Despertar

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Capítulo Seis

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Capítulo Seis

Nialdlye estaba sentada en un amplio banco bajo la ventana de la sala de reuniones informales de Savous, jugando con su pelo suelto, mientras escuchaba en silencio.

—No sé lo que dijo —Eyrhaen rompió, mirando abiertamente a través del espacio entre ella y Nalfien. Este estaba sentado en la mesa y ella en una silla a una buena distancia de él—. Fue sólo un susurro. No estuve allí el tiempo suficiente para hacer nada. Y fue más que… —Se interrumpió con una mueca y un suspiro de frustración—. Yo no podría…

Hyle, sentado en la misma mesa con su padre, se inclinó para llamar su atención.

—Eso no importa ahora. ¿Qué más?

Nialdlye apenas se resistió moviendo la cabeza. Eyrhaen se suponía que era la aprendiz de Nalfien, sin embargo, estaba claro que no tenía control sobre ella. Se preguntó por qué, para que luego Eyrhaen fuera manejable en el mejor de los casos.

Nialdlye sintió lástima de cualquier mago que fuera encargado de enseñarle.

La mirada de Eyrhaen cayó a sus manos que tenía unidas en su regazo. La silla era | lo suficientemente grande como para que pudiera esconder los talones debajo, con

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sus botas en el suelo delante de ella. Tan a gusto. En su elemento, segura en el espacio de su padre, a pesar del peligro real que podría haberlos puesto a todos.

—Aire. Espacio. Pero era… espeso. Como si existiera una importante presencia allí.

Detrás de su silla, Brevin y Lanthan montaban guardia en silencio, escuchando con atención cada palabra dicha. Tykir estaba sentado con su padre y su abuelo, leyendo algo y en ocasiones escarbando en los rollos desenvueltos sobre la mesa, entre ellos. Savous e Irin estaban sentados juntos en un sofá cerca de Eyrhaen. Los únicos otros en la sala eran Salin y Gala, quienes estaban sentados en sillas junto a la chimenea y la mayoría guardaba silencio.

— ¿Qué tipo de presencia? —Preguntó Hyle.

—No sé. Como nada que hubiera sentido antes.

Podrías haber preguntado. Nialdlye mantuvo en blanco su rostro. Lo que estaba describiendo Eyrhaen estaba más cerca de lo que ella recordaba de la existencia en el vacío de lo que había oído de los hombres que se habían aventurado en su interior. Se acordó de los tiempos cuando el susurro había sido abrumador, antes de que hubiera aprendido a concentrarse. Pero entonces, había tenido más de un siglo para aprender esa habilidad, junto con el aburrimiento y un fuerte deseo de tener algo de lo que su despótico tutor no supiera nada.

—Nialdlye, ¿coincide con cualquier cosa que hayas sentido?

Miró a Savous. ^

—Algo, sí —Por el rabillo del ojo, vio tensarse a Eyrhaen, manteniendo su mirada apartada—. El espesor de la atmósfera. El sentido de una presencia —Mantuvo su voz, calmada, dispuesta a ayudar a Savous incluso si eso significaba ayudar también a Eyrhaen—. No oí los susurros por décadas, sin embargo. No fue sino hasta que Ale’tone comenzó a dejarme en el vacío por largos períodos de tiempo.

Claramente en contra de su voluntad, Eyrhaen la miró. ^

Nialdlye pasó la mano sobre los collares que cubrían la división creada por el

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chaleco de cuero ceñido que unía sus pechos.

—Cuando empecé a escucharlos, fue abrumador. Pensé que me volvería loca. Pero con el tiempo aprendí a sintonizarme con ellos —Debido a que nunca le habría pedido a Ale’tone su ayuda. La habría castigado por intentar cualquier tipo de magia sin él. Sé lo que es tener a un tirano de maestro, pensó en la mujer más joven. Ni siquiera sabes lo fácil que lo tienes—. Los murmullos llegaron con visiones finalmente.

Más tarde me di cuenta de que eran recuerdos de fantasmas del pasado.

— ¿Cómo sabes eso? —Exigió Eyrhaen, con la curiosidad superando su control. Nialdlye sabía que debía sentirse culpable por disfrutar de eso, pero no lo hizo.

Sus ojos descansaron sobre las rodillas de Eyrhaen, sin confiar en sí misma para mirar directamente a ella.

—Tenía mis sospechas, ya que no reaccionaban a mí. No hasta Radin. Eyrhaen se puso recta, con una mano agarrando el brazo de la silla.

—Pero él no era un recuerdo.

—No. Él era diferente la primera vez que lo vi. Más… sólido — Se movió, muy consciente del creciente calor profundo en su vientre. Radin la había perseguido sus sueños el día anterior, gracias a que Nalfien lo había mencionado. Incluso follar con un compañero dispuesto después de haberse despertado no había disminuido su recuerdo de los sueños altamente sensuales—. Me dijo que a causa de la forma en que murió, a causa de la diosa misma, su alma se salvó intacta.

— ¿Cómo lo sabía?

—Ella se lo dijo.

— ¿Qué otra cosa le dio Ella?

Nialdlye negó. Aparte quizás de Brevin y Lanthan, todos en la sala habían oído describir sus experiencias en el vacío.

—Nunca me dijo más que eso —Y si lo hubiera hecho, les habría dado esa información mucho antes.

— ¿Ella habló contigo? —El desprecio que abiertamente goteaba por los labios de Eyrhaen era evidente.

Mientras que podía entender la confusión con respecto a una deidad que había abandonado a su pueblo, Nialdlye no podía entender el desprecio abierto. ¿Cómo

podía una simple mortal, incluso uno de una raza nacida de Dios, tener la esperanza de saber qué problemas acosaban a una diosa? ¿Cómo podría cualquiera de ellos saber las verdaderas razones de por las que Rhae los había dejado?, y,

¿cómo iban a saber que no tenía planes de regresar? Nialdlye había pasado la mayor parte de su juventud dudando de su propio dios, que había dejado a la gente de Su pueblo morir -el pueblo de ella-, a todos, excepto a ella. Tenía más razones por las que odiar a Su dios, de las que tenía Eyrhaen para odiar a la suya, y ella no odiaba a Tohon. Simplemente nunca había tenido la oportunidad de conocerlo. Tampoco podía entender la falta de respeto abierto a los adultos que claramente la amaban y querían protegerla. Nialdlye nunca había tenido ese beneficio mientras crecía, y resentía que Eyrhaen lo diera por sentado.

Levantó los ojos para encontrar los de la mujer más joven, dejando que su propio desprecio se mostrara.

—No. Ella sólo habló con él.

La ceja de Eyrhaen se elevó, con el reconocimiento de lo que veía en la cara de Nialdlye. Luego su atención abruptamente cambió a Savous a donde estaba en un sofá junto a su verdadera-compañera.

— ¿La diosa te habló alguna vez?

Savous la consideró, entonces miró a Irin.

—Yo no fui el que oyó hablar a Rhae.

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Irin jugó con la pulsera en su muñeca.

—Ella me habló. Me dijo lo que tenía que hacer para salvar la vida de Savous.

Eyrhaen frunció el ceño.

— ¿Esa parte de la leyenda es verdad?

—Sí.

—Pero eras humana en ese momento.

Irin levantó la mirada hacia Eyrhaen.

—Sí.

— ¿Por qué le hablaría a un humano?

Irin frunció el ceño.

—No podría empezar a decir por qué hace nada.

Savous puso un brazo sobre los hombros de Irin, acercándola.

—Rhae no era la única deidad allí. Otra habló también. La otra era peligrosa, Eyrhaen.

La mirada de su hija se dejó caer sobre su regazo. Esa deidad había sido tema de conversación antes de que se hubiera establecido lo que Eyrhaen había visto. Nialdlye había encontrado la información terriblemente fascinante. Eyrhaen no había parecido impresionada.

Savous frunció el ceño.

—Eyre, tienes que tener cuidado.

—No estuve en peligro —Insistió.

— ¿Cómo sabes eso?

—Ella me atrajo allí.

— ¿Cómo puedes estar segura de que era Ella?

Por su mohín rebelde, estaba claro que Eyrhaen no tenía respuesta.

Savous dejó deslizar su brazo por los hombros de Irin, pero entrelazó sus dedos con los de ella, descansando sus manos en su regazo.

— ¿Hay algo más que deberíamos saber? Eyrhaen se quedó mirando al suelo.

— ¿Eyrhaen?

—Volveré a entrar.

Irin frunció el ceño a su hija.

— ¿Has oído algo de lo que te hemos estado diciendo?

—Os he oído —Eyrhaen negó con la cabeza—. Pero no entendéis. He pensado en ello.

Detrás de ella, los dedos grandes Brevin se clavaron en la tapicería gruesa del respaldo de la silla.

—Podrías haber muerto.

Eyrhaen miró la pared del fondo, pero se dirigió por completo a él.

—No he muerto. Se suponía que debía estar allí.

— ¿Se suponía que ibas a desmayarte más tarde también? —Esto de Lanthan fue un suave murmullo.

Esta vez se giró en su silla para mirarlo.

—Es magia nueva. No estaba acostumbrada a ella.

—Razón de más para tomarlo con calma —Dijo Tykir desde su asiento a través de la habitación.

Nialdlye lo miró, fascinada. No había tenido muchas oportunidades de ver a los tres interactuando, pero había oído historias. Hacían el trabajo a la perfección como equipo. El capitán tenía palabras de elogio para los poderes de Tykir y de la

habilidad de Brevin y Lanthan para mantenerlo a salvo. Era evidente que su trabajo en equipo funcionaba dentro y fuera del campo de batalla.

Era muy evidente lo mucho que se preocupaban por ella. Incluso en este entorno cercano con personas que podrían ser de confianza, los tres la cuidaban.

Tres buenos ejemplares machos raedjour y Eyrhaen los trataban como mascotas.

Por lo que Nialdlye había oído, se burlaba de ellos y los llamaba sus amantes, pero nunca los dejaba verdaderamente tenerla, nunca los dejaba penetrarla. Estaba esperando algo, y nadie sabía lo que era, al menos todos los pobres chicos que esperaban por ella.

Eyrhaen resopló, sentándose hacia delante de nuevo. Su resentimiento se sentía como un fuego lento en el mismo aire, afectando a todos. La emoción empezó a manar por lo que fue difícil para Nialdlye saber si estaba irritada en como sentía o si se trataba de una reflexión.

—Tengo que hacer esto —Antes de que nadie pudiera protestar, levantó la mirada y se encontró con Savous—. Es importante.

El asintió. Esto podría respetarlo. ^

— ¿Cómo es eso?

—Me llama a mí.

—Eso no significa necesariamente que sea algo bueno.

Ella sacudió la cabeza.

—No es malo.

— ¿Cómo sabes eso?

—Es difícil de explicar.

Se inclinó hacia delante.

—Inténtalo. Por favor, entiende. Todos estamos preocupados por tu seguridad. Eres personalmente muy importante para nosotros. Para todos nosotros. También eres muy importante para nuestro pueblo. No estaría dispuesto a que te arriesgaras.

Nialdlye se mordió el interior del labio, ofendida de verlo prácticamente mendigarle.

Eyrhaen difícilmente lo reconoció.

—Pero tengo que ser yo. Es lo que tengo que hacer.

— ¿De acuerdo con quién?

—Con Rhae.

— ¿Cómo sabes eso?

Ella hizo una mueca.

— ¿Cómo sé estas cosas? Te lo dije, no oí nada en palabras, todo fue un desorden —Golpeó la mano en el brazo de la silla—. Pero lo siento en mis entrañas. Es importante, no sólo para mí sino para todos nosotros. Para la vetriese y para Radin.

Nialdlye apretó los dientes. ¿Debería ella empeorar las cosas?

Savous frunció el ceño.

— ¿Por qué? ¿Qué tiene que ver con eso?

—Es una parte de eso. Él vivió dentro durante siglos. Si alguien me puede ayudar, puede ayudar a Ella, y lo haría a él. Si tan sólo pudiera despertarlo.

Nialdlye tenía sus propias objeciones para que Eyrhaen pasara el tiempo con Radin, pero sabía que la fascinación de su hija con Radin no le caía bien a Savous. Era comprensible. El hombre había sido su mentor y amante durante siglos, había

sido un posible tercero en un ménage entre Savous y su verdadera-pareja. A decir de todos, los dos hombres habían estado tan cerca como cualquier otro podría haberlo estado. Mientras que los raedjour eran una sociedad sexualmente abierta, tendían a alejarse de los compañeros sexuales de sus padres.

Savous hizo una pausa y suspiró, sentándose.

— ¿Tú, por lo menos, estás de acuerdo en permitir que Tykir, Brevin y Lanthan estén contigo en esto?

Ella se congeló, igual que los jóvenes.

— ¿Por qué ellos?

Savous miró a los tres hombres. Entonces su mirada se posó de nuevo en su hija.

—Porque, de todos, me temo que son los únicos en quienes puedes confiar. Parpadeó, claramente sorprendida.

—Papá, no es que no confíe en ti, es sólo que… No lo entiendes.

—No. No lo hago. No entiendo por qué continúas tomando riesgos con tu propia seguridad. No entiendo por qué no buscas el consejo o por lo menos dejas que los demás monitoreen lo que haces, así podrían ayudarte —Su tono expresaba frustración y miedo.

Que Eyrhaen había escuchado claramente.

—Yo no…

—Tu imprudencia y tú os volvéis cada vez más y más peligrosas. Así que aceptaré que vas a hacer lo que quieras hacer, pero te pido que dejes a los que se preocupan por ti velar por tu seguridad.

Brevin y Lanthan intercambiaron miradas, después su sorpresa se volvió determinación. Tykir miró al rhaeja por un momento en silencio antes de fijar su mirada en Eyrhaen. El rhaeja y su hija sólo tenían ojos para el otro.

Ella tragó.

—De acuerdo —Era un acuerdo reticente, pero era un acuerdo.

—Está bien —Se reunió con la mirada de Brevin—. ¿Es esto aceptable para vosotros?

—Sí, mi rhaeja.

Savous lo tomó como una aceptación general, únicamente mirando a los otros dos.

—Esto lo resuelve, entonces —Una vez más, miró a su hija—. He sentido corazonadas de la divinidad yo mismo. Cada rhaeja en la historia ha recibido la instrucción directa de Ella. ¿Quién soy yo para decirte que estás equivocada? — Evitó mirar la mirada puntiaguda de su pareja verdadera—. Sin embargo, trata de recordar que sólo porque las instrucciones lleguen a ti en tus sueños, no quiere decir que tengan razón o que sean buenas.

Eyrhaen bajó la mirada.

—Sí, mi rhaeja.

Oh, ahora ella era respetuosa. Ahora que había conseguido todo lo que quería. Nialdlye se mordió el interior de la mejilla para evitar gruñir.

—Lo digo en serio, Eyrhaen. Brevin, Lanthan y Tykir estarán contigo en todo momento cuando estés en la vetriese o con Radin.

— ¿Qué pasa con Nalfien?

Ahora Savous gruñó.

—Eyrhaen, sólo puedes empujarme hasta cierto punto. Nalfien sigue a cargo de Radin hasta que despierte.

Nialdlye sólo pudo preguntarse cómo planeaba hacerla cumplir esa orden.

Eyrhaen lanzó una mirada al mago más viejo, pero contestó con una rápida cabezada.

—Gracias, papá.

Él asintió, luego miró al Salin.

— ¿Le dirás a Jarak sobre las nuevas órdenes de Brevin, Lanthan, y de Tykir? Me imagino que todavía pueden servir de guardia ocasional. Estoy seguro de que Eyrhaen entenderá sus otros deberes.

Eyrhaen hizo una mueca, pero no hizo ningún comentario.

Salin se limitó a asentir.

—Lo haré, mi rhaeja.

Savous miró a su alrededor, y luego soltó el aliento.

—Entonces creo que se levanta la sesión. ¿Eyrie?

Su hija se detuvo una vez que se había levantado.

— ¿Vas a venir a cenar con tu madre y conmigo?

Echó un vistazo a Irin, y luego a él. Era evidente que quería decir que no, pero a pesar de toda su naturaleza rebelde, era lo suficientemente inteligente para escoger sus batallas. Sonrió.

—Lo haré.

Nialdlye posó sus pies en el suelo, pero se mantuvo en su asiento mientras los demás se levantaban. Observó en silencio mientras Eyrhaen sacaba a los jóvenes de la habitación. Era como si un peso se elevara en el aire. ¿Sería la opresión de su energía fuera de control, o sería sólo por ella?

Irin vino a sentarse a su lado. Las dos mujeres se inclinaron juntas, presionando sus hombros desnudos.

—Lamento que hayas tenido que ver eso —Murmuró Irin. Nialdlye apoyó la cabeza sobre el hombro de su amiga.

—No pasa nada —Ella y su pareja verdadera Savous se habían convertido en buenos amigos durante ciclos. Había quienes creían que Nialdlye era amante de Irin y Savous, que su hija era otra hija del rhaeja. La mayoría podía creer eso, a pesar del calor sexual casi constante que corría, pero su relación con ellos permanecía platónica. Había sido muy cuidadosa, de hecho, de no follar con cualquier varón que tuviera compañera verdadera, a pesar de las muchas ofertas de tríos y demás. Dada su condición única, era vista como una cuestión moral. Había cientos de hombres sin pareja entre los raedjour. Prefería compartir sus favores con los que no podían encontrar a su propia pareja-verdadera.

Savous habló en voz baja con Salin. Luego, el ex comandante se fue y Savous se asomó a la ventana. Se levantó y lo miró a los ojos, triste al ver lo cansado que parecía.

—Nialdlye, me gustaría pedirte un favor.

Se enderezó, lanzando la mayor parte de su cabello detrás de su hombro.

—Pide cualquier cosa de mí, mi rhaeja.

—Visita la vetriese. Visita a Radin —Trató de ocultar su sobresalto, pero no estuvo segura de haber tenido éxito—. Me doy cuenta de que es potencialmente peligroso,

y no te lo pediría, pero… Eres la única con la probabilidad de tener una experiencia similar a la de Eyrhaen. Tenemos que saber si lo que ve y hace es singular para ella.

Ella inclinó la cabeza hacia un lado.

—Soy de una raza diferente.

—Eres lo más cerca que podemos llegar. No hay ninguna mujer nacida humana sin pareja, con capacidad de nivelar a un hechicero, y no tenemos a otro elfo nato que tenga edad. Tisla no es lo suficientemente mayor —Le tomó la mano y se la apretó—. Siento pedirte esto. Toma todas las precauciones que necesites para sentirte cómoda. Podemos tratar de reorganizar el calendario de Hyle —Detrás del hombro derecho de Savous este asintió—. Pero las cosas se están moviendo demasiado rápido, y me estoy quedando sin opciones —Él lo mantuvo personal, con un "yo" en lugar de un “nosotros”. Quería que ella se diera cuenta que podía ^ objetar, a pesar de que claramente esperaba que no lo hiciera.

Había sido tan bueno con ella. Todos ellos lo habían sido. ¿Cómo podía negarse?

—Voy a hacer lo que haya que hacer, mi rhaeja.

* * * * *

Están hablando de mí. Eyrhaen era plenamente consciente de que sólo ella, Brevin,

Lanthan y Tykir habían salido de la habitación. Los "adultos" se habían quedado atrás, decidiendo sobre la manera de limitar su acceso tanto a la vetriese como a Radin. Había ganado un poco en esa reunión, pero sabía que todavía no tenía ^ libertad de acción.

Corriendo por el pasillo, omitió el tramo de escaleras que la llevaría hasta su antigua habitación y en su lugar se dirigió a otro que la llevaría a la entrada a la torre principal. No importaba que Brevin, Tykir y Lanthan la siguieran pegados sus talones. Papá quería supervisarme, ¿no? Se rió en voz baja al llegar a la parte inferior de las escaleras. En realidad, con sus escoltas actuales, era menos probable que la molestaran. Quizás papá me hizo un favor.

—Eyrhaen.

El sonido de la voz de Lanthan la sorprendió lo suficiente como para detenerse. Hablaba tan poco.

Se abalanzó sobre los dos escalones que los separaban y la agarró del brazo para hacerla girar de cara a él. Parpadeó, sorprendida por la intensidad de su mirada.

— ¿A dónde vas?

Su ira típica tardó en llegar, gracias a su curioso enfrentamiento.

—A ver a Radin.

La verdad se derramó de sus labios antes de que pudiera detenerla.

—Ahora. Antes de que me puedan detener.

La intensidad de su mirada no estuvo en absoluto disminuida por la franja de pelo que amenazaba con oscurecer su ojo derecho, a pesar de la cinta envuelta alrededor de su frente.

— ¿Por qué?

La verdad se derramó de sus labios antes de que pudiera detenerla.

—Ahora. Antes de que me puedan detener.

La intensidad de su mirada no estuvo en absoluto disminuida por la franja de pelo que amenazaba con oscurecer su ojo derecho, a pesar de la cinta envuelta alrededor de su frente.

— ¿Por qué?

— ¿Qué?

Sus ojos se oscurecieron de cristal claro a un crepúsculo mientras él entrecerraba los ojos. Fuertes dedos se hundieron en su antebrazo.

— ¿Por qué él? ¿Por qué Radin?

Antes de que pudiera responder, Brevin se acercó, apoderándose de sus dos hombros.

—No aquí.

Se dejó meter en un cuarto cercano, mientras la curiosidad por saber lo que estaba mal con Lanthan para querer sacarle información a ella. No había muchos muebles. Una sólida mesa, sillas y una mesa angosta en un mural antiguo. Una vez pudo haber sido una sala de estar, pero ni siquiera podía recordar para lo que podría ser utilizada ahora. Había poco polvo, lo que demostraba que los chicos a cargo de la limpieza hacían su deber, pero la habitación se sentía inutilizada. Brevin cerró la puerta y se puso de espaldas al panel, custodiándolo apoyándose en él. Con un pensamiento de Tykir encendió las velas de los candelabros a ambos lados de la puerta, y una ola vagó de su mano precedida de un pulso suave de magia para que la sala tuviera aislamiento acústico.

Lanthan se detuvo junto en una de las robustas sillas de la mesa y se volvió hacia ella.

— ¿Por qué estás obsesionada con Radin?

La alfombra raída apenas amortiguaba la piedra debajo de la suela acolchada de sus zapatos mientras daba dos pasos delante de él y ponía las manos en sus caderas.

— ¿Cómo es eso algo de tu incumbencia?

Su mirada se mantenía estable en una cara nuevamente inexpresiva, pero lo conocía lo suficientemente bien y lo suficiente para ver que estaba molesto. El hecho de que se enfrentara a ella era una medida de sus sentimientos.

—Cualquier cosa que sea peligrosa para ti me concierne.

Su ritmo cardíaco se aceleró, tocándola a pesar de su molestia de ser puesta en tela de juicio.

—Él no es un peligro.

Brevin resopló.

— ¿Cómo sabes que no lo es? El rhaeja y Hyle creen que lo es.

—No lo hacen. No saben qué pensar.

—Si ellos no saben lo que es, ¿cómo puedes saberlo tú?

Apretó los dientes. ¿Cuántas veces había explicado eso?

—La diosa lo ha protegido.

Brevin movió la cabeza en dirección vaga a la sala de reuniones arriba. —Eso no es lo que has dicho ahí arriba.

—No importa lo que dijera allá arriba.

Tykir se movió, apoyándose al otro lado de la mesa. Su pelo largo suelto se derramaba sobre un hombro, con la punta sólo acariciando la superficie pulida.

— ¿Te dejaste algo?

—No, ¡No lo hice! —Dio un pisotón, consciente de que estaba ahora en medio de los tres sin ningún lugar para correr.

—Entonces, ¿cómo sabes que no es un peligro?

— ¡Porque lo sé! —Miró a Brevin, tomando su postura casual como una afrenta—. ¡Nialdlye dijo que era él! —Por mucho que odiara utilizar a la otra mujer como prueba, había sido la última en hablar con él—. Él le dijo demasiado de nosotros para no creer que no era él.

Lanthan negó con la cabeza.

—No lo sé. No sabes lo que podrían tener en sus recuerdos. Valanth gobernó durante siglos con un dios diferente, y ni siquiera lo supimos.

Sus ojos se abrieron en estado de shock. ¿Lanthan estaba citándole la historia a ella? Apenas le gustaba pensar en las cosas que habían sucedido hacía apenas una luna, y mucho menos cuando era simplemente un niño.

La acechó, encerrándola contra la mesa. Una de las pesadas sillas volcó cuando la hizo a un lado.

—Tú no sabes nada.

Sus fosas nasales se abrieron, llenándose con el olor de él. Incertidumbre y frustración, su ira le provocó una excitación que le hormigueó en la piel. Ella tragó.

—No es malo. Lo sé.

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