Dreamcatcher

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Prólogo

Traté de abrir los ojos pero sentía un peso encima.

Toda mi fuerza se desvió a mis párpados y no ocurría nada.

Me arropaba como una tela espesa sofocando todos mis sentidos, no podía hablar, escuchar ni ver.

No sé cuánto tiempo había pasado luchando pero estaba al borde del colapso… Cuando al fin una pequeña luz empezó a colarse en mi campo visual y recuperaba el resto de mis habilidades con una lentitud tortuosa.

“¿Qué pasa? ¿Dónde estoy?”

Intenté formular las palabras sin mayor éxito que un balbuceo incoherente. Me removí en el lugar donde me encontraba tumbada, notando el frío debajo de mí. “Esta no es mi cama”.

Tanteé apenas para notar la placa metálica debajo, parecía una mesa de carnicería y al notar esto despertó mi pánico.

“¿Qué demonios pasa?”

Mi visión borrosa comenzaba a divisar el espacio. Una habitación blanca cubierta de plástico transparente, una mesa metálica en la que me encontraba atada, estantes metálicos y bandejas  plateadas con instrumentos extraños llenaban el lugar. Me debatía entre una carnicería muy pulcra o un quirófano abandonado y al juzgar por las esposas que me mantenían cernida a la tabla, me iba por la segunda opción.

“Mierda”.

- ¿Cómo carajo llegué aquí?

Las palabras comenzaron a formarse lentamente, y dieron a entender más o menos lo que quería decir. No estaba segura de si alguien me escucharía, ni de quién me tenía allí, ni como había llegado… En realidad no sabía nada.

- ¿Hola? ¡HOLA! ¿Alguien por ahí?

Nada… Grandioso. Me revolví con más fuerza que antes para intentar zafarme, y sentí una punzada en el costado antes de lograrlo.

- ¡AH! ¿Pero qué mierda es esta?

Una cicatriz de unos 20cms atravesaba mi costado en diagonal, cosida muy rudimentariamente. “Eso va a dejarme una marca”. Más confundida que antes empecé a luchar y gritar como nunca, presa del pánico no me importaba si el causante de mi cortada me escuchara y me matara, lo único que necesitaba era salir de allí.

El sudor frío se apoderaba de mí, y la pequeña bata de quirófano que me habían puesto ya me había dejado casi desnuda por mi lucha.

“¡SAL DE AQUÍ YA, YA MISMO, SAL!” era lo único que pasaba por mi cabeza, y mientras pasaban los minutos (Que parecían días) Mi ataque de terror empeoraba, llevándome al borde de las lágrimas y las súplicas.

- ¡AYUDA! ¡SÁQUENME DE AQUÍ! ¡ALGUIEN QUE ME AYUDE! ¡AUXILIO!

 

 

 

 

 

 

 

 

CAPÍTULO 1.

“Dr. Mitchell Brann, nº pasaporte o documento equivalente 80567943 y domicilio en Sevilla - España, teniendo conocimiento de que su solicitud se encuentra propuesta para la concesión de beca para el desarrollo de actividades en el Área de ciencias de la salud de la Universidad de Sevilla, comunica que acepta la autorización de la mencionada beca comprometiéndose a cumplir en todos sus términos y lo estipulado en las bases de la convocatoria…”

Aquiles cruzó en la esquina y empezó a correr hasta la cuadra siguiente.

Estaba demasiado cansada para seguir detrás de él así que simplemente me detuve.

- ¡Ya, suficiente! Haz lo que se te venga en gana. Rómpelo, cómetelo, tíralo a la basura si te provoca… Idiota.

El desinterés en sus niñadas siempre hace que Aquiles desista al instante de lo que sea que esté haciendo, cuando se aburre no es necesario montar batalla para quitárselo de encima, y yo conocía ese detalle perfectamente.

- Ya, está bien. Toma tu papel... Nerd.

- Idiota.

- ¡Estás de vacaciones!  ¿No puedes esperar al mes que viene para eso? Las pruebas de admisión son dentro de mucho.

- ¿Pruebas de admisión?

- Bueno esto dice “Universidad”, las pruebas de admisión se usan para poder entrar en la universidad. No puedes llegar diciendo “Hola, soy la Srta. Perfección, tienen que darme un cupo”.

“¿Universidad?”

- Sigue en tu papel de sabiondo estúpido, esos son los que más sufren en las películas de terror.

- Sigue planeando todo lo que vas a hacer en la vida, así será más divertido verte vendiéndote en una esquina.

“Ud. Fue aceptada para desarrollar actividades académicas en el área de la salud de la Universidad de Sevilla, en calidad de inmigrante se proveerá la aprobación necesaria para la legalización de su estadía como estudiante…” bla, bla, bla. Aquiles tendía a tomarse las cosas muy a pecho y todavía no le había comentado sobre ese pequeño detalle. Ups.

En fin, uno de mis sueños se había cumplido y desvanecido con la rapidez de un rayo, así que igual era una tontería. Sin el dinero suficiente para costearme la vida al otro lado del charco mi oportunidad se fue por el WC.

Me dieron la idea de una beca (Cosa que hizo más que aceptable la idea que mi mamá me había metido en la cabeza desde que tengo memoria, “Buenas notas o no vuelvas a casa”), pero  desafortunadamente no soy la única que desea estudiar, conocer el mundo, y emborracharse en otro sitio que no sea la plaza al final de la calle.

Para el momento en que comencé a revisar organizaciones que financiaban a “Estudiantes excepcionales, con un récord impecable de notas, presencia, elocuencia y apto para el cambio cultural” (Algo así se leía en la mayoría de los folletos y páginas web) ya era muy tarde. Las que seguían vigentes recibían la aplicación de más de 3000 mil personas y sólo financiaban a una o dos… Imposible.

Perdí mis esperanzas y por eso no consideré darle la noticia a mi amigo más viejo… Y necio, no era necesario.

Ese día mi mamá (Que investigaba tanto o más que yo acerca de las becas) llegó a casa con un sobre y se asomó a mi habitación. No me saludó, ni siquiera me miró. Sólo depositó un sobre en mi escritorio y me miró fijo hasta que me levanté a ver por qué demonios tenía esa cara nauseabunda “¿Al fin le habían enviado los papeles del divorcio? ¿Nos iban a quitar la casa? ¿Tengo cáncer?” Probablemente no era nada de eso pero observar a mi madre sin palabras es algo inusual y despertó un pánico irracional en mi cabeza. Aquiles venía detrás de ella (Normal en él, ya que se tomó en serio desde hace mucho tiempo lo de “Mi casa es su casa” y se presentaba sin  avisar cada vez que podía).

- ¿Lo vas a leer o prefieres que te golpee hasta que te provoque leerlo?

- No sé que me asusta más, que no hables o que lo único que hayas dicho hasta ahora sonara un poco en serio.

- ¡EVAN!

- ¡Ya voy, ya voy! Calma.

Me enderecé en la cama, apagué el iPod y me dirigí hacia el sobre. No alcancé a ojear lo que decía porque en el momento en que lo tomé en mis manos Aquiles, se adueñó del sobre y al ver mi expresión colérica “MIS COSAS NO SE TOCAN, Y MENOS CUANDO NO SÉ QUÉ ES” Se lanzó por las escaleras hasta salir al patio. “¿En serio tengo que perseguirlo? ¿En serio?”

- ¡NI SE TE OCURRA ABRIRLO, INÚTIL, TE GOLPEARÉ!

- ¡Primero alcánzame, idiota!

Un vecino, un amigo, un hermano… Nuestra relación era un poco complicada y ponerle una etiqueta tomaría mucho trabajo así que ignorábamos las designaciones, pero a veces se tomaba en serio lo de la hermandad y no desperdiciaba una oportunidad para hacerme la vida cuadritos.

- Eh, ¿Por qué dice España el sobre?

- Si me dejaras ver el sobre quizá podría entender qué demonios es, no veo con rayos X.

No quería contarle sobre la Universidad, de todas formas no podía asistir. Sólo quería el sobre para desecharlo junto a la pila de papeles desperdiciados que tenía sobre el escritorio, todos referentes a la misma Universidad y que ya no tenían validez alguna porque… Bueno, porque era pobre Jajaja… Jaja.

Tomé el sobre y observé las siglas pertenecientes a una de las organizaciones a las que escribí para pedir una beca.

“Ay no”

No sabía qué decirle a Aquiles y tampoco sabía qué tenía el sobre, nunca me habían contestado con una carta ninguna de las aplicaciones.

- Porque viene de España, supongo.

- ¿Te multaron en el viejo mundo? ¿O dejaste a algún iluso suspirando por allá? JAJAJA, era un chiste. ¿De cuánto es la multa?

¿Y ahora cómo le decía?

Debió notar algún gesto en mi cara porque comenzó a abrir el sobre. Se lo arrebaté de un manotazo antes de que pudiera leer y me lo guardé en el bolsillo trasero.

- ¿Sabes que no me importa quitártelo, verdad?

- ¿Sabes que te dejo estéril si lo haces, verdad?

Eso bastó para que diera tregua y me dejara regresar a casa, a mi habitación. Mi mamá seguía esperando en el mismo sitio dónde la dejé y cuándo entré adquirió la misma cara nauseabunda que tenía al llegar con el sobre.

- Te va a dar un infarto, cálmate. Un sobre pequeño nunca buena noticia así que no te emociones.

No dijo nada pero pareció relajarse un poco. A la que se le iba a crear un coágulo en el cerebro de los nervios era a mí, pero no iba a demostrarlo. Por más que haya intentado no ilusionarme fracasé, y finalmente cuando me daba por vencida, volvió una punzada en mi estómago. Hasta el más fuerte cae con esas puntadas de esperanza y yo no era precisamente Hulk.

“Keep it together, B”[1]

 

Conservar la calma era lo más prudente, pero mi frente empapada de sudor frío decía que mi “yo” interno pensaba diferente.

Me quedé parada viendo el “atrapa – sueños” que Aquiles me había dado por mi cumpleaños 16, con la expresión en blanco.

- ¿Entonces? ¡¿Qué dice?!

Su voz estaba 3 octavas por encima de lo normal.

“…, comunica que acepta la concesión de la mencionada beca comprometiéndose a cumplir en todos sus términos lo estipulado en las bases de la convocatoria…”

“Ehh…”

Sabía que la única manera de decírselo que conservaba un poco la posibilidad de que no me desterrara para siempre de su vida sería de frente. No sería un gran problema para muchos, pero para alguien que carece completamente de habilidades sociales, es un infierno hacer ese tipo de confesiones.

“Lo comprenderá, no seas estúpida. Ve a decirle y explícale que sabías que haría un alboroto antes de tener resultados y por eso esperaste… Sí, me va a odiar”.

Aquiles sabía tanto sobre mi vida que podría escribir una enciclopedia de 20 volúmenes con mis resbalones, secretos y no tan secretos. Quizá porque desde los 8 años rondaba mi casa a todas horas, situación que la mayoría del tiempo lo dejaba en el medio de todo. El divorcio de mis padres, las depresiones de mi madre, mi menarquía (Quizá ésta fue la más embarazosa y extraña de todas las circunstancias en las que hemos estado juntos, de esas que no se comentan y te dejan con un trauma incurable), mis caídas, mis despechos, mi todo. El formaba parte de mi todo, ese todo que comencé odiando rotundamente y que ahora sé que nunca quiero dejar atrás.

Los vecinos apostaban a nuestra boda, improbable pero entiendo porque algunos podrían pensar así. Nuestra relación era algo extraña, pero nos funcionaba. Siempre sería el vecino necio que no se va, y aunque las demostraciones de cariño mutuas eran prácticamente inexistentes, nos queríamos.

En fin, no sabía por qué, pero él era algo importante para mí. Y era el momento de poner las cartas sobre la mesa.

Lo dejaría dentro de poco, y no podía darme el lujo de perseguirlo por semanas para que lograra hablarme. Su terquedad era insoportable y cuando se sentía herido empeoraba.

- ¿Dónde estás?-

- M xtrañas?-

- Cállate, ¿Dónde estás?-

- N la plaza, el spañol t embarazó? Tendremos un bastardito en la familia?-

- Idiota, no te muevas, voy.-

- NO APLICO ABORTOS!!!!!-

Idiota.

- ¿Qué demonios haces aquí con este calor infernal?

- No hay tanto sol.

- ¡Claro que hay sol! Estás buscando un cáncer de piel donde no se te ha perdido.

- Exagerada.

Se levantó del banco de la plaza, el único que se encontraba en medio de la nada, sin árboles, techo, nada.

En medio de las jardineras, ya de color marrón por la sequía, destacaba más con su cabello negro azabache y su piel fantasmal, escena que lo hacía parecer un personaje de Tim Burton.

Se dirigió al pie del árbol más grande, donde la sombra abarcaba un espacio considerable y subió ambos brazos hasta la rama más baja. Su altura y delgadez se remarcaban con este gesto, lo que lo hacía parecer una aparición más que una persona.

- Te dije que  no atiendo abortos.

“Insoportable”

Tomé la rama suelta más próxima y se la lancé a la cara. La esquivó pero se sorprendió con mi rapidez. “Deben ser los nervios”.

- El papel era de la universidad.

“Ya. No hay vuelta atrás”.

- ¿Qué universidad?

- La Universidad de Sevilla. Apliqué cuando fui de vacaciones y me aceptaron.

Silencio. Para este momento Aquiles se había reducido a una mirada que no se desviaba de mí, cosa que me incomodaba muchísimo, pero no pensaba quejarme. Al cabo de unos minutos se limitó a ver la fuente seca y las hojas moverse con la brisa, absorto en sus pensamientos.

- ¿Cuándo te vas?

- Enero.

- ¿Cuándo comienzas?

- Marzo.

- ¿Te vas sola?

- Sí.

Me limité a contestar sus preguntas, que parecían programadas. Luego de que supo lo necesario se sacudió el polvo y se fue.

Al día siguiente todo volvió a la normalidad. Parecía no saber o no importarle que me fuera, seguía siendo el mismo indiscreto inoportuno de siempre. Tal vez era difícil para mí, porque me iba y para él era una situación más. Las semanas pasaron y el asunto no volvió a mencionarse.

Para finales de noviembre ya Aquiles se encontraba absorto en sus libros, preparándose para la prueba de admisión a Ingeniería en la central y yo desarrollando un papel mediocre como su tutora personal.

No sabía de números, matemáticas, física ni nada que pudiera serle útil pero a él siempre le había gustado mi manera de explicar y escuchar sus explicaciones, lo que me hacía su compañera perfecta.

- Repasa los vectores, estás dejando física y te vas a quedar lelo en el examen. Sabes que va a salir.

- Eso no va a salir, y si sale ya lo sé. La maldita factorización es la que me va a dejar en la ruina.

- No maldigas, y anda a comer algo.

Su facilidad para subestimarse lo llevaba al borde del colapso con el estrés, haciendo que se saltara comidas desde hace varias semanas, cosa que comenzaba a notarse. El fantasma que llevaba dentro salía cada vez más a relucir y su aspecto pasó de peculiar a preocupante.

- ¿Qué dice tu papá de tu cambió de residencia repentino?

Me sorprendió con el tema, venía esperándolo desde hace un par de meses pero la tardanza hizo que lo dejara de lado en mi mente.

- El sabe, mi mamá trató de comentárselo pero como de costumbre sus ataques coléricos no dejaron que terminara.

- ¿Por qué no le dices tú?

- Porque no hablamos, lo sabes.

- Hablan lo necesario, esto es necesario. ¿No crees?

Ese repentino cambio en defensa de mi padre era ilógico. Aquiles y él nunca se habían llevado bien y hasta los momentos sólo se saludaban cuando era demasiado evidente para evitarlo.

- ¿Y de cuando acá te importa tanto mi relación con mi papá? No pareció interesarte cuando chocamos el Toyota en la cerca de los Garmendia.

- No me importa, sólo decía.

- Pensé que ya no lo recordabas, nunca dijiste una palabra desde que te conté.

- Me lo contaste cuando todo estaba listo, no pensé que mi opinión importaba.

Cuando comienza a hablar así hay problemas.

- No quería que te molestaras o ilusionaras sin razón. Además, se tornó serio muy poco antes de decírtelo, era sólo un juego hasta entonces.

- Fuiste a Europa por eso.

- Igual iba de vacaciones a algún lado, lo sabes. Mi mamá tenía mucho tiempo esperando un viaje así.

- ¡Vaya viaje!

- Basta. No entiendo tu molestia. Pensé que quizá te entristecería que me vaya, pero sólo te molesta que no te haya dicho. Es por mi bien, no es que me voy a Europa a prostituirme y vender drogas. ¡Voy a estudiar!

- Que te vaya bien.

- ¿En serio es todo lo que tienes que decir?

- Sí.

Salí de allí y no volví a verlo.

Maletas.

Año nuevo normalmente pasa entre visitas de 5 minutos, frituras, música y mi papá con su invitación (Siempre rechazada) a la fiesta que dan en su compañía, a la que asisten principalmente mayores de 40 divorciados y secretarias en busca de un aumento. Este año si tenía una excusa verdadera, aunque no era necesariamente una mejoría del escenario.

Se acercaba el día y aunque la mayoría de mis cosas ya estaban en camino, todavía faltaba lo más pequeño, lo importante. Mientras desempolvaba fotos y guardaba CDs me encontré con el atrapasueños.  Aquiles se había tomado el tiempo suficiente para encontrar uno que no se viera cursi. Verde manzana era su tonalidad; ni muy grande ni muy pequeño. Era perfecto. Me acompañaba en mi habitación desde mis 16, y por supuesto me acompañaría allá.

Habían pasado varios días desde nuestro encontronazo en su habitación y de su desaparición de mi casa. Mi mamá ya me había preguntado y sólo le había dicho que estaba ocupado estudiando, lo más probable es que si se enteraba lo traería en contra de su voluntad y no era la mejor idea, él tenía que ceder.

- Mamá, ¿Dónde está el cinturón de cuero?

- ¿El marrón?

- El único.

- Creo que lo dejé en el porche.

“¿Ah?, ¿Qué demonios hacía en el porche?”

Mi madre carecía de la habilidad para organizar, pero ciertamente ya se estaba tornando ridículo.

Salí al frente y mientras rebuscaba detrás de los cojines en el sofá de la esquina escuché un ruido. Aquiles estaba allí, sentado con los codos apoyados en las rodillas, viendo los fuegos artificiales de los vecinos y bebiendo una cerveza.

- Te guardé una.

Estiró el brazo con la cerveza en la mano hacia mí. No volteó así que no la tomé hasta que me miró.

- Gracias.

- ¿Cuándo te vas?

- En tres días.

- No quiero que te vayas.

- Volveré.

- ¿Cuándo?

- No lo sé… Hablaremos.

- Lo sé. Igual no quiero que te vayas.

Nos quedamos allí viendo los fuegos artificiales.

Mi mamá llegó después con más frituras y un sweater para cada uno. Los sweaters de mi papá le quedaban algo grandes a Aquiles, pero a juzgar por su cara de alivio no le importó mucho. Fue el mejor fin de año, Con las dos personas que más quería en el mundo, comida, licor, chistes y anécdotas.

- Nunca olvidaré la cara de Aquiles cuando escuchó a Evan decirme…

- Cállate mamá.

El último día en casa me lo pasé escuchando covers de Matthias Harris y Passenger, en mi cuarto que ya no parecía tan mío.

Era un caparazón vacío que me hizo recordar el pasado, el presente y despertó ese miedo del futuro que venía evitando desde hacía meses. Dejar atrás esa habitación de 4x4 con el “mural” de diez colores que adornaba el espacio, las repisas en hierro forjado, y la ventana que daba vista al patio trasero de la casa de Aquiles era más difícil de lo que alguna vez pensé que llegaría a ser. ¿Desde cuándo yo era tan sentimental para esas cosas? “Hormonas… Deben ser las hormonas”.

Mi mamá había pasado toda la mañana haciendo un asopado de mariscos como sólo ella sabe, y de a ratos se sentaba conmigo en el piso de la habitación a terminar de organizar.

Ese ser sería el que más extrañaría, sin duda alguna. Ella y Alaín pensaban mudarse ahora que yo me iba, quedarse sola según ella no sería problema. Pero a mi saber, tenía mucho tiempo queriendo dar ese paso y evitándolo sólo por mí (A pesar de mi insistencia, Alaín era mi segundo padre y el que me apoyaba cada vez que lo necesitaba). Él la hacía feliz y eso me bastaba; sus principios exagerados eran los que no dejaban al pobre Alaín tener lo que siempre quiso con ella, una familia. Me costó convencerla, pero el hecho era que no tenía motivo alguno para seguir sola y al final cedió.

- ¿Cómo quedó?

- Salado, horrible, no vuelvas a cocinar eso… Dame más.

- Graciosa. Al viene por nosotras en dos horas, ¿Terminaste todo?

- Todo listo. Sólo me falta una cosa.

- ¿Qué?

Justo donde pensé que lo encontraría.

Estaba sentado debajo del árbol de la plaza, escuchando música, comiendo un sándwich y viendo la mudanza de los vecinos de en frente.

- Día de mudanzas ¿eh?

Por supuesto no volteó, los audífonos lo aislaban completamente de cualquier ruido y francamente la pereza que me despertó el asopado era tan grande que necesitaría la fuerza de todas mis fibras para poder gritar. Tomé una piedra del piso y le di en la oreja.

- ¡AU! ¿Por qué no puedes saludar como una persona normal?

- Porque a los raros no se les saluda normal.

- ¿Ya te vas?

- Sí, pero primero quería darte algo.

Lo había visto hacía un tiempo, y lo guardaba para su cumpleaños pero faltaba un mes para eso. Me parecía suficientemente importante la ocasión como para adelantar la entrega y a él pareció alegrarle eso. Era una caja pequeña y beige, con una cinta vino tinto haciendo un lazo en el centro. Siempre me habían gustado los envoltorios simples que se usaban hace muchos años, sin dobleces, papel, escarcha ni muñecos en 3D.

- ¿Qué es?

- Ábrelo.

- Dime.

- Que lo abras dije.

“Necio”. Comenzó a abrirlo y sacó el atrapasueños azul marino que le había comprado. Era más o menos del mismo tamaño que él mío, pero sin las plumas ni el colorido. “El regalo perfecto para cerrar el ciclo”, había pensado; soltó una sonrisa tímida al verlo y me abrazó.

Muy rara vez aquello sucedía, pero me abrazó tan fuerte que pensé que mis costillas iban a ceder. Luego aflojó, pero no me soltó.

- Buena manera que tienes de despedirte. Mi alma te va a extrañar.

- Eso suena desagradable.

- Suena más lógico así, ¿No eras tú la que decías que el corazón es sólo un músculo?

- Tienes razón… Me vas a hacer falta.

- Tú a mí no.

- Ok.

Quise zafarme pero no me dejó y continuó.

-No me vas a hacer falta porque no te dejaré en paz, te voy a extrañar porque no te tendré aquí para no dejarte en paz. Será más difícil molestarte, pero me propongo a lograrlo.

-Más te vale.

Y esa fue nuestra despedida.

Al terminó de subir las maletas al auto, nos llevó a mi mamá y a mí al aeropuerto y esperó con nosotras en el check in de maletas hasta su apertura para el vuelo.

- Quiero fotos, todos los días.

- Por supuesto Al. Una de cada pisada que dé, con suerte me encontraré un chicle en el camino.

- Me creé un Skype para que hablemos, y le creé uno a tu mamá también. Tan pronto aprenda a usarlo te avisaré.

- Eso es una novedad, gracias Al.

En ese momento, regresó mi mamá con su café y las galletas de Al. No había dicho una palabra desde que nos montamos en el auto así que me tocó empezar.

- Entonces, me dijeron que tienes Skype.

- Eso lo hizo Alan, todavía no sé encenderlo siquiera.

- El skype no se enciende… Al te enseñará.

- Primero tiene que enseñarse él.

Al le dirigió una mirada burlona y un beso. En ese momento sus ojos se llenaron de lágrimas y me abrazó sin decir nada. Yo le correspondí y me quedé allí hasta que llamaron a las puertas del check in de maletas.

- Ya no pueden seguir conmigo.

- Lo sabemos… Por favor cuídate, avísame cuando llegues, ¿Tienes dinero para el taxi al llegar?

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