Deepweb

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Capítulo 23

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Durante toda la noche los agentes del Grupo de Policía Judicial de la Comisaría de distrito de Cervantes estuvieron revisando documentación y llevándola a comisaría. Entre ella destacaba un pasaporte andorrano y una tableta electrónica propiedad del fallecido Eric, que realmente se llamaba Walter. A la mañana siguiente, todavía temprano y tras un café muy rápido en el bar que estaba bajo la comisaría, Perteguer entró en el despacho que ocupaba Samir y dejó caer una página impresa sobre la mesa, delante de los ojos del oficial informático. Se trataba de una copia de la primera página del pasaporte andorrano, y en la fotografía del mismo se podía ver la fotografía carnet bastante reciente de Eric, el hasta ahora cadáver no identificado y muerto por sobredosis en la comisaría de distrito de Cervantes. El oficial leyó con atención los datos mientras Perteguer continuaba ampliando la información que iba leyendo en una tableta digital.

—Wally Valls, veintitrés años, andorrano. Reportero de la sección de sucesos del Diari d’Andorra. Según el director del periódico había pedido una excedencia y se había venido a Madrid a escribir un libro de investigación sobre la Deepweb hace seis meses. De vez en cuando enviaba algún artículo y le pagaban algo de dinero, no un sueldo, pero algunos euros. Desde hace dos semanas no sabían nada de él.

Perteguer dejó en esta ocasión la tableta sobre la mesa mostrando un artículo del Diari d’Andorra fechado dos años antes y que tenía la fotografía del rostro de Eric/Wally junto a la firma. Hablaba de cazadores furtivos.

—Nos creímos totalmente su perfil falso de Facebook… —Samir pasaba las páginas en la pantalla táctil de la tableta—… ni Burdeos ni la Complutense ni nada…

—Totalmente. —Perteguer asintió y contempló una vez más la fotografía en la fotocopia del pasaporte—. He hablado con el director del periódico y no tiene ni idea de en qué consistía el proyecto exactamente, algo de «foros clandestinos para delincuentes», es lo que al parecer le explicó Wally la última vez que habló con él por teléfono. Según su jefe Wally parecía muy entusiasmado y decía que tenía una exclusiva impactante que se podría vender en España y en Francia. El chaval sí que había estudiado literatura española en la Universidad Pompeu Fabra dentro del Grado de Periodismo, pero en ningún caso era un experto en la materia según su jefe. Sí que era al parecer un buen investigador de sucesos al que el Principado se le quedaba pequeño y comentaba que quería acabar de redactor en Le Monde o La Vanguardia, o como «freelance» en los dos… era prácticamente trilingüe y tampoco se le daba mal el inglés por lo visto. Además tenía mucho interés en las nuevas tecnologías y había investigado bastante sobre el Internet profundo. En definitiva… era un

crack que hubiera llegado lejos.

—Eso le llevó al foro y a conocer a Aneris77 o Rosalía y a DarkSoul o Susan… y a ser asesinado.

—Si Rosalía le asesinó es porque se acercó demasiado… Desde luego su jefe me ha negado rotundamente que Wally pudiera consumir cocaína. Dice que era un chaval normal y deportista, le gustaba la escalada y el esquí… tampoco le he comentado nada de los porros al jefe, pero me ha dicho que como todo chaval se bebía sus cervezas con los colegas al salir del trabajo. En cualquier caso ha sido rotundo en lo de la cocaína: que ni de broma.

Samir sujetó frente a sí la fotocopia del pasaporte de Wally con su auténtica identidad, como tratando de desentrañar el último misterio que les quedaba en aquel caso retorcido lleno de máscaras de carnaval que iban cayendo, como en una de las novelas del Teniente Mario Conde del escritor cubano Leonardo Padura; pese a que las identidades de Eric, Aneris, y Darksoul estaban por fin perfectamente definidas, en tinta negra sobre el papel que conformaba el ya muy extenso atestado policial, todavía quedaba una zona oscura en la fotografía del caso. Algo que los dos investigadores intuían que había estado flotando en torno a todo ese asunto desde el principio, como el denso humo que salía de la cazoleta de una pipa. Una zona oscura que al igual que el humo, corría el riesgo de desvanecerse ante sus ojos sin dejar detrás de sí más que un olor y una marca negruzca en la investigación.

—Y si estuviera enganchado no se había pedido una excedencia ya que necesitaría dinero para pagarse la droga. —Razonó Samir—. Rosalía le mató. Eso lo tenemos claro tú y yo pero tenemos que demostrarlo y el tiempo se agota. ¿Por qué acabaría en este foro «woregore» precisamente?

—¿A qué te refieres? —Perteguer miró al oficial—. Continúa…

—Pues… Un foro de la deepweb al que solo se puede llegar conociendo la dirección exacta del dominio, con casi una veintena de usuarios que apenas se conectaban ni publicaban nada… solo tres usuarios activos con regularidad, Athos, Aneris77 y DarkSoul y los tres residentes en Madrid. Y luego eso de los poemas de Rosalía de Castro como contraseña con las fotos que Aneris iba enviando… y va Wally y precisamente se construye una identidad de un estudiante de filología hispánica en un foro de imágenes gore… son demasiadas casualidades… No llegas ahí por casualidad.

—Sí… —concedió Perteguer—… yo también creo que Wally sabía dónde se metía cuando entró por primera vez en «woregore».

—Eso es obvio… si necesitaba la dirección para entrar y Susan dice que ella misma fue quien autorizó su ingreso al foro a petición de Aneris77…de modo que tuvieron que conocerse antes para que le invitara al foro… ¿en persona?

—Rosalía no sabía que se llamaba Wally en realidad, sigue llamándole Eric…

Samir tecleó en el propio buscador de la tableta «Diari d’Andorra» y apareció un listado de artículos almacenados en el disco duro en archivos de texto. Algunos, como el de los cazadores furtivos habían sido enviados al periódico y otros eran totalmente inéditos y tenían varias versiones y correcciones. El título del último, cuya última modificación estaba fechada apenas dos semanas antes, dejaba bastante claro cual era su temática:

—«El asesino de las prostitutas de Madrid»… —Samir amplió la letra y le tendió la tableta a Perteguer—… lo tenía claro desde el principio…

—¿Cómo?

—Míralo… este artículo… está en catalán… El artículo que buscaba Eric para dar el salto… una investigación sobre el asesino de las prostitutas. Era sobre este caso sobre lo que estaba escribiendo y no sobre la deepweb…

—Sabía lo del poema de Rosalía de Castro. Esa información aún no ha salido a la luz pública pero Eric… o Wally ya lo sabía. Lo dice el mismo… Estuvo allí, en la segunda de ellas… la que apareció hace tres meses en la Calle Libertad…

—En la calle Libertad… esa fue la chica rumana… Hay que averiguar si Rosalía la médico estaba esa noche de servicio y acudió a la llamada… puede que allí se conocieran.

—Quizá Wally notó algo… quizá la vio hacer fotos, quizá se quedaron charlando… y descubrió algo… o quizá simplemente se gustaron… y al tiempo Rosalía le metió en el foro…

—Y semanas después Rosalía se quita de en medio a Wally con una inyección de cocaína pura… Wally tuvo que enterarse de algo que no gustó nada a Rosalía… nada de nada…

—Perteguer… creo que ya sé lo que encontró Wally…

Samir señaló la pantalla de la tableta y amplió una fotografía. Debía estar escaneada, o quizá era una fotografía de otra fotografía, dado que la calidad de la misma no era especialmente buena. En ella se veía a una joven Rosalía vestida de enfermera, diez o quince años atrás, subida al paragolpes de una ambulancia con el rótulo de una famosa empresa del ramo. Y junto a ella, también más joven pero totalmente reconocible, él. Vestido con traje y chaqueta. Con una inmensa sonrisa y el pelo engominado hacia la nuca. Pero lo que cerraba por completo el círculo eran las siguientes seis imágenes que almacenaba una carpeta virtual con el nombre «capturas: correo Rosalía».

—Bingo, Samir…

Dentro de la carpeta se encontraban copias de seis correos electrónicos entre Rosalía y aquel hombre trajeado y sonriente a su dirección personal que incluían fotografías de las prostitutas asesinadas en primer plano.

—¿Estas fotografías han salido en el foro, Samir?

—No Perteguer… —Samir pasaba de una imagen a otra horrorizado. La crudeza de las imágenes era aún peor que en las imágenes compartidas en Woregore—… esta fotos son inéditas y han sido enviadas desde una cuenta de correo de la deepweb a otra. De alguna manera Wally llegó hasta ellas y por ende hasta el cómplice de Rosalía…

—… Y por ello le mataron… Avisa a los chicos, hay que ir a detener este tío como cómplice de Rosalía y poner su casa patas arriba. Quizá nos encontremos con más sorpresas…

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