Easy

Easy


Easy » 5

Página 8 de 30

5

Santo Dios, ¿Quién era

ese chico ardiente? —Con cuidado, Erin maniobró el

Volvo Sedan amueblado de su papá en torno a las personas que caminaban borrachas por el estacionamiento—. Si no estuviera sobria, pensaría que él era un producto de mi imaginación,

hambrienta de sexo.

—Psshh —murmuré, con los ojos cerrados, la cabeza dándome vueltas, colgando hacia atrás contra el reposacabezas—. Ni siquiera me hables de estar hambrienta de sexo. —Erin me agarró la mano y la apretó.

—Oh, mierda. Lo siento, J. me había olvidado.

Habían pasado tres semanas desde mi separación, pero no estaba dispuesta a revelar el hecho de que habían pasado más de cuatro semanas... tal vez cinco, desde la última vez que había estado en toda intimidad. Debería haber visto la falta de interés de Kennedy como un signo de lo que era, en lugar de darle justificaciones en mi cabeza, él estaba ocupado con las obligaciones de fraternidad, mientras yo encajaba al menos dos horas de práctica al día —más cuando tuve el ensayo conjunto. Él tenía su línea —un promedio de calificaciones para mantener, y yo tenía clases de música para dar.

Un minuto más tarde, Maggie elevó la voz desde el asiento trasero.

—¡No has respondido a la pregunta,

Jacqueline! —Su discurso era casi como arrastrando las palabras, al igual que el mío, mi nombre pronunciado en tres sílabas distintas, como tres palabras separadas— ¿Quién era ese hombre hermoso?, y lo más importante, ¿por qué no resuelves tu hambruna de sexo con él? ¡Santo infierno, creo que estaría dispuesta a arrancar a Will fuera de la cama por una noche con ese hombre!

—Zorra. —dijo Erin, poniendo los ojos en su espejo retrovisor. Maggie se echó

a reír.

—En este caso... infiernos. Sí.

Ambas se quedaron en silencio, mirándome fijamente, esperando a que revelara quién era él. Mentalmente ordené todo lo que sabía acerca de Lucas. Me había salvado del ataque de Buck, cosa que no le había contado a nadie.

Había golpeado la mierda de Buck, algo que tampoco había contado a nadie. Él me había mirado a lo largo de economía el miércoles, y luego me había ignorado por completo el viernes, cosa que no le había contado a nadie. Trabajaba en el

Starbucks. Y él me preguntaba si yo estaba bien... pero no me lo había preguntado esa noche.

Esa noche había sido otra cosa. Por acuerdo tácito, había bailado varias danzas sin parar, lento, rápido, y todo lo demás. Sus manos nunca salieron de mi cuerpo, lo que provocó un aumento de la nostalgia que no había sentido en un muy largo tiempo —más de cuatro o cinco semanas. Sus manos no me habían tocado de manera inapropiada, sus dedos ni siquiera se colaron por debajo de la tela de mi top a la cintura, pero habían abrasado la piel debajo de él, sin apenas notarlo.

Y luego desapareció. Doblado, con los labios junto a mi oído, me dio las gracias por los bailes, me llevó de regreso a mi mesa, y desapareció en la multitud de personas. No lo había visto otra vez, y sólo podía suponer que había dejado el club.

—Su nombre es Lucas. Está en mi clase de economía. Y dibuja cosas. — Maggie comenzó a reír y golpear el asiento de cuero.

—¿Él dibuja cosas? ¿Qué tipo de cosas? ¿Chicas desnudas? Esa es más o menos la medida en la que la mayoría de los chicos son artísticos. Por lo general ni siquiera las chicas completas. Sólo sus pechos. —Erin y yo reímos con ella.

—No sé lo que él dibuja. No hacía más que... dibujar algo en la clase del viernes. No creo que escuchara la conferencia en absoluto.

—Oh, no, Erin —se inclinó Maggie tan arriba como el cinturón de seguridad se lo permitió—. Suena como que el dios es un mal estudiante. Sabemos lo que eso significa para Jacqueline.

Fruncí el ceño—. ¿Y eso que quiere decir? —Erin movió su cabeza. Sonriendo.

—Vamos, J. ¿Alguna vez en tu vida te has sentido atraída por un chico malo? ¿O un chico que es, hum, un desafío académico? En otras palabras, un chico que no es. ¿un

cerebrito? —Mi boca cayó abierta.

—¡Cállate! ¿Estás diciendo que soy una snob intelectual?

—¡No! No decimos que seas. no queremos decir eso. Sólo tratamos de decir. tú definitivamente no te veías indiferente ante este tipo Lucas esta noche, mientras los dos bailaban juntos como por siempre, y eso sonaba como si él tal vez fuese tu tipo usual.

—¡Mi único “tipo” ha sido Kennedy por los pasados tres años! ¿Quién sabe cuál es mi tipo?

—No te pongas malhumorada. Sabes lo que quiero decir, ni siquiera te encaprichas con chicos tontos.

—Bueno, ¿quién lo hace? —me rebelé contra la idea de que Lucas fuese tonto. Tal vez estaba desmotivado en economía, pero no hay nada en él que pareciera poco inteligente.

—¿¡Hola!? —Llamó Maggie—. ¿Alguna vez

conociste a Will? —Todas nos disolvimos en un ataque de risa. El novio de Maggie era un hombre dulce, y probablemente podría presionar la plataforma de un pequeño

Honda, pero no se ganaba ningún reconocimiento por su GPA1.

—Chaz es más inteligente que yo, pero eso no es decir mucho —dijo Erin.

He intentado varias veces conseguir que deje de golpear su intelecto de promedio B, pero en algún momento de su vida, ella se convenció de que no es inteligente. Le di un codazo en el brazo, al igual que hacía cada vez que decía aquella autocrítica sin sentido.

—¡Ay! ¡Sólo estoy siendo honesta!

—No, no lo eres.

—De todos

modos —Erin continuó—, he sido conocida por visitar los barrios bajos y comprar en los pasillos del

amordazarlo y embolzarlo5, lo crean o no. — Maggie ululó una carcajada detrás de nosotros mientras Erin continuaba—: ¿Han visto el hombre que me llevó al baile de graduación? —Todas habíamos visto sus fotos de ese tipo: el Adonis en un esmoquin, y sus brazos alrededor de su cintura contra el vestido de seda—. Qué cuerpo, santo Dios, yo sólo quería lamer sus abdominales. Él tomaba clases de recuperación, pero déjame decirte, que estaba

dotado y era

talentoso en un montón de ocupaciones no académicas.

Podía asegurar que mi rostro estaba encendido, igual de siempre que mi compañera de piso tocaba de forma tan explícita el tema, y Maggie se reía tan fuerte que tenía problemas para respirar. Ambas habían llegado solteras y sexualmente experimentadas la universidad. Kennedy y yo habíamos estado durmiendo juntos desde las vacaciones de invierno del último año, pero nunca había estado con nadie más. No había tenido ninguna queja sobre nuestra vida sexual, aunque algún artículo de la revista ocasional, o algo que Erin dijo me hizo preguntarme si había más que yo desconocía.

—¿Y todo esto demuestra.?

Erin me sonrió. —Esto demuestra que estás lista para una larga y esperada

Fase Chico Malo.

—Ooohhh —suspiró Maggie.

—Hum. No pienso que.

Exactamente. No pienses. Vas a seducir a este tipo Lucas y rebotar el infierno fuera de él. Eso es lo que pasa con los chicos malos, no tienen ningún reparo en ser el tipo de rebote porque no andan alrededor por mucho tiempo, de todos modos. Es probable que viva para ser el chico de rebote, especialmente en una situación como ésta, donde va a llegar a enseñarte todo tipo de cosas traviesas. —Maggie apoyó la idea loca de Erin con un gran suspiro de la palabra.

"Suertuda”.

Pensé en las manos de Lucas en mi cintura, la boca rozando mi oído, y me estremecí. Me acordé de su penetrante mirada el miércoles durante la clase, y el aliento en mis pulmones fue poco profundo. Tal vez estaba experimentando la perspectiva de alcohol, y todo iba a ser diferente mañana, pero por el momento, la idea loca de Erin estaba empezando a sonar casi no loca.

Oh, diablos.

* * *

Era una bola de nervios cuando me acerqué a la sala de clases el lunes por la mañana, sin saber si debía iniciar la estrategia de

frenar-al-hombre que había acordado poner a prueba en mi compañero desprevenido, o abandonarla totalmente, mientras que todavía podía. Él entró en la habitación delante de mí, y me miró con sus ojos, asintiendo sobre mi recientemente asignado asiento, y el vacío al lado de Kennedy, que ya estaba sentado, gracias a Dios. Tenía unos treinta segundos para reconsiderar todo el asunto.

Erin y Maggie no habían cesado en su disco, en el —gracias a Dios— corto camino de regreso al dormitorio, cada una alimentada con entusiasmo y envidia sobre lo que estaba a punto de hacer. O

a quién se lo iba a hacer. Dado que Erin no tenía nada que beber el sábado, aparte de un

Dr. Pepper de dieta, había surgido de la cama sin resaca, el domingo por la mañana y llena de planes para la Operación Fase Chico Malo.

Pretendí tener más resaca de la que tenía, sólo para ponerla fuera, pero cuando Erin tenía una idea no se desanimaba fácilmente. Decidida a transmitir el conocimiento de cómo seducir a un hombre así, lo quisiera o no, ella metió una botella de jugo de naranja en mis manos mientras gruñía y tiraba de mí hasta una posición sentada. Yo quería poner las mantas sobre mi cabeza y tapar mis oídos, pero ya era demasiado tarde para eso.

Ella se dejó caer a mi lado.

—En primer lugar, tienes que acercarte sin temor. En serio, pueden oler el miedo. Eso totalmente los pone fuera de pista. —Fruncí el ceño.

—¿Fuera de pista? Eso es tan... —Traté de pensar en una palabra más adecuada que

aaauugh, pero mi cerebro no había arrancado todavía.

—Eso es tan cierto, ¿quieres decir? Mira, los chicos son perros. Las mujeres han sabido esto desde el principio de los tiempos. Los hombres no quieren ser perseguidos, persiguen. Así que si vas a tomar uno, tienes que saber

cómo hacer para que te persiga. —La miré fijamente.

Arcaico, sexista, degradante, mi cerebro declaró, cubriendo el lugar del

aaauugh demasiado tarde. Ese punto de vista no debería haberme sorprendido, ya la había escuchado decir aquel tipo de cosas antes. Simplemente nunca consideré que esos comentarios fuera de la manga fueran a formar parte de un credo. Resoplé la mitad de mi jugo antes de comentar.

—Hablas en serio acerca de esto.

Ella arqueó una ceja. —Aquí es donde yo digo

"como un ataque al corazón", ¿verdad?

* * *

Tiempo de ir.

Tomé una respiración profunda. Tenía tres minutos hasta que empezara la clase. Erin me dijo que necesitaba un minuto, no más de dos.

“Pero dos es empujarlo”, insistió,

“porque entonces te ves muy interesada. Uno es mejor".

Me deslicé en el asiento de al lado, pero me senté en el borde, por lo que era obvio que no tenía intención de quedarme. Sus ojos se desviaron de inmediato a los míos, sus cejas oscuras desaparecieron en el cabello desordenado sobre la frente. Sus ojos eran casi incoloros. Nunca había visto a nadie con los ojos tan claros.

Definitivamente se sorprendió por mi presencia a su lado. Algo bueno, de acuerdo con Erin y Maggie.

—Oye —le dije, con una sutil sonrisa en mis labios. Tenía la esperanza que pareciera en algún lugar entre interesada e indiferente. De acuerdo con Erin y Maggie, esa impresión era una parte vital de la estrategia.

—Hola. —Abrió su texto de economía, ocultando el cuaderno de bocetos abierto delante de él. Antes de que lo ocultara, encontré una ilustración detallada del antiguo roble venerado en el centro del campus y la valla ornamental de hierro forjado que lo rodea. Tragué saliva.

Interesada e indiferente.

—Así que, sólo se me ocurrió que no me acordé de tu nombre la otra noche. Margaritas de más, supongo.

Se humedeció los labios y me miró un momento antes de contestar, y parpadeé, preguntándome si él estaba, a propósito, buscando que perdiera mi

indiferencia o que sostenerla fuese más difícil.

—Es Lucas. Y no creo que te lo diera.

En el momento siguiente, el Dr. Heller entró ruidosamente cerca del podio, recuperando el expediente tramitado en la puerta. Un sonoro

"¡Maldita sea!" hizo eco a través de la sala de conferencias, gracias a la acústica prevista de la habitación. Lucas y yo nos sonreímos el uno al otro mientras nuestros compañeros de clase se reían.

—Así que... bueno, ¿me llamaste Jackie, antes? —dije, con la cabeza ligeramente inclinada—. En realidad voy por Jacqueline ahora. Sus cejas se bajaron un poco.

—Está bien.

Me aclaré la garganta y me levante-sorprendiéndolo, a juzgar por su expresión. —Encantada de conocerte, Lucas —sonreí de nuevo antes de alejarme y lanzarme a mi asiento asignado.

Mantener mi atención en la conferencia y desafiar el impulso de mirar por encima del hombro era insoportable. Estaba segura de que sentía la mirada aburrida de Lucas en la parte posterior de mi cabeza. Al igual que una picazón fuera de mi alcance, la sensación me irritó durante cincuenta minutos seguidos, y me llevó un esfuerzo hercúleo abstenerme de dar la vuelta. Sin saberlo, Benji ayudó haciendo observaciones distractoras sobre el Dr. Heller, como contar el número de veces que decía "

Uuummm", durante la conferencia con marcas en la parte superior de su cuaderno, o señalar el hecho de que nuestro profesor lucía un calcetín azul marino y otro marrón.

En lugar de quedarme al final de la clase para ver lo que haría Lucas (¿hablar conmigo o ignorarme?), en lugar de esperar a que Kennedy se fuera (gracioso, le había prestado menos atención en la pasada hora, era la primera vez), colgué mi mochila al hombro y prácticamente corrí de la sala sin mirar a ninguno de ellos. Al salir por puerta lateral al aire fresco de otoño, tragué una respiración profunda. Orden del día: la clase de español, almuerzo,

Starbucks.

Erin: ¿Y cómo fue la OFCM2?

Yo: Lo tuve diciéndome su nombre. Volví a mi asiento. No lo mire de nuevo.

Erin: Perfecto. Nos vemos después de la siguiente clase para planear más estrategias antes del café. =)

Cuando me uní a Erin a la línea en

Starbucks, no vi a Lucas.

—Ratas —estiró su cuello, asegurándose de que no fuera una de las personas detrás del mostrador—. Él estuvo aquí el lunes pasado, ¿verdad?

Me encogí de hombros. —Sí, pero su horario de trabajo es, probablemente, impredecible

Ella me dio un codazo a la ligera. —No tanto. Es él, ¿verdad?

Apareció a través de una puerta de atrás con una bolsa tamaño industrial de café. Mi reacción física me sacó de quicio. Era como si todas mis entrañas se apretaran cuando lo veía, y cuando se desenrollaban, se reiniciaba, acelerándose todo de una vez, mi corazón, mis pulmones bombeando aire, las ondas cerebrales causando estragos.

—Oh, J, tiene

tinta, también —murmuró Erin con aprecio—. Justo cuando yo pensaba que no podía ser más ardiente...

Mis ojos se posaron en sus antebrazos, doblados mientras cortaba la bolsa abierta. Tatuados diseños envueltos alrededor de sus muñecas, símbolos contiguos y guiones corriendo los dos brazos y desapareciendo en las mangas de la camisa de punto gris, que se metía por encima de sus codos. Nunca le había visto las muñecas en un saco sin mangas. Incluso la noche del sábado, había llevado manga larga, una descolorida camisa negra, abierta sobre una camiseta blanca.

Nunca me había sentido atraída por los chicos con tatuajes. La noción de agujas de inyección de tinta bajo la piel y la confianza de hacer huellas permanentes de palabras y símbolos era extraña para mí. Ahora, me preguntaba hasta qué punto los tatuajes se extendían. ¿Sólo a las mangas de los brazos? ¿Su espalda? ¿Su pecho?

Erin tiró de mi brazo cuando la línea avanzó.

—Estás estropeando nuestro acto cuidadosamente

indiferente, por cierto. No es que pueda culparte —suspiró—. Tal vez deberíamos sacarnos de apuros ahora antes de que él. —La observé cuando se quedó en silencio, y vi una sonrisa desviada cruzar su rostro cuando se volvió hacia mí.

—Sigue mirándote —dijo, riéndose como si estuviéramos teniendo una conversación divertida—. Te está mirando. Y me refiero a la mirada fija. Ese chico te está desnudando con la mirada. ¿Puedes sentirlo? —Su expresión era triunfante. ¿Podía sentir su mirada?

Ahora puedo, gracias, pensé. Mi cara se calentó.

—Oh, Dios mío, estás ruborizada —susurró, sus ojos oscuros cada vez más grandes.

—No me digas —Mis dientes estaban apretados, mi voz era tensa—. Deja de decirme que él está. está.

—¿Desnudándote con sus ojos? —Se rió de nuevo y nunca había querido patearla más—. Vale, vale, pero J., no te preocupes. Tienes esto. No sé lo que has hecho con él, pero está dispuesto a sentarse y rogar. Confía en mí —Ella miró en su dirección—. Está bien, está empezando un nuevo lote de café ahora. Puedes hacer tu propia mirada.

Dimos un paso más cerca, sólo había dos personas delante de nosotros. Vi a Lucas remplazar el filtro, dosificar el café, y establecer los controles. Su delantal verde estaba desordenado en la parte posterior, más con un nudo que con un lazo. Las correas sacaron mis ojos de sus caderas a sus vaqueros desgastados, de cintura baja, que sostenían en su bolsillo una cartera a la que se adjuntaba una cadena floja. Desaparecía bajo el delantal, se enlazaba con un cinturón adelante, sin duda.

Entonces se volvió, con los ojos en la segundo caja registradora mientras marcaba los botones y la traía a la vida. Me pregunté si me iba a ignorar, como lo había hecho durante la clase. Eso sería útil, jugando a este juego. Justo cuando el hombre delante de mí comenzó su detallada orden de bebidas a la chica en la primera registradora, la mirada de Lucas encontró la mía.

—¿Siguiente? —El acero gris de su camisa partió el gris de sus ojos, y el azul desapareció—. Jacqueline —Me saludó con una sonrisa. Me preocupé que él pudiera leer mi mente, y los retorcidos planes que Erin había implantado en ella — ¿Americano hoy, o algo más? —Se acordó de la bebida que pedí la semana pasada.

Asentí con la cabeza, y él apenas si esbozó una sonrisa a mi desconcierto, comunicando mi orden e imprimiendo la copa con un rotulador. En lugar de pasar a un compañero de trabajo, preparó la bebida él mismo.

Agregó una funda protectora y una tapa y me entregó la copa. No podía leer su huella de una sonrisa.

—Ten un buen día. —Y mirando sobre mi hombro, dijo—: ¿Siguiente? —Me uní a Erin en el mostrador, confusa y de mal humor.

—¿Él hizo la bebida para ti? —tomó su copa y me siguió hasta el mostrador de condimentos.

—Sí. —Quité la tapa y adicioné azúcar y leche, mientras que ella luchaba con la canela en su café con leche—. Pero él me lo entregó como si fuera cualquier otro cliente y tomó la orden del siguiente chico. Lo vimos interactuar con los clientes. Ni una sola vez dio un vistazo a mi dirección.

—Habría jurado que estaba tan dentro de ti que no podía ver con claridad —reflexionó ella cuando nos fuimos, doblando una esquina para unirnos a la masa de personas que circulan por el centro de estudiantes.

—¡Hola, bebé! —La voz de Chaz nos sacó de nuestros pensamientos. Tomó a Erin fuera del flujo de personas y yo los seguí, riéndome de su chillido encantador hasta que me di cuenta del tipo de pie junto a él.

Mi cara se puso caliente, la sangre golpeando en mis oídos. A medida que nuestros amigos se besaban como saludo y empezaban a hablar acerca de a qué hora se librarían del trabajo esa noche, Buck se quedó mirándome, su boca girando a un lado. Mi respiración vino en jadeos y luché por mantener el creciente pánico y las náuseas bajo control. Quería dar la vuelta y correr, pero estaba inmovilizada.

No me podía tocar aquí. Él no podía hacerme daño aquí.

—Hola, Jackie —su penetrante mirada vagó sobre mí y me arrastré en mi piel—. Luciendo bien, como siempre —Sus palabras brotaron con coquetería, pero lo único que sentía era la amenaza por debajo, intencionalmente o no.

Los moretones habían desaparecido de su rostro, pero no se habían ido del todo. Una brecha amarilla rodeaba su ojo izquierdo, y otra acariciaba a lo largo del lado derecho de su nariz como una mancha pálida. Lucas se las había dado, y sólo tres de nosotros lo sabíamos. Le devolví la mirada, en silencio, agarrando el café en la mano. En una ocasión había pensado que este chico guapo y encantador, enchapado a lo americano, me había engañado tan a fondo como engañaba a todos los demás.

Levanté la barbilla, haciendo caso omiso de mi reacción física a él, y el miedo que me provocaba.

—Es Jacqueline.

Levantó una ceja, confundido. —¿Eh?

Erin me agarró del codo. —Vamos, cosa ardiente. ¿No tienes historia del arte, como en cinco minutos?

Me tropecé un poco cuando me di vuelta y la seguí. Buck emitió una risa suave, burlándose mientras lo pasaba.

—Mira a tu alrededor,

Jacqueline —bromeó.

Mi nombre en su boca, envió un temblor a través de mí, mientras recorría con Erin el mar de estudiantes. Una vez que logré moverme, no pude alejarme de él lo suficientemente rápido.

Ir a la siguiente página

Report Page