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Srta. Wallace, por favor véame un momento después de la clase.

Alcé la vista para cumplir con la mirada el Dr. Heller al final de la conferencia del lunes, y asentí con la cabeza mi aprobación.

—Ooohhh —dijo Benji—. Tú pequeña problemática —Su sonrisa se cayó cuando vio mi cara—. ¿Qué pasa? No estás realmente en problemas ¿verdad? — Él miró a la parte posterior del salón de clases, enfocándose en la única razón por la que podría estar en agua caliente con el profesor—. ¿Acaso él descubrió. ya sabes? —Inclinó la cabeza en la dirección de Lucas.

—Sí.

Sus ojos se abrieron y bajó la voz. —Oh, mierda, ¿en serio? ¿Cómo?

Negué con la cabeza. —No importa. Él se enteró, y se acabó.

Fijando sus labios, metió su cuaderno en la mochila y suspiró. —Oh, hombre. Lo siento. —Sus ojos castaños se mostraban llenos de simpatía. —¿Puedo hacer algo?

Negué con la cabeza otra vez, necesitando redirigir la conversación. —Voy a estar bien. ¿Cómo estuvo la salida?

Con una amplia sonrisa, mantuvo los brazos abiertos. —Como puedes ver, todavía estoy en una sola pieza, con todas las partes esenciales en su sitio —Él movió las cejas, arrojando su mochila sobre el hombro después de que le di un empujón—. Fue bueno. Conseguir sacar todo fue un alivio para los dos, creo.

—Bien. —Me sentía feliz por él, aunque no había tenido la misma experiencia con las recientes revelaciones públicas. No miraría hacia atrás a Lucas. Él había mirado su cuaderno de dibujo, cuando entré en el salón de clase, resueltamente en contra de siquiera mirarme.

—Oye, Jacqueline. —Kennedy sonrió al pasar en el pasillo, como si estuviera orgulloso de sí mismo por finalmente recordar mi nombre.

—Hola —repliqué, deslizándome de él en mi camino hasta la parte delantera de la sala de conferencias.

Cuando me detuve en el escalón más bajo, el Dr. Heller miró por encima de las cabezas de los estudiantes agrupados en torno a él y me pidió que vaya durante horas de la tarde a su oficina a recoger mi papel. Su expresión firme dijo que no era una invitación tanto como una directiva. Con mi cara caliente, le dije que estaría allí.

—No has hecho nada malo, así que no tienes nada de qué preocuparte. Probablemente, sólo quiere asegurarse de que Lucas-Landon-Bob Patiño-quienquiera carajo que sea, no se aprovecha de ti.

Aprecié las palabras tranquilizadoras de Erin, aunque podrían ser equivocadas.

Tendida de espaldas sobre la cama, colgando las botas al final, miré el cuadrado de cielo plomizo visible desde nuestra sencilla ventana de cuatro por cuatro. Incluso en nuestro cuarto extremadamente caliente, me estremecí. Erin y yo descubrimos el pasado invierno que la antigua calefacción central podía bombear aire caliente en nuestra pequeña habitación hasta que era un sauna, tan sólo apagar y reanudar un lento descenso de vuelta al frío antes de reiniciarlo de nuevo al sauna. Fue un milagro que no hubiera terminado con neumonía en febrero.

—Landon fue el tutor perfecto. Lo que hay entre Lucas y yo, no es asunto de nadie.

—Excepto mío —bromeó Erin.

Volví la cabeza y sonreí a medias. —Excepto tuyo.

Ella añadió los toques finales a una cubierta de purpurina, un cartel temático de la hermandad. —¿A qué hora se supone que debes estar allí?

—Entre las 3:30 y las 4:30.

—Es mejor que te largues. Me estoy yendo a trabajar tan pronto como termine esto. Envíame un texto y hazme saber si tengo que patear el culo de alguien. No olvides, mañana vamos a conseguir vestidos para la Fiesta de este fin de semana.

La capacidad de cambiar de tema rápidamente de mi compañera de cuarto era legendaria. —Lo recuerdo.

El Dr. Heller me miró desde el otro lado de la mesa por segunda vez en este semestre, y yo luchaba por no retorcerme en la silla. Nunca había sido una niña que se ganaba la desaprobación de los docentes; encontrarme en esta posición dos veces en cuestión de semanas era increíble.

Él no me había mirado desde que me invitó a tomar asiento. Rebuscó en un montón de carpetas y papeles, sacó mi trabajo de investigación murmurando: — Ah, ja.

Mis manos se crisparon en mi regazo, mientras él lo examinaba, hojeando las páginas grapadas. Me pregunté si ya había escrito una nota, o si lo que dije o no diría en los próximos minutos influiría en él.

Se aclaró la garganta y me estremecí. —He hablado con el señor Maxfield, lo que supongo sabes.

Tomé una respiración nerviosa. —No, señor. No hemos hablado.

Alzó las cejas, los ojos muy abiertos. —Ya veo —Él frunció el ceño como si estuviera confundido—. Bueno. Te preguntaré lo que le pregunté a él, y me gustaría tu honestidad, por favor. ¿Le ayudó en la producción de este trabajo?

Le devolví una mueca perpleja, sin saber qué, exactamente, me preguntaba. —Él me dio algunas pistas sobre las fuentes de investigación. Y leyó el artículo terminado y señaló algunos errores que necesitaba corregir antes de entregarlo. Pero el trabajo es mío.

Él asintió con la cabeza y suspiró. —Está bien. ¿Existe también una cuestión sobre un examen en el que pudo haber dado algunos... digamos un aviso... por adelantado a los otros estudiantes?

Tragué. —Me sugirió que haga la hoja de cálculo que él había enviado —El Dr. Heller me examinó con una mirada directa y unas elevadas, cejas tupidas, y corregí—. Sugirió muy firmemente que lo haga. Pero nunca me dijo que iba a ser un examen, y, francamente, pensé que estaba siendo mandón, ni siquiera detecté cualquier indicio. —Mierda.

—Él ha asumido la completa responsabilidad por su error de criterio, Srta. Wallace.

No podía respirar, mis pensamientos revueltos. Desde el primer momento que lo vi —enfrentando a Buck en el estacionamiento y, tirarlo lejos de mí— había estado protegiéndome. ¿Se encontraba en peligro de ser despedido de su trabajo debido a nuestra relación, lo que sea que haya sido?

Me acerqué, mi mano sobre el escritorio. —Lucas no lo hizo, no se aprovechó de mí de ninguna manera. Fue muy servicial, como tutor. Tengo otra clase durante sus sesiones de grupo, así que no podía asistir a ellas, pero él me envió por correo electrónico las hojas de trabajo —Sin aliento, me detuve, no quería hacer esto peor de lo que ya era. No podría parecerme a una chica enamorada o mis declaraciones no tendrían ningún peso en absoluto—. No debería estar en problemas por mi culpa.

Mi profesor se quedó mirando mi trabajo, todavía en sus manos. En todo caso, parecía más preocupado que hace unos momentos. Con la frente arrugada, levantó los ojos y me miró un momento. —También dijo que usted no era consciente del hecho, de que el chico que... veía... era su tutor. Que su relación académica se llevó a cabo a través de correo electrónico solamente.

Asentí, no queriendo contradecir nada de lo que Lucas dijo.

Suspiró de nuevo, recostado en sus pensamientos, tapándose la boca con una mano. Por último, deslizó el papel encima de la mesa para mí. —Su investigación y las conclusiones fueron impresionantes para una estudiante universitaria. Buen trabajo, Srta. Wallace. Si lo hace bien en el final, la calificación en el curso no debería sufrir de los, eh, trastornos emocionales a los que se enfrentó a mitad de semestre. Un consejo, sin embargo. Esta no será la última vez que tenga que lidiar con algo en la vida que la lanza fuera de su juego. En los próximos cursos, así como en el mundo real—tal como es—los profesores y empleadores no siempre serán complacientes. Todos tenemos que, ¿cómo es la terminología de mi hija? aguantar y tratar.

Me resistí de voltear a la última página para ver mi calificación. —Sí, señor —Sabía que debería ponerme de pie, agradecerle, y salir de su oficina, mientras todavía esté sobre su lado bueno. No podía hacerlo—. ¿Y Lucas? ¿Está en problemas? ¿Él...va a perder su trabajo?

Él negó con la cabeza. —No parece que se haya hecho ningún daño real, aunque he recordado a Landon—er, Lucas—que a veces, cómo es percibida una situación, carga más peso que la realidad de la cuestión. Con esto en mente, le sugerí que se limite a adecuadas interacciones de tutoría para la duración del semestre.

Lucas no había mencionado la posibilidad de futuras interacciones. Su respuesta acerca de si habíamos o no terminado fue concluyente, y no me había enviado correos electrónicos o mensajes de texto que lo contradigan, ni había mirado mi camino en la clase de hoy, que yo sepa.

—Gracias, Dr. Heller. —Esperé hasta que estuve fuera para comprobar la calificación que había recibido, un 94. Sin lugar a dudas mejor de lo que lo hubiera hecho en el parcial, si hubiera estado presente durante el mismo.

Ignoré a Lucas en mi camino a mi asiento antes de la clase del miércoles y el viernes, y lo ignoré una vez más al salir, especialmente cuando encontré a Kennedy esperando en el pasillo para acompañarme en los dos días. El miércoles, mi ex me preguntó cómo iba la tutoría.

—¿Qué? —Me tropecé en el siguiente paso y él agarró mi codo.

—¿Eran dos estudiantes de octavo grado o dos en el noveno grado que tuvieron un gran enamoramiento contigo? —Se rió, volviendo las cabezas de dos chicas que pasaban por el camino externo, típico de Kennedy, él no parecía darse cuenta—. ¿O es que todos tienen un flechazo contigo ahora?

Ah. las lecciones de bajo, no las tutorías de economía. Metí mi barbilla en mi bufanda peluda y tiré de la cremallera de mi abrigo hasta mi garganta cuando doblamos la esquina del edificio y una ráfaga de aire helado nos golpeó, y él se subió el cuello y metió sus manos en los bolsillos del abrigo.

—No tengo ni idea de lo que están pensando, la mayor parte del tiempo. Son todos un poco hoscos.

Me miró y sonrió, ese hoyuelo cautivando mi atención, que ya la tenía desde la primera vez que lo vi y desde allí, sus hermosos ojos verdes. Me golpeó con el codo ligeramente. —Mal genio es evidencia sólida de que todos están enamorados de ti.

Con el ceño fruncido, me enfrenté hacia adelante y tomé el ritmo. No me podía imaginar a dónde iba con eso, pero no lo seguí. —Te veré más tarde, Kennedy. Tengo que llegar a español.

Él me tomó del brazo. —¿Maggie dijo que ibas a venir a la Fiesta el sábado?

Asentí con la cabeza. Erin y yo pasamos cuatro horas de compras para los vestidos y los zapatos la noche del martes. Ella daba lo máximo en su intención de hacer a Chaz lamentar cualquier decisión que él había hecho que no incluía la adoración a sus pies.

—¿Qué pasó con 'Me encanta la caza'? —Yo le había pedido que descarte el décimo o undécima vestido de coctel no-del-todo-perfecto antes de que baile dentro en un poco de tela plateada con un tajo en el muslo alto.

Sonriendo en el espejo con resolución depredadora, ella había esperado a que le subiera el cierre y examiné su cuerpo en el traje reflectante que hacía resaltar su pelo rojo como si estuviera en llamas. —Oh, estoy cazando ¿Bien? — ronroneó.

Me separé de Kennedy sin mirar atrás, y él llamó: —Te veo más tarde, Jacqueline.

Consideré y rechacé todas las excusas que pude inventar de porqué necesitaba retirarme, tardíamente, deseando nunca haber accedido a acompañar a Erin a la fiesta anual. Mi compañera de cuarto normalmente sana, se había decidido a hacer la vida de su ex novio un infierno por lo menos durante una noche. En la cena del viernes, dijo: —Tengo que hacer esto. Por el cierre. — Maggie arqueó una ceja hacia mí desde el otro lado de la mesa. Entre el drama Erin/Chaz, los intentos de Kennedy para revertir nuestra separación, y la probable presencia de Buck, la noche del sábado no podía estar tan cerca sobre mí.

Evitar el contacto visual durante la clase de defensa personal de la mañana del sábado resultó más difícil que esquivarnos durante la de economía, pero Lucas y yo lo conseguimos durante la primera hora. La parte más rara de la semana pasada fue las hojas de trabajo que continuó enviando, pero sin ninguna nota más allá. El correo electrónico completo, consistió en: Nueva hoja de cálculo adjunta LM.

—Donde una patada es más probable que sea mal calculada por la víctima o evadida por el perpetrador, un golpe de rodilla es de corto alcance y ejecutado con mayor facilidad, así que nos vamos a centrar en esta primera defensa —La voz de Ralph me trajo de vuelta a la clase de defensa personal—. Y supongo que ustedes señoras saben a lo que están apuntando con la rodilla.

Divididos en dos grupos, como estábamos hace dos semanas, fui a pararme en el grupo de Don y siguió Erin. Él sostuvo un cojín grueso con correas en su antebrazo muscular para mantenerlo en su lugar, explicando lo básico del golpe de rodilla y pidió un voluntario para ayudar a demostrar, al que Erin fácilmente respondió. Me sentí orgullosa de su rotundo ¡NO! mientras ella agarró los hombros de Don y estrelló su rodilla contra la almohadilla. Reconocí el movimiento de Lucas por haberlo usado en Buck —aunque lo había golpeado en la barbilla en lugar de la ingle. Buck había ido directamente al suelo. Y se quedó allí.

Cuando llegó mi turno, mis vacilaciones autoconscientes desaparecieron con el estímulo vocal de mi grupo y los "¡Otra vez!" de Don entre cada ataque. Estimulada, me dirigí de nuevo a Erin con los ojos abiertos y temblando de adrenalina. Ella se rió y dijo: —Lo sé, ¿verdad?

Progresamos a patadas, y cada vez que di una, oí un gruñido gratificante de Don, mi temor de que nunca podría replicar esto en la vida real disminuyó. Vickie —la mujer de pelo blanco, que sin saberlo, me había dado el coraje para permanecer en la clase hace dos semanas— preguntó cómo, incluso si golpeamos el lugar correcto con la fuerza suficiente, podríamos ganar contra un hombre de su tamaño.

Don nos recordó que no tenía que ganar una pelea, sólo tenía que escapar. —Cada segundo te compra tiempo para correr.

Cuando Ralph anunció un breve descanso, miré de reojo a Lucas. Sobre las cabezas de dos chicas, una de las cuales hablaba con él, sus ojos se encontraban puestos en mí, su glacial gris-azul casi incoloro a través del cuarto brillante. Después de la actividad física de la mañana, mi respuesta fue abrumadora. Mi respiración pasó a superficial y rápida, ninguno de los dos se dio la vuelta hasta que Erin enganchó su brazo con el mío y tiró de él.

—Vamos, amante —murmuró, inaudible para nadie más que yo.

Me sonrojé y dejé que me llevara al pasillo, hacia el vestuario. Inclinada sobre el fregadero, me eché agua en la cara y miré al espejo, preguntándome qué vio Lucas cuando me miró. Lo que Kennedy vio. Lo que Buck vio.

—¿Estás muy enamorada, no es cierto? —Erin me entregó una toalla de papel y frunció los labios, inclinando la cabeza mientras observaba mi rostro en el espejo, también. Sus ojos oscuros encontraron los míos—. Debería haber sabido que la terapia de consuelo no iba a funcionar contigo. Si te hace sentir mejor, él no se ve menos interesado que tú.

Rodé mis ojos, acariciando el agua de mis mejillas. —Lo creas o no, eso no hace que me sienta mejor.

Arqueó una ceja, su mirada se trasladó a su propio reflejo, mientras se alisó una imperfección imaginaria en el labio y se ajustó su salvaje cola de caballo. — Mmm-hmm.

—Estamos listos para aprender los últimos movimientos durante la siguiente hora más o menos, la defensa contra agarres y estrangulaciones. La próxima semana, vamos a integrar lo que han aprendido en todos los escenarios posibles —Aplaudiendo con sus manos juntas, Ralph añadió—. Divídanse y vamos a empezar.

Después de que doce de nosotros se habían automáticamente separado en nuestros grupos anteriores, Ralph se dirigió a los hombres, que se encontraban acolchados parcialmente, incluyendo el casco. —Don, Lucas, vamos a tener que desconectar dos para esta parte. Mezcle las tácticas de los atacantes un poco.

Oh, Dios. Tanto para evitarnos entre sí.

Aunque yo sabía que no evitaba esto, mi cerebro trató de buscar cualquier manera de tener los brazos de Lucas cerrados a mí alrededor en frente de todos. El primer ataque fue llamado el abrazo de oso, y la intrépida, de pelo blanco Vickie se ofreció a ayudar, para demostrar la defensa en cámara lenta en su contra. Miré con Erin y las otras tres damas de mi grupo, mi respiración irregular y mi corazón palpitaba como si estuviera tratando de salir de mi caja torácica. Él ni siquiera me había tocado.

La necesidad de casco se hizo evidente cuando él explicó el uso de cabezazos —la nuca de la víctima, impactando en la boca o la nariz del agresor. También hubo en el empeine pisando fuerte (todo el mundo se rió cuando Lucas pidió que se abstengan de pisar fuerte sus pies sin protección —con mucho gusto él iba a reaccionar como si lo hubiéramos hecho con fuerza), el codo a la cintura, y un movimiento llamado por Ralph la cortadora de césped, que se acercó para comprobar nuestro progreso.

Moviéndome para pararme frente a Lucas, dijo: —Esto va a ser otro paso que preferiríamos que nadie intente en serio sobre nuestros valientes instructores —Él se volvió y golpeó el hombro de Lucas—. No queremos dejar a nuestros niños incapaces de paternidad —Mientras las mujeres se echaron a reír, Lucas se sonrojó ligeramente de color rosa y se quedó mirando el suelo, sus labios atornillados en una sonrisa desconcertada—. En un ataque de la vida real, si tienen una mano libre y baja, alcanzarán atrás y agarrarán los bienes, girando y tirando hacia fuera como si estuvieran dando arranque a una cortadora de césped.

Demostró, completo con un efecto de sonido del arranque de una cortadora de césped, e incluso el grupo de Don veía y reía. Lucas se mordió los labios y sacudió la cabeza.

Uno por uno, los seis de nosotros fuimos a pararnos frente a él, enfrentando al grupo, esperando a que los agarre para que pudieran practicar las técnicas. La cortadora de césped fue un favorito de las señoras mayores, y todas ellas lo utilizaron, junto con el efecto de sonido. Con ojos brillantes, Erin usó toda la defensa individual que acababa de aprender, una tras otra, cabezazo, pisar los pies, rasguñar las canillas, el codo en el abdomen con un brazo y el arranque de la cortadora de césped con el otro. Las señoras de nuestro grupo aplaudieron y

Lucas dijo: —Buen trabajo. Él va a estar en el suelo rogándote que huyas en este momento.

—¿Primero debo darle una patada? —preguntó completamente seria.

—Uh... si él no está haciendo un movimiento hacia ti, entonces, corre. No quieres que agarre tu pie y te derribe —Erin asintió con la cabeza y se dirigió de nuevo a mí, apretándome la mano cuando llegó a mi lado.

Me miró a los ojos mientras me acercaba. Miré hacia atrás, dándole la espalda a él cuando lo alcancé, tratando de concentrarme en lo que se suponía debía hacer a continuación.

De repente, sus brazos se encontraban a mi alrededor, como bandas, pero más suave que lo que cualquier atacante sería nunca. Sus brazos musculosos eran sólidos y rígidos. Desconcertada, me olvidé de todas las defensas que acababa de aprender y luché inútilmente contra su fuerza.

—Golpéame, Jacqueline —dijo en mi oído—. Codo.

Le di un codazo a su cubierto abdomen acolchado y gruñó.

—Bien. Písame.

Lo actué, con cuidado.

—Cabezazo.

La parte superior de mi cabeza apenas le llegaba al mentón acolchado, pero lo embestí.

—La cortadora de césped —Su voz era suave y entrecortada, y no pude, ni siquiera recurriendo a cada pedacito de imaginación que poseía, verme tocándolo allí para hacerle daño.

Hice el movimiento, sin el efecto de sonido, ruborizándome por completo, y él me soltó. Tropezando hacia Erin, me habría sentido tonta, pero por el hecho de que todas las mujeres en la sala estaban haciendo exactamente lo que yo acababa de hacer. Excepto que no con un hombre cuyo contacto, hacía que sus entrañas se tornaran calientes y líquidas. No con un tipo que la hacía querer girarse y envolverse en esos brazos.

Mi grupo sonrió y me palmeó en los hombros y me elogió como si no me hubiera congelado por completo al principio.

El abrazo de oso frontal, fue peor, pero por la forma en que los ojos de Lucas se dilataron ligeramente cuando me miró, mi pecho presionado contra el suyo. Como Erin dijo, no se veía sin afectar—un conocimiento que me hizo sentir mejor y peor.

Las estrangulaciones fueron más fáciles, y las hice sin sus indicaciones verbales.

Y luego la clase había terminado, con Ralph animándonos a la práctica — cuidadosa— durante la próxima semana. —La próxima semana los chicos estarán cubiertos de cuerpo entero, y serán capaces de molerlos a palos, sin tabúes.

Erin y Vickie chocaron los cinco, y Ralph les sonrió a las dos, frotándose las palmas de las manos. —Sanguinario y despiadado. Exactamente lo que quiero ver.

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