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Lucas llegó quince minutos tarde a la clase del viernes, y tuvimos un examen sorpresa en la primera hora, el cual perdió. Mi primer pensamiento fue cuan irresponsable era por perderse el examen, y luego recordé que yo perdí mis

parciales. No podía exactamente criticarlo.

Se deslizó por la puerta trasera mientras el Dr. Heller caminaba al centro del aula, recogiendo los exámenes. Tomó las hojas de la fila izquierda y luego se giró a la derecha, donde Lucas se sentó.

—Necesito verte después de clases —dijo en voz baja.

Inclinando su cabeza, Lucas sacó el libro de su mochila y respondió en el mismo tono apagado: —Sí, señor.

No lo miré durante el resto de la clase, y cuando terminó, recogió su mochila y caminó hacia la puerta principal. Mientras esperaba que el Dr. Heller terminara su conversación con otro estudiante, Lucas levantó la mirada y me encontró. Su sonrisa tan indescifrable como siempre, apenas existía. Pero su mirada era seria, atravesándome como un dardo en un tablero.

Regresando su atención a nuestro profesor, apartó la mirada. Solté el aliento que no había notado que estaba conteniendo, y escape del salón, indecisa sobre si debía o no detenerme en

Starbucks esa tarde.

Consideré el examen que acababa de hacer como un éxito, gracias a la insistencia de Landon en que completara las hojas de trabajo que me envió dos noches atrás. Hacer esos ejercicios fue de gran ayuda. Debió saber que la prueba venía. No pienso que él se pasó de la raya, y me dijo algo que no debió haber dicho, aunque por lo menos un dedo del pie definitivamente pasó esa línea. Por mí. Pasando invisiblemente entre los miles de estudiantes de este enorme campus, me llamó la atención el hecho de que por alguna razón, él se desvió de su camino para ayudarme. Por alguna razón, yo le importo.

Erin: Chaz y yo nos iremos pronto. ¿Estarás bien este fin de semana? Vas a SB3 esta tarde, ¿VERDAD? Si él te invita, ACEPTA. ¡Arriésgate! No olvides que tienes la habitación para ti sola todo el fin de semana. BESOS.

Yo: Diviértanse, chicos. ¡Estaré bien! Te mantendré informada.

Erin: De acuerdo. Regresaré el domingo en la tarde. O en la noche, dependiendo de qué tan fuerte sea la resaca de la mañana. Je, je. TEXTEAME TARDE.

Había olvidado el viaje de Erin con Chaz ese fin de semana. Su hermano estaba en una banda, y tocarían en un festival cerca de Shreveport mañana, así que tenían reservaciones en un Cama y Desayuno para el fin de semana. Erin nos dijo a Maggie y a mí sobre eso el último mes, una tarde mientras esperábamos ver Mercurio y Venus a través de un telescopio del laboratorio de astronomía.

—¿En un

Cama y Desayuno? —Maggie arqueó una ceja—. ¿Qué sigue, harán bordar las toallas con sus nombres?

Erin frunció el ceño.

—¡Es romántico!

—Exactamente —rió Maggie—. ¡Y te irás con

Chaz! ¿De qué hablarás con el Sr. Deportes, de todas maneras?

Los labios llenos de Erin hicieron una pequeña mueca y pasó la mano a través de su cabello, tan rojo que podía notarse en un campo oscuro a las afueras de la ciudad.

—Le dije que en los Cama y Desayuno tienen bañeras enormes, y estaría dispuesta a hacerle cosas pecaminosas allí.

Un sonido estrangulado provino de uno de los chicos nerds detrás de nosotros, tenían expresiones torturadas y miraban fijamente a Erin.

Intentamos sofocar nuestras risas.

Maggie suspiró.

—Pobre Chaz. Nunca tuvo una oportunidad. Estará enfrente de un montón de personas diciendo: “Sí, acepto" algún día, sin saber cómo llegó hasta allí.

—¡Ugh! No lo creo. Cuando llegue mi momento para sentar cabeza, conseguiré a alguien como. —Erin miró sobre su hombro hacia los espías detrás de nosotras—, como uno de ellos.

Los chicos se miraron el uno al otro y se sentaron más rígidos. Dirigiéndole una sonrisa a Erin, uno de ellos golpeó el puño del otro.

Dudo que Erin diera un segundo pensamiento durante su fin de semana romántico. Yo estaba sola al final, deliberé mientras me giraba hacia un grupo de estudiantes a tiempo que apretaba más mi chaqueta contra el repentino frío de noviembre. El asistir a una fiesta de la fraternidad ese fin de semana no era una buena idea, lo sabía de primera mano. De ninguna jodida manera iría a algún sitio donde Kennedy podría estar. O Buck.

El aroma a café invadió mis sentidos antes de que Starbucks apareciera a la vista. Al doblar la esquina, mis ojos se dirigieron al mostrador, donde dos empleadas charlaban. Cuando no vi a Lucas, me pregunté si cambió turnos y olvidó mencionármelo.

Había sólo un puñado de clientes. Uno de ellos era el Dr. Heller, leyendo el periódico en una esquina. No tenía nada contra mi profesor, pero no quería que fuera testigo de mis intentos de flirteo con el chico que se saltó el examen y le pidió que se quedara después de clase esa mañana.

Me quedé de pie, detrás de un mostrador de vasos de café y tazas de

viaje.

Al igual que el lunes, Lucas empujó la puerta trasera mientras mis ojos estaban en esa dirección. Los dedos de mis pies y manos se estremecieron al verlo. Debajo del delantal verde, usaba una camisa azul, manga larga, no la camisa con estampado de la universidad que vestía esta mañana en clase. Las mangas estaban subidas hasta los codos, dejando los tatuajes visibles. Me moví hacia el mostrador, mis ojos saltaban de sus brazos a su rostro. Él no me había visto aún.

Una de las chicas en la registradora se enderezó.

—¿Puedo ayudarle? —Su voz tenía un borde de molestia, como si estuviera chasqueando los dedos para llamar mi atención.

—¡Yo me encargo, Eve! —dijo Lucas, y ella se encogió de hombros y regresó a la conversación con su compañera, pero ambas me miraron con más hostilidad que antes.

—Hola, Jacqueline.

—Hola.

Miró hacia el rincón donde estaba sentado el Dr. Heller.

—¿Qué puedo hacer por ti?

Su tono no era el de un chico que específicamente me pidió que viniera. Quizás se comportaba con seriedad por sus compañeros de trabajo.

—Um, un Americano grande, supongo.

Tomó un vaso de la pila e hizo la bebida. Traté de entregarle mi tarjeta, pero negó con la cabeza.

—Está bien así. Yo me encargo.

Sus compañeras intercambiaron una mirada que yo fingí no ver.

Le di las gracias y me dirigí hacia la esquina contraria del Dr. Heller, abrí mi portátil para trabajar en mi proyecto de economía. Tuve que buscar información de múltiples fuentes para defender la posición que mi trabajo estaba tomando. Debía estar listo antes de las vacaciones de Acción de Gracias, en menos de dos semanas. Si no tuviera que hacer tantos exámenes, podría terminar pronto.

Después de una hora, tenía marcada una docena de fuentes sobre economía internacional, mi café se había acabado, y Lucas no vino ni una vez. Cerré mi portátil, antes de desconectar el cargador de la pared. Tenía que estar en la escuela en menos de una hora.

—Señorita, Wallace. —Salté por el inesperado saludo del Dr. Heller, haciendo que el vaso, afortunadamente vacío, se cayera—. ¡Oh! ¡Siento haberte sorprendido!

—Oh, está bien. Estoy un poco nerviosa. por, uh, el café

—Y porque me desconcentré pensando un segundo en Lucas.

—Sólo quería hacerte saber que el Señor Maxfiel me dijo que tú ya casi comprendes todo, y que has avanzando en tu proyecto. Me alegra oírlo —bajó su voz y miró alrededor con complicidad—. Mis colegas y yo no queremos reprobar a nadie, ya sabes. Nuestro objetivo es asustar —quiero decir, animar— para que los estudiantes flojos se pongan estudiar. No digo que tú seas alguien del mismo saco.

Le devolví la sonrisa. —Lo entiendo.

Se enderezó y aclarándose la garganta —Bien, bien. Bueno, ten un fin de semana

productivo —Se rió de su broma y me las arreglé para no rodar los ojos.

—Gracias, Dr. Heller.

Él se acercó al mostrador y habló con Lucas mientras yo terminaba de guardar mi cargador y metía mi portátil en mi mochila. La conversación entre ambos era seria, y me preocupé cuando el Dr. Heller pareció señalar hacia mí.

Me pregunté si nuestro profesor creía que Lucas era uno de esos estudiantes flojos que podía intimidar. Si era así, yo no quería ser usada de ejemplo.

Al salir, miré sobre mi hombro, pero Lucas no miraba en mi dirección en absoluto, y su expresión era tensa. Su compañera, la cual limpiaba el mostrador a unos metros de distancia, me dirigió una sonrisa burlona.

Cuando salí de la escuela dos horas más tarde, encendí mi teléfono, traté de hacer planes para mi fin de semana mientras el aparato se encendía. Claramente, el viaje a

Starbucks había sido un fracaso. Lucas estuvo, si era posible, más desconcertante y reservado que antes.

Mientras trabajaba en el proyecto, le había mandado un correo a Landon para agradecerle que me enviara la hoja de ejercicios, y por insistirme en hacerla. No quería que tuviera un complejo de culpa, en caso de que fuera un chico de rigurosa honestidad. No había escuchado de él desde el miércoles, pero quizás respondía mi correo esta tarde o en la noche. Quizás tenía libre este fin de semana, y finalmente podríamos conocernos.

Tenía un mensaje de Erin; ella y Chaz llegaron a Shreverport, también muchas insinuaciones sobre lo que podía hacer con un dormitorio sólo para mi. Y mi mamá me envió un mensaje para preguntarme sobre mis planes de Acción de Gracia. Kennedy y yo nos alternábamos para pasar en su casa o en la mía esos días. De alguna manera, mis padres estaban confundidos sobre si yo iría o no a casa este año. Cuando contesté un “sí” (generalmente romper con un chico significa ya no pasar vacaciones juntos), esperé una disculpa de regreso. Debí no haber esperado tanto.

Mamá: No seas insolente. Tu padre y yo planeamos y pagamos un viaje a Breckenridge ese fin de semana, porque pensamos que tú te quedarías con los Moore. Supongo que podemos cancelarlo.

Yo: Adelante, ve. Iré a casa con Erin o algo así.

Mamá: Vale. Si estás segura.

Yo: Estoy segura.

Guau. Mi novio me botó, y en la primera oportunidad de mi madre de darme apoyo, ella y papá me dejarían sola para ir a esquiar.

Qué manera de hacerme sentir querida e incluida, mamá. Como si el rechazo de Kennedy no fuera suficiente con lo que lidiar.

Jesús.

Lancé mi teléfono en un porta-vasos vacío y conduje de regreso al campus, preparada para ver televisión y trabajar en economía todo el fin de semana.

Cuando llegué a mi habitación, vi que Lucas me había mandado un mensaje mientras manejaba.

Lucas: Lamento no haberme despedido.

Yo: Supongo que estabas ocupado con el Dr. Heller.

Lucas: Sí.

Lucas: Bueno, me gustaría dibujarte.

Yo: ¿En serio?

Lucas: Sí.

Yo: Bien. No es un desnudo o algo así, ¿verdad?

Lucas: Ja, ja, no. A menos que estés lista para eso.

Lucas: ¿Esta noche te parece bien? ¿O mañana en la noche?

Yo: Esta noche.

Lucas: Genial. Estaré allí en un par de horas.

Yo: Vale.

Lucas: ¿Cuál es el número de tu dormitorio?

Yo: 362. Necesito dejarte entrar al edificio.

Lucas: Puedo conseguir entrar. Te diré si no puedo.

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