Despertar

Despertar


Portada

Página 44 de 44

—Ese brillo tiene una explicación, Niara. Eres la elegida para reinar en Lucilia. A partir de ahora tu posición cambia, puedes gobernar sobre estas tierras y luchar por el bienestar de sus ciudadanos. Sé que no te esperabas nada de esto, pero debes tomar una decisión: seguir conmigo o quedarte en Lucilia.

Niara vaciló durante un momento. No quería quedarse en Lucilia, pero marchar a Crysalia quizá fuera peor. No podría ocultar durante mucho tiempo quién era en realidad y quizá Xin la odiara por ello. De todas formas, no quería quedarse sola, así que le respondió. Por gestos le dijo que se marchaba con él.

El Dra’hi, ante su respuesta, se sintió dichoso interiormente y sonrió a la dama. Pero ella no le devolvió la sonrisa.

Y siguiendo las indicaciones de Lizard y Daksha, se propusieron a descansar. Afortunadamente para ellos la isla ofrecía bastante cobijo, pues abundaban pequeños bosquecillos, aunque antes había que hacer del lugar seguro y mientras cada uno se ocupaba de una tarea, Kun buscó un espacio en el que concentrarse. Tras llegar a un llano en medio de unos árboles, tomó asiento en el suelo, cerró los ojos y tras suspirar, comenzó a pronunciar el hechizo en el que tanto tiempo Xinyu invirtió en su enseñanza. Y al instante una cúpula invisible les protegía.

El Dra´hi abrió los ojos al escuchar unos pasos y encontró a Kirsten. La chica tomó asiento encima de él, a horcajadas y le miró fijamente a los ojos.

—¿Cómo te encuentras? Sé que te ha afectado que no puedas entrar en la torre.

—He llegado a comprender que soy de menor categoría que Xin, es una realidad, no debo dejar que eso me afecte.

Kirsten le mostró entonces el colgante que Soo le entregó en Cerezo; el bello fénix plateado con un cristal anaranjado en su cola.

—Soo me lo entregó antes de marcharnos. Me dijo que me pertenecía; que estaba unido a las sais y ya que yo tengo tu protector, quiero que tú lo tengas —confesó, deslizando la joya por el cuello del Dra´hi—. Sé que desde que estamos viajando has empezado a sentirte solo; te estoy empezando a conocer mejor y tanta responsabilidad ha de abrumarte. Estoy segura de que cada vez que haces algo, sea lo que sea, las lecciones de Xinyu rebotan en tu mente una y otra vez. Eres el protector del único hijo del dragón, al que solo han concedido poder para protegerlo, pero yo no lo pienso así y quiero que sepas que estoy contigo, puedas contar conmigo.

A Kun le sobrecogieron sus palabras. Tomó su rostro entre sus manos y la besó. Dominados por la pasión, Kirsten se dejó echar hacia atrás, quedando Kun encima de ella. El muchacho desabrochó la camisa de Kirsten; comenzó a besar su garganta para ir descendiendo poco a poco; una de sus manos atrapó su pecho derecho, acariciándolo, estimulándolo, arrancándole un gemido a la chica. Su boca siguió descendiendo hasta atrapar el seno de la muchacha.

Ella se mordió el labio y se estremeció de placer bajo él. Avivada por el deseo no sintió miedo cuando las manos de Kun se internaron en sus pantalones, acariciando la parte interna de sus muslos, por lo que volvió a gemir.

Titubeante, Kirsten comenzó a acariciar el cuerpo de Kun; su espalda, las cicatrices que los muchos enfrentamientos le había causado y siguió descendiendo. Su marcada erección contra su vientre ya no le causaba temor, sabía que no ocurriría nada que ella no quisiera y tímidamente le acarició, arrancándole un jadeo al joven, que acabó apoyando su frente con la de Kirsten, deteniendo hasta el momento todas las caricias con las que brindaba a la joven.

—Yo… solo quiero conocerte un poco mejor, ¡como hombre! —susurró—. Muy pocos aguantarían tener una novia como yo, fría, temblorosa a ciertas caricias. Y me odiaría sí, pensases que soy una calienta…

Sus palabras fueron acalladas por un beso del joven, que tras unos segundos se separó de ella.

—Yo nunca pensaría eso de ti. E iremos lo despacio que quieras, te comprendo, Kirsten, ¿de acuerdo? Lo has pasado mal y nos llevará tiempo intimar, pero reconozco que me agrada mucho que quedamos conocernos mejor.

La chica le abrazó con fuerza.

***

No muy lejos de allí, Daksha se encargaba de la cocina, Niara estaba en la orilla, aseándose, mientras que Xin y Lizard contemplaban los víveres con los que contaban. Fue entonces cuando los haces de luces verde y naranja llamaron su atención. Hacía tiempo que habían visto como Kun había levantado la muralla protectora, para al instante desaparecer. Pero los juegos de luces volvían a aparecer, la combinación de Kun y Kirsten y como la unión de estos hacía más fuerte el hechizo.

—¡Estos dos deben de estar pasándoselo pero que muy bien! —refunfuño Xin, arrancando carcajadas a Lizard y Daksha.

Tras un largo rato, finalmente Xin fue a buscar a la pareja. Encontró a Kirsten en el llano. Estaba sentada en el suelo, quitándose algunas ramas del cabello; tras tenderle la mano le ayudó a ponerse en pie y le contó que Niara no hablaba desde hacía días.

—¿Podrías hablar con ella? Quizás contigo razone y nos diga qué es lo que le pasa.

Kirsten asintió y fue en busca de la dama, mientras Xin esperaba a su hermano, que no tardó en regresar.

—Debes de ser el único hombre en el mundo que tenga que desahogarse él mismo tras los arrumacos con su novia. ¿A qué jode? —preguntó sin esperar respuesta—. Ya sabes qué tipo de bromas son las que no me hace ni gracia.

—Vale, muy bien. Vamos con los demás.

—En realidad quiero hablar contigo. Pasó algo mientras estuvimos separados de lo que me avergüenzo profundamente.

—¿Qué hiciste? —preguntó Kun.

Xin lanzó una risa nerviosa y se frotó las sienes como si con eso pudiera borrar los sucesos de los últimos días.

—Estuvimos en Bixenta y allí nos encontramos con Axel. Le seguí y se trasformó en el inmortal. Fui incapaz de hacerle frente, me bloqueé; el arma resbaló de mis dedos y temblé como un niño. En realidad me aterra, siempre me han dado pavor esos ojos violetas. No estoy preparado para enfrentarme a él, no podré derrotarle —confesó sin poder evitar que la voz le temblara.

—Esta no es tu guerra, Xin —le animó—, es la de todos, y yo no dejaré que te enfrentes a él solo. Estaré contigo, no volveremos a separarnos durante el resto del viaje, ¿vale?

Xin asintió y respiró hondo intentando tranquilizarse.

—Es normal que le tengas miedo, a mí también me aterra, y siempre he pensado que eres muy joven para realizar la tarea para la que naciste; por eso yo siempre estaré protegiéndote. —Le dio una palmada en la espalda y Xin rió.

Tras la charla regresaron junto a Daksha y Lizard. Ambos preguntaron por las chicas y les dijeron que las habían visto caminar por la costa.

***

Niara y Kirsten se habían descalzado y caminaban por la orilla. Hubo un momento en el que la dama se detuvo, cuando observó varias conchas y se agachó para tomarlas.

—Xin está muy preocupado por ti. En realidad todos lo estamos; nos asusta que vuelvas a esconderte en el silencio. Recuerdo que cuando hablamos en el poblado, hablabas con pena del tiempo que no pronunciaste palabra.

Niara se giró tan bruscamente que Kirsten se asustó y dio un paso atrás. Durante un instante la dama no supo qué hacer, pero una serie de sentimientos luchaban en su interior. Temor por Axel y su coacción para atraer a Kirsten hacia él y miedo por perder a Xin.

—No quiero que vuelvas a acercarte a Xin.

—Xin y yo solo somos amigos. Siento si has malinterpretado las cosas. Si hay algo que te moleste de mi actitud con él la cambiaré, no quiero hacerte daño.

—Me daña tu presencia, saber quién eres. ¡Su hija! Deberías marcharte, ir al lugar de donde has vuelto y no regresar nunca. No te mereces mi compañía ni la de los Dra’hi. ¡Márchate! Eres la hija de un asesino.

Kirsten se frotó el cabello nerviosa, para volver a mirar a la dama.

—Es cierto, soy su hija, pero yo marco mi camino y decido quien ser con mis decisiones. Nada me va a cambiar de idea y además, Juraknar no es más padre que Clay para mí. El inmortal solo quedó embarazada a mi madre, pero en lo a que mí respecta, Clayton Wood es mi verdadero padre. Él me quiere, se preocupa por mí y eso es lo que importa.

—Si eso te ayuda a conciliar el sueño todas las noches, pues felicidades, pero la realidad es que por tus venas corre la sangre de un villano que ha matado, violado y torturado. Y dices que tú eliges tu destino, pero no te das cuenta qué ya está escrito —gritó—. Estás elegida para ser la ramera de los Ser´hi. ¿No te das cuenta cuanto sufren Kun y Xin contigo? El dragón venía a por ti, para llevarte junto a tu padre y por ello hirieron a Xin. ¡Admítelo! Su misión ya es de por sí peligrosa para además cargar contigo, protegerte y evitar por todos los medios que el inmortal te lleve junto a él. Haznos un favor a todos y vete a Serguilia.

Niara quiso haberse tragado sus palabras tan pronto como salieron de sus labios. Kirsten le miraba con las lágrimas contenidas en los ojos. Le había hecho daño y lo sentía. Deseaba alejarla de ella, pues sabía que aunque no viera a Axel, estaría por la zona, acosándola. Pero por otra parte aún estaba dolida por el rechazo de Xin; se había entregado a él, aún no podía creer que lo hubiera hecho y actuó con frialdad, de una manera que nunca lo hacía con la hija de Juraknar.

Kirsten no dijo nada. Recogió sus zapatillas y se fue hacia el bosque.

Tras unos minutos de espera, Niara regresó junto a los demás. Kun y Xin reían divertidos y fue el primogénito de los Dra´hi quien preguntó por Kirsten; ella únicamente se encogió de hombros.

***

Casi sin aliento Kirsten llegó al llano donde hacía un rato Kun y ella habían intimado. Se dejó caer al suelo y apoyó las manos en la hierba. Sentía que le quemaban; que iba a prender todo y contempló como poco a poco la zona se iba quemando, tiznándose negra. Con los ojos cerrados no dejaba de repetirse que debía controlarse, no podía perder los nervios; los sentimientos no tenían que atormentarla. Era la hija del fuego. Era lo único que contaba, aun así no controlaba lo que pasaba. Entonces sintió que Kun la rodeaba por detrás. Su cálido cuerpo la envolvía y sus manos, frías, calmadas, se posaron sobre las suyas, colmándolas de paz.

—Suéltalo, Kirsten. Libera todo el dolor que has acumulado estos días. Sé que te estás enfrentando a muchas cosas, que has tenido que aceptar hechos horrendos. Desahógate, te sentirás mejor —le susurró al oído—. Yo estoy contigo, no dejaré que tu poder cause ningún daño. ¡Lo aplacaré!

La chica negaba con un gesto de cabeza a cada palabra del Dra´hi, pero no podía más. Una terrible punzada en su corazón amenazaba con hacerlo pedazos y gritó de rabia, para acabar llorando de manera desgarradora. Tal era el dolor en su llanto, que también encogió el corazón del muchacho. Algo más debía haber pasado, algo más…

El desgarro dio paso a unos lloriqueos apenas inaudibles. Para entonces las manos de Kirsten ya volvían a la normalidad, aunque las consecuencias se veían en la pradera, pues Kun había tenido que helarla con tal de evitar la propagación del fuego, que en ocasiones, hasta escapaba a su poder. El joven le envolvió en sus brazos y esa noche no regresaron con los demás. Durmieron apartados, con la excusa de buscar intimidad. A ninguno les alarmó que ocurriera algo extraño.

Con la mañana, llegó otro día más de descanso. Kun y Xin se batían con las espadas en el llano, aunque en realidad lo que hacía Kun era ver cómo se manejaba Xin con el arma tras la herida de su espalda. El muchacho aún estaba resentido y su manejo dejaba bastante que desear, algo que no pasó desapercibido a Kirsten. La chica anhelaba ser de ayuda y por ello, con herbolario en mano, recolectaba todas las plantas con alguna cualidad beneficiosa.

Frente a un manojo de flores parecidas a margaritas, pero con los pétalos de color azul, la encontró Lizard.

—Hola nena, estás más callada de lo habitual. No he podido evitar preguntarme si te habías marchado a Crysalia sin nosotros.

—Solo intento ser de ayuda —respondió, cortando las flores. Quería centrarse en la tarea, olvidar el daño que las palabras de Niara le habían causado, pues desde que las escuchara, algo se había roto dentro de ella y no sabía si la herida algún día sería reparada.

—Eres portadora de armas sagradas, es todo un honor, no se la concede a cualquiera. El destino te ha elegido, nena, estás destinada a liberar Meira —en respuesta solo recibió una tímida sonrisa—. ¿Estás bien? Si el Dra´hi te ha hecho algo, exijo saberlo de inmediato. No me importa ser quien es, lo mataré, me oyes, ¡lo haré!

—No ha pasado nada, estoy bien. Y gracias por preocuparte por mí —a continuación besó en la mejilla al hombre y se marchó.

Kun la encontró más tarde. No llevaba la camisa; estaba en ropa interior y observó que se había quitado el vendaje que todo este tiempo había cubierto la marca del inmortal. El dragón asomaba fiero en su pecho; ella ya lo había aceptado y el dibujo había terminado de formarse. Le tendió la mano a la chica y ella la tomó. No habían hablado del llanto; el Dra´hi comenzaba a conocer a Kirsten y sabía que no debía presionarla, ella hablaría cuando estuviese preparada.

—Cuando me necesites, siempre estaré para ti, lo sabes, ¿verdad?

Ella se limitó a asentir y pasaron el último día de descanso preparándose para el viaje. Al día siguiente, con las primeras luces, ya estaban listos y lo primero que hizo el Dra´hi fue hacer desaparecer el escudo de protección. Fue entonces cuando Niara vio que Axel estaba allí, en la isla y le dedicaba una sonrisa burlona, pues sabía que en Crysalia no tendría escapatoria. Y antes de poder advertir a los demás, el hombre ya se había marchado gracias a una esfera de viaje.

—¡Es hora de marcharnos, Crysalia nos espera! —anunció Xin.

—Viajaremos en dos grupos —intervino Kun—. Xin, contigo irán Niara y Daksha, y conmigo Kirsten y Lizard, ¿te parece bien?

—Sí, solo será un instante.

Ambos grupos se situaron el uno frente a otro. Lizard miró a su amigo, serio, frío y distante. Odiaban separarse, pero solo serían unos segundos.

Los dragones comenzaron a dibujarse bajo ellos: uno verde para Kun y el grupo que le acompañaba, y otro azul para Xin y los demás. Pero algo imprevisto ocurrió.

Un relámpago negro cayó en el suelo antes de que partieran y al instante sintieron que sus cuerpos temblaban y una sensación terrible en sus cuerpos, como si fueran a partirse en mil pedazos, les golpeaba.

***

Kun notó que volvía a posar los pies sobre tierra, pero estaba tan débil que cayó y comenzó a rodar por las cálidas arenas hasta que algo lo paró. El calor era asfixiante y el dolor muy agudo. Cuando este cesó, encontró fuerzas para levantar la vista y enseguida supo que se hallaba en Crysalia. Sus cielos estaban teñidos de un naranja claro debido a la tormenta de arena que le rodeaba y frente a él había una mujer. Buscó por los alrededores, pero no vio a Kirsten, su hermano ni a los demás. Habían caído separados y se encontraba a merced de una desconocida.

C

r

é

d

i

t

o

s

Hijos del dragón 1. Despertar

Libro I: Revelación

Libro II: Las armas sagradas

©Lucía González Lavado

www.luciaglez.com

© Portada y mapas: Cris Ortega

www.crisortega.com

Maquetación interior: Cris Ortega

Primera edición: Febrero 2015

Has llegado a la página final

Report Page