Dictator

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Primera parte. Exilio. 58-47 a. C. » Capítulo V

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—Todavía no. —Vibulio hizo una pausa para consultar sus notas—. Durante parte de la reunión también estuvo presente Apio Claudio, el gobernador de Sardinia. Estaba allí para exponer determinados compromisos en nombre de su hermano, a consecuencia de los cuales Pompeyo y Clodio se reconciliarán en público.

—¿Se reconciliarán? —se extrañó Cicerón. Ahora sí parecía dudar.

—En el futuro se mantendrán unidos para defender el bien común. Pompeyo desea que te comunique que está muy descontento contigo, Marco Tulio, «muy descontento». Estas fueron sus palabras textuales. Considera que te demostró una sólida lealtad al hacer campaña en tu favor para poner fin a tu exilio, y dio la cara por ti ante ciertas personas sobre el modo en que te comportarías con César, algo, te recuerda, que tú le confirmaste a César por escrito y que ahora has roto. Se siente muy decepcionado. Avergonzado. Insiste, como prueba de amistad, en que retires del Senado la moción sobre las leyes agrarias de César, y en que no vuelvas a pronunciarte al respecto hasta que debatas ese asunto con él en persona.

—Si hablé como lo hice, fue para favorecer a Pompeyo…

—Le gustaría que le remitieras una carta en la que le asegures que cumplirás con lo que te pide. —Vibulio enrolló el documento y se lo guardó bajo la coraza—. Esta era la parte oficial. Lo que voy a contarte ahora es estrictamente confidencial. ¿Comprendes?

Cicerón hizo una mueca de cansancio. Lo comprendía.

—Pompeyo desea que seas consciente de la magnitud de las fuerzas que están en juego; por eso los otros lo autorizaron a que te informase. Cuando el año esté más avanzado, Craso y él presentarán su candidatura a las elecciones consulares.

—Perderán.

—Si, como de costumbre, las elecciones se celebrasen en verano, podrías estar en lo cierto. Pero se aplazarán.

—¿Por qué?

—Por los disturbios de Roma.

—¿Qué disturbios?

—Los que provocará Clodio. Como resultado, las elecciones no se celebrarán hasta el invierno, momento en el que la temporada de campañas por la Galia ya habrá terminado y César podrá enviar a Roma a millares de veteranos para que voten por sus compañeros. Y entonces sí saldrán elegidos. Al término de su período como cónsules, Pompeyo y Craso asumirán cargos proconsulares: Pompeyo en Hispania y Craso en Siria. En lugar de un año, como es habitual, estos cargos durarán cinco años. Naturalmente, en aras de la imparcialidad, el cargo proconsular de César en la Galia también se prolongará durante cinco años más.

—Me cuesta creer todo esto…

—Y concluido este período adicional, César regresará a Roma y será elegido cónsul a su vez; Pompeyo y Craso se asegurarán de tener preparados a «sus» veteranos para que le voten a él. Estos son los términos del Convenio de Lucca. Está concebido para que dure siete años. Pompeyo le ha prometido a César que te atendrás a él.

—Y ¿si no lo hago?

—Dejará de garantizar tu seguridad.

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