Don Juan

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XXVI EL MAESTRE DON GONZALO

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XXVI

EL MAESTRE DON GONZALO

Señoras y señores...

Con dos dedos, a la altura del rostro, don Gonzalo muestra una monedita de oro. Don Gonzalo es alto y delgado. El cuello de la camisa, cerrado, destaca con nítida blancura. Dos patillas grises bajan en punta hacia los hombros. Brillan los zapatos de charol. ¿Estamos en presencia de un banquero de 1880? ¿Es don Gonzalo un inventor de específicos? ¿Es un prestidigitador que va a hacer desaparecer una moneda? Todos se disponen a escucharle en silencio. Aquí está su mujer, Ángela; su hija, Jeannette; don Juan, el doctor Quijano, el maestro Reglero.

—Señoras y señores... —dice don Gonzalo—: Tengo la satisfacción de anunciar a ustedes que hoy he adquirido una moneda legionaria de Septimio Severo. Es ésta...

Don Gonzalo va pasando la moneda ante los ojos de los contertulios.

—La historia, señoras y señores —prosigue el maestre—, es una sucesión de monedas. In nummis historia. ¡Cuántas cosas han sucedido en el mundo desde que fue troquelada esta monedita! De mano en mano habrá ido pasando a lo largo de las generaciones. Lágrimas, alegrías, entusiasmos, decepciones... iodo lo habrá visto esta monedita. Como ahora la tengo yo en mi mano, la habrá tenido un príncipe, una cortesana, tal vez un bandolero. La monedita permanece intacta, y han pasado los imperios, han muerto los príncipes, las más espléndidas ciudades se han...

De pronto suena estrepitosamente el piano, y Jeannette canta:

Deplorable Sion, qu'as-tu fait de ta gloire?

Tout 1'univers admirait ta splendeur:

tu n'es plus que poussière; el de cette grandeur...

—¡Jeannette! —exclama don Gonzalo.

—Cher papa! —responde: Jeannette, y calla el piano.

—Perdonad, señoras y señores —continúa el maestre—. ¿Qué es la Historia? Para unos historiadores, una cosa, y para otros, otra. ¿Son los intereses materiales o son las ideas 1o que impulsa a la humanidad? Los historiadores nos hablan de los grandes hombres. ¡Pobres grandes hombres! Sin ellos, tarde o lemprano, sucederían las mismas cosas que ellos creen hacer con su intervención providencial. ¿Puedo citar a Montesquieu? Monlesquieu dice en sus Consideraciones sobre la grandeza y decadencia de los romanos: "Si César y Pompeyo hubieran pensado como Catón, otros hubieran pensado como César y Pompeyo, y la República, destinada a perecer, hubiera sido arrastrada al precipicio por otras manos." El Tiempo, señoras y señores, el Tiempo es quien...

Vuelve a sonar el piano alegremente. Jeannette canta:

Sur ce globe, la course humaine

Ne dure, hélas! que peu d'instants.

Le postillon qui tous nous mène,

Je le connais trop, c'est le Temps.

—Querida Jeannette —dice don Gonzalo en tono de reproche cariñoso—: tú pasas, como la cosa más natural del mundo, de Racine a Béranger; de Racine, que te han enseñado en el colegio, a Béranger, que has aprendido tú.

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