Despertar

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Capítulo Veintitrés

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Capítulo Veintitrés

Como Radin le había enseñado, Eyrhaen lanzó el hechizo despacio, dejándolo que se derritiera como la cera de una vela en una superficie caliente. Se dio cuenta de su respiración de nuevo, y conscientemente la apresuró, tomándose su tiempo hasta que estuvo normal. Su ritmo cardíaco siguió. Gradualmente, la dureza de la tierra aprisionada bajo su trasero y la solidez de Radin sobre ella, con sus brazos alrededor de ella, su pecho en su espalda, mientras volvía a la realidad. Su palma de la mano acariciando su frente, suavemente retirando el cabello de su cara. Disfruto de la calidez de su abrazo, apoyando su cabeza en su hombro, mientras silenciosamente traía su magia bajo control.

Este control era tan diferente. Nunca le había dado mucho crédito a lo que Hyle y ^ Nalfien habían tratado diligentemente de enseñarla antes de que Radin se hubiera convertido en su mentor. Sin embargo, le había explicado que habría sido imposible

para ellos enseñarle todo. Sus dotes no eran del mismo nivel, no estaban divinamente realzados. Lo que ellos tenían que enseñarle, era un instinto para ella, así que no era sorprendente que no pudiera beneficiarse plenamente de su tutela.

Ahora entendía y, finalmente, vio la pesadilla que había sido como estudiante. Todavía estaba buscando una forma de hacer las paces con ellos. I

a

—Lo has hecho bien —murmuró él, con ambas manos descansando sobre sus hombros, suavemente rompiendo sus pensamientos—. Mira.

Ella abrió los ojos. ^

Estaban sentados en el polvoriento suelo de una gran caverna. Cuando habían llegado, la roca delante de ella había sido sólida y lisa, la magia había sido utilizada para cerrar los túneles más transitados que llevaban a diferentes áreas de la superficie, para proteger la ciudad de los ataques de los rebeldes. Ahora, otra vez, había túneles. Las rocas y los escombros todavía los llenaban, pero ella ya había hecho lo que había venido a hacer. Había disuelto la roca sólida y había invertido un hechizo que debería haber sido más permanente. Ahora los ingenieros y sus

equipos podrían venir y limpiarlos para hacer que los túneles fueran útiles de nuevo.

Los labios de Radin rozaron sus sienes, sus dedos todavía acariciando su pelo suelto.

—Bien hecho. ¿Cómo te sientes?

Respiró hondo, analizándolo.

—Bien. Un poco cansada —Frunció el ceño—. ¿Por qué es así? Este hechizo no debería haber sido tan difícil.

Él se rió entre dientes.

—Estabas trabajando más duro para mantener el hechizo bajo control de lo que estabas trabajando en el hechizo real.

Cierto. Su método acostumbrado para fundir probablemente habría causado un derrumbe peor. Todavía estaba aprendiendo que el trabajo de la magia pasara a través de ella, ser un conducto para el poder, más bien que la única fuente. Desde muchos puntos de vista, ella y Radin, eran más sacerdotes que hechiceros, y su mente todavía se estaba adaptando a esa forma de pensar diferente.

Le dio un golpecito por detrás.

—Vamos. Nuestro trabajo ya está hecho aquí.

Se puso de pie. Sonrió cuando ella se dio la vuelta para echarle una mano para ayudarlo. Ella le devolvió la sonrisa cuando él se levantó.

—Me dijiste que me preocupara por mis mayores.

Él le dio una mirada burlona y tiró de su oreja.

—Mocosa.

Riéndose, ella pasó rozándole y se alejó, entonces ambos tomaron unos momentos para quitarse el polvo de sus pantalones. Ella ajustó su túnica sin mangas, y él recogió su pelo suelto en una coleta. Las marcas rojas en su pecho brillaban, bajo la tenue luz mágica que él había mantenido sobre sus cabezas. Tan hermoso, pensó, relativamente segura de que no la escuchaba. Le admiraba menos como amante y más como profesor ahora, pero podía disfrutar con seguridad de la visión. Desde la escena del combate de lucha una quincena antes, por consentimiento mutuo, habían desarrollado una relación maestro/estudiante mucho más sana sin sexo. Era una relación muy rara para cualquier raedjour, sobre todo para aquellos que estaban apareados y eran del sexo opuesto. Sin embargo, como él señaló, eran una pareja extraña y, como tal, era necesario que establecieran una relación única, tanto entre sí, como con los dioses a los que servían.

Apartó la mirada antes que su admiración se convirtiera en lujuria. El hecho de que hubieran estado de acuerdo no significaba que ella no sintiera la necesidad. Su acuerdo significaba que no había tenido relaciones sexuales desde su última vez juntos, antes de la debacle en el combate de lucha libre.

Él se acercó a su lado, apagando la luz mágica. Ella sonrió ante su contorno que vislumbraba con su visión nocturna, y luego caminó con él hacia el túnel que llevaba a la ciudad.

—Podemos dejarle saber a Tarlan que el camino está despejado, para que sus hombres comiencen a trabajar —reflexionó Radin mientras caminaban—, y sólo quedan los túneles del noreste por abrir. No creo que haya prisa para comenzar.

No, ninguna prisa. Incluso con la ayuda de algunos guerreros de Jarak, los equipos técnicos trabajaban a toda marcha en los túneles que Eyrhaen y Radin habían despejado ya. Era más trabajo que simplemente limpiar los escombros, y no había suficientes hombres para hacerlo. Tomaría tiempo. Pero ahora, ellos lo tenían. Seguros bajo la atención constante de sus dos dioses, los raedjour podrían concentrarse de nuevo en crear recursos.

— ¿Estás muy cansada? —Le preguntó, después de haber recorrido una distancia en silencio.

Sobresaltándola mientras pensaba, ella lo miró.

— ¿Qué?

El apretó su hombro, sus ojos brillando suavemente en ausencia de la luz. —Si estás cansada, tal vez deberíamos cambiar la cita con Hyle y Gala.

—Oh. No —Sacudió la cabeza—. Estoy bien.

— ¿Estás segura?

—Sí —Se frotó el vientre—. Pero, ¿tal vez podríamos comer primero?

Cenaron con Hyle y Gala en sus cuartos. Parecía que hacía mucho que Eyrhaen había sido aprendiz de Hyle, aprendiendo los rudimentos de la teoría mágica de él. Habían pasado mucho tiempo en los sofás bajos y los nidos de almohadas que Gala prefería, y había ayudado incluso a la mujer de más edad a tejer la gruesa alfombra que había en el cuarto donde estaban sentados mientras comían.

Mirando a Radin hablar con Hyle, Eyrhaen tuvo que recordarse que se conocían bien. Habían crecido juntos bajo el mismo maestro. Radin había sido mayor que Hyle, pero sus décadas separados habían hecho que estuvieran mucho más cercanos en edades. Eso y que Hyle estaba fascinado por toda lo mágico que los había acercado aún más.

Gala la pilló mirándolos y sonrió.

—Bien, ahora —Terminó su vino, y dejó su copa a un lado—. ¿Empezamos? — Sentándose, se frotó las manos—. Estoy impaciente por ver este hechizo.

Su verdadero compañero se sobresaltó, sus amplios ojos rojos parpadearon cuando poco a poco llegó al significado. Hyle era uno de los hombres más inteligentes que Eyrhaen conocía, cuando su mente profundizaba en un tema particular, con tendencia a perder el foco de cualquier otra cosa a su alrededor. Con una punzada, Eyrhaen se imaginó a Tykir. No era tan malo como su padre, pero, también, él tendía a no hacer caso del resto del mundo cuando una pieza particularmente jugosa de conocimiento estaba colgada delante de él.

Lo echaba de menos. Desde el combate, había logrado mantenerse ocupada y generalmente aislada. No fue difícil. Gran parte de su tiempo lo pasó con Radin, aprendiendo a usar sus poderes. No lo había visto, ni había preguntado por él, o por Lanthan o Brevin. Sabía, por oír retazos de conversaciones que permanecían gran parte de su tiempo con Nialdlye, y eso era suficiente para que ella no quisiera saber más. ^

De repente, tímida, Eyrhaen contemplo el patrón de color carmesí y medianoche de la alfombra.

— ¿Estás segura de que quieres hacer esto?

Galla se arrodilló a su lado, una mano tranquilizadora sobre su hombro.

—Necesitas a alguien como conejillos de indias, y muy bien podríamos ser nosotros —se rió—. Quiero decir tú, mi amor.

Eyrhaen miró a hurtadillas viéndola lanzar un beso a su verdadero compañero.

Gala le sonrió abiertamente a Eyrhaen.

—Si algo va mal, que no sucederá, pero si algo se tuerce, primero, hemos tenido ya niños por lo que no te preocupes por eso, y en segundo lugar, nadie, y Hyle con mayor probabilidad notará o sentirá si algo está mal. Mágicamente hablando.

Necesitando tranquilidad, echó un vistazo a su ex-maestro.

La cálida sonrisa de Hyle le demostró su confianza. Él asintió con la cabeza.

—Tengo de ver yo mismo el hechizo.

— ¿Ver? —Bromeó Gala, tirando una almohada del suelo a él—. Ya que serás el sujeto sobre el que se experimente, creo que sentirás más que verás —ella le embistió, forzándole sobre su espalda en un nido de más almohadas.

Mientras luchaban, besándose y combatiendo, le fue sacando a Hyle su ropa, Radin avanzó lentamente hasta su lado.

—Estoy aquí si me necesitas —murmuró, doblando sus piernas bajo él. Arcos suaves de lujuria brillaban entre ellos, provocado por la pareja de su lado, pero, además del bulto que había en su pantalón, no mostraba ninguna señal externa de ello.

Él ahuecó su barbilla, mirándola a los ojos.

—Estarás bien. Sólo recuerda lo que Ella te dijo.

Asintió con la cabeza. Era, quizás, la parte más espantosa del hechizo. Un elemento de toda su magia que consistía en abrirse y dejarla pasar a través de ella, guiando más que liderándola. Pero para este hechizo en particular, el que le permitiría a Hyle tener hijas, Eyrhaen no sería ni siquiera una guía, simplemente sería un recipiente. Rhae trabajaría completamente a través de ella.

El sonido de la pelea se apagó, y Eyrhaen se giró para ver a Hyle desnudo de espaldas en las almohadas, con Gala también desnuda, apoyada en el codo a su lado.

Ella sonrió a Eyrhaen, pasando una mano sobre los diseños blancos grabados en el pecho de Hyle.

—Es todo tuyo, Eyrie.

Sacudiendo su cola de caballo detrás de sus hombros, Eyrhaen se puso de rodillas y se arrastró lentamente hacia adelante. Optó por mantener su blusa y pantalones puestos, una barrera frágil ante la plena inmersión, que Rhae le permitió. Pensó que

a Hyle o Gala no se opondrían si se uniera a ellos en un encuentro, pero no quería, con los únicos que quería tener relaciones sexuales no estaban hablando con ella, y hasta que lo consiguiera y pasara, optó por no follar con nadie más.

Hyle extendió sus piernas para dejar el espacio suficiente para que Eyrhaen se colocara entre sus muslos. Su polla estaba desnuda y erguida sobre su vientre que formaba una tabla de lavar y que ya relucía con los aceites naturales. Aspiró el embriagador aroma oscuro de él mientras se acomodaba, cubriendo con sus brazos sobre sus muslos y colocando la hendidura entre sus pechos bajo sus bolas. Por encima de ella, él suspiró, y le echó un vistazo para mirarla, un brazo doblado por encima de su cabeza y otro envuelto alrededor de la cintura de Gala. Ella, también, estaba mirando, su mejilla apoyada en la parte superior de su cabeza.

Tratando de ignorar su atención, no fuera que la pusiera más nerviosa, se centró de nuevo en su polla. Deslizó sus manos sobre su vientre, enmarcando su eje, viendo el latido de una gran arteria que palpitaba a lo largo del grueso eje. Bajando su cabeza, le dio una vuelta, poco a poco, bebiendo su gusto tanto a través de su lengua, como extrayendo su olor a través de su boca. Con esto, fue fácil cerrar los ojos y simplemente disfrutar de la perfección de su polla, sedosa y caliente al tacto. Mordisqueó el punto donde la cabeza acampanada acababa sobre su eje, deleitándose con el pulso de sensación que se extendió desde el interior de su cuerpo y en el aire que los rodeaban. La dejó rodearla y filtrarse en ella mientras apretaba sus labios sobre la punta y jugueteó con su lengua en su húmeda punta. El sabor explotó en su lengua, estallando gratamente en su cráneo y la recorrió hacia abajo por su espalda haciendo que sus propias caderas se sacudieran. Sintió la palma de la mano de Radin en su culo, acariciando, tranquilizándola, haciéndola saber que estaba allí, pero mantuvo su atención en el pene que tenía en su boca, hundiéndolo todo lo que pudo en su garganta.

Como Ella le había dicho que hiciera, Eyrhaen se entregó al placer de Hyle. Él tenía que perder el sentido tanto como pudieran para que el hechizo funcionara. Eyrhaen envolvió su puño alrededor de la base de la polla y se abrió al placer entre ellos, tirando de la apreciación de Gala y Radin a la mezcla también. Un sencillo

resplandor en algún lugar profundo del alma de Eyrhaen le aseguró que Rhae aprobaba la inclusión, la usó, la añadió. Pronto Eyrhaen gemía mientras chupaba a Hyle, montando sus caderas. El dobló las piernas bajo los brazos de ella, atrayéndola más apretada contra su ingle. Sus pelotas presionaban sus pechos, apretando y estirando, dispuestas a vaciarse cuando ella le diera la liberación. Ella no lo quería. Quería deleitarse con esto para siempre, a pesar de que su mandíbula le dolía por los esfuerzos.

Un calor suave latía en su interior, el hechizo de su diosa colocándose. Eyrhaen liberó su brazo, inclinándose a un lado, bajó su mano por debajo de la ingle de Hyle. Sus dedos tomaron parte de la copiosa capa de aceite que lo cubría y los llevó con firmeza a su apertura. Sus dedos se deslizaron, sin obstáculos. Su calor la tragó mientras gritaba su placer por encima de ella. Curvó sus dedos, y encontró ese centro de sensación. Con su segundo grito soltó tanto su placer como el hechizo. El líquido caliente, espeso llenó su boca, y avariciosamente lo sorbió hacia abajo, mientras el hechizo de Rhae los envolvía a todos en la liberación gozosa, palpitante.

Eyrhaen no podría decir si funcionó el hechizo, demasiado distraída por la enormidad de las sensaciones, pero un zumbido contento en la periferia de su mente le aseguró que estaba hecho. Rhae estaba feliz. El hechizo había funcionado. | Sonriendo, demasiado feliz para permanecer inmóvil, se subió a cuatro patas sobre las caderas de Hyle.

El estaba recostado en las almohadas dispersas, los ojos cerrados mientras disfrutaba de las consecuencias del clímax. Gala cubría gran parte de su pecho, sus brazos flojos sobre su cuello, y una enorme sonrisa en su cara. Por el ángulo, le dio a Eyrhaen la oportunidad de mirar entre sus piernas, para mostrar los dedos de Hyle profundamente introducidos en los húmedos pliegues rojos de Gala.

Luego miró sobre su hombro para encontrar la sonrisa triunfante de Radin. Él, también, parecía satisfecho. Sólo se encogió de hombros cuando ella miró la mancha húmeda en el frente de sus pantalones.

Riéndose, ella se recostó. Su sonido despertó a la pareja que descansaba ante ella. Hyle parpadeó.

— ¿Funcionó?

Ella asintió con la cabeza alegremente.

Él frunció el ceño un poco.

—Yo… no pude seguirlo.

Gala hizo rodar sus ojos, golpeándole ligeramente antes de ponerse sentada.

—No tienes remedio —miró a Eyrhaen, mientras Hyle se sentaba, la esperanza en sus ojos—. ¿Pero funcionó?

Eyrhaen asintió con la cabeza.

—Ella dice que lo hizo.

—Creo que no estaremos seguros hasta que éste consiga dejarme embarazada — Bromeó Gala suavemente, todavía pareciendo aturdida—. Pero. — Repentinamente, alcanzó a Eyrhaen para abrazarla—. Estoy tan orgullosa de ti.

Aturdida, Eyrhaen se congeló.

— ¿Qué?

Gala se echó hacia atrás, con las manos sobre sus hombros.

—Estoy tan orgullosa de ti. No vacilaste ni una sola vez, incluso si estabas nerviosa. ¡Y lo hiciste!

Horrorizada, la boca de Eyrhaen, se abrió.

— ¿Por eso es por lo que estás contenta?

Riendo, Gala, hizo un gesto con la mano en el aire.

—Ah, yo sabía que lo harías bien, y será bueno tener una hija, pero estaba preocupada por ti.

Hyle estaba allí, de rodillas junto a ella. La separó de Gala para meterla en su propio abrazo.

—Nunca he estado más orgulloso de ti.

Su cara se apretó contra la curva de su cuello, y Eyrhaen no podía creer lo que estaba oyendo. Su Diosa les había dado un regalo, y se sentían orgullosos, preocupados por ella. Estas personas. Habían ayudado a criarla. Los amaba tanto como a sus padres. Siempre habían hecho todo lo que pudieron por ella, incluso cuando ella tuvo un carácter difícil. Incluso después de todo lo que había hecho ^ para alejarlos, aún estaban allí para ella.

Sus lágrimas se mezclaron con el aceite que despacio se secaba en la piel de Hyle.

Su cuerpo se estremecía en sollozos antes de que se diera cuenta. Los brazos de Hyle se apretaron a su alrededor, y él se recostó, tirando de ella a su regazo. Se aferró a él, sin palabras, inundada por la emoción que la tomó.

—Shhhh —murmuró sobre su pelo, abrazándola mientras la mecía.

Primero Gala, y luego, Radin se acercaron, rodeándola de calor. Esa gente todavía la amaba, aún si ella pensara que no se lo merecía.

Tal vez, apenas se atrevía a dejar que el siguiente pensamiento saliera, tal vez habrá | otros que perdonarían sus ofensas también.

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