Deepweb

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Capítulo 7

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—Eric Fontaine. Es… era francés… veintidós años… es estudiante… de la Universidad de Burdeos… y estaba en España de Erasmus en la Complutense… estudiaba Filología, Lengua y Literatura Española…

Samir tomó con su teléfono móvil una fotografía de la pantalla del ordenador. Finalmente habían logrado conectarlo a la red inalámbrica de Internet de la cafetería. Hecho que, según Samir, había resultado casi más complicado que descifrar las contraseñas que encriptaban los archivos del portátil. Finalmente tenían frente a sí el perfil de Facebook del joven fallecido, y que por fin no sería anónimo nunca más. Se llamaba Eric. Y era francés.

—Espera un minuto. —Perteguer anotó en una servilleta los datos que mostraba el perfil de la red social—. Voy a llamar al Inspector y que comunique con la Embajada de Francia a ver si les consta algún Eric Fontaine de 22 años desaparecido…

Entretanto Samir continuó desgranando la información que el propio Eric, a modo de involuntario obituario, había colgado en las redes:

—Estudiante de Erasmus de Filología hispánica… ¿Por eso los poemas de Rosalía de Castro? Podría ser… tendremos que hablar con sus compañeros y su profesor de poesía.

Perteguer pidió otros dos cafés a una atractiva y joven camarera de acento argentino al tiempo que Samir señalaba la pestaña del perfil que contenía un resumen de las aficiones del tal Eric.

—Era fan del Olimpic de Burdeos, de la serie Juego de Tronos, también de los libros y de muchísimos autores clásicos franceses, ingleses y españoles: Molière, Dumas, Verne, Dickens, Stevenson, Shelley, Espronceda, Lope de Vega, Becquer y… Rosalía de Castro. Esta es la página de fans de Rosalía de Castro… dos mil cien fans…

—Caramba… son bastantes —concedió Perteguer—… Demasiados como para mirarlos a todos.

—En esta página no hay grupo de discusión pero si encontramos alguna…

—¿Grupo de discusión?

—Sí… —Samir miró a su jefe como si se encontrara ante un troglodita que contempla por primera vez el fuego—. Como un foro…

—¿Un foro para discutir sobre Rosalía de Castro?

—Sí… Lo hay hasta para fans de la Nocilla… A la gente le gusta discutir por Internet…

—Me he perdido muchas cosas estos años… continúa…

—Siempre suele haber administradores de las páginas, creadores… gente que escribe e interviene más que los otros. Se puede mirar quien gestiona esas páginas. Llevará un tiempo pero lo puedo hacer desde casa… comparar su lista de amigos con los fans de algún grupo en concreto…

—De acuerdo, Samir, hazlo. ¿Ves algo más que llame la atención de su perfil?

Samir negó con la cabeza y sonrió a la camarera que les trajo los cafés a la mesa. Después de humedecer sus labios en la espuma de un capuccino, prosiguió con la explicación.

—Pocas fotos, muchas de paisajes. Solo unas pocas de su familia. Ninguna foto de Madrid… ningún álbum con gente de la Universidad y pocos amigos españoles… Es como si llevara poco en España…

—De acuerdo… ¿y en las demás redes sociales?

—Nada… no tiene twitter ni instagram ni nada… y ahora mirando su historial… caramba…

—¿Qué ocurre?

—Nada… bueno… o sí… tiene un acceso a Tor…

—¿A Tor?

—Sí, vaya, a la deepweb…

—¿Qué es eso?

El troglodita que contemplaba atónito y emocionado el fuego volvió a aparecer ante los ojos de Samir en el sitio que ocupaba Perteguer. El joven oficial carraspeó como un catedrático antes de dar una clase magistral y dibujó con el bolígrafo una línea en una servilleta. Sobre ella escribió: «Internet» y bajo ella escribió «Deep».

—Internet profundo… es… bueno al comienzo era digamos el «sótano» de Internet… —Samir rodeó con el bolígrafo la palabra «Deep»—… una zona que pocos conocían y menos sabían como acceder.

—¿Otro Internet?

—No… —Samir tachó su propio dibujo y finalmente arrugó la servilleta. Con calma extrajo otra nueva del servilletero y dibujó un enorme círculo. Dentro de dicho círculo dibujó varias circunferencias más pequeñas en las que inscribió un número dos—… vamos a ver… todo es el mismo Internet, lo que sería la circunferencia más grande. Hay dos tipos de redes, Internet que es la que estamos usando cada día, y luego está Intranet… la que usamos en el curro. Cada intranet sería estos circulitos más pequeños con el número dos. A las redes de Intranet en teoría no puedes entrar de cualquier manera. Pero eso es otra historia. «Internet profundo», o «Deepweb» serían los rincones de Internet a los que los motores de búsqueda no llegan. —Samir comenzó a dibujar pequeñas manchas de tinta entre medias de los pequeños círculos que contenían los número dos y comenzó a unir esas manchas con líneas—. Están ahí… pero no los ves a simple vista… Pero sí que puedes interrelacionar esos rincones entre sí y crear… una especie de Internet más «secreta» dentro de Internet… Estas líneas que unen las manchas, sería una red dentro de la red más grande. Cuando usas Internet, estás en la totalidad de la red… pero nunca vas a los rincones oscuros.

—Me estoy perdiendo…

Samir volvió a tachar su diagrama y de nuevo la servilleta acabó convirtiéndose en una pelota. Cuando iba a empezar un tercer dibujo explicativo se detuvo y señaló la plaza al otro lado del cristal escaparate.

—Más fácil. Internet es una ciudad. Es la ciudad de Madrid. Tú caminas por las zonas públicas a cualquier hora, sin límite. Si quieres ir a Plaza de España, simplemente vas. Pero por ejemplo… no puedes entrar a los pisos de la torre de Madrid. Sabes que dentro hay pisos, pero no puedes entrar a ellos si no te invitan o no tienes llave. Cada piso sería una intranet. Y en cuanto al Internet Profundo, a la Deepweb… sería como… una fiesta secreta. Puede que sea en un lugar público pero… si no sabes la dirección puede que jamás la encuentres. Hay foros que solo están abiertos horas. Después son abandonados para siempre. Eso sería la deepweb: esos lugares de la ciudad que intuyes que están pero a los que nunca vas… porque nadie te ha invitado. Un poblado chabolista… por ejemplo…

—Empiezo a pillar lo que dices… continúa, Samir.

—En principio la gente empleaba ese tipo de subredes por su privacidad pero enseguida se llenó de gente que la empleaba por se menos rastreable que el Internet «de superficie»… por llamarlo de algún modo. Como ejemplo, no hay «buscadores» convencionales que lleguen a la deepweb, debes usar los propios. Si quieres ir a una dirección la tienes que conocer exactamente y teclearla en la barra de direcciones. Y no suelen ser direcciones intuitivas como «amazon.com» o «policía. Es»… estamos hablando de direcciones que combinan números y letras… adivinar el dominio es en sí una contraseña: no sabes su extensión ni sus componentes… Por ejemplo… «4frsekdeer23474.onion».

—¿Entonces cómo accede la gente?

—Te tienen que decir exactamente la dirección para poder acceder a la página que quieras. Como cuando te invitan a una fiesta…

—O al poblado… ¿Y dices que es secreto?

—No… hoy por hoy no hay nada secreto. Solo que al no estar indexados estos sitios por los motores de búsqueda no están a simple alcance de un usuario común. Para entendernos: no salen en Google ni puedes acceder desde Internet Explorer… Eso puede ser por muchas causas… una de ellas que tengas un sitio privado. Al principio los expertos eran los que la usaban. Cubría los fallos del Internet «normal». Era como lo que se escondía detrás de la tramoya. Después empezaron a a usarla los de siempre: malos. Tráfico de todo, porno sucio, armas, animales, drogas, documentos, objetos robados, coches robados… Y si no tenías la dirección correcta donde buscar… no entrabas. Además el acceso a esta red tiene una característica que la hace muy singular: el enmascaramiento…

—¿Enmascaramiento? —Perteguer que hacía apenas unos minutos que había encontrado el hilo de la conversación pareció perderlo de improviso. ¿Cómo?

—Las direcciones IP que identifican a cada máquina que está navegando se pueden y se suelen enmascarar en la deepweb. Así Internet profundo ha sido empleado por movimientos políticos contra sistemas totalitarios, programadores que propugnan la libertad de la red y por último, delincuentes, y por ello existen programas para acceder a ella usando la IP de otra persona que o bien la cede a otro usuario, o bien se la roban directamente. La señal de la dirección rebota una y otra vez de país en país y es casi imposible rastrearla.

—De modo que un tío puede escribir un mensaje desde Londres y que nos salga que está en Vallecas.

—Exacto. Eso además se puede hacer con el Internet convencional de modo que en la deepweb es aún más sencillo camuflar el rastro. Tirando mucho e hilando bien se puede llegar… pero es muy muy muy complicado. —Samir enfatizó y gesticuló abriendo sus brazos—. Lo que supone otro inconveniente para investigar cualquier cosa aquí.

—¿Y para qué querría este chico entrar ahí?

—Pues por mil motivos. Desde hace no mucho en realidad cualquiera puede entrar a la deepweb. Hay infinidad de programas para ello. Y lo cierto es que la mayoría entran para curiosear cuando se leen un artículo de periódico sobre el Internet profundo: entran, curiosean, no encuentran nada más que un Internet lento y con aire «semiclandestino» y algunos no llegan ni a volver a entrar. Además como le dije…

—Como «té» dije… —corrigió Perteguer.

—Además como te dije necesitas saber a que dirección quieres ir.

—No hay buscadores.

—Los hay… pero no funcionan como los que conoces. Y para llegar a ellos también necesitas saber su dirección. Por eso lo que está cotizado son las listas de dominios de deepweb. Hay multitud de recopilatorios en Internet, en la Internet normal, algunos desfasados, otros directamente falsos… si unos tíos de Chicago tienen un foro donde hablan sobre como cocinar metanfetamina y ven que alguien ha publicado su dominio en una lista en la Internet convencional lo normal es que borren todo y se muevan a otro dominio. En el fondo Internet no deja de ser un espejo del mundo real… Por eso lo que estoy buscando es una lista de dominios que Eric pueda tener almacenada…

—No se guarda el historial de sus visitas en deepweb.

—No… no aquí. Podría hacerlo pero no con el programa que él empleaba…

—¿Y tú has visitado sitios de deepweb?

—Por supuesto. Sigue siendo Internet… pero sus sitios más inaccesibles…

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