Don Juan

Don Juan


ACTO SEGUNDO » Escena II

Página 10 de 36

Escena II

DON JUAN, SGANARELLE y CARLOTA

DON JUAN: Hemos fallado el golpe, Sganarelle, y esta borrasca imprevista ha hecho naufragar, con nuestra barca, el proyecto que habíamos forjado; mas a decirte verdad, la aldeana a quien acabo de dejar compensa ese infortunio y la he encontrado unos hechizos que borran de mi espíritu toda pena que me producía el fracaso de nuestra empresa. Ese corazón no debe escapárseme, y he tomado ya ciertas disposiciones para no sufrir largo tiempo lanzando suspiros.

SGANARELLE: Señor, confieso que me asombraís. Apenas escapamos de un peligro de muerte, y ya,, en lugar de dar gracias al Cielo por la piedad que se ha dignado tener con nosotros, procuráis de nuevo atraeros su cólera con vuestras acostumbradas fantasías y vuestro amores cri… (Al ver que DON JUAN adopta un aire amenazador) Basta, bergante; no sabéis lo que decís, y vuestro amo sabe lo que hace. Vamos.

DON JUAN (Viendo a CARLOTA): ¡Ah, ah! ¿De dónde sale esta otra aldeana, Sganarelle? ¿Has visto nada tan lindo? ¿Y no te parece, dime, que ésta vale tanto como la otra?

SGANARELLE: Seguramente (Aparte) Otra nueva pieza.

DON JUAN (A CARLOTA): ¿A qué debo, preciosa, tan grato encuentro? ¡Cómo! ¿En estos lugares campestres, entre árboles y esas rocas, encuentra uno personas hechas como vos?

CARLOTA: Ya veis, señor.

DON JUAN: ¿Sois de esta aldea?

CARLOTA: Sí, señor.

DON JUAN: ¿Y os llamáis?

CARLOTA: Carlota, para serviros.

DON JUAN: ¡Ah, qué bella personita y cuán penetrantes son sus ojos!

CARLOTA: Señor…, me ponéis colorada.

DON JUAN: ¡Ah! No os avergüence oír las verdades. ¿Qué te parece, Sganarelle? ¿Puede verse nada más agradable? Volveos un poco, os lo ruego. ¡Ah, qué lindo talle! Alzad un poco la cabeza, por favor ¡Ah, qué rostro precioso! Abrid del todo los ojos ¡Ah, qué hermosos son! Dejadme ver un poco vuestros dientes ¡Ah, qué amorosos son y qué labios más apetitosos! Me siento encantado, y no he visto nunca una persona tan seductora.

CARLOTA: Señor, os gusta decir eso, y no sé si será para burlaros de mí.

DON JUAN: ¿Burlarme yo de vos?… ¡Guárdeme el Cielo de hacerlo! Os amo demasiado para eso y os hablo con todo el corazón.

CARLOTA: Siendo así, os lo agradezco.

DON JUAN: Nada de eso; no tenéis que estarme agradecida por lo que digo; se lo debéis a vuestra belleza.

CARLOTA: Señor, todo eso resulta demasiado bien para mí, y no sé contestaros.

DON JUAN: Sganarelle, fíjate en esas manos.

CARLOTA: ¡Bah, señor!; son más negras que un tizón.

DON JUAN: ¡Ah! ¿Qué estás diciendo? Son las más bellas del mundo; permitid que os las bese.

CARLOTA: Señor, me hacéis demasiado honor, y de haberlo sabido antes me hubiera dejado de lavármelas con salvado Bueno; decidme, bella Carlota: ¿No estaréis casada, verdad?

DON JUAN: No, señor; mas lo estaré pronto con Perico, el hijo de mi vecina Simona.

CARLOTA: ¡Cómo! ¿Una persona como vos va a ser la mujer de un simple aldeano? No, no; sería profanar tantas bellezas, y no habéis nacido para permanecer en una aldea. Merecéis, sin duda, mejor fortuna, y el Cielo, que lo sabe, me ha traído aquí exclusivamente para impedir ese casamiento y hacer justicia a vuestros encantos, ya que, en fin, bella Carlota, os amo con todo mi corazón, y sólo de vos dependerá que os saque de este miserable lugar y os coloque en la situación en que merecéis estar. Este amor es muy rápido, sin duda ¡qué! Eso es afecto, Carlota, de vuestra gran belleza; a vos se os ama en un cuarto de hora más de lo que se amaría a otra en seis meses.

SGANARELLE: Os aseguro, señor, que no sé qué hacer cuando habláis. Lo que decís me complace y me gustaría muchísimo creeros; mas siempre me han dicho que no había de creer nunca a los señores, y que los cortesanos sois unos engatusadores, que no pensáis más que en engañar a las muchachas.

CARLOTA: Yo no soy de ésos.

DON JUAN (Aparte): ¡Ni por asomo!

SGANARELLE: Ya veis, señor; no le gusta a una dejarse engañar. Yo soy una pobre aldeana; mas tengo en mucho aprecio el honor, y preferiría morir a verme deshonrada.

DON JUAN: ¿Iba yo a tener el alma tan perversa para engañar a una persona como vos? ¿Iba yo a ser lo bastante cobarde para deshonraros? No, no; tengo demasiada conciencia para eso. Os amo, Carlota, con toda rectitud y todo honor, y para demostraros que os digo la verdad, sabed que no tengo más deseos que casarme con vos. ¿Queréis una prueba mayor? Me tenéis dispuesto a ello en cuanto queráis, y pongo a este hombre por testigo de la palabra que os doy.

CARLOTA: No, no; no temáis nada. Se casará con vos cuantas veces queráis.

DON JUAN: ¡Ah, Carlota! Creo que no me conocéis todavía. Me hacéis una gran ofensa al juzgarme por los demás, y si existen desalmados en el mundo, gentes que no procuran más que abusar de las jóvenes, debéis excluirme de ese género y no poner en duda la sinceridad de mi palabra; además, vuestra belleza os garantiza de todo. Cuando se es como vos, debe estarse a cubierto de todos esos temores; no tenéis aspecto, creedme, de una persona a quién se engaña, y, por mi parte, lo confieso, traspasaría el corazón mil veces si tuviera el menor propósito de traicionaros.

CARLOTA: ¡Dios mío! No sé si decís la verdad o no; pero lográis que se os crea.

DON JUAN: Creyéndome, me haréis justicia ciertamente, y os reitero la promesa que os he hecho. ¿No la aceptáis? ¿Y no querréis consentir en ser mi esposa?

CARLOTA: Sí; con tal de que mi tía consienta.

DON JUAN: Venga esa mano entonces, Carlota, ya que por vuestra parte accedéis.

CARLOTA: Mas, al menos, señor, no vayáis a engañarme, os lo suplico; tened conciencia de ello, pues que veis mi buena fe.

DON JUAN: ¡Cómo! ¿Parecéis dudar todavía de mi sinceridad? ¿Queréis que os haga unos juramentos espantosos? Que el Cielo….

CARLOTA: ¡No juréis, Dios mío! Os creo.

DON JUAN: Dadme un besito en prenda de vuestra palabra.

CARLOTA: ¡Oh, señor! Esperad a que estemos casados, os lo ruego. Después de eso os besaré cuanto queráis.

DON JUAN: Pues bien, bella Carlota; yo quiero cuanto vos queráis; dejadme tan sólo vuestra mano y permitid que le exprese, con mil besos, el éxtasis en que me encuentro

Ir a la siguiente página

Report Page