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® Entonces dónde está...? —La voz de Benji se apagó cuando me miró, J y terminó su frase con un rápido asentimiento de la cabeza hacia el asiento vacío de Lucas y un contoneo característico de cejas.

—Es el día de la revisión final, por lo que no tiene por qué estar aquí.

—Ah. —Sonrió, dejando caer su brazo por encima del pupitre y bajando su voz—. Así que... desde que sabes esa pequeña información, dejaste dos clases el último par de días... ¿puedo asumir que alguien va a tener una tutoría privada hoy? —Cuando junté los labios, soltó una sonrisa, alzó el puño y cantó—: Dado en el clavo.

Rodando mis ojos, me encontré sus nudillos con los míos, sabiendo que mantendría el puño en alto entre nosotros hasta que lo hiciera.

—Dios, Benji. Eres un hermano-sábelo-todo.

Él sonrió, los ojos muy abiertos. —Mujer, si fuera hetero, te robaría de él con tanta fuerza.

Nos reímos y nos dispusimos a tomar apuntes de macroeconomía por última

vez.

—Oye, Jacqueline. —Kennedy se deslizó en el asiento vacío a mi lado y Benji le lanzó una mirada con los ojos entrecerrados que él no se dignó a notar—. Quise darte cabezas para arriba1. —Estaba sentado de lado en la mesa, frente a mí, manteniendo la voz baja—. El comité disciplinario decidió permitirle quedarse en el campus durante la próxima semana, siempre y cuando se atenga a las normas de la orden de restricción, porque se declaró inocente, y porque queda tan sólo una semana del semestre. Él tiene que desalojar la propiedad tan pronto como los finales hayan terminado sin embargo.

Yo ya sabía que Buck estaba en libertad bajo fianza, y que lo habían servido a la orden de restricción temporal el jueves por la tarde —Chaz había llamado a Erin para decirle, y ella pasó la información a mí, así como a Mindi y a sus padres.

—Impresionante. ¿Así que se está quedando en la casa? —Todos nosotros esperábamos que sería expulsado fuera del campus, pero la administración estaba adoptando una actitud inocente-hasta-comprobar-culpables.

—Sí, para la próxima semana, pero entonces se irá. La fraternidad no tiene por qué ser tan imparcial como las autoridades universitarias lo hacen. —Sonrió—. Al parecer D.J. vio la luz después de que Katie le regañó. Dean finalmente accedió. Dejar que Buck permanezca por la semana final fue el único compromiso que hicieron, y sólo tiene permitido ir a los exámenes finales programados y de regreso. —Poniendo su mano tibia sobre la mía, se quedó mirando a mis ojos—. ¿Hay... hay algo que pueda hacer?

Conocía a mi ex lo suficiente para saber lo que en realidad estaba pidiendo, pero no había una segunda oportunidad para él en mi corazón. Ese lugar estaba lleno, pero incluso si no lo hubiese sido, estaba segura que preferiría estar sola que estar con alguien que me podría abandonar como lo había hecho. Dos veces. Retiré mi mano en mi regazo. —No, Kennedy. No hay. Estoy bien.

Él suspiró y desvió la mirada de mi cara hasta las rodillas. Asintiendo con la cabeza, me miró por última vez, y me sentí satisfecha y triste al ver la plena realización de lo que habíamos perdido en sus ojos verdes familiares. De pie para ir a su asiento, se disculpó junto a mi recién llegada vecina que, por una vez, no tenía nada que decir acerca de sus planes de fin de semana.

* * *

Los estudiantes del primer año eliminaron los músicos que habían gobernado la orquesta, banda, coro de la escuela secundaria sin mucha práctica, los que vinieron a la universidad creyéndose por encima de pericias técnicas mundanas como las escalas y piezas internas, y teoría de música. La mayoría de los estudiantes de música se dedicaron a perfeccionar nuestras habilidades, así que pasamos horas al día practicando frecuentemente. Nada era suficientemente perfecto como para arriesgarse a flojear.

Había llegado al campus un poco mimada. En casa, había practicado cada vez que quería; mamá y papá nunca me habían limitado, aunque es cierto, yo era razonable en las épocas de la práctica. No pude mantener mi mobiliario del tamaño del bajo en mi dormitorio, tuve que conseguir un casillero para ello en el edificio de música y programar los tiempos para tocar. Aprendí rápidamente que los espacios por la noche pasaron rápido y aunque el edificio estaba abierto cerca de 24/7, no quería caminar penosamente a través del campus a las 2 am para practicar.

La programación de ensayos de conjunto de jazz fue incluso más que un dolor. Empezando el primer año, nos reunimos dos o tres veces a la semana. Recientemente, se hizo evidente por qué el domingo por la mañana las reservas de estudio eran fáciles de conseguir: domingo era el día de la resaca de la mayor parte de los estudiantes, y los adultos de bellas artes no eran inmunes. Por la mitad del semestre de otoño, la mayoría de nosotros se había saltado los ensayos del domingo por la mañana una o dos veces. Lo que funcionaba el primer año no iba a funcionar en absoluto en el segundo.

Justo antes del recital por pares empezó el viernes por la noche, reiteré a uno de nuestros trompetistas por qué no podía hacer apresuradamente el último minuto de ensayo en la mañana del sábado, a pesar de que nuestra actuación era esa noche. —Tengo una clase mañana...

—Sí, sí, lo sé. Su clase de defensa personal. Muy bien. Si nos chupan mañana por la noche, es tu culpa. —Henry era innegablemente dotado, como si hubiera nacido con un saxofón en sus manos de dedos largos. Su actitud pomposa respaldada por la habilidad genuina, por lo general nos intimidaba como el infierno a todos nosotros. En ese momento, sin embargo, estaba cansada de él siendo un asno.

—Eso es mentira, Henry. —Me fulminó con la mirada mientras cabizbajo con aire de suficiencia en el otro lado de Kelly, nuestro pianista, que había optado por mantenerse al margen de la discusión—. Sólo falté un ensayo de todo el semestre.

Se encogió de hombros. —Pero está a punto de ser dos, ¿no?

Antes de que pudiera responder, el recital comenzó. Me senté en mi asiento, apretando los dientes. Yo era un músico tan serio como cualquier otra persona en nuestro grupo, pero el sábado era la última clase de defensa personal, la culminación de todo lo que había aprendido. Era importante.

Erin se mostró muy feliz acerca de los partidos uno contra uno de Ralph que había planeado entre cada uno de los miembros de la clase y también Don o Lucas. “Voy a tratar de obtener a Don” había prometido, mientras se vestía para el trabajo y yo me preparaba para el último recital por pares obligatorio del semestre. Guiñando un ojo en el espejo mientras se aplica una capa de máscara de pestañas a la otra, había bromeado—: ¡No quiero destruir partes vitales de tu niño-juguete, antes de que hayas terminado de jugar con él!

No había oído hablar de Lucas durante todo el día, aunque los dos estábamos tan ocupados que casi no tenía tiempo para pensar en la ausencia de comunicación y lo que significaba. Casi.

Hace un año, no había pensado que jamás volvería a dormir con cualquiera sino Kennedy. Él había estado con otras chicas antes que yo, por lo menos, su experiencia durante mi primera vez lo había dejado claro. Este hecho no me había molestado mucho, aunque nunca habíamos hablado de ello. Lucas, también era experimentado, obviamente, aunque me contó que nadie de esas chicas anteriores había sido significativa. Si Kennedy hubiera confesado alguna vez algo así, me habría sentido aliviada, si no emocionada. La historia gravada de Lucas hizo su revelación conmovedora, en cambio, y no estaba segura de lo que significaba eso para él, para mí, y para nosotros.

* * *

En el comienzo de la clase, se revisaron todos los movimientos que había aprendido mientras que Ralph caminaba en el cuarto, dando consejos y ánimo. Don y Lucas estaban ausentes para la primera parte. Ralph quería permanecer emocionalmente separado de ellos, por lo que no me sentiría incómoda infligiendo violencia sobre ellos en la última hora. Me preguntaba, sin embargo, ¿cuántos de nosotros perdió preciosos segundos inquietantes de que estábamos exagerando, pequeño, valiosos momentos de tiempo dedicados a no defendernos, pensando: pero conozco a ese tipo?

Con mi corazón en la garganta, vi cómo cada uno de mis compañeros utilizaba sus técnicas de defensa recién descubiertos en un Lucas totalmente acolchado o en Don. A medida que nos llevábamos a nuestros turnos en las colchonetas, cada uno de nosotros beneficiado de unas sanguinarias once personas animando la sección, mientras que los chicos se turnaron para poder descansar de siendo golpeados, pateados, e insultados verbalmente. Dado el relleno acolchado nuestros golpes, tuvieron que hacer un poco de actuación, ajustando sus reacciones como si cada golpe o patada aterrizada había hecho su trabajo. Por eso, cuando Erin vio una oportunidad y balanceó una patada de barrido perfecto para la ingle, Don cayó al suelo como incapacitado.

Once voces gritaban: —¡Corre! ¡Corre! —Sin embargo el grande cuerpo de Don bloqueaba una salida directamente a la denominada zona segura por la puerta, y Erin dudó por un segundo. Él se dio la vuelta hacia ella y gritó aún más fuerte. Despertada, saltó sobre su pecho como si fuera un trampolín y se lanzó, dando vuelta cuando aterrizó y lo pateó dos veces más antes de salir corriendo.

Cuando llegó a la puerta del fondo, bombeó los puños en el aire y rebotó hacia arriba y hacia abajo mientras todos aplaudían. Ralph le dio una palmada en el hombro mientras se reunió con nosotros, y yo eché un vistazo a Lucas. Llevando la sonrisa fantasma, la miraba. Otra mujer más, con más poder. Otra más, con la capacidad de defenderse contra un ataque. Una más que podría no cumplir con el destino de su madre. Sus ojos se encontraron con los míos, y me pregunté si esos momentos individuales de esperanza jamás serían suficientes para aliviar el dolor que le perseguía. El dolor del que yo estaba supuestamente inconsciente.

Tirando de su mirada de mí, se fue a esperar a la siguiente víctima potencial para caminar sobre las colchonetas. Había dos de nosotros restantes, una secretaria voz muy suave llamada Gail desde el centro de salud de los estudiantes, y yo.

Ralph miró a nosotras dos. —¿Quién sigue?

Gail se adelantó, temblando visiblemente. Mientras que Ralph murmuraba sutiles consejos, algo que no había hecho por nadie más, Lucas fue a por ella. Nuestro folleto decía que tener la confianza para luchar era una parte fundamental del entrenamiento de defensa, y sabía que le estaban dando eso. Más golpes y patadas conseguía, más fuerte nosotros la animábamos adelante, y más duro ella luchaba. Cuando regresó al grupo y aceptó nuestra alabanza enfática, había lágrimas en su cara y seguía tambaleante, pero llevaba una sonrisa de una milla de ancho.

Fui última, contra Don. Mi adrenalina se disparó en el momento que pisé la colchoneta, y me preguntaba si las sacudidas corriendo pequeñas a través de mí eran visibles para todo el mundo, como el temblor de las manos de Gail había sido mientras sujetaba a su pequeño cuerpo en modo de defensa. Sabía que Lucas y Erin me estaban observando muy de cerca, eran los únicos que sabían exactamente lo que me había llevado hasta allí.

Todo el asunto había terminado en un minuto, quizá dos.

Don me rodeó una vez, hablando entre dientes “Oye, nena”, comentarios parte del escenario. Mantuve mis ojos en él, todo mi cuerpo tenso, esperando. De pronto, se desvió hacia mí y trató de agarrar mi brazo. Hice un bloqueo con la muñeca, luego enrosqué una patada y terminé en un abrazo de oso frontal. No estaba segura si estaba en mi cabeza o si en realidad gritó, porque todo parecía en cámara lenta y en silencio, como si estuviéramos bajo el agua, pero oí la voz de Erin gritando—: ¡Testículos!

Yo traje mi rodilla hacia arriba, desgarrándome de los brazos de Don cuando éste lanzó un gruñido y me soltó. Corriendo hacia la puerta, oí la voz de animadora de Erin sobre todos los demás. Se limitó a través del cuarto para abrazarme cuando llegué a la zona de seguridad, y por encima del hombro, vi la expresión de Lucas. Él se había quitado su casco y se peinó hacia atrás el pelo sudoso, así que podía ver claramente su cara, y su familiar media sonrisa.

* * *

Lucas: Lo has hecho muy bien esta mañana.

Yo: ¿Sí?

Lucas: Sí.

Yo: Gracias.

Lucas: ¿Café Domingo? ¿Te recojo en torno a las 3?

Yo: Claro ©

El rendimiento del sábado exigía toda mi atención, distrayéndome hasta que me quedé en mi habitación. Erin no había vuelto de otra reunión de hermandad, pero debía volver pronto. La residencia entera estaba despierta, estudiando para —o enloqueciendo sobre— los exámenes finales, disfrutando del último fin de semana completo antes de las vacaciones, o listo para irse a casa. Las voces en la sala se alternaban la tensión de los exámenes y la emoción previa a las vacaciones.

Una línea de bajo tono profundo se filtraba a través de la pared de enfrente de mi cama, y mis dedos se movían con él. En ocasiones, el hecho de que tocaba el bajo sería molesto para los extranjeros, que suelen imaginar un instrumento eléctrico y una banda de garaje. Lucas era más adecuado para esa parte de mí —la caída del cabello oscuro en sus ojos, el anillo de plata siguiendo la curva completa de su labio inferior, por no hablar de los tatuajes y los músculos definidos que parecen tan calientes en el escenario, asomando por una fina camiseta. O ninguna camiseta.

Oh, Dios. Nunca. Llegaré. A. Dormir.

Mi teléfono sonó y mostró un mensaje de Erin.

Erin: Hablando con Chaz. Podría llegar tarde. ¿Estás bien?

Yo: Estoy bien. ¿TÚ estás bien?

Erin: Confundida. Tal vez me sentiría mejor si tan sólo le diera una patada.

Yo: ¡¡¡TESTÍCULOS!!!

Erin: Exactamente.

***

—Estas personas están locas. —Las rodillas encogidas contra el pecho, me acurruqué cerca de Lucas mientras dibujaba una pareja de kayaks en el lago—. Tiene que ser incluso más frío ahí en el agua de lo que se siente aquí.

Él sonrió y llegó detrás de mí para tirar de la capucha de mi abrigo por encima de la bufanda de lana y el cachemir y el sombrero que llevaba puesto.

—¿Crees que esto es frío? —Levantó una ceja hacia mí.

Fruncí el ceño y toqué con mis dedos enguantados mi nariz, que tenía la sensación de anestesia que proviene de una inyección en el dentista, justo antes de perforar un diente.

—¡Mi nariz está entumecida! ¿Cómo te atreves a reírte de mi sensibilidad a la temperatura de la era de hielo? Pensé que eras de la costa. ¿No es más cálido allí?

Riéndose, metió el lápiz por encima de la oreja, debajo de su gorra, cerró el cuaderno de dibujo y lo puso en el banquillo.

—Sí, definitivamente es más cálido en la costa, pero no es donde me crié. No estoy seguro de que podrías sobrevivir a un invierno en Alejandría si tienes un culo tan delicado.

Di un grito ahogado de indignación fingida, pegándole en el hombro mientras él fingía ser incapaz de bloquear el golpe.

—¡Ay, cielos, me retracto! Eres dura como una roca. —Se volvió y deslizó su brazo alrededor de mí, premiándome con esa sonrisa plena—. Culo duro.

Entre su proximidad en el sentido físico, y su abrazo en el sentido emocional, yo tarareaba feliz y me acurruqué más cerca, cerrando los ojos. —Puedo lanzar un formidable puño —murmuré en su sudadera con capucha. Su chaqueta de cuero estaba doblada en el banco junto al cuaderno de bocetos. Había insistido en que no estaba lo suficientemente frío como para necesitarla, salvo en la motocicleta.

Se hizo eco de mi murmullo, inclinando la cabeza hacia atrás con un dedo sin guante, curiosamente, no congelado. —Tú lo haces. En realidad estoy un poco asustado de ti.

Nuestras caras estaban a pulgadas de distancia, su aliento se mezclaba con el mío en una nube de evaporación entre nosotros.

—Yo no quiero que te asustes de mí. —Las palabras que no me atreví a añadir se arremolinaban en mi mente: habla conmigo, habla conmigo. Aparte de eso, quería que me besara para no sentir aumentar la culpa, amenazando con derramar en una confesión irrevocable. Como si hubiera hecho esa petición en voz alta, bajó la cabeza y me besó suavemente.

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