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Erin: ¿Todavía tienes tu taza de café?

Yo: ¿Sí?

Erin: Retira el manguito.

Yo: Oh. Por. Dios

Erin: ¿Su número de teléfono?

Yo: ¿¿¿Cómo supiste???

Erin: Soy Erin. Lo sé todo. :)

Erin: En realidad, me pregunté por qué escribió en tu taza si iba a preparar tu bebida.

Si Erin no hubiera estado mandándome mensajes durante la clase, esa taza, y su número, habrían sido lanzados a la papelera del pasillo.

Así que... Lucas no estaba escribiendo una innecesaria orden de bebida en mi taza, me estaba dando su número de teléfono. Entré en mi teléfono, preguntándome qué se suponía que haría con eso. ¿Debía llamarlo? ¿Enviarle un mensaje?

Pensé en lo que sabía sobre él: Había salido de la nada la noche de la fiesta. Después de poner fin al ataque, algún rasgo más protector le había obligado a devolverme sana y a salva a mi dormitorio. De alguna manera él había sabido mi nombre esa noche —mi apodo—, pero nunca me había fijado antes en él.

Se sienta en la fila de atrás en economía, dibujando o mirándome fijamente en lugar de prestar atención a la conferencia. El sábado en la noche, el firme tacto de sus manos cuando bailamos hizo que mi cabeza nadara, antes de que desapareciera sin explicación. Me había desnudado con la mirada, según dijo Erin, en medio de

Starbucks —donde trabajaba. Era arrogante y seguro de sí mismo. Tatuado y demasiado caliente para ponerlo en palabras. Se veía y actuaba como el Chico Malo, que Erin y Maggie creían que era.

Y ahora, su número estaba grabado en mi teléfono. Era como si él supiera todo acerca de la operación Fase Chico Malo, y estuviera más que dispuesto y deseoso de llenar ese papel como mis amigas creían que lo haría.

Pero yo no lo sabía. No sabía qué pensaba de mí. Si pensaba en mí. O en la chica que había estado buscándolo y hablando con él después de clase la semana pasada. En el club, las niñas lo habían mirado abiertamente cuando pasó, algunas de ellas giraron a su alrededor para evaluarlo más. Podría haber bailado con cualquiera de ellas, probablemente se ha ido a casa con la mayoría de ellas. ¿Por qué yo?

“Landon,

He adjuntado un resumen de mi trabajo de investigación. Si tienes la oportunidad, ¿podrías asegurarte de que no sea demasiado extenso, o demasiado centrado? No estoy segura de cuantas economías fuera de EE.UU. incluir. Además, la curva J es un poco confusa. Conseguí lo que podemos ver después del hecho, pero ¿no está la economía basada en la predicción, como el clima? Quiero decir, a quién le importa si sólo podemos ver lo que sucedió después de que pasó —si el tipo del clima no puede predecir qué va a pasar mañana, probablemente va a ser despedido, ¿cierto?

Hice las hojas de cálculo, también. Lo siento si te estoy enviando tanto a la vez, un lunes. Debería haberlo enviado antes, pero me fui con algunos amigos el sábado y no lo hice.

JW”

“Jacqueline,

No hay problema. Tampoco estoy trabajando, estudiando o en clases prácticamente a cada hora del día. Apenas noto qué día es. Espero que hayas disfrutado la noche.

Sé que al principio dije que no necesitaba los detalles de tu ruptura (si fui rudo, no quise decirlo de esa manera) debe haber sido malo para hacerte abandonar la clase por dos semanas. Puedo decir que saltarlas es atípico para ti.

He adjuntado un artículo del WSJ que explica mejor el texto de la curva de J. Tienes toda la razón, sin la capacidad de predecir, la economía no sería economía. Es historia. Y aunque la historia tiene su lugar en las probabilidades previsibles de la economía y Meteorología (analogía inteligente, por cierto), es poco útil si lo que necesitas saber es si debes o no invertir en la moneda extranjera, o traer tu paraguas o no a la escuela.

LM”

Me quedé mirando el correo electrónico, intentado y fracasando en comparar a Landon y Lucas. Parecían tan opuestos como la noche y el día, pero yo sólo conocía la mitad de cada uno de ellos. No sabía mucho de Lucas más allá de sus sorprendentes miradas y su habilidad para darle una paliza a alguien. Durante historia del arte, me había encontrado preguntándome qué habría pasado en la interacción con Buck, si Lucas hubiera estado conmigo. Me pregunté si Buck se habría atrevido a mirarme así. Decir lo que había dicho:

“Te ves bien." La idea de los fríos ojos de Buck examinándome hizo que mi estómago girara.

Con sentimientos poco profundos y comprensivos, especulé nuevamente cual podría ser el aspecto de Landon y el grado de impacto que eso pudiera tener sobre lo que pensaba de él. Sus elogios me hicieron mirar a mi laptop y sonreír. Dijo que mi ex era un imbécil, y ahora parecía estar interesado en nuestra ruptura. En mí. Eso, o estaba leyendo demasiado en él.

“Landon,

Estuvimos juntos casi tres años. Nunca lo vi venir. Lo seguí hasta aquí, en lugar de tratar con una escuela de artes escénicas. Mi maestro de orquesta casi tuvo un infarto cuando le dije. Él intercedió ante mí para audicionar a

Oberlin o

Julliard, pero no lo hice. No puedo culpar a nadie más que a mí. Le confié mi futuro a mi novio, como una idiota. Ahora estoy atascada en algún lugar en el que no debería estar. No sé si sólo creí mucho en él, o poco en mí misma. De cualquier manera, bastante estúpida, ¿eh? Así que esa es mi pequeña y melodramática historia.

Gracias por el artículo.

JW”

“Jacqueline,

No eres estúpida. Demasiado confiada, tal vez, pero eso refleja su falta de fiabilidad, no tú inteligencia. En cuanto a estar en algún lugar del cual se supone no debes estar —tal vez estás aquí por una razón, o por ninguna en realidad. Como científico, me inclino hacia esta última. De cualquier manera, estás libre de culpa. Tomaste una decisión; ahora has lo mejor de ella. Eso es todo lo que puedes hacer, ¿cierto? En esa nota, voy a estudiar una prueba del principio estadístico. Quién sabe, tal vez pueda demostrar científicamente que tu ex no es digno de ti, y que estás exactamente donde debes estar.

LM”

Cuando Erin entró por la puerta, estaba medio dormida y rodeada de verbos conjugados en español impresos en tarjetas de colores. Recogí la mayoría de ellos, justo antes de que rebotara en el borde de mi cama.

—¿Y? ¿Lo llamaste o le mandaste un mensaje? ¿Has usado alguna de las cosas que te aconsejamos? ¿Qué dijo?

Suspiré. —Nada.

Se recostó en la cama, arrojando sus brazos dramáticamente mientras le arrebataba las tarjetas antes de que las arrugara. —Te acobardaste.

Miré las cartas en su mano.

Yo habré, tú habrás, él habrá, nosotros habremos...

—Sí, tal vez.

—Hmm. Sabes, es mejor. No le llames.

Haz que te persiga —se rió de mi ceño fruncido—. Chicos como Chaz son mucho más fáciles. Demonios, podría decirle que me persiga y él lo haría.

Nos reíamos de la imagen visual, ya que probablemente fuera cierto.

Pensé en Kennedy. Y el tipo que era. Él me había perseguido al principio, pero no tuvo que esforzarse mucho para atraparme. Me tenía a sus pies, arrastrando a lo largo sus sueños y planes, porque me había hecho parte de ellos. Hasta hace unas semanas.

—Aw, mierda, J. Sé lo que estás haciendo. No pienses en él. Voy a hacer algo de cacao. Vuelve a —se sentó, recogiendo una tarjeta que no tomé apresuradamente —

Ugh, verbos en español.

Erin llenó unas tazas con agua del grifo del baño y las metió en el horno microondas para calentarlas. Me quedé mirando las borrosas cartas en mi mano.

Maldito Kennedy. Maldito, maldito sea. Le serviría verme con alguien como Lucas.

Alguien tan diferente, pero igual de caliente. Aún más, si empezaba a calcular los detalles.

La Operación Fase Chico Malo estaba en marcha. Pero no llamando a Lucas, o enviándole mensajes. Si Erin tenía razón, si él era un cazador, no había hecho lo suficiente persiguiendo, todavía.

Cuando ella me entregó la taza, tomé una respiración profunda y sonreí. Ella había servido la mía con malvaviscos de su pequeño escondite al que ambas recurríamos a veces, sin molestarnos en hacer cacao.

—Así que si no le mando mensajes, ¿qué sigue?

Ella sonrió y chilló con un grito triunfal.

—Él debe estar excavando en el asunto de la chica buena que estás tramando... —Sus ojos se abrieron—. Jacqueline, tal vez ya te había notado en clase antes de la ruptura. Tú cambiaste de asientos, ¿verdad? Por lo que es evidente que ustedes dos rompieron. Esto es

perfecto —Me había vuelto a confundir y ella se reía—. Él

ya te perseguía. Ahora todo lo que tienes que hacer es seguir corriendo. Pero no demasiado rápido.

Me lamí el chocolate de mi labio superior.

—Erin, eres peligrosa.

Ella sonrió con malicia. —Lo sé.

El miércoles, llegué al salón de clases antes de que la clase de las 8:00 saliera. Tan pronto como la mayoría de los estudiantes estuvieron en la puerta, me deslicé y tomé mi asiento, decidida a no prestarle atención a Lucas cuando llegara. Para ello, ojeé el índice de mis tarjetas, aunque estaba más que lista para destacar en el cuestionario de español.

Cuando Benji se deslizó en su asiento a mi izquierda, no detuve mi revisión. Negándome a ser distraída de no prestar atención al asiento de Lucas, y si era o no él.

—Hey, Jacqueline —No era la voz de Benji.

Los asientos estaban atornillados al piso, con escritorios diestros. Lucas se inclinó ligeramente sobre el lado de Benji, empujando el borde del mismo en mi espacio. Me cortó la respiración, y me centré en dejarla salir, pareciendo natural.

—Ah, Hola.

Se mordió el labio inferior una vez, brevemente. —Supongo que no te diste cuenta del número de teléfono en tu taza de café.

Miré mi teléfono, descansando en el borde de mi libro de texto. —Me di cuenta. —Observé su reacción, sabiendo que prácticamente le estaba

diciendo que me persiguiera.

Él sonrió, sus claros ojos arrugándose un poco en las esquinas, e intenté no desmayarme visiblemente.

—Ya veo. Dar la vuelta es un juego limpio. ¿Qué tal si me das el tuyo?

Arqueé una ceja ante él.

—¿Por qué? ¿Necesitas ayuda con economía?

Se mordió el labio seriamente, esta vez, ahogando una risa.

—No lo creo. ¿Qué te hace pensar eso?

Fruncí el ceño. ¿Podría estar atraída por un chico que se preocupaba tan poco acerca de irle bien en clase?

—Supongo que no es asunto mío.

Apoyó la barbilla en la palma de su mano. Las puntas de sus dedos estaban teñidas de gris, probablemente de dibujar con el lápiz que estaba sobre su oreja.

—Aprecio tu preocupación, pero quiero tu número por motivos completamente ajenos a economía.

Recogí mi teléfono y encontré su número, enviándole un mensaje que decía:

Hola.

—Amigo, estas en mi asiento. —El tono de Benji era práctico, pero imperturbable.

El teléfono de Lucas vibró en su mano, y sonrió ante mi emergente texto, dándole mi número.

—Gracias. —Se desplegó a sí mismo de la silla y se dirigió a Benji—. Lo siento, hombre.

—No hay problema. —Benji era una de las personas más despreocupadas que jamás había conocido. Su actitud decía

flojo, pero yo había conseguido un vistazo, en la mitad del período, de su abarrotado cuaderno: Había hecho una B más, y por toda su charla de escapar de la escuela y dormir, el todavía no se había perdido una. Después de que Lucas se pasó de nuevo a su asiento, Benji se inclinó sobre el borde de su escritorio, más cerca de lo que Lucas había estado.

—Entonces, ¿qué fue eso? —Sus cejas se sacudieron de arriba abajo y traté de no sonreír.

—Estoy segura de que no sé lo que quieres decir —le contesté, agitando las pestañas en mi mejor suplantación de una belleza sureña.

—Cuidado, pequeña dama —arrastro las palabras—. Ese chico parece un poco peligroso —Sacudió un rizo demasiado largo fuera de sus ojos, sonriendo—. No es que haya nada malo con un poco de peligro.

Mis labios se apretaron en una media sonrisa. —Verdad.

Me felicité por echarle un singular vistazo, por encima de mi hombro a la mitad de una clase de cincuenta minutos. Lucas no me estaba mirando, así que no pude evitar mirarlo. Lápiz en mano, estaba dibujando intensamente, primero sombreando y luego cuidadosamente difuminando con el pulgar. Su oscuro pelo caía alrededor de su cara mientras se concentraba en su trabajo, haciendo caso omiso de la conferencia y la clase, cómo si se encontrara solo en la habitación. Lo imaginé sentado en su cama, de rodillas, con un bloc equilibrado en sus muslos. Me pregunté qué estaba dibujando. ¿O a quién?

Levantó su mirada, atrapó la mía. Sosteniéndola. Su boca tiró de una sonrisa fantasma y estirando su cuello y rodando sus hombros, devolvió mi mirada. Echó un vistazo al bloc, tocando la punta de su lápiz contra él y extendiéndose en su asiento, abanicando las pestañas hacia abajo mientras examinaba su trabajo.

El Dr. Heller terminó de explicar el gráfico, una presentación en la pizarra y la Conferencia reanudó. Lucas puso el lápiz sobre su oreja y recogió una pluma. Antes de cambiar su atención a nuestro profesor, me sonrió una vez más, y una sacudida de emoción se disparó a través de mí.

Al final de clase, una chica diferente a la de la semana pasada lo interceptó en su camino hacia la puerta y yo salí corriendo sin una mirada atrás. La adrenalina pateaba en mi cuerpo con necesidad de escapar y darse alas. Mirando por encima de mi hombro, me introduje a través de la salida lateral y marché, sintiéndome tonta. Erin y Maggie insistieron en que debía eludir su agarre durante unos días más y hacer que me persiga, pero él no iba a

literalmente darme persecución.

Le envié un mensaje a Erin sobre que estaría consiguiendo una mierda de café en la cafetería antes de mi clase de la tarde en vez de ir a

Starbucks por él. Ella me envió un mensaje de vuelta:

GENIA. Nos encontraremos allí. Solidaridad de hermanas y toda esa mierda.

Al final de historia del arte, empezaba a dudar de la idea de Erin de que Lucas quería jugar este juego. Tal vez no era un perro. O yo no era un gato. O sólo era realmente muy mala en eso. Suspiré y embutí el teléfono en mi bolsa. Lo había comprobado por un mensaje al menos treinta veces durante la clase.

Siempre había menospreciado los juegos que las personas jugaban en busca de amor, o del siguiente enganche. Todo esto era una competencia para ver quién podría recibir hasta qué punto, y nunca pude averiguar si había más suerte que habilidad implicada, o alguna incomprensible combinación de las dos. La gente rara vez decía lo que pensaba, o revelaban cómo se sentían. Nadie era honesto.

Fácil para mí decir, desde el pedestal de mi perfecta relación con Kennedy. Erin había llamado meses atrás, cuando le dije que estaba siendo ridícula sobre un chico, conspirando para descifrar lo que quería de una chica antes de derribar sistemáticamente sus defensas. Tuve que admitir que ella tenía razón. No tenía ni idea de lo que era ser una joven-adulta soltera, así que no tenía derecho a juzgar.

Hasta ahora.

La angustia era absurda, pero no la podía sacudir. Él me había mirado en clase. Me sentía confiada cuando salí de economía y miserable ahora. ¿Por qué? ¿Porque él no había empujado a la pelirroja fuera de su camino al final de economía y venido hacia mí? ¿Por qué no me había mandado un mensaje en algún momento durante las escasas tres horas y media desde que lo había visto? Eso ni siquiera tenía sentido.

Para el momento en el que fui a calentar una sopa en el microondas para la cena, me había resignado y fallado en mantener el interés de Lucas. En mi mente empujé a la chica bonita que había corrido hasta él, y nos imaginé dejando la clase juntos, sosteniendo su mano, o tal vez más.

—Pendejo —murmuré para mí misma.

Desde el extremo de mi cama, mi portátil sonó alertando un correo electrónico, y mi estómago respondió con un revoloteo. Probablemente no era nada, un aviso acerca de vacunas contra la gripe desde el centro de salud, u otra nota de uno de mis viejos amigos de la secundaria, todos estaban "tan devastados" de que Kennedy y yo termináramos (lo que todos ellos pensaron cuando cambió su estado de relación en Facebook,

veinte minutos después de haber roto conmigo).

Había deshabilitado mi cuenta inmediatamente y aún debía reintegrarla. El pensamiento de ver sus actualizaciones y sus simplistas estados, tener fotos de él apareciendo en mis noticias era desmoralizante. Incluso si lo ocultaba, conocíamos muchas de las mismas personas. No habría escondido sus actividades completamente. Empecé recibiendo comprensivos y condescendientes correos electrónicos al día siguiente, así que estaba justificadamente preocupada cuando revisé mi bandeja de entrada.

Encogiéndome, me acerqué... y sonreí.

“Jacqueline,

¿Vas a llegar a la sesión de mañana (jueves)? En caso de que no, he adjuntado la hoja de cálculo que estoy planeando revisar. Es nueva, y separé las cosas, no necesitas estar completamente al corriente para conseguirlo. (Hablando de eso, debes estar toda atrapada dentro de una semana o algo así.)

LM

PD: He estado pensando acerca de esa prueba de la que te hablé la última vez —esa de que tú estás donde se supone debes estar. Y se me ocurrió, poder demostrarte que sí estás mejor en otro lugar. Si hubieras dejado el Estado, tu relación todavía habría terminado. Tal vez incluso te habrías culpado ti misma, sin saber que estabas condenada por su culpa, de cualquier manera. En cambio, estás aquí. Lo abandonaste, saltaste clases y ¡conociste al mejor tutor de economía de la Universidad! ¿Quién sabe? Tal vez voy a hacer que te enamorares de economía. (¿Cuál es tu especialidad, por cierto?)”

“Landon,

Soy una música con especialización en educación. Odio ese dicho: "Aquellos que pueden lo hacen, aquellos que no pueden, enseñan". Como tutora, sé que es basura. Aún lo quiero hacer. Imaginé unirme a una orquesta sinfónica, o a una progresiva banda de jazz... Y en su lugar, voy a enseñar.

No voy a estar en tu sesión, mañana tengo clases con mis chicos de secundaria. (Creo que sería más impresionante para ellos si pudiera tirarme un pedo en escalas en lugar de arrancarlas del bajo).

Lamento informarte, tengo la intención de hacerlo a través de esta clase y hacerlo con economía. Ninguna reflexión sobre tus geniales habilidades en las tutorías, lo juro. Gracias por la hoja de cálculo. Eres demasiado amable.

JW”

“Jacqueline,

Si deseas hacerlo, entonces, ¿qué te está deteniendo?

Así que soy amable, ¿eh? Nunca escuché eso antes. Generalmente piensan que soy un pretencioso-agujero. Debo admitir, que tiendo a fomentar esa estimación. Así que por favor prométeme mantener tu opinión para ti misma. La reputación se puede arruinar tan fácilmente, sabes. ©

LM

PD: Realiza la hoja de cálculo. Antes del viernes. Te estoy dando una mirada muy seria a través de esta pantalla. HAS-LA-HOJA-DE-CÁLCULO. Si tienes un problema con alguno de los materiales, házmelo saber.”

“Landon,

¿Qué me detiene? Bien, he quemado la oportunidad de ir a una escuela de música seria. Y estoy atrapada en un Estado que no siempre fomenta las Artes (algo que probablemente gastara toda la enseñanza de mi carrera luchando). Parece imposible salir ahora y "hacer". Supongo que debo replantearme.

Tu genial secreto está seguro. Mis labios están sellados.

JW

PD: Estoy HACIENDO la hoja de cálculo, pero te estoy dando una mirada muy petulante a través de mi pantalla. Esclavista. Jesús.”

Estaba sonriendo cuando hice clic en enviar. Tal vez estaba jugando un juego completamente diferente de persecución, y Lucas y su exasperante y enigmática sonrisa podrían dar un salto de vuelo.

Erin y Maggie podrían guardarse sus consejos para hacer-que-él-te-persiga y usarlos, porque al parecer, apesto en la vida real. Aunque por correo electrónico, es otra cosa... Mi feliz expresión se deslizó lejos cuando me di cuenta de la cruda verdad: Estaba coqueteando con alguien en línea. No tenía ni idea de cómo era su aspecto, o qué tipo de persona era.

No exactamente así. Sabía exactamente qué tipo de persona era, aunque nunca había puesto mis ojos en él. Es amable. Inteligente. Y sencillo.

Por supuesto, él no había golpeado a un aspirante a violador hasta dejarlo una pulpa sangrienta por mí. O hizo que mi interior se fundiera cuando puso sus manos en mi cintura. Probablemente no tenía tatuajes en sus brazos o glaciales ojos grises-azules y una mirada que derrite.

A las 10:00 pm, mi teléfono vibró con la alerta de un texto.

Lucas: Hola ©

Yo: Hola ©

Lucas: ¿Qué pasa?

Yo: Nada. Tarea.

Lucas: Quería hablar contigo después de clase, pero desapareciste.

Yo: Tengo otra clase justo después. Con uno de esos profes que dejan de hablar y te miran fijamente esperando hasta que tomes asiento si llegas tarde.

Lucas: Yo probablemente sólo caminaría a mi asiento aún más lento. ©

Lucas: Deberías venir a SB el viernes. Por lo general está muerto. ¿Americano, por cuenta de la casa?

Yo: ¿Café gratis? No puedo dejarlo pasar. Voy a tratar de pasarme por allí. ¿Cuándo trabajas?

Lucas: Toda la tarde. Hasta las cinco.

Yo: Listo.

Lucas: Nos vemos el viernes, Jacqueline.

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