Dictator

Dictator


Nota del autor

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Dictator narra la historia de los últimos quince años de vida del estadista romano Cicerón, concebida a modo de biografía redactada por el que fuera su secretario, Tiro.

Que existió una figura como la de Tiro y escribió un libro de estas características son hechos históricos bien documentados. Nacido esclavo en la propiedad familiar de su amo, era tres años menor que este, pero lo superó con mucho en longevidad, y, según san Jerónimo, llegó a cumplir cien años.

«Los servicios que me has prestado son innumerables —le escribió Cicerón en el año 50 a. C.— en mi hogar y fuera de él, en Roma y en el extranjero, en lo que atañe a mis asuntos privados y a los públicos, a mis estudios y mi obra literaria». Tiro fue la primera persona que transcribió, palabra por palabra, un discurso en el Senado, y su sistema de taquigrafía —conocido como

Notae Tironianae— seguía siendo utilizado por la Iglesia en el siglo VI. De hecho, parte de él (el símbolo «&» o las abreviaturas «etc.», «N. B.», «i. e.» y «e. g.») ha sobrevivido hasta nuestros días. Escribió, asimismo, varios tratados sobre la evolución del latín. La biografía de Cicerón que escribió, en varios volúmenes, fue utilizada como fuente documental por el historiador del siglo I Asconio Pedanio, y Plutarco la cita en dos ocasiones. No obstante, esta obra, al igual que el resto de la producción literaria de Tiro, desapareció en medio del caos que hubo durante la caída del Imperio romano.

Uno no puede evitar preguntarse cómo sería. Cicerón tuvo una vida extraordinaria, incluso en una época tan agitada como la suya. Pese a su origen relativamente humilde, en comparación con el de sus rivales aristócratas, y su escaso interés por los asuntos militares, pero gracias al buen aprovechamiento de sus dotes de orador y a su brillante intelecto, ascendió a una velocidad meteórica en la jerarquía política romana, y, contra todo pronóstico, fue elegido cónsul a los cuarenta y dos años, la edad mínima permitida.

A continuación vivió un convulso año en el cargo (63 a. C.), durante el cual se vio obligado a afrontar una conspiración para derrocar la República encabezada por Lucio Sergio Catilina. A fin de extinguir la revuelta, el Senado, bajo la presidencia de Cicerón, ordenó ejecutar a cinco ciudadanos ilustres, suceso que marcaría un punto de inflexión en su carrera.

Más tarde, cuando los tres hombres más poderosos de Roma (Julio César, Pompeyo el Grande y Marco Craso) unieron sus fuerzas y formaron un triunvirato para dominar el Estado, Cicerón decidió oponerse a ellos. En represalia, César, valiéndose de su poder como sumo sacerdote, le dio carta blanca a Clodio, un ambicioso aristócrata demagogo, antiguo enemigo de Cicerón, para que lo aniquilara. Al permitir a Clodio renunciar a su condición de patricio y convertirse en plebeyo, César sentó las bases para su designación como tribuno de la plebe. Estos tenían el poder de exponer a los ciudadanos ante el pueblo, de hostigarlos y perseguirlos. Cicerón se dio cuenta pronto de que debía abandonar Roma. Es en este trágico momento de su vida donde da comienzo

Dictator.

He pretendido contar, con toda la exactitud que me han permitido las convenciones de la ficción, el final de la República romana tal como podrían haberla vivido Cicerón y Tiro. Siempre que ha sido posible, las misivas, los discursos y las descripciones de los hechos han sido extraídos de las fuentes originales.

Puesto que

Dictator relata la que acaso fuese la época más turbulenta de la historia de la humanidad (al menos, hasta los conflictos que se sucedieron desde 1933 hasta 1945), se recogen al final de este libro tanto un glosario como un

dramatis personae a fin de ayudar al lector a caminar por el mundo vasto e inestable de Cicerón.

ROBERT HARRIS

Kintbury, 8 de junio de 2015

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