me hables, déjame.

Aun así gracias. Podría ser yo el que estuviese muerto ahora. —Elizabeth se levanto y se dirigió a su habitación.

Gerard se quedo sentado en las escaleras que daban acceso al porche. Reflexionando sobre lo que había pasado y la nueva situación. Intuía que Elizabeth sin la presencia de Dominique se iría diluyendo en la mente de Brigitte, la falta de noticias sobre el caso, la prohibición de comunicarse con el. El viento parecía soplaba por fin a su favor.

Elizabeth en su habitación le daba vueltas a la cabeza. No pensaba en Dominique, sería una pérdida de tiempo, eso era historia. ella no era así, era fuerte. Lo que le preocupaba es que tenía que cambiar su plan, no contaba con el apoyo de su esclavo. Le daba vueltas a la cabeza tratando de encontrar solución. Se paso la noche entera despierta. Faltaba una cosa por hacer y no iba a parar hasta saber como lo podía hacer el a sola.

Elizabeth estaba furiosa de que el impostor se hubiese llevado toda la fama y tenía una idea grandiosa que le daría la vuelta a la tortilla. De hecho la aparición del impostor lo haría todo aún más grandioso. La fama le esperaba.

Tenia por fin una nueva idea que tenía que funcionar. Sólo en ese momento Brigitte volvió a aparecer.

Inmediatamente volvió a buscar a Gerard que dormía en su celda con todas las puertas abiertas y se quedo dormida a su lado. Eran las cinco de la mañana.

En la mañana del día siguiente Moles nada más llegar a la oficina se encontró con el inspector Thompson esperándolo en su despacho con un ejemplar del Sunday Times.-Leé este artículo le dijo. —Moles leyó el artículo, lo que en un principió le irritó de una manera ostensible se convirtió, una vez acabo de leer el artículo, en un brillo en sus ojos. El mismo que tenía el veterano comisario—. Vamos allá—. Le dijo sin más.

Poniendo dirección a la sede del Sunday Times.

Se trataba de un especial sobre los asesinatos de Sheperd's Bush, ponía a la policía a caer de un burro.

Contando con pelos y señales todos los detal es sobre el tiroteo ocurrido en Sheperd Bush's. Estaba firmado por la periodista Noemi Campbel . El artículo estaba escrito de una manera muy crítica, la extensión del mismo era alarmante tres hojas del periódico.

Contaba con entrevistas con varios vecinos e incluso varios clientes que detallaban lo que compraban en el lugar. Incluso salían hasta los precios de las sustancias, un auténtico supermercado de la droga. Lo que había llamado la atención de los dos policías era una entrevista en concreto. Un testigo del crimen que estaba en el edificio junto con otros dos chicos y que habían visto al asesino, así como a los policías. Tenían que hablar con ese chico como fuese. Eran los únicos que habían visto la cara del asesino de cerca.

Habían desmembrado la organización días atrás. Un total de 17 detenidos de diferentes nacionalidades.

Tres laboratorios para la fabricación de meta, speed, crack desmantelados. Las incautaciones cuantiosas: 37 kilos de metaanfetamina, 200 de cocaína, tres plantaciones de marihuana que podían suministras más de 4.000 toneladas, 25 mil ones de libras en efectivo, 15 millones de euros etc. Un éxito.

Solo faltaba una cosa, nadie había dicho una palabra sobre el origen del tiroteó. No había sido nadie de laorganización, ni sabían quien podía haber sido. En las calles no se señalaba a ninguna banda rival. La policía tenia infiltrados entre los drogadictos pero nadie conocía quien podía haber sido. Los rumores indicaban a un atraco o un ajuste de cuentas. Así mismo suponía la policía, faltaba la mayoría del dinero y parte importante del contenido de las cajas. Les había dado un buen golpe. El asesino estaban seguros, seguía todavía libre y eso no lo iban a consentir.

Moles entro en el despacho de Noemi acompañado de Thompson.

Buenos días.

Buenos días agentes. ¿ En que puedo ayudarlos?. —Noemi sabía que iba a tener una mala mañana al ver a los dos agentes vestidos de uniforme en su despacho. Sabía de sobra porque venían.

Necesitamos que nos lleves a tu informador. El que ha visto al asesino. —Dijo Thompson con cara de pocos amigos.

No puedo hacer eso. Son fuentes privadas. —Contesto haciéndose la dura.

Seré claro señorita. No estamos para tonterías. Tenemos dos policías muertos y esa persona ha visto al asesino. Si no lo dice ahora mismo. La detendremos por obstrucción a la justicia. —Moles no estaba para tonterías.

No puedo hacerlo. He jurado confidencialidad.

Mal hecho, no existe en un caso así. ¿Quien le ha pasado esa información? Se lo repetiré una sola vez. La siguiente será otra persona en la comisaria. —Dijo Thompson a la vez que se levantaba y sacaba las esposas. Tratando de intimidarla.

Lo siento no puedo. No delato a mis informadores.

Queda usted detenida por obstrucción a la justicia —Moles se levanta y le pone las esposas que Thompson le pasaba. Apretándoselas al máximo.

¡Que hacen! No están en su derecho. —Grita la joven periodista.

Eso lo decidirá el juez. —Sacan a la mujer de su despacho esposada. Todos los compañeros los miran. Viene el director del periódico.

¿Que es lo que pasa aquí?

Nos la llevamos por obstrucción a la justicia. Se trata del asesinato de Sheperd's Bush. Se niega a dar información, no estamos para bromas Sr. director.

Entiendo que no les haya gustado el artículo pero no es para tomárselo así.

Al contrario. El artículo nos ha gustado. La parte del testigo que dice a ver visto al asesino, es lo que nos trae aquí. Lo demás nos importa bien poco. Hacemos nuestro trabajo lo mejor posible. Si ustedes tienen otra opinión de nosotros es cosa vuestra. No olvide que velamos por su seguridad.

Noemi. Por favor, Facilita la información que te solicitan los agentes. No hagas tonterías.

He prometido que no lo haría.

Noemi. No puedes prometer una cosa así cuando hay cuatro muertos. Dos de ellos policías.

Así es. —Dice Thompson.

No le pasara nada al chico. Únicamente queremos que nos ayude a identificar al asesino. No pondremos ningún cargo contra el. Es un testigo. —Comenta Moles.

Esta bien. Ustedes ganan. Suéltenme. —Vuelven ambos al despacho de la chica, en esta ocasión los acompaña el director. Una cosa era criticar a la policía y otra estar en contra de ellos.

Cuéntenos todo Noemi – Dice Thompson.

Ante la relevancia del caso, quería hacer un especial bien completo. Me desplacé al barrio junto con un compañero para hablar con los vecinos, con los clientes, con varios camellos de la zona. Quería saberlo todo sobre el lugar, estuve tres días dedicada a ello y lo conseguí, tenía toda la información que necesitaba. Ofrecimos dinero por declaraciones que aportaran datos que fuesen una exclusiva.

Dejamos nuestro teléfono. Ofrecimos 5.000 libras. Es algo normal.

Siga.

A los pocos días. Alguien contacto conmigo, me dijo que se encontraba en la casa en el momento de los hechos. Que había visto al asesino, un motorista y también a los dos policías entrando pistola en mano. Huyeron del lugar tan pronto entro la policía. Llego a ofrecerme fotos del lugar, eran clientes habituales acudían a fumar allí con frecuencia.

Necesitamos su nombre.

No lo se. No me lo han dicho. Tengo su email, eso si.

Es todo lo que necesitamos. Lo localizaremos.

¿Que le pasará? Es un chico joven un estudiante, estaba con dos amigos tal como puse en el artículo. Solo estaban fumando.

No le pasará nada. Lo iremos a ver discretamente y hablaremos con el. Nos interesa detener al asesino nada mas. —La chica abre el correo y recupera los emails. Se lo reenvía a la dirección suministrada por Moles.

Moles y Thompson salen de la sede del periódico, se dirigieron a la comisaría donde estaban trabajando para localizar al chico. Resulto ser un mail falso, pero había cometido el error de conectarse desde su casa.

A las dos horas estaba sentado enfrente de Moles y Thomspon. Dos agentes lo había ido a recoger a la facultad de matemáticas donde estudiaba.

El chico canto enseguida todo lo que sabía y al rato otros dos chicos acudieron a comisaria una vez los llamo. No los dejaron salir de allí hasta que con la colaboración del equipo informático habían echo un retrato robot del asesino. Durante cinco horas estuvieron ocupados en la tarea hasta que los tres chicos estaban de acuerdo que aquel retrato robot era el del asesino. Aquel era el asesino. Un hombre de unos 45 años con bigote. Realizaron varias versiones pues supusieron podía haber llevado peluca y bigote postizo.

No encaba el color del pelo con una tez tan clara. Una de las versiones, con pronunciadas entradas, tenia un parecido incuestionable con Dominique. Lo tenían, era el hombre que buscaban.

LA LLAMADA

Gerard y Brigitte volvían a disfrutar de días de tranquilidad en Brigton tras el fallecimiento del francés.

Elizabeth fue la encargada de deshacerse del cadáver de Dominique. A la mañana siguiente de su muerte le pidió ayuda a Gerard para cargar con el cadáver y ella sola hizo una auténtica carnicería con el. Lo desmembró y lo redujo a cenizas en el horno de la calefacción del garaje. Jamás nadie podría encontrarlo aseguro una vez finalizado el trabajo. Se deshizo a su vez de todos los restos de la sala del horror a petición de Brigitte, aceptando Elizabeth deshacerse de ellos.

Jamás podrá olvidar Gerard el aspecto que tenía Elizabeth una vez concluyo el encargo. Estaba empapada en sangre de arriba abajo, trozos de carne y cabello adheridos al traje de jardinero que posteriormente quemó también en el horno. Se quedo tan impresionado que no fue capaz de evitar una arcada.

Fue la última vez que Gerard vio a Elizabeth. ¿Donde se había metido? Parecía se la había tragado la tierra para siempre. Habían pasado tres semanas desde aquella. Ni siquiera dio señales de vida cuando apareció el retrato robot del asesino de Sheperd's Bush en la televisión.

Una de las versiones tenía un innegable parecido a Dominique. Si bien más delgado de lo que en realidad era. Había perdido peso en los últimos meses pero no tanto. Tanto Brigitte como Gerard se quedaron blancos al verlo en el telediario. ¿Que es lo que tenía que ver Dominique con los asesinatos de Sheperd's Bush?. Esa pregunta les obsesionaba.

Brigitte trato de contactar con Elizabeth para preguntarle sobre ello. No aparecía, Elizabeth se había esfumado. Como si todo hubiese acabado de repente ahí. Tenían miedo de que la policía acabase descubriendo a Dominique y relacionándolo con Brigitte. Era evidente que la dirección de la mansión de Oxford podría condenar a Brigitte para siempre. Un nuevo peligro se cernía sobre ellos y en esta ocasión estaban solos. Fueron juntos a la mansión de Oxford y se encargaron de limpiar a fondo los restos del sótano. Eliminaron cualquier rastro o huella de Dominique y quemaron sus efectos personales. Convirtieron su habitación en una de las habitaciones de invitados tanto en Oxford como en Brigton.

Pasaron al menos una semana ocupados en el asunto. Temblando de que la policía acudiese en cualquier momento. Brigitte dejo de teñirse el pelo como la mujer de Dominique y adquirió de nuevo su aspecto habitual. Estaba de nuevo esplendida para regocijo de Gerard que cada vez más estaba más unido a ella.

Las semanas fueron pasando y la policía seguía buscando al responsable de los asesinatos de Sheperd's Bush. Corría el rumor por la ciudad que una persona de la organización le había ajustado las cuentas. De hecho un yonqui cliente habitual de la casa había sido asesinado en plena calle días atrás. Alguien se había encargado de eliminarlo. Los chicos no lo pudieron identificar a ciencia cierta con fotos que la policía puso a su disposición pero si podía ser el. El hecho de que llevase peluca y el bigote postizo, y que no estaban muy lucidos cuando lo vieron entrar en la casa no facilitaba su identificación.

La policía dejo abierto el caso, hasta que un confidente les dijo que uno de los capos diera la orden de matarlo desde su prisión. Era una fuente fiable. El asesino había sido ajusticiado.

La noticia tranquilizo a Brigitte y Gerard que por fin podían disfrutar de un merecido período sostenido de calma por vez primera. Las semanas pasaban como volando en el calendario. Gerard se había dejado barba y teñido el pelo. No estaba dispuesto a permanecer más tiempo encerrado. Era el 23 de Agosto habían pasado más de seis meses desde que había sido secuestrado. Empezaron a salir de casa con precaución y a planear el futuro juntos.

Clarice la hija de Brown recibió unos días después de la muerte de Dominique una extraña llamada. Una mujer la llamo a su teléfono móvil a las once de la noche. ella llevaba casi tres meses instalada en la casa de su padre. Todos lo daban por muerto.

—¿Clarice Brown?. —Si, soy yo. ¿Quien eres? La chica estaba un poco sorprendida de recibir una llamada con número oculto a esas horas de la noche.

—Soy una amiga de tu padre. Una persona quiere hablar contigo. ¿Sabes mantener un secreto?.

—No comprendo. ¿Quien quiere hablar conmigo?¿Que es eso del secreto?. —Clarice se irrito por la llamada.

Bastante tenia con lo que estaba pasando para que alguien le viniese con ese tipo de juegos.

Pasados unos segundos, su cara adopto un semblante muy diferente. Al otro lado del teléfono reconoció una voz muy familiar que hacía meses no oía y que la dejo perpleja.

—Hija, soy Papa. Estoy bien, estoy vivo hija.

—Dios mio papa—. Clarice empezó a l orar de alegría y Gerard también.

—Pronto nos veremos, te lo aseguro. Es muy pero que muy importante, que no digas a nadie más que a tu hermano de esta conversación. Que quede entre nosotros tres. Actuar como si no supieseis nada. Nadie puede saber que os he llamado. Si lo hacéis, nunca más podre volver a veros. Nunca Clarice. No es una broma, tener paciencia. Mi vida depende de ello.

—Papa, te quiero tanto. No diré nada te lo juro solo a Edward como me dices. No te pondremos en peligro.

—Yo también te quiero mi niña. Por favor es muy importante. Mucho mi vida. ¿Me prometes que será así? Ni una palabra ni a la policía ni a nadie. Si es así pronto saldré de aquí. Si os llamo es porque no puedo soportar que sufráis por mi. Lo estoy poniendo todo en riesgo con esta llamada. Se que puedo confiar en vosotros.

—Te lo prometo Papa. De verdad no diré nada y me encargaré que Edward tampoco.

—Pase lo que pase cariño no digáis jamás nada, nunca. Aunque salgan más cosas sobre Johnny, nadie puede saber que os he llamado. Si es así jamás seré liberado. Me van a dejar libre pronto, antes del final del verano. Un día os lo contare con detalles ahora no es posible. Es mucho más complicado de lo que podéis imaginar. El Johnny muerto no era más que un imitador que actuaba por su cuenta.

—¿Estas en peligro verdad Papa?.

—No. Lo estaré si habláis, lo he estado y mucho pero ahora no te lo aseguro. Al llamaros estoy asumiendo un riesgo Johnny también pero me ha permitido llamaros como veis. No quiero que sufráis por mi. Bastante lo habéis echo, perdonarme por todo. Mi vida ahora no corre peligro. Os lo aseguro. Lo he pasado muy mal, pero las cosas están yendo a mejor. Tengo un pacto con el verdadero Johnny.

—Dios mío sigues retenido —Dice Clarice que no entendía nada de lo que su padre le decía. Solo sabía que seguía vivo y que no podía decir nada si quería que continuase así.

—Si. Sigo retenido pero me van a liberar si no metéis la pata. Estoy haciendo todo lo que me dice para poder ser liberado. Será pronto espero, algún día estaré libre. Lo primero que haré será ir a veros. Os llamare en alguna ocasión para que veáis estoy bien. La siguiente vez l amare a Edward. Os quiero hijos. Tengo que colgar.

—Te quiero Papa. Llámanos siempre que puedas. Hablare con Edward se lo diré en persona. Ahora mismo voy a su casa. Sera nuestro secreto no te preocupes. La cara que va a poner cuando sepa que estas vivo.

—Dile que lo adoro. Que estoy bien y que cuando menos os lo esperéis me tendréis de nuevo con vosotros.

Os lo prometo. —Acto seguido colgó entre lagrimas de alegría.

—Gracias Brigitte. Esta llamada era muy importante para mi — Gerard y Brigitte se fundieron en un abrazo en medio del paseo marítimo de Brigton. Ambos se dirigieron andando en dirección del coche que habían aparcado al final del paseo. Los últimos días habían sido muy felices para ambos, esa llamada había sido el broche de oro, estaban más unidos de lo que Gerard jamás imagino que pudiesen estar. Después de todo lo que había pasado. Ambos confiaban en ayudarse mutuamente e iban haciendo pequeños gestos como el de la llamada para demostrar que eso era posible.

Gerard estaba exultante, caminaba cogido del brazo de Brigitte que volvía a estar espectacular recuperando su pelo moreno dejando atrás la apariencia de francesa. Gerard con su pelo teñido y la barba canosa, se sentía feliz, la pesadilla parecía llegaba a su final.

Lo tenían todo pensando. El verdadero Johnny lo liberaría del cautiverio en cuanto creyesen llegase el momento. Ahora que sus hijos sabían que estaba vivo no tenía tanta prisa. Quería disfrutar esos días junto con Brigitte relajarse de verdad. Acudía con frecuencia a la playa de Brigton y se había echo un experto en casos de doble personalidad.

Leía con esperanza que en muchos de los casos una de las personalidades desaparecía de repente debido a algún echo concreto. Gerard creía que la muerte de Dominique y el deshacerse de todos los cadáveres había propiciado inconscientemente la desaparición de Elizabeth. Hacía más de tres semanas que no había ni rastro de ella. Si era así, podría ser muy feliz con Brigitte. Sino se estaba preparando para eliminarla por su cuenta estudiando todos los casos y los métodos de tratamiento.

Ir a la siguiente página

Report Page