Despertar

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Capítulo Veintiuno

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Capítulo Veintiuno

El jardín de Nialdlye se había convertido en un refugio para las mujeres y niños, durante esos días confusos, y peligrosos. Los jardineros habían regresado de las luchas, puesto que los combates habían cesado, pero debido a la afluencia de tantísima gente, los caminos y las esculturas se habían llevado la peor parte. A Nialdlye, por ejemplo, no le importaba. Se divertía con el simple hecho de que el jardín estuviera lleno y se disfrutará de él. Cuando las cosas se calmaron, intentaría pedir a Savous que encontrara un lugar para construir un segundo jardín o quizás renovar la guardería que había justo al lado. Se lo había mencionado a Tisla, y la segunda hija de Savous lo había recibido con gran agrado.

Pero eso tendría que esperar. Porque no podía molestar ahora a Savous, ya que este ^ estaba muy ocupado. Irin mantenía a Nialdlye bien informada de lo que ocurría, y ambas especulaban sobre la llegada de los rebeldes y la posibilidad de la aceptación

de un segundo dios en la comunidad raedjour. Hasta el momento, todo lo que Nialdlye había oído y visto, a Tohon lo había aceptado. Irin, le informó, que

debido a ella, sobretodo. Nialdlye era muy apreciada, por lo que la gente estaba más que dispuesta a aprender algo más sobre su dios. Sabían de Él por su propio hijo, Rikert al que le había enseñado todo lo que conocía de su dios para que él I

pudiera mostrárselo a sus amigos. Nialdlye no estaba segura de su influencia.

Estaba más que segura que la aceptación de Tohon se debió a la imponente

presencia de Radin.

—No estoy seguro de que Radin vaya a tener éxito con eso del compañero | verdadero —Confesó Irin, recostada contra el “tronco” de piedra que cobijaba del falso sol, bajo sus ramas, un banco.

El rincón favorito de ambas, estaba debajo del balcón de Nialdlye, un lugar relativamente tranquilo. Un grupo de madres estaban sentadas en la parte lateral de una caverna, mirando a un grupo un poco más grande de niños mientras estos jugaban en el arroyo y en el puente. Ahora que las tensiones habían disminuido.

Muchos de los niños habían regresado a las salas principales de la guardería, y a las mujeres se les concedían las libertades anteriores.

Nialdlye miraba a tres niños pequeños como jugaban con la corriente de agua mientras se gritaban unos a los otros.

—Él no ha dicho que pueda encontrar a su compañera verdadera, sólo dice que no siempre ocurrirá —Sus palabras textuales fueron “solo cuando el vínculo sea profundo para la vida de uno o del otro de la pareja”. El vínculo entre raedjour-humano se hace para proteger los derechos humanos durante y después del cambio. Nadie lo diría, pero Nialdlye sospechaba que su vínculo con Eyrhaen era similar.

—No importa, supongo —Irin movió un peón del juego de mesa delante de ellas—, de todos modos, no creo que le estén escuchando. O eso, que no piensen en el futuro. Están demasiado asombrados.

Al igual que Irin, Nialdlye había escuchado sus discursos públicos. Incluso ella había participado en alguno de ellos, manteniendo siempre las distancias con el hombre. La mayoría de las veces la gente se quedaba con su palabra, incluso cuando no estaban de acuerdo con él. Después de estudiar las piezas del juego, Nialdlye movió una de ellas.

— ¿Era así? ¿Antes?

Irin se echó a reír.

—Oh sí. Pero siempre hubo algo en él que te hacia prestarle atención. La única razón por la que el anterior raedja no lo viera como una amenaza es porque Ella ya lo había marcado, como un hombre errante, no como un futuro raedja. Su mirada tenía ese aspecto, la que tenía a menudo cuando ella hablaba de Radin.

—Tú lo amabas mucho, ¿verdad?

Irin vaciló. Ambas sabían que era muy posible que Radin pudiera oír sus palabras. No era ningún secreto que podía leer la mente de cualquiera, ya fuera de elfos nacidos o elfos cambiados.

—Lo hice —Admitió—, creo que todavía lo hago. Pero las cosas han cambiado mucho para que nosotros volviéramos a ser lo que una vez fuimos.

Nialdlye se mordió la lengua. Pero Irin adivinando sus pensamientos habló por ella.

—Por supuesto, esto también tiene que ver con que sea el compañero verdadero de mi hija.

— ¿Todavía estás molesta por eso?

—No lo sé. Supongo que todavía estoy molesta, pero… —Sacudió su cabeza— si me dieran la opción de volver a la vida después de una extraña existencia en el vacío, probablemente yo tomaría cualquier acuerdo que presentaran ante mí también. Y no es de extrañar que él sea su amante, ya que el poder de Ella reside en el sexo. El de Tohon también. Pensé que.. —suspiró deslizando otra de sus piezas por el tablero— durante mucho tiempo le eché de menos. Lloré por él. Savous y yo no habríamos dudado de quererlo como a un tercero. Sé que su amor era profundo, y crecí amándolos a ambos.

Paró de hablar, melancólica, y Nialdlye le permitió que estuviera en silencio con sus pensamientos.

Cuando Radin apareció en la amplia entrada, todas las mujeres del jardín dejaron de hablar y se volvieron para mirarlo. Al lado de Nialdlye, Irin se acercó para comentarle una cosa.

—Acaba de hacer su entrada triunfal —Murmuró.

Él lo hizo. Con su pelo blanco liso flotando, envuelto en una capa larga hasta los tobillos rozando sus botas azuladas. Sus botas chocaban tremendamente con los

pantalones de un anaranjado fuerte. ¿Cómo haría para combinar esos colores? Nialdlye no lo sabía. Irin le aseguro que era solamente un regalo y que no tenía más trajes como ese. Ese día él también llevaba puesto una túnica hasta la cintura del mismo color que las botas con bordados del mismo color que los pantalones para que coincidieran. Incluso si los colores eran tan chillones, por lo menos había hecho un esfuerzo para ir conjuntado.

Nialdlye estaba tensa cuando él saludaba cordialmente a las demás mujeres, mientras continuaba su camino hacia Irin y ella. Una niña pequeño estaba envuelta alrededor de su brazo, las rayitas rojo pálido en contraste con su pelo blanco, hizo que ella lo identificara como Davlin. Tisla les seguía ansiosamente mientras miraba al niño mientras respetaba a Radin. ¿Qué estás haciendo con mi hija?

No te preocupes, mi amor, respondió rápidamente a los pensamientos de ella, mientras sonreía a la niña que se estaba zafando de sus brazos, no se me ocurriría hacerle daño.

Eso no tranquilizó a Nialdlye. Si él la había traído hasta allí sería por algo. Tisla no solía traerla de regreso hasta que no hubiera amanecido. Llevar a su hija en brazos haría menos posible que pudiera evitarlo. Las pocas palabras que habían hablado desde cuando ella lo había dejado la primera noche y había sido una conversación breve, y ella se había negado a todas sus peticiones de hablar con él en privado. Sabía que él le estaba siguiendo la corriente, siendo muy educado, ya que fácilmente él hubiera podido vaciar una habitación llena de gente y retenerla a su lado. Pero él no lo hizo…. Sabiendo que estoy atado a una mujer cuando quiero a otra.

Estaban tan cerca que sus ojos se encontraron, y se preguntaba si había leído sus pensamientos.

—Tienes una hija hermosa —le aseguró él mientras se detenía ante ellas—. Hola Irin.

Nialdlye miró a Irin, mientras esta saludaba gentilmente a Radin. No le había contado a su amiga que es lo que había ocurrido entre ellos, por temor hacerle daño.

—Gracias.

Sus brazos musculosos agarraban a Davlin fácilmente, ella le sonreía sin ningún temor, sus manos regordetas agarraban el cuello de su túnica.

—Tisla mencionó que iba a traer a Davlin de vuelta de la guardería y decidí acompañarlas.

Los grandes ojos de Tisla miraban suplicantes a Nialdlye por encima del hombro de Radin. Nialdlye se preguntaba cómo había interpretado Radin lo que había dicho.

Asintió con la cabeza tranquilizando a la niña, sin dudar de que Tisla no podría haberlo detenido aunque lo hubiera intentado. Podía ser la hermana de Eyrhaen, pero si este podía contener a Eyrhaen, sin duda podría hacerlo con Tisla.

Radin miró a Irin.

—Tengo buenas noticias. Eyrhaen la suite esta noche.

Irin lo miró sobresaltada.

— ¿Tiene permiso?

—Hace un rato la deje con Savous y Hile en la guardería.

— ¿En la guardería? ¿Ella está… bien? ^

—Sí —Su seguridad parecía casual, probablemente más convincente que sus propias palabras. Cogió la mano de Davlin cuando esta le tiró del pelo, sin preocuparse apenas por la carga que llevaba desde hacía un rato—. Tiene bajo ^ control sus dones. No hará daño a nadie. I

—Pero ¿alguien podría dañarla?

Él soltó un bufido.

—A decir verdad Irin, dudó que cualquier raedjour pudiera hacerle daño a Eyrhaen.

Luchaba para que la niña no siguiera tirando de su pelo, pero la niña se lo tomaba como un juego a juzgar por sus risas.

—Podrían intentar secuestrarla. Ya ha pasado antes.

—Pueden intentarlo. No tendrían suerte. Tu hija tiene una fuerza increíble. —Suspiró convirtiéndolo en una mirada suplicante hacia Nialdlye—. Al parecer la tuya también.

Nialdlye tuvo que reírse. Compadeciéndose de él, se puso en pie y ayudo con Davlin a que soltara su pelo. Era una niña muy agradable y encantaba a cualquier hombre que se acercará a darle juego. Nialdlye no sabía quién era su padre, muchos hombres habían sido sus amantes en el momento adecuado y también estarían gustosos de reclamarla. Al verla ahora con ella, se encontró imaginándose que era su padre, imaginando los posibles hijos que podrían tener en el futuro. El repentino deseo de que esto fuese posible fue tan abrumador que dio un paso atrás mientras colocaba a Davlin en el suelo.

Ella frunció el ceño. ¡Deja de plantar pensamientos en mi mente!

Él dejó caer el brazo, manteniendo una mano sobre la cabeza de Davlin, mientras ella se agarraba a sus botas, manteniendo su equilibrio. Créeme o no, yo no he causado lo que has estado pensando, su sonrisa tenía un toque de tristeza, pero el calor en esos ojos tan extraños hizo saltar su corazón, pero con gustó haría tu fantasía realidad.

Se obligó a mirar hacia otro lado. Sentía la mirada de su amiga y estaba profundamente agradecida de que la única comunicación entre mentes de la que Irin era capaz era con su verdadera pareja. Las manos de Davlin aterrizaron sobre el delgado muslo de Nialdlye, mientras que sus piernecitas regordetas la llevaban cerca de su madre. Ella también deseaba que fuese realidad esa fantasía.

Eyrhaen nunca había pasado tanto tiempo en la guardería. Había crecido y pasado toda su vida alrededor de adultos. Solo había tenido algunos compañeros de su

edad, y la mayoría de las veces, el tiempo que pasaba con ellos era limitado. Por tanto, nunca había tenido mucho aprecio por los niños pequeños. No era como Tisla, que desde pequeña había mimado a sus muñecas y había pedido estar en la guardería, incluso cuando ya era demasiado mayor para estar como niño. Gawvin, su hermana mayor, mostró tendencias más cercanas a las de Tisla que a la de Eyrhaen, por lo que, ella había llegado a la conclusión de que era diferente al resto, incluso de sus hermanas.

Estaba sorprendida y vacilante cuando Radin decidió que su segundo destino de confinamiento fuera la guardería. Habían ido directamente allí después de haber tenido una breve reunión con Savous y Hyle, un lugar lleno de madres y niños. Eyrhaen se sentía fuera de lugar pero pronto se dio cuenta que había sido una buena idea. Era mucho mejor estar rodeada por niños y madres, quienes no le hacían ningún tipo da caso, que tener que lidiar con guerreros en edad de aparearse que si le hacían caso.

Se sentó en el filo del bordillo del lugar donde jugaban los niños, y vio a tres bebes y cuatro niños pequeños divirtiéndose en la zona de juegos acolchada. Eran niños regordetes con pelo blanco muy tenue, y piel morena y suave. Uno de los niños estaba sobre sus rodillas temblorosas, con el iris muy ancho de color rojo, muy pensativo, mientras la miraba.

— ¿Tu hijo? —Preguntó a una mujer mayor sentada a su lado.

—El quinto.

Eyrhaen acarició con la palma de su mano la mejilla de su hermano pequeño Tykir. —Tan pequeño —Murmuró.

—Son así durante unas décadas

Eyrhaen se rió del tono seco de Gala. El bebé, aunque no sabía porque sonreían, ofreció una amplia sonrisa dejando ver unos cuantos dientes blanquísimo.

Lo cogió sobre su regazo. El bebé en seguida se amoldó a la persona que lo sostenía, mientras jugueteaba con sus dedos que ella puso a su disposición. Inexplicablemente tímida, miraba al niño mientras hablaba con la madre.

— ¿Tu hubieras querido una niña?

— ¿Una niña?

—Radin me estaba enseñando un hechizo. Uno para lanzar en un hombre. Eso le daría la oportunidad de engendrar una niña.

Gala se rió en voz baja.

— ¿Así es que el problema ha estado siempre en los hombres?

Eyrhaen sonrió.

—Sí, Radin dice que Tohon es la clave de todo. Con su ayuda, le enseñó este hechizo a Radin, pero tiene que ser realizado por una mujer elfa-nacida —Por fin, miró directamente a la mujer— ¿Estarías interesada?

Gala parpadeó, y después se echó a reír.

—Una hija. A decir verdad, en tanto tiempo, la idea nunca se me ocurrió —Pensaba sonriendo—. Sí, tendría que hablar con Hila, pero estoy segura que estaría interesado —Volvió a optar por su sonrisa irónica—. ¿Este hechizo es parecido al cambio de una mujer en raedjour?

Eyrhaen tuvo que sonreír mientras recordaba las manos y labios de Radin en las lecciones mientras le enseñaba el hechizo.

—Es similar.

Gala se rió más fuerte.

—Bueno, nosotros somos raedjour. En realidad no habría nada que no se consiguiera sin sexo.

El bebé sonrió en respuesta a la risa de su madre, saltando alegremente sobre los muslos de Eyrhaen.

Yo quiero uno. Se sorprendió por el pensamiento que había tenido. Nunca antes la cercanía de un niño le había dado ganas de ser madre. Pero justo en ese momento, mientras miraba a los ojos del niño, vio la riqueza de posibilidades que rodeaban a un niño. Tanto potencial y tanto amor sin prejuicios. ¿Rhae y Tohon habían propiciado este cambio en ella? ¿O había sido Radin?

Al pensar en él, frunció el ceño. Una barrera mental le daba la seguridad de que él no la estuviera escuchando. Ni siquiera tenía la sensación de que estuviera cerca. Miró hacia arriba y por encima de su hombro. Hyle y Savous estaban cerca de la entrada, hablando con algunos hombres y mujeres que andaban por la guardería para llegar hasta ellos. Por sus gestos hacia el techo y las paredes, se dirían que todavía estaban comentando la renovación de la guardería. Los niños mayores corrían jugando alrededor de la zona de escalada que había en el centro de la caverna. Ella y Gala eran las únicas que vigilaban en la zona de juegos de los niños más pequeños, porque las otras cuatro zonas infantiles estaban vacías.

— ¿Dónde está Tisla? —Su hermana había estado sentada en una de las mesas, alimentando a la pequeña niña de Nialdlye. El tazón vacío y la cuchara sí estaban encima de la mesa, pero a la niña y al bebe no se las veía por ningún lado.

—Se fue con Radin.

Eyrhaen se volvió para mirar a Gala.

— ¿Cuándo?

La mujer no parecía preocupada.

—Hace bastante tiempo.

¿Cuánto tiempo había estado aquí? ¿Había perdido la noción del tiempo como cuando estaba recluida? ¿Iba a continuar esto ahora que estaba fuera? Se sentó con la

espalda recta aferrándose al borde del foso de la zona de juegos. Gala le puso su mano sobre el hombro.

— ¿Eyrhaen?

Cálmate. La voz de Radin sonó a través de sus preocupaciones. Lo estás haciendo muy bien.

¿Dónde estás?

No estoy lejos. Eyrhaen se puso de pie teniendo cuidado de no pisar al niño pequeño. Gala cogió a su pequeño.

— ¿Estás bien?

¿Dónde estás?

—Necesito encontrar a Radin Quédate donde estas.

Savous miraba desde donde estaba y tomó medidas para salir de la conversación. Ella apretó sus puños a los costados y trató de calmarse.

¿Dónde estás?

Eyrhaen, para. Has sido tú la que ha querido que estuviera lejos de ti durante unos días.

Eso no es verdad. Y lo sabes. No había sido así. Sólo quería salir de esa habitación pero no estaba preparada para hacerlo sin él.

—Eyrhaen. —Savous se acercó a su lado— ¿Ocurre algo?

— ¿Sabes a donde ha ido Radin?

¿Por qué le preocupas?, Radin dijo molesto subrayando sus palabras.

Savous frunció el ceño.

—Se fue al jardín con Tisla.

¿Por qué me has dejado? Evitando la sujeción de su padre, ella fue hacia la entrada de la guardería.

Para. Estas preocupando a Savous. Se detuvo, y al volverse se encontró a su padre y a Hyle detrás de ella.

—Voy a buscar a Radin.

Eres infantil y mezquina. Le regañó él cuando ella iba hacia la entrada. Totalmente injustificada. Yo estaría de regreso muy pronto.

¿Cómo te atreves a dejarme sola el primer día que estoy en contacto con las personas?

Pensé que sería de gran ayuda que tú pasases esto sola.

¿Qué hubiera ocurrido si sale algo mal?

No estoy lejos. Volveré. Entretente sola. O vete a los campos de prácticas. Estoy seguro que habrá muchas personas encantadas de ayudarte a servirte de entretenimiento.

Sabes que no estoy preparada para eso.

No crees en ti misma.

Su padre y Hyle estaban justo detrás de ella, siguiéndola. La gente se apartaba de su camino por los pasillos, estaba cada vez más nerviosa de lo que había estado alrededor de su padre. Era consciente de las miradas de asombro que la seguían por donde iba. Había esperado eso. Solo sus ojos podían hacerlos pararse. Se había preparado lo mejor que pudo. Siempre había sido un punto principal de atención, pero ahora era diez veces más, gracias al hecho de que todos sabían que estaba tocada por los dioses.

¿Tú has visitado el jardín cada vez que haces que me duerma? ¿Qué mujeres te acompañan? ¿Todas? Iba tan rápido como podía por los pasillos pero sin correr, pero el jardín de las mujeres estaba al otro lado del patio central. ¿No has tenido suficiente conmigo antes de la cena?Podría arreglar eso.

Tus celos son ridículos.

¿Estás con ella? Había captado algunos pensamientos sobre ella, sobre Nialdlye, en los últimos días. Al principio había pensado que era por Tohon. Tal vez era comprensible que el dios en cuestión se preocupara por la última mujer pura de su raza. Pero Eyrhaen sospechaba que había algo más, algo más personal para Radin solo.

Silencio en su mente. Él estaba lo suficientemente enojado como para dejar de hablarle.

Torció por el ancho corredor que llevaba hacia los jardines. Con más lentitud. Fuera del jardín había mesas y sillas. Debido a que el pasillo era ancho y estaba lleno de cosas, los hombres podían merodear fuera del jardín. Algunos estaban de guardia, sí, pero también era una costumbre que esperasen en el pasillo. Era uno de los lugares donde visitaban a las mujeres del interior, cuando ellos iban en busca de sexo. Las mesas estaban casi vacías en ese momento, pero allí en una, como si hubieran sido colocados, estaban sentados Brevin, Lanthan y Tykir.

Brevin la miró y se quedó congelada.

Maldito seas.

¿ Yo?, dijo Radin con inocencia fingida.

Él sabía que no quería verlos. No todavía. No estaba lista. Le había pedido al menos una noche para que se pudiera acostumbrar a las personas antes de que se tuviera que enfrentar a ellos. Savous estaba de acuerdo. Hyle también. Al igual que Radin.

Bastardo.

No podía dejar de mirar. Brevin estaba vivo. Sus lágrimas ardían en sus ojos, y una fuente de inesperados sentimientos hizo explosión en su pecho, lo suficientemente fuerte que hizo que tuviera que llevarse su mano a su pecho. Era todo lo que podía hacer para no correr hasta ellos.

Brevin se puso de pie. Todo ellos se pusieron de pie. No podía capturar suficientes de sus rasgos. ¿Había sido Brevin siempre tan alto? ¿Cuándo Lanthan se había cortado las puntas de sus cabellos? La herida de Tykir se había curado perfectamente. La cicatriz a mitad del pecho de Brevin era aterradora pero se había curado muy bien. Se quedaron cerca de la mesa, los tres mirándola. Silencio. Ojos de color avellana con un trasfondo rojo. Helados ojos azules. Ojos preocupados, vivamente rojos. Su corazón se le iba a salir de la caja torácica. Pero no se movió manteniendo la boca cerrada.

V-ven ayudarme.

No necesitas ayuda.

Radin.

Enfréntate a ellos. Les amas. Ella negó con la cabeza.

No.

Lanthan vio como ella negaba. Sus maravillosos labios estaban fruncidos y sus ojos entornados. Él miró hacia Brevin, quien también lo había visto. Este negó con la cabeza, su hermoso pelo blanco cayéndole por la frente. Tykir parpadeó muy triste, y bajó la cabeza.

Dio un paso hacia ellos, sintiendo la necesidad de darles una explicación pero sin saber cómo hacerlo. Podría explicarles algún día. Pero era demasiado pronto. No había establecido una vida con Radin todavía.

¡No me digas lo que quiero!

No sabiendo nada de la conversación intema que mantenía, Brevin solo veía la preocupación en sus ojos. Sin decir nada, se dio la vuelta y se dirigió hacia el otro extremo del pasillo. Lanthan la miró y también lo siguió al igual que hizo Tykir sin ni siquiera mirarla.

¿ Cómo puedes ser tan fría ?

No lo comprenderían, dijo mirando cómo se marchaban.

No lo entiendo.

No, tú no lo entiendes. Las cosas han cambiado.

Eyrhaen…

Te tengo a ti.

Es algo desafortunado que yo quiera a alguien más.

La rabia surgió llenado sus venas de hielo. Mesas y sillas se sacudieron cuando Eyrhaen pasó junto a ellas hacia el jardín.

Apenas vio a las mujeres y a los niños a su derecha. Apenas vio a su madre y hermana en el pasillo. Todo lo que veía era a Radin junto a Nialdlye llevando en su regazo a su hija. Los tres parecían una familia pintoresca, y bien hermosa.

Eso estaba mal.

— ¡No!

Radin se volvió hacia ella, poniéndose delante de Nialdlye como protección. El ceño de su cara coincidía con la furia helada que la llenaba y empujaba contra su ira caliente.

Ella se paró al lado del arroyo, él era suyo. ¿Podría ver alguien la tormenta que se había originado entre ellos o solo era visible en sus ojos?

—Tú no puedes tenerla.

—No me digas que puedo o no puedo tener.

—Pero ¿tú si puedes decírmelo?

— Solo me he limitado a hacerlo cuando eras un peligro para los demás.

— Y el hecho de que puedas hacerlo es lo que te hace mío.

—No en cuerpo ni en alma.

—Soy tu compañera verdadera. Eres mío —La rabia la hacía temblar y la propia brisa que estaba levantando hizo que los zarcillos de su pelo se movieran con el viento—. ¡Tus hijos serán los míos!

Él sacó la barbilla a modo de desafío.

—No tendré nunca hijos.

El silencio impregnó el aire, congelando a todo el mundo en sus sitios. Su pelo se ensortijo cuando el shock enfrió su magia.

— ¿Qué?

Él colocó las manos sobre sus costados.

— ¿No crees que la resurrección tuvo un precio? ¿O tal vez varios? Tal vez yo fui resucitado, pero no soy fértil.

Ella parpadeo.

—No —Eyrhaen era el futuro para poder perpetuar la fertilidad raedjour. Podía sentir su cuerpo preparado para tener un niño. No podía estar atada a un hombre que no era fértil.

El triunfó brilló en sus ojos. Exactamente.

Era demasiado consciente de su público en silencio. La piel de Nialdlye roja se destacó en la bruma detrás de Radin.

— ¿Por qué crees que ella te querría?

—Ella ya me ha rechazado.

— ¿Ella? ¿Entonces por qué…? —Los ojos de Eyrhaen se abrieron más por la confusión. Sus pensamientos se volvieron más confusos—. Yo no. no lo comprendo —Los colores se mezclaban, y los árboles de piedra se fundían flotando

en el agua de la corriente.

El agua salpicó. Sintió como él la estrechaba. Sintió como su poder se cernía sobre ella, haciendo que de ella saliera un remolino de magia. De repente todo se volvió negro.

******** |

Nialdlye apretó a Davlin contra su pecho, con los ojos muy abiertos, impresionada ante la confrontación que sucedía ante ella.

Eyrhaen se tambaleó, y Nialdlye se preguntó si todos aquellos que tenía percepción mágica podían ver el aura rodeándola, una bola brillante que irradiaba mucha energía a través de ella. Radin dio un paso adelante, directamente a través de la esfera, cogiendo a la joven antes de que ella cayera al suelo. Al mismo tiempo, un agujero negro absorbió el aire detrás de él.

Con mirada glacial, miró a Nialdlye, después vio como su pelo y el de Eyrhaen flotaban mientras el haz de luz les rodeaba. El pesar se cruzaba en sus tensos rasgos. Lo siento.

Articuló las palabras, pero las oyó en su cabeza. Luego se llevó a Eyrhaen a través del portal, llevando la esfera de energía con ellos.

El portal se cerró.

Irin se puso de pie.

— ¡No!

Nialdlye también se puso de pie, mientras abrazaba a Davlin, con la otra mano agarraba a su amiga.

—No creo que se hayan ido para siempre.

—Pero la vetriese…

— ¿Puedes sentirle?

Irin se quedó momentáneamente en silencio.

—Sí.

Nialdlye asintió con la cabeza. También ella podía sentirlo.

—Tal vez lo único que necesita es alejarla de aquí.

Irin miró a Nialdlye con los ojos muy abiertos. En el lado del jardín, las madres protegían a sus hijos, mientras se recobraban de la conmoción.

— ¿Y ahora qué?

Nialdlye negó con la cabeza. Nunca podré tener hijos.

—No lo sé —Pero entonces, ¿cómo era posible que él formara parte de su fantasía? —. No lo sé.

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