Don Juan

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XXV LA CASA DEL MAESTRE

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XXV

LA CASA DEL MAESTRE

La casa del maestre se levanta en una ancha plaza. El caballero que la habita no es maestre; pero lo fueron varios de sus antepasados. La casa es de piedra dorada. Sus balcones son de hierro forjado con bolas de luciente cobre en los ángulos. Cuando se pasa la puerta del zaguán, se entra en un pequeño patio rodeado de columnas de piedra; por arriba corre una galería. De trecho en trecho cuelgan cuadros antiguos con escenas de caza o vistas de batallas. Hay en la planta baja dos vastos salones: uno tapizado de rojo; el otro, de color perla. El rojo es un salón Luis XIV. Se ven en su ámbito anchos y bajos sillones, tapizados con escenas campestres en el respaldo, armarios y cómodas con incrustaciones de concha y cobre, bustos de mármol blanco.

El otro salón es de estila Imperio; en los sillones de caoba brillan cariátides y ramos da bronce; las mesas rematan sus patas en garras de león; sobre una consola, entre dos ánforas de fina porcelana, un sátiro y unas ninfas danzan en torno de un reloj.

En el piso principal se hallan las habitaciones de la familia, la biblioteca y un pequeño museo. El maestre es coleccionista de monedas romanas. En el extenso monetario se ven monedas preciosas de oro; monedas de plata, monedas de bronce. Las de bronce están veladas por sus pátinas azules, rosadas y verdes. En la biblioteca forman, en los largos plúteos, todos los clásicos españoles y todos los clásicos franceses. Los volúmenes aparecen intactos, irreprochables. Tienen su ex libris y su dorado super libris. En las paredes, entre los cuadros antiguos y modernos, un retrato de Ingres, un paisaje de Corot, la figura esbelta de una dama española —el busto hacia atrás, el abanico en el pecho— pintada por Goya.

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