Dark

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CAPÍTULO 12

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CAPÍTULO 12

 

—¿Cómo que no quieres ir a trabajar? — demando saber Gideon, Ana gruñó y jaló más el edredón sobre ella. Este no era un buen día, la verdad es que no tenía nada de ganas de hacer nada en absoluto. Era como si la fuerza y la determinación que la hacían levantarse día a día la estuvieran abandonando. ¿Depresión? Ella jamás había experimentado tal cosa, pero tal vez todos en la vida en una ocasión tenían que enfrentarse a la pregunta de “¿ Qué mierda estoy haciendo con mi vida ?”

—Lo que escuchaste, no quiero salir hoy— Era una buena solución, la almohada era buena concejera. Estaba decidida a no salir de la cama hasta que encontrara las malditas respuestas a todas las preguntas que acosaban su cerebro últimamente. Además ¿Qué caso tenía? Desayunaría. Se iría a trabajar. Se enfrentaría a largas horas de trabajo, sangre, cirugías, muerte, y al final de su turno, iría a casa, y el nuevo ciclo volvería a comenzar. Anoche Alex le había hecho compañía, pero prácticamente no habían hecho nada de provecho en treinta y seis. Comieron comida a domicilio. Vieron tele, y escucharon música. Kai había traído la cena la noche anterior, después ellos se habían marchado y dejado sola. Ana entró en la cama y siguió sumergida en su estado de autocompasión. Si Gideon estaba ahí, seguramente fue porque Kai debió de haberlo llamado. Ese maldito policía y su instinto de sabueso, había entrado esa mañana para llevarle café. Cosa que Ana no le creyó. Ya que la noche anterior no había dejado de mirarla, como tratando de averiguar que le sucedía.

—¿Por qué? —  Preguntó Gideon impaciente, Ana levantó la cabeza y miró a su amigo.

—¿Tengo que tener una razón? — Eran tantas cosas que ni siquiera sabría decir con seguridad cuál era la razón principal.

—Por supuesto que tiene que haber una razón, eres cirujana, salvas pacientes, si te tomas el día, alguien morirá— Ana suspiró, dudaba que pudiera concentrarse en el quirófano. Cualquier cirugía programada podría cancelarla y podrían llamar a otro médico que estuviera de guardia.

—No me interesa— Tomó la almohada y se tapó la cara. Ese día lo único que deseaba era dormir y esperar que todo a su alrededor desapareciera.

—Estás siendo ridícula, ¡Levanta el culo y muévete! Tenemos que ir a trabajar. Podrás acompañarme a llevar el paquete que me ordenaste entregar y después te dejaré en el hospital. No creo que pase nada si llegas un poco tarde— Ana comprendió el mensaje, claramente Gideon no quería hablar en voz alta sobre Lobo, ya que seguramente Kai andaba rondando atrás de la puerta.

—¡No quiero! — Gritó como una niña malcriada haciendo berrinche. Escuchó el bufido de desesperación de Gideon. Protestó cuando él le quitó la almohada de la cara.

—Bien, intentaré ser comprensivo, ¿Dime que sucede? — Preguntó él sentándose a un lado de la cama. Ana entrecerró los ojos. ¿Podría contarle el verdadero motivo? No, por supuesto que no. Era peligroso, además primero tenía que comprenderse ella misma y después podría confiarle a alguien más lo que sentía.

—Tengo un presentimiento— Aseguró, no era del todo mentira. Algo malo pasaría, tenía el presentimiento que, si salía de la cama. Se tendría que enfrentar al mundo y nada saldría bien de todo eso. Necesitaba tiempo para procesar que hacer con su existencia.

—¿Cómo que un presentimiento? —

—Solo… Un presentimiento, un mal presentimiento— dijo encogiéndose de hombros, Gideon paso las manos por su cabello un poco desesperado. No podía hacer nada por evitar esa sensación en la boca del estómago, algo ocurriría… Lo presentía.

—Eso no me sirve, desde hace días te noto rara, he intentado respetar tu privacidad, y te he dado tiempo para que me cuentes lo que ocurre cuando estuvieras lista— Gideon suspiró —Si no me dices que te pasa, no puedo ayudarte. — Gideon parecía realmente preocupado, y en el tiempo que lo había conocido. Él le había demostrado con hechos de que podía confiar en él.

—Bien, ¿quieres saber que me ocurre? — Preguntó con ironía, se levantó sobre sus codos y le sostuvo la mirada a Gideon —Ocurre que debo de tener algún tipo de maldición sobre mí. Soy inteligente. Extraordinaria. Me gradué como la mejor de mi clase. Puedo hacer la más complicada cirugía sin siquiera transpirar. Muchos me temen y me respetan… Me han ofrecido fondos para iniciar mi estudio médico sobre implantes impresos 3D en operaciones cardiovasculares— Gideon la observó sin decir nada.

—Eso suena, complicado…—

—Puedo aspirar a ganar premios por innovaciones médicas, puedo ir a trabajar a cualquier hospital que yo decida— Dijo con los dientes apretados, Gideon apretó los labios.

—¿Y tú punto es? —

—¡No hay punto! Esto es un maldito carrusel que no va a ninguna parte, estoy maldita, puedo ser la mejor en mi trabajo. Pero no pudo conectar con las personas. La chica de la cual estoy enamorada desde hace años, se casó y tendrá un bebé. Lo que es peor es que no puedo alejarme porque tengo que seguir siendo su mejor amiga ¿Sabes lo duro que es eso? — Ana golpeó la almohada —Hace poco conocí a una chica hermosa. Extraña pero hermosa, y por mis estúpidos sentimientos hacia Mina, la empujé a brazos de un colega mío. Él realmente está interesado en ella, después yo besé a esa chica frente a Mina. Yo no soy buena para Morgan, ella merece algo mejor que yo— Tal vez su amigo no lo dijo, pero su mirada lo delato. Ana no era buena en las relaciones, algo siempre ocurría. Durante segundos se comunicaron solo con la mirada, esto era así entre ellos desde que se conocieron, podía lograr con Gideon lo que no podía hacer con otros, no necesitaban palabras para saber lo que sentía el otro, la tristeza de ella era la tristeza de Gideon y viceversa. Ana fue la que rompió el contacto visual, se dejó caer pesadamente sobre la almohada.

—Además, tengo que enviar mi ropa a la lavandería y limpiar mi apartamento. Me duelen los huesos. — No era mentira, le dolía todo el cuerpo, estaba agotada física y mentalmente—¡No he lavado mi cabello y quiero dormir! —

—¿Y quedándote en la cama solucionarás las cosas? — Preguntó Gideon enarcando una ceja.

—Me quedaré aquí, hasta que algo pase, ¡Necesito que algo pase! Necesito un indicio que indique que mi vida no será tan patética como la del doctor Harper, ¡Necesito una razón para continuar! — Gideon no le preguntó quién era el doctor Harper. Él solo la miró tranquilamente. Un segundo después él pareció llegar a un acuerdo consigo mismo. Ya que asintiendo con la cabeza Gideon se levantó lentamente, eso preocupaba a Ana, estaba demasiado tranquilo, eso era una indicación de problemas. Conocía a Gideon. Y no se equivocó. Con fuerza, él tiró de las sábanas y las lanzó al suelo, colocándose a un lado de la cama con las manos en la cadera y una mirada dura señalo con la cabeza la puerta

— Como sea, ¡Todos tenemos problemas! Pero te vas a levantar e iras a trabajar, ¡Así que mueve el culo Ana! Tienes vidas que salvar — Gideon le dio una palmada en el trasero.

—¿Qué…? ¡Auch! — se quejó, pero no sirvió de nada, Gideon la sujetó de una pierna y la arrastró hasta que la sacó de la cama y la tumbo sobre la alfombra

—¡Levántate, levántate, levántate! — Ana alcanzó a sujetarse del borde del colchón, pero termino arrodillada sobre la alfombra.

—¡Eres un idiota! — Le gruño a su amigo.

—¡No me importa! Nos vamos en cinco minutos, cámbiate o te arrastraré en pijama si tengo que hacerlo— Ana le sacó la lengua, y se dirigió al cuarto de baño.

Gideon se negó a marcharse sin ella. Así que prácticamente estaba siendo arrastrada por su amigo. Cumpliendo su promesa de cinco minutos. ya que como Ana no salió Gideon aporreo la puerta del baño, hasta que Ana se rindió. Ana simplemente quería regresar a la cama, pero como Gideon no se lo permitiría. Se sorprendió cuando la sujetó del brazo para salir de su apartamento.

—No me voy a escapar— se quejó, pero su amigo no lo escuchó.

—No me arriesgaré— En la sala de estar se encontraron a Kai y Alex. El primero se reía y el segundo lo regañaba. Ignorando a Kai, Ana le dio un beso en la mejilla a Alex para despedirse. Gideon sin soltarla la llevó al elevador. Al llegar a la calle, miró con una ceja arqueada el mercedes aparcado en la acera. Era el auto de Dorian.

—Deje a Sammy en la guardería esta mañana, mi auto está en el taller— Explicó Gideon.

—Eso de tener a un novio rico tiene sus ventajas— Comentó con sarcasmo. Gideon bufó. Se pusieron en marcha a su destino, Ana avisó al jefe de Cardio que llegaría un poco tarde. El haber avisado era una consideración. Ya que Ana ni siquiera había pensado en llamar avisando que se tomaría el día. Ella simplemente había decidido que ese día estaba muerta para el mundo.

Ana observó incesantemente el espejo retrovisor, era más un autorreflejo a los actos que estaba realizando Gideon. Y no porque ella supiera en realidad que estaba haciendo. Todo lo que sabía de agentes encubiertos lo sabía por las películas de acción y no porque en realidad tuviera idea. ¿Estaba nerviosa? Tal vez un poco, pero era bienvenida la distracción.

—¿Seguro que sabes a dónde vamos? — preguntó Ana por milésima vez, esta ruta no la habían recorrido la otra ocasión que fueron llamados por el tal James.

—Ellos no pueden permanecer mucho en un solo lugar— Afirmó Gideon mirando incesantemente también su espejo retrovisor —¿Te sientes mejor? —

—No del todo— Afirmó Ana ajustando su cinturón de seguridad —Estoy cansada, y no he tomado vacaciones en un largo tiempo, así que posponer mis cirugías un día no será problema—

—Pensé que no eras de las que permitían que los dramas amorosos afectaran tu trabajo —

—Existen médicos de guardia— Ana se encogió de hombros evitando claramente el tema —Si es algo realmente urgente entonces me llamaran, es una suerte que no sea yo la cirujana cardióloga en jefe— Ana podría aspirar para el puesto. Pero últimamente no era algo que anhelara mucho. Demasiado trabajo administrativo. A ella le gustaba realizar investigaciones, cirugías, innovar, no llenar trámites burocráticos. Gideon giró el auto en la siguiente avenida, esa era una zona en la ciudad que Ana jamás había frecuentado, así que no tenía la menor idea de donde estaban.

—¿Sabes una cosa? — Dijo Gideon seriamente —He llegado a conocerte bien y sé que no eres de las que huyen de los problemas, háblame de esa chica que besaste. ¿Realmente no hay esperanza de que estés enamorada de ella? — Ana suspiró.

—No sé lo que siento, ella me agrada, y me siento mal por utilizarla de esa forma, la lleve a casa de Mina como un escudo— confesó.

—Joder— gruñó Gideon — Eso es muy bajo, incluso para ti —

—Yo simplemente no quería ir sola— Ana revisó el reloj en su muñeca — Morgan de verdad me agrada— Giró su cabeza para mirar a su amigo. —Quiero que la conozcas—

—¿Me la presentarás en plan de amiga o novia? — Gideon rio. Ana tampoco pudo resistir reír un poco.

—Ella realmente me gusta, tengo que dejar de ser idiota y tratar de averiguar de una vez por todas que es lo que siento ¿No crees? —

—Estoy de acuerdo, y quiero conocerla— Gideon volvió a girar por una calle más. Esta zona estaba llena de negocios que no parecían realmente higiénicos. En las esquinas se podrían ver hombres negros y bandas un poco peligrosas. Esperaba que Gideon viniera armado. Unas pocas calles más. Gideon se detuvo frente a un edificio destartalado. Se escuchaba una ruidosa música de rock proveniente del bar de un costado, a consideración de Ana era demasiado temprano para la hora feliz. Pero al parecer a esas personas no les importaba. Un borracho casi chocó contra el auto. Lo primero que le vino a la mente fue que al abogado no le agradaría que rallaran su auto o se lo desmantelaran. Viendo la gente que miraba el auto con brillo en los ojos, no le extrañaría. Ana arrugó la nariz cuando Gideon le colocó una gorra.

—Las gorras no me van—

—Te aguantas, es parte del disfraz— Gideon no admitió protestas. Primero salió él del auto, y después ella, sus instrumentos médicos también estaban ocultos en una maleta de deporte. Sujetándola de la mano, se adentraron en el callejón. Ana apretó su mano al ver una pareja de hombres ocultos tras un enorme cubo de basura. No le pasó desapercibido el gesto de Gideon al llevar su mano a la espalda. Definitivamente estaba armado. Pero no fue necesario hacer nada, ya que ambos hombres estaban más que ocupados devorándose el uno al otro, al parecer el exhibicionismo era parte del momento.  Al final del pasillo, encontraron las escaleras de emergencias, Gideon tuvo que subir a una caja para poder alcanzarlas. Ana en verdad tuvo que esforzarse por subir, a Gideon no le quedó más remedio que prácticamente alzarla.

—Supongo que ahora iremos al último piso— Protestó Ana mientras subían las inestables escaleras de metal.

—Será hasta el cuarto piso— Se burló Gideon.

—Da lo mismo, demasiados pisos—se quejó, pero no serviría de nada, ya estaba ahí. Como en la ocasión anterior, Gideon la protegía con su cuerpo de todo. Incluso hasta al llegar a la ventana, siempre él estuvo al frente, hasta que James desbloqueo el cristal de la ventana. 

—Pensé que solo traerías medicamentos y víveres— Acusó James al ver a Ana atravesando la ventana con ayuda de Gideon.

—Tengo que revisar a mi paciente, lamento si eso te molesta— Dijo Ana mirándolo a los ojos. El tipo ese seguía sin agradarle.

—¿En serio lo lamentas? — Preguntó el hombre con una ceja arqueada.

—No, la verdad es que lo que pienses me da lo mismo— dijo Ana con autosuficiencia.

—De verdad que no me agradas nada—

—Tú tampoco a mí, pero te jodes. Necesitas de mi ayuda— se retaron ambos con la mirada, el hombre podría ser más alto que Ana, aún más ahora que llevaba deportivas, pero Ana jamás se intimidaba por nada.

—Ya basta ustedes dos— Intervino Gideon —Ve a revisar a tu paciente Ana, no tenemos mucho tiempo— Gideon señaló fuera de la habitación, así que Ana supuso que estaría en la sala de estar o en otra parte. Además, que leyó entre líneas de que Gideon quería estar a solas con James. Al salir del cuarto, encontró a Lobo recostado en el sofá, el cual era demasiado pequeño para él, pero al hombre no parecía importarle. Parecía sumamente cómodo. Además de que vio al chico de la otra ocasión sentado en el suelo.

—Doctora— El chico se apresuró a levantarse, Lobo por su parte solo desvió la mirada del televisor hacia ella.

—Charlie, gusto en verte— No tenía ni idea porque el chico estaba con estos hombres, pero parecía un buen hombre, además ahora ya no parecía conejo asustado. —¿Has cuidado bien del señor, Lobo? —

—He seguido las instrucciones que envió con el señor Gideon, pero anoche Lobo tuvo fiebre—

—Estoy bien, chico, deja de angustiarte— Comento el hombre afroamericano con una sonrisa tranquilizadora, al parecer al enorme hombre también le agradaba el chico.

—La fiebre es normal en ese tipo de heridas. — Ana dejo su bolso encima de la mesilla destartalada de un costado del sofá —No te preocupes tanto Charlie, Lobo es un hombre fuerte y sé que estará bien. — Al menos hasta ahora era admirable que el tipo hubiera sobrevivido a una extracción de bala sin anestesia y posteriormente se estuviera recuperando con casi ningún cuidado médico. Ana se puso a trabajar. Charlie a su lado no perdía de vista todos sus movimientos. Ana no supo descifrar si era porque le agradaba Lobo o porque le gustaba la medicina. Pero el chico fue un gran ayudante asistiéndola. Trayendo y haciendo todo lo que Ana le pedía.

—La herida está cicatrizando muy bien— Dijo Ana terminando de vendar la herida de Lobo —Al parecer tampoco tienes ningún otro daño interno, me preocupaba haberte hecho daño al operarte de la forma en la que lo hice—

—No tengo conque agradecerle haberme salvado, doctora— Dijo el hombre solemnemente. Ana negó con la cabeza.

—No te preocupes, estoy aquí porque Gideon me lo pidió—

—Aun así, sé lo que ha arriesgado por ayudarnos— dijo el hombre seriamente —Estoy en deuda con usted, puede pedirme lo que sea— El hombre en verdad parecía serio mientras decía esas palabras. Ana le sonrió.

—Digamos que decido asesinar a alguien…—

—Yo me encargaré de limpiar la escena del crimen— afirmó el hombre firmemente. Su mirada seria y sus rasgos duros le indicaron a Ana de que el hombre hablaba en serio. A su costado Charlie jadeó espantado.

—Bueno, es bueno saber que tengo ese tipo de respaldo —Ana rio y coloco su mano en el brazo de Charlie tranquilizadoramente —Pero no creo que algún día llegue a suceder. Creo que lo más peligroso que puedo llegar a pedirte es que seas chaperón de unos chicos problemáticos— En ese momento Gideon y James aparecieron.

—Si ya terminaste, nos vamos ahora, Ana— dijo Gideon en tono molesto al parecer ese par había estado discutiendo.

—¿Tan pronto? Apenas estaba discutiendo con Lobo mis honorarios médicos—

—No podemos permanecer mucho tiempo aquí, es peligroso— La mirada dura de Gideon la convenció, estaban en peligro, al parecer ya se había enterado de cómo fue que Lobo resulto herido. La mirada de Ana viajo a Charlie, ¿Qué tenía que ver el chico en todo esto? ¿Por qué estaba relacionado con estos hombres? Giró su cabeza hacía James —Tú también estas en deuda conmigo ¿no es así? — dijo firmemente.

—Siempre pagó mis deudas, doctora— dijo James cruzándose de brazos. Bueno, él no había ofrecido un pago tan sorprendente como Lobo, pero algo era algo.

—¿Por qué no dejas que me lleve a Charlie? Es peligroso para él…—

—Charlie se queda conmigo— dijo James duramente — Pide otra cosa—

—No sé qué está ocurriendo, o en que están ustedes dos involucrados— Señaló a Lobo —Pero está más que claro que el chico no es como ustedes, si está en peligro, Kai y Gideon pueden protegerlo—Dijo Ana con valentía. La chica asustada de esa mañana ya no estaba. Ana volvía a sentirse como ella misma. James estaba furioso, podía verlo en la forma en la que apretaba las mandíbulas. Dio un paso hacia adelante, pero Gideon se interpuso en su camino.

—Me ofendes al pensar que podría hacerle daño— Dijo James directamente a Gideon.

—Ya no te reconozco, James— Contradijo Gideon —Ya no sé de lo que eres capaz—

—No intervengas más, Gideon— Ambos hombres se retaban, a Ana no le sorprendería si se lanzaban a los golpes. A su costado, sintió a Charlie estremecerse y retorcerse las manos, Lobo por otra parte, se recargó plácidamente contra el sofá, como si la situación tensa no lo afectara en absoluto.

—Lobo recibió un disparo— Intervino Ana —Casi muere, tú no estabas en mejores condiciones, mira a tu alrededor— Ana señaló el lugar, la horrible y desagradable estancia. Aunque estaba limpia, olía a moho, tenía humedad todas las paredes, el edificio estaba cayéndose a pedazos. —Por lo que puedo suponer, estás cubierto de mierdas hasta el cuello, ¿Lo vas a arrastrar contigo? —Miró a James a los ojos, Ana no tenía la menor idea de quien era este chico para él, pero estaba claro que le importaba. De no ser así, no se empecinaría en mantenerlo. Sentimiento de posesión, Ana podría comprenderlo perfectamente.

—Aún no ha existido situación que no logre controlar— Dijo el hombre firmemente. Y eso le indicó a Ana que la situación estaba perdida.

—No eres un maldito superhéroe, James— intervino Gideon —Pero es tu decisión, hora de irnos Ana— Ordenó Gideon. Ana quería seguir debatiendo, pero estaba claro que no lograría nada. Mirando a Charlie con una sonrisa forzada, Ana sujetó su bolsa. Charlie tenía la cabeza gacha mientras Ana comenzaba a caminar. Lobo simplemente asintió con la cabeza hacia ella. Era un momento supertenso. Gideon y James parecían enemigos mientras Gideon la sujetaba de la mano y la apresuraba a dirigirse hacia la habitación por donde habían entrado.

—Doctora— La llamó James, Ana giró la cabeza hacia él, pero James se mantuvo de espaldas a ella —Si llega el momento… Confiaré a Charlie a su cuidado— Ana intentó no reír ante la situación, ni un gracias, ni un por favor, nada << Malditos hombres tercos y obstinados>> al menos estaba consiguiendo algo.

—Sabes donde vivo— Declaró Ana, antes de volverse y seguir a Gideon. Salieron por el mismo lugar por donde entraron, aunque muchos afirmaban que bajar era más fácil que subir. Por esas oxidadas escaleras era un deporte de riesgo, en más de una ocasión temió caer al vacío. Pero Gideon la sostuvo con fuerza detrás de él. Así que, si Ana caía, entonces rodarían juntos y esperaba de verdad que Gideon cayera debajo de ella. Para buena suerte de Dorian, su auto estaba intacto al parecer. Aunque encontraron a un grupo de hombres mirando con curiosidad el mercedes, Gideon la apresuró a subir al coche y en menos de un suspiro estaban alejándose del barrio peligroso. Ana intentó que Gideon le contara sobre su conversación con James, pero no consiguió nada, y Ana dejo de insistir. No le pareció lo más prudente por hacer. La sola mirada de Gideon gritaba que era peligroso y lo que menos deseaba era meterse en más problemas de los necesarios.

—¿Estás lista para ir a trabajar? — Preguntó Gideon un poco más relajado ahora que estaban de regreso a las avenidas principales de la ciudad.

—¿Te refieres a si he superado mi crisis existencial de esta mañana? —Preguntó Ana divertida.

—Puedes llorar si quieres— Dijo Gideon. Ana miró por la ventana, no, ello no era de los que lloraban. Gritaba, golpeaba, lanzaba cosas, pero no lloraba. —Lo solucionaremos, Ana— Prometió Gideon, Ana apretó la mano de su amigo.

—Eres mi mejor amigo, quiero que lo sepas— Gideon era lo único, bueno y constante que había tenido últimamente en su vida. Aunque ahora Gideon tuviera a Dorian y a Samantha. Para Ana, Gideon había llegado a significar mucho. Ayudarlo en su estúpida misión secreta, había sido la mejor decisión de su vida. Después de eso se sumergieron en un cómodo silencio, pero no fue por mucho tiempo.

Todo ocurrió en cámara lenta. Claxon de autos. Gritos de personas. Ana ni siquiera pudo sujetarse a nada, cuando un fuerte estruendo se escuchó. Un auto delante de ellos salió volando. Las luces de otro un auto yendo a toda velocidad hacia ellos la cegaron, y después… Nada.

 

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