Despertar

Despertar


Capítulo Veinte

Página 29 de 38

Capítulo Veinte

Eyrhaen parpadeó despertándose, encontrándose que a su lado estaba Radin completamente vestido. Lo último que recordaba, era verlo completamente desnudo y con el pelo despeinado por el sudor. Frunció el ceño:

—Has hecho que me duerma otra vez.

—Sí.

Se echó hacia atrás levantando los codos. Ella aún estaba desnuda.

— ¿Por qué?

Él se puso de pie y fue hacia la sala principal de la suite.

—Fui a buscar la cena

—No —Ella retiró la manta que le cubría haciendo que sus piernas quedaran colgando por el lado de la cama—. No. No lo hiciste.

Mientras salía por la puerta, él se encogió de hombros.

—Salí para hacer una cosa.

Mientras apretaba los dientes, ella irrumpió en la sala detrás de él.

—No vuelvas hacer que me duerma cada vez que tú te marchas de la habitación.

Desesperadamente, trato de mantenerse en calma mientras se aferraba detrás de la gran mesa solida repleta de comida para dos personas. Su atención se detuvo en los trozos de la fruta galpa que él mostraba mientras repartía un filete grueso de carne Yarin.

—Tengo que estar seguro de que no vas a vagar por ahí sola. O te metas en algún problema mientras no estoy.

—Llévame contigo.

—Todavía no.

—Al menos déjame probar mis propias ideas. Puedo entretenerme por mí misma.

Ya sabes.

Él arqueó una ceja.

—Ese es exactamente mi miedo.

Cruzó sus brazos debajo de su pecho haciendo caso omiso a los rugidos de sus estomago.

¿Miedo a que tus escudos no me mantengan aquí?

—Quizás.

Su divertida admisión no calmó el enojo de ella.

— ¿Cuánto tiempo me has mantenido aquí?

—Alrededor de una luna.

Ella parpadeó.

— ¿Tanto tiempo?

Él se encogió de hombros.

—Aprender a controlar todo ese poder lleva su tiempo. Lo estás haciendo muy bien.

Todavía no estaba apaciguada. Incluso en ese momento, podía sentir su poder hirviendo dentro de ella y a su alrededor. Ahora no era tan aterrador cuando podía distinguir su propio cuerpo de la magia alrededor. Al menos ahora estaba consciente, y se sentía casi normal, físicamente hablando.

— ¿Cuánto tiempo he estado despierta?

Él sabía lo que quería decir. No despierta era lo opuesto de dormida. Despierta en vez de estar flotando en el vacío de su propia mente con él como única sujeción.

—Ocho noches.

Cuatro noches aprendiendo de nuevo a ser mortal. Recordaba las primeras noches vagamente. La mayoría llorando, apretándose contra él para buscar consuelo. Sobretodo teniendo sexo. Su ingle se calentó con ese pensamiento pero no estaba lista para calmar ese deseo. Tenía que hacerse valer si quería tener independencia. Él le había contado un poco lo que ocurría fuera de la habitación. Algo sobre el regreso de los rebeldes, y cómo él y Savous estaban trabajando para traerlos de vuelta a la comunidad, pero todo era alto nivel.

— ¿Te preguntó mi padre por mí?

—Siempre lo hace.

¿Quién más preguntaría por ella? ¿Lo haría alguien después de lo que había causado?

— ¿Y qué le dijiste?

—Que estabas haciéndolo muy bien.

Cuando terminó de llenar su plato, cogió el cuchillo y se fue a comer junto al fuego. Sus dedos se cerraron fuertemente.

— ¿Puedo verle?

—No -Dijo Radin despreocupadamente mientras se sentaba—. Demasiado peligroso.

Ella dio una patada al suelo sabiendo que era algo muy infantil, pero lo hizo de todos modos. El enojo era más fácil de soportar que el miedo.

—No le haría daño a mi padre.

Él comenzó a comer sin responder nada más.

— ¡Radin!

— ¿Si?

—Respóndeme.

—No has preguntado nada.

Ella frunció el ceño. Él había aprendido esa técnica de Nalfien. No le había gustado ni cuando el mago mayor la había usado.

— ¿Por qué no puedo ver a mi padre? ^

—Preguntado y respondido.

Elevando sus dedos en forma de garras en el aire, gritó a pleno pulmón. Aunque sabía que no serviría de nada. Sus hechizos, respaldados por dos dioses, sellaban la serie de habitaciones completamente, incluido el sonido que le llegaba a ella de la ciudad. Se sentía como ciega, incapaz de detectar a las personas a las que solía monitorizar sus pensamientos.

— ¿Por qué me retienes aquí? —Le acusó con el dedo—, y no me digas que es demasiado peligroso.

Él se encogió de hombros y guardó silencio. El fuego en la chimenea salió en una | llamarada cuando ella lanzó un hechizo. Radin miró levantando las cejas. Sus ojos se volvieron completamente brillantes y calientes, después ella sintió como la magia iba disminuyendo y las llamaradas del fuego también.

—No soy peligrosa.

—Lanzar fuego en un arrebato, ¿no es peligroso?

—Yo no soy peligrosa, sólo que estoy enfadada contigo.

Él sonrió.

—Eres peligrosa porque acostumbras a lanzar hechizos cuando estas enojada.

Tienes una energía muy fuerte sobre todo cuando te dejas llevar por tus emociones para no ser un peligro.

Agarró la parte posterior de una silla y la sacudió, tratando de ignorara el crujido de la madera por su fuerte agarre. Sus razones era algo que ya había oído.

—Puedo controlarme.

Él soltó un gruñido. Malhumorado, y además sabiendo que ella también lo estaba, volvió a la mesa para llenarse el plato. ^

—Estar aquí es aburrido.

—Cuanto antes domines tus poderes, antes podrás reunirte con el resto.

o

Ella cogió un cuchillo y cortó la carne Yarin que le había servido.

fe

— ¿Alguien más a preguntado por mí? —El aroma salado hizo que su boca se le | hiciera agua cuando llevó su trozo de carne a la boca.

15

Se negó a mirarlo cuando él hizo una pausa, sabiendo que la estaba mirando. Podía sentir como hurgaba en sus pensamientos mientras masticaba y cortaba otro pedazo. Algún día aprenderé como haces eso. ^

Él se rió entre dientes.

—Seguro que lo intentaras —Porque su pensamiento era totalmente incomprensible para ella, nada que ella no pudiera darle sentido—. Sí. Brevin preguntó por ti.

Recordó a su amigo y el dolor que había sentido antes de que el infierno se desatara. Sabía que había sido Brevin, aunque no estaba segura como había adquirido ese conocimiento. También sabía que él había sido curado, pero hasta

que no lo viera con sus propios ojos estaría preocupada. Continúo comiendo su filete de pie junto a la mesa. Mantuvo su tono de voz despreocupado de forma deliberada, y además mantuvo su ritmo cardíaco normal.

— ¿Está bien?

—Está bastante bien. Igual que Lanthan y Tykir. Son un trío extraordinario. Entiendo porque te preocupas por ellos.

Ella suprimió una oleada de calor en su corazón, rechazando los pensamientos que cruzaban su mente.

—Deberías pasar más tiempo con Tykir. Creo que apreciarías como trabaja su mente.

—No tengo ninguna duda. Si es parecido a su padre, seguro que será un hechicero notable.

No estaba de más que se sintiera orgullosa de su amigo. Había crecido con Tykir y sabía que era especial. Los tres eran especiales. Ellos no la dejarían sola en una aburrida habitación, aunque la hubieran mantenido segura dentro. Siempre trataban de ayudarla. La apoyaban incluso cuando no estaban de acuerdo o no entendían lo que ella hacía. Se fue apoyando de un pie al otro, ignorando el calor que salía de su sexo.

— ¿Te gustaría verles?

Sus pensamientos se detuvieron y el cuchillo quedó suspendido a escasos centímetros de la carne.

— ¿Qué?

—A tus tres amantes. ¿Te gustaría verles?

Ella lo miró de reojo pero su rostro no mostraba ningún signo.

—Tú me has mantenido alejada.

—Sí. Pero podría reconsiderarlo por ellos.

— ¿Por qué?

—Me inclino a pensar que tus amantes estarán seguros aquí.

Ella cortó un trozo de la carne que le quedaba.

—No son mis amantes. Son mis amigos.

—Semántica. He leído tus pensamientos. Tú los amas.

Se crispó, se sentía incomoda siendo un libro abierto para cualquier persona.

—Yo te tengo ahora a ti —Dijo lanzándole una sonrisa demasiado dulce por encima de su hombro—. Eres mi compañero verdadero.

¡

Oh sí. Ella lo sabía. El hilo de unión entre ellos era increíble, algo que le había permitido a ella aferrarse cuando sus hechizos amenazaban con desbordarse. Él era su base, su piedra de toque, y no podía negarlo.

Un revoloteo de molestia paso delante de su rostro pero rápidamente se fue, pero I no antes de que ella lo viera.

—Has querido compañía durante días. Y ahora ¿rechazas mi primera oferta?

Antes de responder, colocó el cuchillo sobre lo que quedaba de carne. Limpiándose la boca de los restos de jugo se acercó a él y cuidadosamente le colocó el pulgar en su labio inferior. Con calma él renunció a su plato, mientras ella lo colocaba sobre una mesita auxiliar, luego se sentó en la silla para que ella se sentara sobre su regazo. Apoyó sus antebrazos sobre sus hombros. El suave tejido de su pantalón verde se frotaba en la cara interna de sus muslos, mucho más agradable que el bordado del cojín del asiento donde descansaban sus rodillas. Ella le plantó un suave beso en sus labios.

— ¿Me estas ofreciendo para ser compartida con ellos?

Sus ojos cambiaron a un extraño rojo y negro, una indicación de que tanto él como su magia estaban calmados. Él colocó sus manos sobre su cintura.

—No.

—Entonces, ¿por qué les mencionas?

—Estoy más que dispuesto a eso a que disfrutes de ellos por tu cuenta. — ¿Eso no es peligroso?

—Tal vez no

— ¿Qué te hace pensar que los quiero sin ti?

—Tú los amas.

—Te amo a ti.

Mirándola a sus ojos, él negó ligeramente su cabeza —No así.

Ella no quería enojarse. Finalmente reunió el suficiente valor para hacer la pregunta que tanto temía hacerle.

— ¿Me amas?

Él la beso, en uno de sus besos lentos y exquisitos. Podía dar testimonio de que Radin no había olvidado sus dotes de seducción legendarias durante su ausencia. Contenta, se inclino más hacia él, presionando sus pechos sobre su torso desnudo, pasando sus dedos por su pelo para retirar la cinta que mantenía su pelo atrás. Ella agarró su lengua atrayéndola hacia su boca, deleitándose con la acaricia mientras la magia los rodeaba. No así, respondió en su mente mientras tenía la boca ocupada.

Ella se separó ligeramente de sus labios, meciéndose en sus brazos mientras asimilaba sus palabras.

¿Por qué no?

—Yo amo a otra —Susurró contra sus labios, deslizando uno de sus dedos por detrás bajando hasta tocar su culo—. Como lo haces tú.

—No —Esa mentira le produjo un sabor amargo, por lo que introdujo su lengua dentro de su boca. Quería amar a Radin. No quería estar atada a un compañero verdadero sin amor.

Se apretó más contra él. Deslizando una mano suavemente por su pecho le dio un tirón a su cinturón. Un gemido inconsciente escapó de su garganta mientras liberaba su polla para mantenerla, dura y lista, en la palma de su mano. Así de fácil, sólo con estar cerca de él y ese beso, ya estada lista y desesperada por él.

—Negarlo no hace que no sea cierto —A pesar de su erección, él mantuvo la calma. Incluso a punto de hacer el amor, mantenía las distancias. Ella lo sentía. Y eso le molestaba.

Decidida, ella tiro de los pantalones hacia abajo, liberando su entrepierna lo mejor que pudo teniendo en cuenta en la posición que estaba. Es diferente. Ayudándose de las rodillas cambio de posición haciendo que su cadera fuera hacia arriba.

—Lo que tenemos es especial — Ella tocó la punta de su polla con los labios de su sexo, llevándolo a través de sus jugos.

El colocó sus manos en la cintura de ella estabilizándola, mientras él obedientemente se deslizaba hacia delante en la silla.

—Lo que tenemos es especial —Sus palabras sonaron verdaderas— Pero eso no quiere decir que estemos enamorados.

Todo su cuerpo se estremeció de necesidad. En un segundo, ella se dejó caer en él, envolviendo su polla con su sexo y lanzando sus senos contra su pecho. Él gruñó

por el asaltado resbalando en la silla y agarrándose antes de caer. A su alrededor partículas de las divinidades los cubrían con magia. Rhae y Tohon aprobaban esta unión envolviéndolos.

Apretando los dientes, se levantó dándose impulso para volver a empalarse, sabiendo que no podía conseguirlo de este modo, pero lo intentaría de todos modos.

—Voy hacer que me ames.

Él coloco una mano en su pelo, lo agarró y tiro hacia atrás, su otra mano en la parte bajo de su espalada apretándola contra él cuando su canal se contraía alrededor de su polla.

—Eso no va a suceder. ^

Ella gritó, cuando todo su mundo empezó a girar, al echarse más hacia atrás cayó al suelo. Milagrosamente, o quizás debido a la magia, los cuerpos siguieron unidos, haciendo que su polla entrara más profundamente en ella. Los dedos de él enterrados profundamente en el pelo, manteniéndola para que no apartara su mirada.

—Nosotros estamos obligados a estar juntos más que cualquier pareja raedjour, es ^ cierto —Un empuje—. Nosotros tenemos que controlar nuestra magia que incluso nuestros dioses están aún aprendiendo a utilizarla —Otro empuje—. Yo estoy obligado a cuidar de ti y haré todo lo posible por ayudarte y protegerte —Otro empuje y otro más. Entonces él paró, colocó sus codos por encima de ella, su pelo cayendo en forma de cortina. Sus ojos brillando en un sutil color rojo especial—. ^

Así que confía en mí cuando digo que nosotros no estamos enamorados.

Ella le arañó sus antebrazos, cerrando los ojos para tratar de controlar esa magia que sentía dentro de ella y que apenas podía mantener controlada.

—No, ¡ah! —Su cuerpo se sacudió cuando él empezó otra vez a empujar dentro de ella, cada vez más fuerte y profundo—. No lo quiero de esa manera.

La hebilla de su pantalón estaba colgando y con cada embestida golpeaba su muslo. —No es algo sobre lo que tú tengas cualquier control.

Sus manos se enroscaron en el cuello de él y tiro hacia ella. Él no se resistió descansando sobre ella, mientras sus caderas aún bombeaban contra sus muslos. La magia giraba en torno a ellos, haciéndola sentirse mareada. Se aferraba a él como si fuese lo único solido en su mundo, mientras la alfombra y el suelo de piedra bajo ella se fue desvaneciendo de sus sentidos.

—Nosotros somos algo nunca visto entre los raedjour, ni siquiera Rhae ni Tohon lo habían pensado nunca —Sus palabras sonaron duras en medio de esa tormenta, un golpe de sentido que la hizo balbucear—. Nosotros somos más o menos lo que ellos querían que fuésemos. Ser verdaderos compañeros fue un medio para su fin.

Ella se arqueó. Cada escudo mágico que había podido levantar estaba siendo derrocado. Gritó cuando llegó al clímax y el placer la cegó. Más sentido que sensaciones, en lugar de una mera idea, se fundió con Radin y encontró un ajuste perfecto en lo que eran. Pero era un ajuste confuso. Sin sus cuerpos, tan íntimamente vinculados, se habían vuelto de espaldas en vez de estar cara a cara.

Lo sentía, sabía que él era una parte de ella; esto no se parecía a cualquier otra unión que tuviera sentido. Sabía que él estaba dentro de ella, como ella dentro de él, pero ese consuelo extra que sus instintos le decían que debería estar allí, estaba ausente. Enfadada confusión se apoderó su clímax, y ella se negó a disfrutar, mientras sin piedad se reunió a si misma de nuevo.

Cuando la realidad regresó, cuando volvió a sentir la piedra y la alfombra debajo de su espalda y al hombre encima de ella, cuando por fin el aire volvió con trabajo a sus pulmones, trayendo consigo el olor de sudor fresco y el almizcle del sexo, fue cuando por fin abrió los ojos y se encontró con su mirada. Húmedos mechones de pelo le caían sobre los ojos, que lentamente se estaban convirtiendo de rojo a negros.

Las lágrimas amenazaban por las esquinas de sus ojos.

—Si nosotros somos algo nuevo e inesperado, entonces ¿cómo sabes que no estamos enamorados?

Él se impulso sobre sus brazos por encima de ella, el sudor aceitoso de él brillaba a la luz del fuego. Le pasó un dedo brevemente por la punta de la nariz de ella.

—Conozco mi corazón, y he visto como tratas de ignorar al tuyo.

—Vaya, ¿ahora puedes leer mi corazón?

—Puedo, cuando la verdad es tan dolorosamente obvia.

Ella frunció el ceño mientras él se subía sobre sus rodillas, estremeciéndose un poco de excitación cuando su polla ya blanda se deslizó fuera de ella. En algún momento cercano, esperaba tener relaciones sexuales sin la distracción de la magia, por lo ella pudiera ser totalmente consciente de todo lo que ocurría a su alrededor.

Hasta ahora, pasado cierto punto, todo era borroso.

—Por cierto, bien hecho, por tu control —Dijo con calma, extendiendo una mano para ayudarla.

Ella miró la mano, volviendo su atención hacia su interior. Los escudos que él había tratado de enseñarle eran muchos más fuertes Los zarcillos de magia que I había perdido la esperanza de tener estaban contenidos. No se atrevía a empujar

'g

sobre sus protecciones por miedo a romperlas, pero sabía que estaban allí.

—Ahora son inestables —Dijo él cogiéndole la mano—, pero lo conseguirás.

Venga. Mira tus ojos. |

Permitió que la pusiera de pie.

— ¿Mis ojos?

Él no dijo nada mas, simplemente se fue caminando hacia el dormitorio. Justo en el momento que ella llegó junto a la puerta, había descolgado un espejo redondo de sesenta centímetros de diámetro que estaba colgado encima de la cómoda. No le

había permitido ver su reflejo desde que había despertado. Su primera reacción fue la de dudar. Pero cuando él se apartó a un lado y le hizo un gesto para que se acercara, su curiosidad pudo más.

Impresionada se llevo sus manos al pecho para mantener el equilibrio. El reflejo de él aparecía sobre sus hombres mientras que ella se reconciliaba con lo que estaba viendo. Era como si en toda la órbita de su iris el rojo hubiera estallado, y ahora ese color se derramaba por todo su globo ocular, y el blanco se había puesto en un tono más profundo. Sus ojos se veían exactamente como los ojos de él.

— ¿Qué significa?

—Significa que estas haciéndolo muy bien.

Con un dedo, abrió más su parpado para comprobar que no había más tono blanco ^ en sus ojos. Era extraño ver el color negro tan parecido a su tono de piel, excepto que era menos brillante. Húmedo pero no brillante. Muy parecido al negro de la

nada. Parecían diferentes. Pero por el momento, no estaba segura de que su cuerpo no fuera diferente al anterior.

— ¿Qué aspecto tenían antes mis ojos?

—No es importante ahora. ^

Ella se preocupó pero apartó por el momento la idea.

— ¿Esa era otra de las razones por la que no querías que nadie me viera?

Él se rió entre dientes.

—Muy astuta.

—Podrías habérmelo dicho.

— ¿Y dónde estaría la diversión entonces?

—Eres exasperante.

Él empezó a reírse, saliendo de la imagen reflejada.

Él empezó a reírse, saliendo de la imagen reflejada.

—Es una cualidad. Nuestros dioses me han asegurado, que eso me hace especialmente calificado para las tareas que me han dado.

Ella dejó de mirarse en el espejo, permitiéndose un tiempo para asimilar la novedad.

—Es una cualidad. Nuestros dioses me han asegurado, que eso me hace especialmente calificado para las tareas que me han dado.

Ella dejó de mirarse en el espejo, permitiéndose un tiempo para asimilar la novedad.

— ¿Y cuál se supone que es mi cualidad? Él se sentó para quitarse las botas.

— ¿Y cuál se supone que es mi cualidad? Él se sentó para quitarse las botas.

—Creo que es la mismo —Ella le permitió que colocara las botas a un lado y pudiera quitarse los pantalones. Brevemente, sonrió por el encima del hombre a su reflejo. Podía luchar contra ella todo lo que quisiera. Sabía que él era suyo.

El resoplido que él hizo la sacó de sus conclusiones

—Eso y pura obstinación.

Sonriendo tanto que él podía ver sus dientes, se le fue acercando, mientras echaba a un lado sus pantalones.

—Yo creo que esa es otra de las cualidades que nuestros dioses tienen gran estima. Con un suspiro, permitió que lo tumbara sobre su espalda en la cama.

—Lamentablemente. Creo que tienes razón.

—Creo que es la mismo —Ella le permitió que colocara las botas a un lado y pudiera quitarse los pantalones. Brevemente, sonrió por el encima del hombre a su reflejo. Podía luchar contra ella todo lo que quisiera. Sabía que él era suyo.

El resoplido que él hizo la sacó de sus conclusiones

—Eso y pura obstinación.

Sonriendo tanto que él podía ver sus dientes, se le fue acercando, mientras echaba a un lado sus pantalones.

—Yo creo que esa es otra de las cualidades que nuestros dioses tienen gran estima. Con un suspiro, permitió que lo tumbara sobre su espalda en la cama.

—Lamentablemente. Creo que tienes razón.

Ir a la siguiente página

Report Page