Despertar

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No pudo evitar sonrojarse. Rápidamente apartó la vista de él y se adentró en el túnel, por el que lo fue guiando. Durante minutos fueron caminando en espiral para luego, durante un buen rato, seguir recto, hasta que Aileen se detuvo ante una rugosa pared y la fue palpando poco a poco hasta encontrar la palanca que abría esa compuerta. Una vez la puerta se abrió, siguió recto hasta encontrarse frente a un muro. Allí tomó las manos de Nathair y se las puso sobre la pared para que percibiese la fuerza que emanaba de él.

A Nathair le sorprendió la energía que desprendía aquella zona. Comprendió que la lanza debía estar allí y él la cogería aunque perdiera la vida en ello. Cogió de nuevo la mano de Aileen y ambos se alejaron de la pared. En el oscuro y húmedo pasadizo intentó concentrarse y respirar hondo. Él no controlaba su excepcional poder, sin embargo, ahora debía hacerlo; supuso que la magia de su hermano sería de mejor ayuda que el suyo, pero aun así esperaba poder hacer caer el muro.

Señaló al lugar y una pequeña corriente de aire comenzó a formarse entre sus manos y a crecer hasta que alcanzó el tamaño de dos esferas. Las lanzó contra la pared y fueron a parar a la zona alta. Volvió a alzar sus manos y otras dos esferas comenzaron a formarse que lanzó contra el muro y quedaron en la parte del centro. Volvió a repetir el mismo gesto para proyectar más magia en la zona inferior.

Aileen tiraba de su brazo para sacarlo del trance en el que había entrado, pero se veía incapaz; los ojos se le habían vuelto azules y parecía estar en otro lugar. Maldijo y se puso delante de él, tomó sus frías manos y lo agitó con brusquedad para despertarlo; mientras, no apartaba la vista del fondo del pasillo. El inmortal no tardaría en advertir que alguien estaba tratando de recuperar la Lanza de la Serenidad y acabaría descubriendo que Nathair trabajaba en su contra. De repente una gran fuerza golpeó su espalda y se abrazó a él. Cuando cesó, se dio la vuelta y vio que las bolas habían explosionado, causando un fuerte remolino que amenazaba con destrozar el muro. Nathair ya había despertado del trance y la rodeaba con sus brazos. Ambos se llenaron de esperanzas al ver uno de los ladrillos caer. El torbellino estaba actuando, pero el ruido de unos pasos les sobresaltó.

Aileen lanzó a Nathair con fuerza contra la pared, consiguiendo que el remolino desapareciera. Incapaz de apartar la vista del pasillo, fue palpando la pared buscando la palanca, hasta que la encontró, tiró de ella y ambos cayeron al suelo.

—¿Te he hecho daño? —preguntó Aileen, que había caído entre las piernas de Nathair.

—Un poco —admitió tocándose la herida de la espalda.

—Lo siento —se disculpó. Se apartó de él y posó sus manos temblorosas sobre la dura piedra.

—¿Qué haces?—preguntó.

Una luz blanca empezó a rodear las manos de la princesa y luego se repartió por el muro.

—Quiero que veamos qué ocurre —explicó—. Veremos qué hace el inmortal.

—¡Pero nos verá! —gritó alarmado.

—No, solo nosotros le veremos, él no notará nuestra presencia. Es magia de ninfas.

El brillo de las manos de Aileen fue creciendo hasta cubrir por completo la puerta, pudiendo distinguir el pasillo, y allí vieron a Juraknar tocando el muro que protegía la lanza. Vieron cómo golpeaba la piedra y desaparecía pasillo arriba gritando el nombre de Kany.

Nathair se adelantó y tomó en brazos a Aileen cuando la vio caer de espaldas. Tenía los ojos en blanco y estaba ardiendo. Por primera vez apreció el precioso cuarzo que descansaba entre sus pechos. Era gris, y al tocarlo una triste sensación lo colmó. Se preguntaba qué extraños poderes tendría ese cristal que podía hacer que su estado de ánimo cambiase repentinamente.

Deslizó los dedos por sus párpados obligándola a cerrarlos para que descansara.

—¡Chico, eso que has hecho ha sido una locura! —susurró una voz tras él.

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Las palabras de Clay dejaron sin habla a Kirsten. El hombre ya caminaba dirección al hospital. Ella lo alcanzó y le tomó de la mano impidiendo que continuase.

—Espera, ¡no puedes soltar esa bomba e irte sin más! —protestó—. ¿Me adoptas? ¿Es serio? ¿Te vas a convertir en mi padre o algo parecido?

—Sí, pequeña, en eso consiste la adopción. Todo ha sido muy rápido, pero gracias a la magia de Xinyu es muy sencillo manipular la mente de las personas para acelerar el proceso.

—¡Oh! —exclamó ella, ceñuda, emprendiendo el caminar.

—¿Qué te pasa? —murmuró Clay. Tomó a la chica de la mano e impidió que continuase. Tenía que mirarle a la cara antes de hablar—. Sinceramente, pensé que estarías más ilusionada al respecto.

—¿Por qué lo haces? No lo entiendo.

El hombre lanzó un amargo suspiro.

—Aunque Xinyu modificó la memoria a Julian no sabemos si alguien más llegó a descubrir tu situación y si se averigua pondrá en alerta a los servicios sociales y acabarás en un orfanato. ¡No podremos protegerte!

—Eso tiene sentido —añadió la chica emprendiendo la marcha—. ¿Sabes? Por un momento pensé que quizás hubiera otra razón, pero entonces recordé esto —añadió mostrándole sus manos. En las yemas de los dedos ya comenzaba a formarse pequeñas llamas, que desaparecieron en sus manos cuando ellas las cerró en un puño—. Soy la hija de un ser detestable, además, nos acabamos de conocer. ¿Cómo podrías tener algún sentimiento hacia mí?

—Quiero protegerte y darte un hogar, porque créeme, muy pocos podrán entenderte tan bien como lo hago yo. Sé lo perdida que te encuentras, lo sola que estás y avergonzada de quien eres y lo que eres capaz de hacer —confesó y posó sus manos en los hombros de ella—. A mí me fue muy difícil controlar mis poderes y si crees que tú eres horrible, cómo crees que me he sentido yo todos estos años al pensar que maté a mi familia.

Kirsten se quedó sin palabras y la pareja hizo un alto antes de la visita y fueron a la cafetería. Tras tomar asiento y pedir un café y un zumo de melocotón, Clay prosiguió.

—Perdí a mi familia cuando era unos años mayor que tú. Y los vi morir. Algo… no lo sé, quizás un presentimiento me trasportó al lugar donde mis padres habían tenido un accidente con el vehículo. Se habían estrellado contra un camión; estaba ardiendo. Vi a mis padres en llamas y mi hermana golpeaba los cristales intentando salir. ¡Les hice volar en pedazos! No lo hice a propósito, pero acabé con ellos. Lo he guardado en secreto todos estos años, hasta el día en el que te rescatamos de Serguilia. Entonces se lo confesé a Xinyu y él me hizo ver que mi familia ya estaba condenada, yo solo alivie su sufrimiento. Era imposible salvarlos.

Kirsten tomó las manos de Clay.

—Lo siento mucho y Xinyu tenía razón. ¡Aliviaste su sufrimiento! Y gracias por adoptarme. Con vosotros estaré a salvo.

—Kirsten, es cierto que protegerte es un razonamiento lógico, pero no me hubiese tomado todas las molestias de encontrar a tu abuela, hablar con ella y conseguir tu custodia de manera legal si no me importarás. Sé cómo te sientes, yo también lo he vivido. Sé lo que es poseer algo que no puedes controlar, que puede dañar a todos los que te importan y sobre todo sé lo que es estar solo, no tener familia. Pero eso cambió cuando Kun y Xin llegaron a mi vida. Ellos y Xinyu son mi familia ahora.

La chica agachó la cabeza. No quería que el hombre viera como sus ojos contenían las lágrimas.

—¿Has visto a mi abuela?

—Sí, he tenido que hacerlo. Ella tenía tu custodia legal y ha renunciado a ella. ¡Olvídala!, ahora yo soy tu familia.

Un sollozo rompió en la garganta de la chica, se puso en pie y abrazó a Clay. Más tarde y mientras el hombre hablaba con una enfermera de la recepción, Kirsty entraba en la habitación de Alisa. Encontró a su amiga ligeramente recostada, con la mirada perdida en dirección a la ventana. Tenía un brazo entablillado y enormes moratones en su cara.

Por Clay sabía que Nathrach no llegó a violarla gracias a Harry, que lo impidió, pero hasta que él llegó, el Ser´hi no solo la golpeó con tal de sonsacarle el lugar donde ella estaba, sino que acaricio y exploró cada centímetro de su cuerpo. Lo único que le faltó a Nathrach por hacer, fue penetrarla.

Tras lanzar un amargo suspiro dio unos pasos más y dio un par de golpes en la puerta para llamar la atención. Cuando Alisa le devolvió la mirada, sabía lo que veía en ella, pues a pesar de los brebajes mágicos que Xinyu le había hecho beber, su cuerpo aún mostraba los estragos del enfrentamiento contra Nathrach. Tenía un corte en el labio y un gran moratón a la altura de la sien izquierda, que intentaba cubrir con el cabello.

Indecisa, Kirsten caminó hacia Alisa. Tomó asiento junto a ella una vez arrastró una silla y cuando sus dedos se entrelazaron con los de su amiga, este apartó la mano de inmediato.

—¿Te encontró? —preguntó Alisa y Kirsten asintió, pues era incapaz de articular palabra tras el rechazo de su amiga—. Lo siento. Supongo que nos buscamos todo esto por vivir en un lugar tan peligroso. ¿En qué demonios pensábamos a la hora de aprender a luchar? No me sirvió de nada, Kirsten, de nada. Es más, sufrí mucho más que cuando mi hermanastro abusaba de mí.

—Pude defenderme —susurró Kirsten ante la rabia que irradiaba Alisa—. No me violó, aunque casi lo consiguió.

—¿Por qué te buscaba? ¿Qué quería de ti? ¿Acaso conocías a un tipo como ese?

La chica no respondió, solo se encogió de hombros.

—Da igual, no quiero hablar más de eso, solo irme mañana y no volver nunca más a este lugar —Hizo una pausa y respiró hondo—. El hospital encontró a mi padre biológico. Es un corresponsal de guerra. Por eso me fue tan difícil dar con él estos años, pero ahora se ha establecido en Irlanda como periodista. Kirsten —murmuró mirándola—, me voy a vivir con él. Ya lo he conocido y siente mucho todo lo que he vivido estos años. He descubierto que se preocupaba de mí, enviaba dinero a mi madre para mi manutención e incluso quiso verme, conseguir mi custodia, pero le fue difícil. Y me marcho.

—¿Cuándo?

—Mañana. Nuestro vuelo sale a las cinco de la tarde.

—Me gustaría ir a despedirte y que sigamos en contacto. Que estés tan lejos no significa que nuestra relación se rompa. Tú has sido mi mejor amiga.

Durante un instante Alisa no habló y volvió a mirar a la ventana.

—Vivir en El Valle solo me ha traído desgracias. No quiero llevarme nada de este sitio a Irlanda. Deseo empezar de cero. Creo que cada persona tiene un cupo para aguantar pesares y el mío ya está lleno. Lo siento, Kirsten, no quiero que nada me recuerde lo que he vivido aquí.

La chica asintió. No podía culparla. Si no hubiera sido por ella, era probable que en su camino no se hubiera cruzado con Nathrach y ese encuentro la había terminado de destrozar.

Kirsten se giró, pero se detuvo cuando su amiga le tomó de la mano.

—Pero antes quiero darte un consejo. No te cierres a amar, ni a ser amada. Haz como yo y marca un antes y un después en tu vida. Olvídate de todo lo que has vivido estos años, ¿de acuerdo? Prométeme que lo intentarás.

—¡Te lo prometo! Cuídate mucho.

Una vez Kirsten salió de la estancia volvió con Clay al aparcamiento. Aún tenían que hacer otra visita y era el cementerio. La chica insistía en ver la tumba de Harry y ofrecerle sus respetos.

Durante el trayecto Clay no habló, aunque para él era evidente que el ánimo de la chica se había apagado. Ignoraba qué había sucedido en la habitación, pero el encuentro con su amiga la había desmoralizado.

Una vez llegaron al cementerio y Clay averiguó donde el hombre había sido enterrado, acompañó a la chica hasta el lugar: una zona verdosa, muy amplia, y su lápida era una cruz blanca.

A pesar de estar a pocos metros, Kirsten no avanzaba. Se quedó en el camino, mirando donde estaba enterrado su amigo conteniendo su angustia y dolor. Con manos temblorosas tomó la de Clay y retrocedió.

—¡No puedo! —exclamó respirando con dificultad y dando la espalda a la lápida—. No puedo ir, Clay, no puedo. Ellos sufrieron por mi culpa, él murió por mí. Si yo no fuera hija de Juraknar…

Clay la atrajo hacia sí y la abrazó. Dejó que llorase sobre su pecho y se desahogase por todo lo vivido en los últimos días. La terrible experiencia vivida en Serguilia, la pérdida de su amigo y lo que fuera que hubiera ocurrido con Alisa.

Tras unos minutos la separó de él y le limpió las lágrimas con un pañuelo.

—Alisa no quiere volver a saber nada de mí. Las únicas personas que me han importado desaparecen de mi vida. ¡Una está muerta! —gritó señalando a la tumba—. Y la otra no quiere que forme parte de su vida.

El hombre deslizó su brazo por los hombros y la sacó de allí. Fueron al vehículo, donde tras lograr calmarse, la chica le confesó lo que Alisa y ella habían hablado.

—Lo siento mucho, pequeña. Y no podemos hacer nada, pero es el momento de que dejes de culparte. No puedes responsabilizarte por lo que Nathrach haya hecho o dejado de hacer. Tú no agrediste a Alisa, ni mataste a Harry.

—Pero…

—¡No importa que seas la hija de Juraknar! Eso no cambia nada. ¿Sabes la de gente que ha resultado herida por los Dra´hi? ¿La de inocentes que han muerto por ellos? —preguntó y no permitió que respondiera—. Tú no agrediste a Alisa, ni empuñaste la espada que mató a Harry. Y siento mucho lo que estás sufriendo, pero recuerda, ya no estás sola. Me tienes a mí, Kirsten, tienes a Kun que te ama y te quiere. Y también están Xinyu y Xin, aunque con este último tengas que tener algo de paciencia.

Sus palabras arrancaron una carcajada a la chica.

—Ahora nosotros somos tu familia y quizás Alisa tenga razón y sea el momento de empezar de cero. Olvida todo lo de atrás. En unos días serás Kirsten Wood, una nueva persona con una nueva vida a la que enfrentarse. ¡Deja el pasado atrás!

La chica asintió y volvieron a casa.

***

Kun seguía con los entrenamientos ante la atentada mirada de Xinyu. Aprender a invocar el perímetro de protección les vendría muy bien cuando iniciarían su viaje por Meira, pues deberían descansar y lo ideal sería que cuando durmiesen, estuvieran protegidos y nadie pudiera atacarlos.

El joven ignoraba cómo, pero a lo largo de los años Xinyu había perfeccionado tanto la técnica que no importaba dónde o qué estuviera haciendo, el escudo siempre estaba activo. Y eso era lo que él necesitaba conseguir.

Tras lanzar un suspiro cerró los ojos y murmuró las palabras del conjuro. Al hacerlo unos haces de luces verdes brillaron en distintos puntos de los alrededores, que como si de rayos se tratasen subieron hasta el cielo, uniéndose todos en un punto y estrellándose entre ellos. Ese impacto provocó una luz verdosa, que se extendió hasta formar una cúpula donde quedaron protegidas la vivienda y varias hectáreas alrededor. Al instante ese fenómeno se volvió invisible, pero a ojos de Juraknar, sus hombres y de los Ser´hi, estaban protegidos.

—¡Bien hecho! —exclamó Xinyu—. Creo que nunca te había visto crear un perímetro tan extenso. Sin duda eres más fuerte, Kun y cuando liberemos tus poderes, serás un excepcional guerrero.

El Dra´hi no dijo nada. Estaba agotado y únicamente se limpió el sudor de la frente. Entonces su mirada fue al camino que llegaba a la vivienda, por fin Clay y Kirsten regresaban. Y mientras que Xinyu fue a hablar con Clay, él se dirigió a Kirsty.

***

Los hombres se detuvieron en los escalones de la entrada de la vivienda.

—¿Qué tal se ha tomado la noticia de su adopción? —quiso saber Xinyu mirando a Kirsten.

Clay tardó un rato en responder. Su mirada estaba en la pareja. Kun tenía el rostro de la chica rodeado entre sus manos y ella había derramado algunas lágrimas e imaginó que le estaba confesando lo sucedido en el hospital. Y lo aprobó. Le gustaba que hubiera confianza en ambos, pero no le gustó ver el cansancio que mostraba los ojos de Kun.

—Bueno, más o menos como esperábamos. Oye Xinyu, sé que detestas que me entrometas en los entrenamientos, pero dalo por terminado, ¡ya! No presiones más a Kun, ¿me oyes? Míralo, está agotado.

—Pero…

—Pero nada. Xin se fue hace horas a vete saber dónde y su hermano está aquí machacándose. ¡Se acabaron por hoy! —sentenció.

Xinyu lanzó un amargo suspiro, pero sabía que Clay tenía razón. El chico se merecía un descanso y él debía volver al restaurante, por lo que aceptó.

***

Kun limpió las lágrimas de las mejillas de Kirsten y deposito un cálido beso sobre sus labios.

—Lo siento mucho. Sé que Alisa es muy importante para ti.

Ella no respondió, únicamente envolvió las manos de Kun con las de ellas.

—Necesito dar un paseo e intentar correr. Lo necesito más que nunca, pero cuando vuelva, tenemos que hablar sobre nosotros.

El muchacho asintió y le dio ciertas indicaciones para que no cruzase el perímetro y se pusiera en peligro. Evitarlo era muy fácil, ahora que Kun le daba las indicaciones Kirsten observaba que muchos árboles estaban marcados con pintura roja y los que quedaban tras estos, ya no estaban protegidos por la barrera.

Tras saberlo, Kirsten comenzó a inspeccionar los alrededores con la esperanza de entrar en calor y poder correr aunque fueran unos metros, siempre que su pierna se lo permitiera.

—Hemos acabado por hoy —intervino Xinyu cuando llegó hasta su alumno—.Tengo que volver al restaurante.

—¿No quieres que siga practicando por mi cuenta o entrene?

—¡No! Tomate el resto del día de descanso.

Kun lo agradeció eternamente y agotado entró en la casa. Fue derecho a su habitación y se dejó caer sobre la cama. Solo quería descansar un poco, relajar sus doloridos músculos, pero era evidente que estaba más agotado que nunca y se quedó dormido. Así lo encontró Clay. El hombre también tenía cosas que hacer e iba a informar a Kun de ello y que tanto él como Kirsten estarían toda la tarde a solas.

Pero al verlo dormido, no le dijo nada. Dejó una nota sobre su mesilla y tras cubrir al joven con una manta, se marchó.

***

De nuevo Nathrach pisaba suelo terrestre. Juraknar estaba muy enfadado por el fracaso de la última misión y por eso estaba allí. Quería volver a recuperar a Kirsten. Pero no era tonto. Sabía que los Dra´hi estaban protegiendo a la chica y que todos ellos estaban protegidos por un escudo mágico. Pero todo conjuro tenía fisuras y él, gracias a los hechiceros de Juraknar, había encontrado una manera de crear una pequeña brecha y colarse en el perímetro.

Tras unos minutos de espera, los suficientes para encontrarse mejor tras realizar el viaje de un lugar a otro, pronunció el hechizo y sus palabras tuvieron resultados. La invisibilidad del escudo se esfumó y le permitió ver toda la zona protegida por la magia. Con paso decidido se dirigió a la gran cúpula que protegía esa zona y posó su mano sobre ella. Era como si estuviera tocando una superficie dura e indestructible. Pero él tenía otro hechizo que conjurar y tras pronunciar sus palabras, la superficie comenzó a mostrar unas ramificaciones, como si de un cristal se tratase y comenzase a hacerse pedazos.

Nathrach dio un gran puñetazo logrando derribar un pequeño hueco, por el cual se coló.

***

Kirsten se detuvo bruscamente cuando la herida de su pierna se resintió. Mal humorada soltó una maldición y recobró el aliento, a la vez que inspeccionaba los alrededores. El bosque era inmenso, le gustaba correr por él y perderse entre tanta frondosidad. El silencio que se respiraba era tranquilizador y lograba calmarla.

Finalmente se dio por vencida. No iba a ser capaz de correr con normalidad hasta que Clay le retirase los puntos, por lo que siguió caminando. A pocos metros divisó una pequeña casa. Era de madera, de una sola planta y tenía las luces encendidas. Algo que le parecía extraño. Estaba dentro del perímetro de protección y tenía entendido que toda esa zona pertenecía a Clay, de ahí que no hubiera vecinos en los alrededores.

Quizás se hubiera alejado demasiado y decidió retroceder, aunque no avanzó mucho más. A cierta distancia vio a un joven. Iba vestido de negro y hoy no llevaba capa. Eso le permitió ver con toda claridad a Nathrach.

Asustada se giró e intentando no hacer ruido corrió a la casa. Tal era su nerviosismo y miedo, que ni siquiera llamó, giró el pomo y entró. Al instante el grito de una chica la sobresaltó.

—¡Maldita sea! —exclamó Xin—. ¿Qué haces aquí?

La chica no respondió. La situación le había pillado completamente de sorpresa. Xin y una joven del instituto estaban en el sofá, ambos desnudos.

El Dra´hi se levantó y tras cubrirse con una manta tomó a Kirsten del brazo y la arrastró a una habitación al fondo que resultaba ser la cocina.

—Vete antes de que me jorobes el resto de la noche.

—¡Nathrach está fuera! —fue lo único que dijo Kirsty.

A Xin la extrañaba tal suceso. Estaban protegidos, pero el pavor que veía en el rostro de su amiga le hizo tomar precauciones. Por ello se dirigió a la entrada de la vivienda y se asomó a una ventana. A cierta distancia distinguió una figura. Puede que fuera alguien que merodeaba por los alrededores, pero no pensaba correr tal riesgo.

En una pequeña cómoda situada a su derecha tomó su teléfono móvil y tras volver a la cocina, hizo una llamada.

***

A Kun le despertó el timbrazo de su teléfono. Desorientado lo alcanzó y observó que era Xin quien lo llamaba. Se preguntó qué querría. Cuando le vio salir y al ver su mirada, supo de antemano que había quedado con una chica, probablemente Brenda. Una joven de clase con la que solía enrollarse en ocasiones.

—¿Qué pasa? —preguntó mal humorado.

El adormilamiento del Dra´hi no duró mucho más al escuchar lo que Kirsten había creído ver. Se puso en marcha enseguida. Tomó las llaves del todo terreno que estaba aparcado frente a la puerta y condujo hacia la cabaña. Una vivienda que también pertenecía a Clay y que en su momento su familia utilizó como casa de invitados.

Una vez llegó hasta la casa, agradeció no encontrar ni rastro de Nathrach. Puede que Xin tuviera razón y solo fuese alguien que caminaba por el bosque, pero no pensaban correr tal riesgo. Y ya reunidos, condujo hasta la ciudad.

Kirsten y Brenda iban detrás, mientras que Xin iba al lado de su hermano, ofreciéndole las indicaciones del lugar donde vivía la chica. Esta tenía el ceño fruncido e iba de brazos cruzados porque su cita con Xin hubiera acabado de tal manera y Xin sabía que se tendría que esforzar mucho con ella si alguna vez quería volver a quedar. Una vez llegaron, tanto Kun como Kirsten observaron cómo tras un par de gritos por parte de Brenda, la pareja se despedía en un apasionado beso.

—¡Volvamos a casa! —dijo Xin, una vez montó en el coche—. Ya ha oscurecido.

Kun obedeció y durante un instante ninguno habló, hasta abandonar la pequeña población.

—Se me hace difícil de creer que hayas tenido sexo —añadió Kirsten.

—No todas las chicas son como tú —protestó Xin—. A muchas les gusta, sabes y además, tenía que poner a prueba tu teoría y siento decirte, Kirsty, que sé que te tiraste un farol.

—¿Qué teoría? —interrumpió Kun sin saber de qué hablaban los amigos, pero nadie hizo caso de sus palabras.

—Lo que no entiendo es que si se supone que te gusta una chica, seas capaz de hacerlo con otra.

—¿Qué tendrás que ver esto —añadió Xin posando la mano sobre el corazón— con esto otro? —terminó el Dra´hi señalando la entrepierna.

—¡No seas vulgar! —bramó Kun—. ¿Alguno de los dos me va a decir qué está pasando?

—Esta tarde Kirsty puso en entredicho mi buen hacer como amante y me dijo que las chicas decían que tenía poco aguante —explicó, ignorando la carcajada de su hermano—. Así que he tenido que averiguar si eso era verdad.

—¿Y qué has hecho? —se interesó Kun—. ¿Te has cronometrado?

—Pues sí, ¿acaso te sorprende? Además, he dejado que ella se estremeciese bajo mi cuerpo, que terminase antes que yo.

—¡Que caballeroso! —exclamó Kirsten con los ojos en blanco—. ¿Podéis hablar de esos detalles cuando yo no esté delante? Os lo agradecería.

—He superado la prueba —dijo Xin, mirando hacia atrás—. Por si tenías dudas, que lo sepas. Soy bueno en la cama, o si no pregunta a Brenda.

—¡Cambio de tema! —exclamó Kirsten—. Clay me ha dicho esta tarde que está preparando los documentos para adoptarme.

Las palabras de la chica desconcertaron a Kun, que hizo un brusco movimiento con el coche para enseguida retomar la conducción.

—Vaya, que curioso —dijo Xin—. Eso significa que te conviertes en nuestra hermana o algo así. Lo que quiere decir Kun, que puede que yo haya sido rechazado por Kirsty, pero vosotros, por mucho que os queráis no podréis estar juntos. ¡Vais a ser hermanos!

—¡No digas gilipolleces! —prosiguió Kun—. Ni tu ni yo estamos adoptados por Clay y lo sabes. Es nuestro tutor, no nuestro padre. Y para ser hermanos deberíamos compartir algún parentesco familiar, algo que no hacemos. Pero con tal de que no salga con la chica que te gusta dices todo tipo de chorradas. Además, vosotros dos ya os comportáis como si fuerais hermanos, discutís como si lo fuerais.

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