Dark

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CAPÍTULO 3

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CAPÍTULO 3

 

A primera hora de la mañana, Ana había arrastrado a Gideon a la cafetería de Iain, no había otra cosa mejor para desayunar, además tenía que encontrar la forma de lidiar con su resaca pronto. Esa tarde tenía un compromiso al que no podía faltar. Además, tendría que trabajar al día siguiente. Tenía que estar en óptimas condiciones para comenzar su ensayo clínico. Esto de combinar una vida personal con el laboral, estaba acabando con sus fuerzas.

—Creo que me va a explotar la cabeza— Se quejó Ana. Gideon rio junto con Iain que estaba sirviéndoles café.

—Menuda fiesta debieron de haberse montado ustedes dos a noche— Comentó Iain.

—Juro por mi abuela, que ya no lo vuelvo a hacer— Ana se sentía horrible, y seguramente también se veía horrible, ya no estaba en edad de andar bebiendo así.

— ¿Tienes abuela? — Preguntó Gideon con una ceja arqueada.

— ¡Claro que la tengo! Es una dulce ancianita y aunque no lo creas yo soy su nieta favorita. Cada que me ve me sigue dando cinco dólares por ser una buena niña. — Ana lo fulminó con la mirada, tal vez ella era satanás, pero su familia era como cualquier familia normal, con dulces abuelitos y padres amorosos — ¿Puedo preguntar por qué tú no estás sufriendo? Bebimos lo mismo anoche—

—Resistencia, cariño— Gideon le guiño un ojo.

—Sí, claro— Ana le sacó la lengua y volvió su mirada a Iain — ¿Cómo terminó la fiesta deportiva? —

—Terminó no mucho después de que ustedes se fueran, el juego enciende la sangre de los hombres, y muchos salieron a deshacerse de sus frustraciones y otros a celebrar la victoria. Fue una noche de buenas ganancias para mí— Iain miró a Gideon —Dorian se fue un segundo después que ustedes, al parecer su hija se puso enferma—

— ¿Está bien, Samantha? — Preguntó Gideon preocupado. Ana intentó no mostrar ninguna reacción. Si quería que su plan funcionara, no quería que Gideon se diera cuenta de que había escuchado su conversación anoche.

—No lo sé, fue eso lo que nos explicó Ángela— dijo Iain. Gideon se quedó inquieto. << El amor es tan patético >> Pensó Ana al ver la cara de desolación en el rostro de Gideon, el tipo era un policía que se enfrentaba a bastante mierda todos los días. Pero a la menor mención de Dorian, cambiaba su semblante al de un niño desolado. El desayuno que Iain preparó, realmente estaba delicioso. Ana sobrevivió los últimos años con comida rápida y la comida insípida del hospital, lo único que se podía encontrar en su refrigerador era agua embotellada y vino. Su casa se mantenía en orden porque pagaba un excelente servicio de limpieza. Últimamente, frecuentaba la cafetería de Iain no solo por su amistad con el hombre, amaba su comida. Estaba masticando un pedazo de tostada cuando vio el cambio repentino en la actitud de Gideon, su amigo era tan obvio. Mirando por sobre encima de su hombro, Ana vio el problema.

—Vaya, la bruja del cuento ha llegado— Comentó Ana. La prometida de Dorian, era una mujer guapa, eso tenía que decirse. El abogado tenía buen gusto, pero al igual que muchas mujeres que Ana conocía, ella era una de las frías, de las mujeres que solo les importaba su posición social y su carrera. Mejor que nadie Ana podía reconocer esos síntomas, esa mujer no sería ni buena esposa, y mucho menos una buena madre para Samantha.

—Quieres dejar de ser tan obvia, por favor— Demandó Gideon.

— ¿De quién estamos hablando? — Preguntó Iain, el cual estaba sirviéndoles de nuevo café.

—De la bruja prometida de Dorian— Dijo Ana, importándole una mierda que Gideon estuviera fulminándolo con la mirada —Mi querido amigo aquí, sobre paso la línea entre la profesionalidad y el trabajo en su misión—

— ¡Maldita sea Ana! — Gruñó Gideon. Ella rio. Iain interesado, tomó asiento a un lado de Ana. Lo lamentaba por Gideon, pero el hombre ya se daría cuenta, que no se podría guardar secretos con Iain, Alex y Keity. 

—Por lo que sé, Dorian es un mujeriego— Dijo Iain.

—Eso ya lo sé— Comentó Gideon —Por esa razón Sammy no tiene niñeras estables, pero al parecer eso cambiará, ya que pronto se casará—

—Pues esa bruja, tiene madera de madre lo que yo tengo de madera de monja— Aseguró Ana bebiendo un gran sorbo de café.

—Eso no lo sé, pero si algo le importa Dorian, es su hija, si él no estuviera seguro de ello, no dejaría a esa mujer entrar en sus vidas ¿no lo creen? — Aseguró Gideon.

—En eso tienes razón— Comentó Iain poniéndose de pie —Me ha tocado ver a Dorian con su hija, en eso me recordó mucho a Allister, ambos son padres sobreprotectores, solo esperemos que sea una buena decisión la que está tomando—

—Eso espero— Concordó con Iain. Pocos minutos después Iain regresó con el postre.

—Esto es realmente delicioso— aseguró Ana mientras sorbía un pedazo de tocino de una forma no muy elegante.

— ¿Cuántos años tienes? Cinco— Gideon rio. Ana se encogió de hombros.

—No me importa, realmente me siento persona otra vez, la comida de Iain es deliciosa— Gideon negó con la cabeza, Ana rio, pobre hombre, en ocasiones le costaba seguir su intensidad. Pero así era ella, siempre llena de energía, yendo de norte a sur en sus estados de humor. Con café en su sistema y un buen desayuno en su estómago, aseguraba que su estado de ánimo fuera muy bueno y fácil de manejar.

—Buenos días. — Su maravilloso desayuno fue interrumpido por Dorian, la mirada nerviosa de Gideon cruzó por un segundo con la mirada de Ana antes de que ambos levantaran la vista y se encontraran con Dorian Donnart en vivo y a todo color. Parado a un costado de su mesa, ni siquiera se había percatado que el hombre hubiera llegado a la cafetería de Iain.

—Buenos días, Dorian ¿Qué cuentas? — Ana fue la primera en reaccionar. Pero Dorian ni siquiera le dirigió la mirada un segundo. Su típica mirada fría y dura que intimidaría a cualquiera miraba a Gideon.

—Señor Donnart— Gideon intentó sonreír, pero fue más como una mueca amarga — ¿Gusta desayunar? — Ana enarcó una ceja. Estaba claro que con Dorian cerca a Gideon dejaban de funcionarle las neuronas.

—Vimos a su prometida hace un momento, puede invitarla si gusta…— Comentó Ana. Su intención era clara. Fastidiar al abogado. Pero nuevamente Dorian no la miró.

— ¿Puedo hablar contigo? —Dijo Dorian interrumpiendo groseramente a Ana. Realmente estaba cabreado. Y Gideon haría bien en negarse a hablar con él. Pero su amigo no hizo bien, él tampoco la miró mientras seguía a Dorian Donnart fuera de la cafetería.

—Pequeño tonto— Murmuró Ana mirando como ambos hombres dejaban el local, Dorian ni siquiera se detuvo a mirar a su prometida, Angela sorprendida y confundida los observó salir.  Iain llegó apresuradamente a su lado y le relleno la taza de café. Esa era la mejor excusa para poder enterarse del chisme sin parecer tan obvio.

—¡Oh cielos! Creo que se avecina una tempestad—

—Lo bueno que tengo un impermeable que no he estrenado— Comentó enderezándose en su asiento y tomando el café con ambas manos. Iain tomó asiento en el lugar de Gideon.

—¿Qué quieres decir? — preguntó Iain interesado.

—Dorian Donnart tiene que sacarse el palo del culo— Se quejó —No es justo que siga jugando al gato y al ratón—             

—¿Tienes que ser tan literal? — Iain rio — Creo que comprendo a Dorian, me recuerda a Allister, él no quería cometer una equivocación, estaba enfocado en ser un buen padre y hacer lo mejor para su hija—

—Hizo un trabajo maravilloso— Aseguró Ana —El fiscal no necesitó casarse para darle una madre o un padre a Keity, hizo el trabajo solo, además, digamos que el destino hizo que esperara por ti ¿no crees? — Iain sonrió con nostalgia.

—Jamás pensé que podría llegar a amar a alguien como amó a Allister y a Keity— Esas palabras hicieron que Ana sonriera, Iain le había contado toda la historia. Aunque el camino para llegar al corazón del fiscal fue algo escarpado, todo el sufrimiento había valido la pena. Ahora estaban juntos. Amándose. Era de esas relaciones de las cuales Ana solo podía soñar con tener. Había hecho la promesa sobre la tumba del doctor Harper sobre que cambiaría su vida, Ana lo estaba cumpliendo, trabajaba, era buena cirujana, pero al mismo tiempo también se había enfocado en hacer amigos, cosa que no había sido fácil. Era muy difícil conocer a las personas y mucho más difícil aun permitir que la conocieran, si ahora mismo el doctor Harper se enteraba de que sus amigos y ella estaban en una completa conspiración policial, le daría un infarto. Pero Ana creía que era algo divertido. El peligro rodeaba al fiscal Morrison, a Kai, a Dorian, a Gideon, y era peligroso para todos. Pero Ana no tenía miedo en absoluto.

Su móvil interrumpió su conversación con Ana, acaba de recibir una fotografía por parte de Mina, era una hermosa foto de la playa al amanecer. Ana sintió que se le revolvían las entrañas, lo que menos necesitaba era saber sobre su maravillosa luna de miel. Sin contestar el mensaje, volvió a guardar su teléfono. Este era el día en que comenzaría a mantener las distancias. Mina debía de concentrarse en su nueva vida de casada, y Ana tenía que centrarse en sus problemas. Mirando sobre su hombro, observó a través de las ventanas, Gideon no se veía por ninguna parte, sonrió.

—¿Por qué la sonrisa? —

—Porque tengo un proyecto divertido en manos— regresó su mirada a hacia Iain —¿Qué es más divertido que los celos? — Ana rio.

—Espero que no estés pensando lo que creo que estás pensando— Ana se encogió de hombros.

—El abogado Donnart necesita un empujón— Iain negó con la cabeza.

—Sí que eres una chica de cuidado, doctora—

—No por nada me llaman, Satanás— ambos rieron y continuaron conversando hasta que Gideon regresó. El hombre en ningún momento les contó lo sucedido con Dorian, pero no hizo falta que lo hiciera, su rostro llenó de culpabilidad y sus labios hinchados no dejan nada a la imaginación, su alma oscura sonrió. Si, esto sería divertido.

 

 

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