Don Juan
ACTO CUARTO » Escena VII
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Escena VII
(DON JUAN, SGANARELLE y criados)
DON JUAN: ¿Sabes que he sentido aún cierta emoción por ella, que me ha producido satisfacción esa singular novedad y que su atavío descuidado, su aire lánguido y sus lágrimas han avivado en mí los restos de un fuego extinguido?
SGANARELLE: Es decir, que sus palabras no han producido ningún efecto en vos.
DON JUAN: La cena ¡Pronto!
SGANARELLE: Muy bien.
DON JUAN (Sentándose a la mesa): Sganarelle, hay que pensar, sin embargo, en enmendarse.
SGANARELLE: ¡Sin duda!
DON JUAN: Sí, a fe mía; hay que enmendarse. Veinte o treinta años más de esta vida, y luego penaremos en nosotros.
SGANARELLE: ¡Oh!
DON JUAN: ¿Qué decís a esto?
SGANARELLE: Nada. Aquí está la cena. (Coge un pedazo de una de las fuentes que han traído y se lo mete en la boca).
DON JUAN: Paréceme que tienes hinchado el carrillo. ¿Qué es eso? Habla, pues: ¿Qué tienes ahí?
SGANARELLE: Nada.
DON JUAN: Déjame ver ¡Pardiez! Es una fluxión que le ha salido sobre la mejilla. ¡Pronto, una lanceta para pinchar esto! El pobre muchacho no puede soportarlo, y ese absceso podrá ahogarle. Esperad; ved cómo estaba de maduro ¡Ah, bergante!
SGANARELLE: A fe mía, señor, quería ver si vuestro cocinero había hechado demasiada sal o demasiada pimienta.
DON JUAN: Vamos, colócate ahí y come. Tengo un encargo que hacerte cuando haya cenado. Tienes hambre, por lo que veo.
SGANARELLE (Sentándose a la mesa): Ya lo creo, señor. No he comido nada desde esta mañana. Probad esto; es lo mejor del mundo (A RAGOTÍN, quién a medida que SGANARELLE se sirve algo en su plato, se lo quita aquél en cuanto vuelve la cabeza) ¡Mi plato, mi plato! Despacito si os place. ¡Voto a sanes! ¡Qué hábil sois, compadre, en poner platos limpios! ¡Y vos La Violeta, qué oportunamente sabéis servir las bebidas! (Mientras LA VIOLETA sirve de beber a SGANARELLE, RAGOTÍN le vuelve a quitar el plato).
DON JUAN: ¿Quién puede llamar de esa manera?
SGANARELLE: ¿Quién diablos viene a perturbarnos durante nuestra cena?
DON JUAN: Quiero cenar tranquilo, por lo menos; que no pase nadie.
SGANARELLE: Dejadme hacer; iré yo mismo.
DON JUAN (Viendo volver a SGANARELLE, que parece aterrado): ¿Quién es? ¿Qué pasa?
SGANARELLE (Bajando la cabeza como la ESTATUA DEL COMENDADOR): Él… está ahí.
DON JUAN: Vayamos a ver, y así demostraré que nada puede inmutarme.
SGANARELLE: ¡Ah, pobre Sganarelle! ¿Dónde te esconderás?