Don Juan

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XXI EL ÁRBOL VIEJO

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XXI

EL ÁRBOL VIEJO

Todas las mañanas, cuando hace buen tiempo, va don Juan a la Chopera. La Chopera es la vieja alameda que se extiende bordeando las murallas. Los árboles, frondosos, centenarios, casi forman bóveda tupida con su ramaje. A1 entrar en la alameda, lo primero que columbra don Juan, allá a lo lejos, es una ancha y larga barba blanca. Don Leonardo pasea también. ¿Cuántos años tiene don. Leonardo? Don Leonardo tiene ocho hijos, treinta nietos, quince bisniefos; es un roble centenario, venerable, con la fronda llena de pajaritos. Es un roble centenario: la más fervorosa pasión de don Leonardo son los árboles. Siempre que se habla de los árboles, don Leonardo sonríe como un niño. Tiene el buen anciano la risa franca y los entusiasmos súbitos de los niños; ha llegado a la suma vejez con el candor inalterable de los seis años. —Don Leonardo —le pregunta don Juan—, ¿qué ha hecho usted hoy?

Don Leonardo lleva un libro en la mano, lo abre, señala un pasaje y se lo da a leer a don Juan.

—Mire usted —dice— lo que acabo de leer en este libro.

Don Juan lee: "Jagadish Chandra Bose, director del Instituto que han fundado en Calcula para el estudio de la fisiología vegetal, es autor de instrumentos y procedimientos ingeniosos de una gran delicadeza, especialmente del llamado

crescógrafo, que facilita

ver crecer las plantas. De sus trabajos se desprende que los vegetales están dotados de mayor sensibilidad que lo que se creía hasta ahora: un árbol, por ejemplo, se contrae cuando se le golpea; los tejidos de una planta tienen verdaderas pulsaciones y, al morir, experimentan una especie de espasmo."

Don Leonardo es un ingeniero forestal, erudito y meticuloso. Las paredes de su despacho están llenas de cuadros con árboles; ha presentado trabajos meritísimos en varios Congresos; ha escrito monografías elogiadas en el extranjero. De cuando en cuando, a solicitud de los periódicos, escribe ligeros y graciosos artículos de vulgarización.

—Don Leonardo, ¿ha escrito usted algo hoy? —pregunta otro día don Juan.

—Sí —contesta don Leonardo, sonriendo—; he escrito un articulito titulado

El árbol viejo.

Bajo el ramaje de los árboles centenarios, venerables, don Leonardo comienza la lectura.

—Es un artículo —añade don Leonardo— escrito contra los que talan los viejos árboles. Dice así: "La ancianidad es respetable, debido a que, por lo menos, supone larga lucha con las numerosas causas de destrucción que, incesantemente, circundan cuanto existe..."

Una mañana no está don Leonardo en la Chopera; no se ve entre los negros y nobles troncos su barba luenga y blanca. Don Leonardo está enfermo: No puede salir de casa. La enfermedad es larga y de cuidado. Todos los días va a verle don Juan.

—¿Cómo van mis árboles, don Juan? —pregunta al anciano.

Su pensamiento está en los árboles de la alameda. Los árboles están bien; todos están en la alameda, nobles, buenos, dichosos en su centenaria senectud.

Llega la primavera; don Leonardo pregunta todos los días:

—¿Cómo están mis árboles? ¿Han comenzado a retoñar? ¿Tienen ya hojitas verdes?

Los árboles no están bien. Una tropa de leñadores ha venido con sus hachas y sus sierras a la alameda, y, de orden superior, ha talado los más bellos ejemplares de olmos y de chopos. Una angustia terrible pesa sobre todos los que rodean al buen anciano. Nadie se atreve a darle la trágica noticia; ahora sería una imprudencia; lo harán más adelante, cuando esté convaleciente.

—¿Están ya cubiertos de follaje mis árboles? —pregunta don Leonardo—. No me decís nada; habladme de ellos.

Los circunstantes sienten una profunda opresión y se esfuerzan por urdir piadosas mentiras. Ya va estando mejor el buen anciano; poquito a poco, con los cuidados del amor que le rodea, va recobrando la salud. Ya habla de lo que va a escribir cuando se levante y de los paseos que va a dar por la Chopera.

—Con un paseíto que yo dé por la Chopera —dice, sonriendo alegremente como un niño—; con un paseíto que yo dé por la Chopera, ya estará bueno.

Le ha mandado ya el médico a don Leonardo que se levante mañana; la semana próxima podrá salir de casa...

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