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CAPÍTULO 7

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CAPÍTULO 7

 

— ¡Carson! —  Ana apretó las muelas al escuchar la voz del doctor Edson, ¿Era su imaginación o últimamente el hombre le parecía más irritable?  Ignorándolo, siguió tecleando en su computadora. Necesitaba prepararse para su siguiente cirugía. — Pensé que no te encontraría nunca, ¿Por qué te escondes aquí? — Edson sin ceremonias, tomó asiento en la solitaria silla a un costado del escritorio.

—Estoy preparándome para mi siguiente cirugía— Levantó la vista y fulminó con la mirada a Edson. —¿Qué quieres? Y deja de gritar por los pasillos, hay enfermos en este piso—

—Te envié un busca, y no acudiste a recepción. — Edson intentó sujetar la carpeta que Ana tenía en el escritorio, casi se la arrebató de las manos.

—No era un asunto urgente— Alegó Ana —Y no tengo tiempo para andarlo perdiendo contigo—

—¡Dios! ¿Por qué tienes tan de mal humor? — Edson estiró las piernas y recargo la cabeza en un brazo sobre la mesa —¿Acaso tu amante del momento te a botado? — Preguntó divertido.

—Tengo que trabajar, Edson—

—¡Por todos los cielos! No todo es trabajo Ana, tienes que divertirte un poco, salgamos a beber algo ¿Qué te parece? —

—No tengo…—

—Puedes llevar a la linda señorita Calamity contigo— Con tan solo la mención de Morgan, Ana fulminó a Edson con la mirada.

—Ya te dije que ella no es como tus admiradoras que ruegan que te las folles—

—¡Oye! ¿Por qué me juzgas tan mal? Te juro que no tengo malas intenciones— Edson exclamó.

—Te has follado a medio hospital, no confió en ti, Morgan no es como las chicas a las que estás acostumbrado— Desde que Edson había conocido a Morgan. No había dejado de pedirle a Ana su número de teléfono, cosa a la cual Ana se había negado, todo contacto con ella, seria a través de la misma Ana. Edson había trabajado rápido para conseguirle la cita con el oftalmólogo que sería dentro de poco. Pero Ana iría con ella a esa cita, no entendía por qué razón, pero se sentía sobreprotectora con la chica. Más aún cuando el doctor Edson expresaba su interés, el doctor era un maldito lobo cazador, al igual que Ana, y la oveja calamidad de Morgan no era materia para ellos.

—¡Ana no soy el diablo! — Edson se quejó —Soy consciente que la chica no es material para una noche de sexo, pero en verdad creo que…—

—Olvídalo— Ana cerró de un golpe su laptop y se puso de pie. —Ella es material prohibido para ti ¿de acuerdo? —

— ¿Por qué eres tan egoísta? — Edson dijo riendo. — ¿Tan difícil es creer que mis intenciones hacia ella sean buenas? —Ana lo miró con una ceja arqueada.

— Te he visto con toda clase de mujeres a lo largo de estos años, todos se reirán al saber que te interesas en una chica tan poco agraciada como Morgan. Dudo mucho que te expongas a tal escrutinio—

— ¿Eso es lo que piensas? — Edson alegó —¿Piensas que ella es fea? Porque si piensas así entonces la que necesita lentes eres tú. Es verdad que necesita arreglarse mejor. Pero créeme que mi interés es más allá que la belleza física, siento que hay algo en ella que me llama la atención. — Ana apretó los labios y permaneció callada, reflexionando sobre un argumento más convincente para alejar a Edson de Morgan

— Ella es una chica de buenos sentimientos— dijo Ana —Es voluntaria en una asociación benéfica, es gentil y generosa, aunque también pienso que es una chica bonita, no creo que ella deba estar con personas como nosotros dos. — En los ojos de Edson vio cansancio.

— Lo sé, pero...— Edson hizo una pausa —La otra noche salí con una chica hermosa de grandes pechos y piernas largas, y te digo que sucedió… Nada. Me aburrí. Creo que hay algo en mi—

—¿Te aburriste de tus amigas modelos y quieres experimentar con la fea? —

—¡No! — Edson golpeó el escritorio —Lo que trato de decir es que estoy cansado de jugar, creo que llego el momento de sentar cabeza— Ana enarcó una ceja.

—¿Quieres casarte con Morgan? —

—¡No! — Gritó Edson —Solo digo que es momento de comenzar a conocer mujeres, conversar, tener citas, no follármelas a la primera oportunidad ¿Entiendes? — Ana intentó aguantar la risa, entendía a que se refería Edson.

—Te entiendo—

—¡Aleluya! — Edson sonrió. —Esa chica amiga tuya, me hizo reír, y no sé por qué razón creo que necesito eso en mi vida. Así que te estaré completamente agradecido si me das su número de teléfono— Ana arrugó los labios, de verdad que creía que Edson no tenía malas intenciones, pero aun así no estaba nada cómoda pensando en él con Morgan. —Se lo iba a pedir el día que la acompañé a tomar un taxi, pero ella estaba tan nerviosa después de que tú nos dejaste solos que no lo creí prudente. — Que Edson no se hubiera lanzado al tener esa oportunidad, le hizo pensar a Ana que, en verdad, el médico no tenía malas intenciones. Pero aún no estaba convencida.

—Lo pensaré— Ana recogió todas sus cosas ignorando la cara sorprendía de Edson.

—¿En serio? ¿Me harás esperar? Ya te he asegurado que…—

—Lo sé, lo sé— Ana lo interrumpió —Pero primero necesito hablar con ella, ni siquiera sé si tiene novio—

—No lo tiene— Alegó Edson Ana lo miró con una ceja arqueada.

—¿Cómo puedes estar seguro? —

—Lo sé— Edson sonrió orgulloso —Te puedo hasta apostar a que es virgen—

—¿Te estás escuchando? — Ana enarcó una ceja.

—Pero tengo razón, mi instinto me lo dice— Ana negó con la cabeza.

—Estás loco —Se dirigió hacia la puerta, Edson la siguió.

—¿Cuándo hablarás con ella? Te juro que seré todo un caballero, la invitaré a cenar—

—Le enviaré un mensaje— dijo Ana nada convencida aun — Todo sea en nombre del amor y del romance… Pero espero que te acuerdes de esto cuando yo precise ayuda. —

— Lo recordaré — Edson aseguró. Pero no convenció a Ana. Era muy extraño que de buenas a primeras alguien como Edson se interesara en alguien como Morgan, pero ¿quién era ella ya para bloquearle esa oportunidad a Morgan? A lo mejor surgía algo bueno de todo esto. Tendría que tener fe en que Edson tenía intenciones de cambiar, aunque lo dudaba.

 

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Morgan no podía quedarse quieta, alzaba la mirada cada vez que veía a alguien salir del hospital, estaba algo nerviosa, No había esperado que la doctora Carson le escribiera ese día, de hecho, jamás había esperado que le escribiera en absoluto, claro que ella le estaba ayudando con el tema de su miopía. Pero no esperaba que la doctora la hubiera invitado a cenar solo para conversar de su cirugía láser ¿O sí?

<< Te tiene compasión, lela>>

Dijo su voz interna. “ Lástima ” era la única palabra que había podía pensar que explicaría por qué la doctora Carson se tomaba demasías molestias con ella. En ese instante a lejos, vio como las puertas dobles de la entrada del hospital se abrían y aparecía la doctora Carson, llevaba el cabello suelto, pantalones ajustados y unos zapatos de tacón, definitivamente era una mujer guapa y sobre todo imponía presencia << Si yo pudiera ser así>> . La doctora se despidió con la mano de otra mujer que salió a lado de ella. Morgan se puso de pie y alzó la mano para que la doctora viera donde estaba. Se sentía torpe y estúpida, ya que, por supuesto que la doctora la vería. Era la única persona ahí en el jardín y era donde la doctora le había dicho que le esperara.

— Veo que no has causado ningún desastre hasta el momento— Comentó la doctora sonriéndole. Pero Morgan podía ver que los ojos de la doctora no sonreían. Estaba cansada sin duda, podía decirlo por las ojeras oscuras debajo de sus ojos, pero estaba segura de que había algo más.

—El truco es no moverme demasiado, así no corro el riesgo de tirar ni quebrar nada— Morgan sintió la risa en su voz.

— Ese es un gran truco. — El teléfono de la doctora sonó en ese momento. La doctora miró la pantalla, apretó el botón para desviar la llamada y luego guardo su teléfono en su bolsa. Nuevamente vio algo raro en su mirada — ¿Qué quieres cenar? — Preguntó la doctora mirándola fijamente.

—Debe estar cansada, doctora— Morgan se mordió la mejilla—No sé por qué me invitó, pero si quiere ir a casa…—

—Tonterías— La doctora caminó por enfrente de Morgan —Dormiré veinte horas seguidas más tarde, pero ahora tengo hambre ¿Te apetece una hamburguesa? — Preguntó la mujer esperando que la siguiera. Morgan lo hizo.

— De acuerdo —respondió.

—También podemos beber una cerveza con la hamburguesa ¿No te parece? ¿Qué tan tolerante eres para el alcohol? — Morgan vaciló por un momento y, esbozando una sonrisa tímida

—No muy tolerante—

—Ya me lo imaginaba— La doctora rio. Ambas caminaron a lado de la otra por la acera de la avenida principal. Poco a poco Morgan se fue relajando. Pero la duda del porqué la doctora la había invitado seguía rondando su mente. —De todas formas, podrás beber una cerveza, el lugar a donde vamos, es famosa por su cerveza artesanal—

— Doctora Carson ¿No cree que mi mala vista va a causar algún problema? — Ana le sonrió.

— Quédate tranquila, Morgan, no permitiré que ocurra una calamidad. Y por favor, deja de llamarme doctora, me llamó Ana— Morgan se relajó en el mismo instante ante la actitud de la doctora y se sintió feliz al caminar con ella. Había algo en esa mujer que la tranquilizaba, al menos no la evitaba como todas las demás personas. Muchos decían que la doctora Carson era estricta y malhumorada. Pero hasta el momento con Morgan había sido muy amable. El local al que llegaron, estaba bastante lleno, pero parecía que la doctora era una persona muy conocida en el lugar, porque no hubo ningún problema para que le asignaran una mesa. Después de ordenar la comida y la bebida se sumergieron en un incómodo silencio que a Morgan le molesto. Por un instante la doctora la miró de una forma que no pudo comprender. Y eso la inquietó demasiado. Era como si la doctora Carson estuviera intentando descifrarla, leer sus pensamientos.

— ¿Qué pasa? — Ella preguntó. Levantando curiosamente su rostro hacia la doctora.

— Nada… — Dijo ella, agregando después: — ¿Tienes novio? — Preguntó la doctora, descolocando a Morgan por completo. Antes de cualquier protesta, la doctora agregó: — Sé que no es de mi incumbencia, pero me fue encargada la misión de averiguar—

— Yo… ¿Por qué quiere saber algo así? — Preguntó Morgan tranquilamente. — Me resulta algo extraño… Pero, no tengo novio, como podrá haber adivinado ya— Una camarera llegó con las bebidas interrumpiéndolas.

— Lo siento — dijo la Doctora. — Siento si mi pregunta te incomoda, pero resulta que causaste un gran impacto en el doctor Edson y no he podido quitármelo de encima en los últimos días, quiere que le de tu número de teléfono— Morgan parpadeo sorprendida.

—¿Cómo dice? —

—Lo que escuchas, el doctor Edson parece interesado en ti— La doctora frunció los labios antes de llevarse la bebida a los labios. Morgan no pudo hacer otra cosa que observar cómo los labios rosas de la doctora se posaban en el tarro de cerveza, y después veía el líquido descender por su garganta… Fue algo fascinante.

— Creo…— Morgan carraspeo aclarándose la garganta — Creo que hay algún error… No creo que un hombre como él…— El doctor Edson era un hombre apuesto, alto, moreno de anchos hombros, con ojos claros, ese tipo de hombre que seguramente tendría buen cuerpo, típico de una pasarela. Definitivamente ella no era material para ese tipo de persona.

— Te estoy diciendo la verdad— Interrumpió la doctora decidida —Le gustaste a Edson— Morgan bajó la mirada hacia su regazo. Debería de sentirse feliz que de que por primera vez hubiera llamado la atención de un hombre. Y no de cualquier hombre, sino de un cirujano tan guapo como aquel… Pero seguía sin entender por qué.

— Yo… yo no…—

—¡Eh! Tranquila— Interrumpió la doctora, obligando que Morgan levantara la cabeza y la mirara. — No tienes por qué sentirte presionada, yo conozco a Omer y ya le advertí ciertas cosas, si tú no quieres salir con él, no estás obligada a hacerlo— ¿Omer? Entonces ¿Edson no era su nombre? Morgan frunció los labios. Sí que era una despistada.

— Yo no tengo novio — Morgan se apresuró a decir, no solamente conmovida por la atención de ella, sino también agradecida de que se preocupara tanto por Morgan. — Nunca he tenido novio, por obvias razones, nadie se atreve a acercarse a mí— La doctora asintió con la cabeza.

—Puedo darme cuenta de que eres algo tímida, pero créeme cuando te digo que no eres fea, y eres una hermosa persona, cualquiera con dos ojos puede darse cuenta de ello—

—Pero…—

—Corregiremos lo de tu problema de visión— Intervino la doctora —Así que ya no serás un peligro para nadie, y respecto a Edson, si no quieres salir con él, no lo hagas. Pero creo que sería bueno para ti darte la oportunidad de conocer a más personas, de salir, divertirte… Tener sexo— Morgan se sonrojó al escuchar la última parte.

— Yo… yo tampoco…— La doctora hizo un sonido con la boca.

—Déjame adivinar… Eres virgen— Morgan bajo la cabeza nuevamente al ver como la doctora apretaba la mandíbula y susurraba algo intangible, parecía molesta, pero no entendía por qué.

— Es patético ¿No es así? — Morgan quería que se abriera un agujero en el suelo y la tragara — Tengo veinticuatro años. Acabo de terminar la universidad. Estoy trabajando con mi abuelo. Vivo todavía en casa de mis padres. No tengo amigos. Ni novio, y estoy más que segura que estoy destinada a morir virgen y con veinte gatos como única compañía— Morgan se burló de sí misma, era tan patética.

— ¡Dios! — La queja y la risa burlona de la doctora la hicieron levantar la cabeza para mirarla, ella parecía divertida —Espero podamos solucionar lo de los gatos, no me gustan las mascotas— Morgan parpadeo sorprendida.

—¿Escuchó lo que acabo de decir? —

—Escuché— Dijo la doctora dando otro tragó a su cerveza —Y ya te dije que dejes de hablarme tan formalmente, me haces sentir vieja. — La doctora alzó la mano para llamar a la camera y pedir otra cerveza, se la había terminado y Morgan ni siquiera le había dado el primer tragó. —Respecto a lo de ser virgen y no tener novio, se puede arreglar, estoy segura de que con un poco de disposición de tu parte podrías encontrar a una pareja apropiada para ti—

—Pero…— La doctora alzó una mano silenciando sus protestas.

—No creo que Omer Edson sea una buena opción. Es un mujeriego, aunque él asegura que está cambiando. — La doctora le sonrió —Creo que hay alguien en el mundo apropiado para ti, solo debemos de buscarlo—

—¿Eso cree? — Morgan no le gustaba hablar de su aspecto, pero señaló su ropa, ella no sabía nada de moda, salvo que le gustaban las cosas con colores, el color para Morgan era vida y alegría. La doctora frunció los labios.

—Tal vez la forma en la que vistes es poco peculiar… Pero soy de la creencia de que la ropa no hace a la persona— Aseguró la doctora mientras la camarera les traía sus hamburguesas y un tarro de cerveza nueva para la doctora.

—No tengo sentido de la moda. — Morgan se mordió el labio. — No comprendo como muchas mujeres pueden caminar en esos tacones tan altos. — La doctora Carson riendo se inclinó hacia un lado y alzó un poco el mantel para poder mirar las piernas de Morgan, aunque lo que se dice mirar, no vería mucho, llevaba una de sus faldas favoritas, era bastante amplia y cómoda. 

—Los tacones tienen la gracia de volver más irresistibles las piernas de las mujeres— La doctora se reincorporó —No son bastante prácticos tengo que admitir, pero vale la pena el sacrificio. Por lo menos a mí me vuelve loca follar una mujer mientras solo lleva puestos unos hermosos tacones de aguja— Morgan comenzó a toser al escuchar tan sincera y cruda confesión.

—Lo siento— se disculpó segundos después al ver que la doctora la observaba seriamente.

—¿Te molesta? — Preguntó la doctora bebiendo nuevamente de su cerveza, esa mujer tenía un serio problema con la bebida. Ya iba a más de la mitad de su segunda cerveza. 

—No… No imaginé que le gustaran las… Mujeres—

—Y los hombres también me gustan— La doctora sonrió — Soy cirujana. El sexo es algo normal para mí, desde que estaba en la universidad decidí que experimentar con el cuerpo humano era algo natural. He estado con hombres, mujeres, incluso ambos al mismo tiempo— Morgan se removió incómoda en la silla. Miró hacia ambos lados de la mesa, esta charla estaba siendo de lo más incómoda.

—Yo no sé…—

—Lamento si mi conversación te resulta algo molesta. — La doctora le sonrió compresivamente. —Pero si quiero ser tu amiga. Necesito que sepas todo de mí, soy muy mala para socializar y puede que, si no te previenes, te pueda llegar a molestar en algún momento del camino, soy una experta en eso de arruinar las amistades—

—Yo tampoco tengo muchos amigos— Morgan sonrió —Lara es mi mejor amiga desde el instituto, pero últimamente no nos vemos mucho, ya que ella ahora está trabajando en un bufete de abogados— La doctora frunció los labios y Morgan puedo ver un brillo extraño en su mirada.

—Es un fastidio crecer ¿No es así? — La doctora se recargó contra la silla y miró hacia la ventana. —Cuando somos niños deseamos con desesperación volvernos adultos, ¿Y todo para qué? Dejando de lado el sexo, el alcohol y el hecho de vivir bajo tus reglas, ser adulto es una verdadera mierda. — Morgan no podría estar más de acuerdo. Durante la siguiente hora y media, comieron, charlaron y bebieron, mejor dicho, la doctora fue quien bebió. Y aunque al principio Morgan estaba algo incómoda, poco a poco se fue relajando, más aún cuando la doctora le pidió que le contara sobre la horticultura, ese era un tema que Morgan podía dominar.

La doctora no le dio opción y fue ella misma quien la llevó a casa, Morgan había insistido en que aún alcanzaba a tomar el metro o tomar un taxi, pero la doctora no le dio más opción. Cuando llegaron a su casa, Mogán se dio cuenta de que las luces estaban encendidas, lo cual indicaba que sus padres estaban aún despiertos. Solo esperaba que le evitaran la vergüenza y no terminaran saliendo para averiguar con quien había estado su hija tan noche. Su madre estaba contenta de que hiciera nuevos amigos, pero su padre ya le había advertido que no quería que se alejara del buen camino. 

—Gracias por la invitación doctora, Ha sido muy generoso por su parte…— Dijo ella, alargando el brazo para desabrochar el cinturón.

—Al contrario, Morgan— La doctora sonrió —La pasé muy bien— Ruborizándose, Morgan se miró los zapatos y buscó las palabras adecuadas para lo que quería decir. Morgan estaba un poco preocupada porque la doctora había bebido mucho, pero en verdad no parecía afectada por ello.

—Conduzca… Con cuidado— dijo apresuradamente.

—Lo haré, no te preocupes— La doctora suspiro profundamente. —Incluso te enviaré un mensaje cuando llegue a casa. —La doctora colocó una mano en su hombro, un gesto simple, pero Morgan tuvo que hacer un gran esfuerzo para ignorar la electricidad que sintió en las venas ante el contacto de su piel, suave y delicada. —Buenas noches, Morgan, estaremos en contacto—

—Buenas noches, doctora Carson— Morgan abrió la puerta del coche y se apresuró por el sendero de su casa. Su corazón latía muy deprisa. Aproximadamente una hora más tarde, Morgan estaba sentada en la cama, intentando concentrarse en la lectura, cuando su teléfono vibró, anunciándole que tenía un nuevo mensaje.

 

“ Sana y salva en casa, gracias por acompañarme hoy, salgamos en otra ocasión, quiero presentarte a unos buenos amigos, sé que se llevaran bien, te llamaré ”

 

Morgan contempló el mensaje, se la quedó mirando un buen rato. Tratando de convencerse de que cada palabra era real, no podía creer que alguien como la doctora Carson tuviera una amistad con ella. Alzó la vista el techo. ¿Amigos? ¿Qué clase de amigos? ¿Y por qué a la doctora le importaba tanto que ella tuviera amigos? Recostándose cerró los ojos eran demasiadas emociones en un día, ¿Podría ser que ella lograra ser como las demás? Al menos esa noche, sintió que podría lograrlo, había salido de noche como cualquier chica lo haría, tenía una… Amiga. Sonrió. Al parecer había logrado conocer al ángel de su guarda tal y como le decía su abuela. Mientras Ana estuviera a un lado de ella a Morgan no le importaría explorar cosas nuevas.

 

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